Conversando
en el museo
con el poeta Otilio Carvajal
Foto enviada
por Mariana.
CONVERSACIÓN
EN LA SALA
DEL MUSEO
Un
grupo reducido de personas logra que el ambiente sea íntimo y, por tanto,
sugestivo. Así ocurrió este viernes 20 de marzo, víspera del Día Mundial de la
Poesía, en «La décima es un árbol».
La
lectura de mis décimas «A Caracas», concebida como acción solidaria con
nuestros hermanos de Venezuela, dio pie a una conversación extensa, en la que
todos aportamos algo, acerca del «país profundo» con sus costumbres y sucesos;
dicha conversación contó con la voz, acreditada por vivencias personales, de Otilio Carvajal
Marrero, quien
vivió allí durante una misión cultural.
La
sección «El poeta invitado» se inició con la lectura del texto «Después de
quince años: Otilio Carvajal», donde se habla de las décimas que aparecen en su
libro Sobredosis (Editorial Capiro,
2012); después todos tuvimos oportunidad de
hacerle preguntas, y finalmente él leyó y comentó sus textos.
También
se presentó el Catálogo rimado Nº 89
y, al final, «La pieza del mes», una hermosa escultura en bronce titulada «La
Naturaleza se devela a la Ciencia».
Como se
dijo al principio, la tertulia fue un espacio de espontaneidad, en el que un
sencillo brindis con vino aderezó el diálogo. A veces, una sala llena no es
sinónimo de eficacia.
Santa
Clara, 23 de marzo de 2015
DESPUÉS
DE QUINCE AÑOS:
OTILIO CARVAJAL
Por
casualidad han pasado cinco años (y un día) justos desde que, el 19 de marzo de
2010, tuve como invitado en la tertulia a Otilio Carvajal Marrero. Esa vez
dije:
«En el
próximo mes de julio se cumplirán exactamente diez años de aquel día en que
cumplí, con entera responsabilidad, escasos conocimientos y mucho temor, la
tarea de presentar el libro de alguien a quien jamás había visto. Ese libro
había obtenido el año anterior el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara;
su autor era un joven avileño nombrado Otilio Carvajal Marrero. El poemario se
titulaba El libro del profanador».
(1)
El
tiempo —una década más un lustro— me ofrece nuevamente el placer de comentar
los libros de este poeta, cuya obra no se circunscribe al verso, sino que se
extiende a la narrativa y la dramaturgia. Ahora Otilio Carvajal Marrero (Chambas,
Ciego de Ávila, 1968) vive en Santa Clara y cuenta en su bibliografía activa
con cinco poemarios, dos libros de teatro y cinco novelas; ha obtenido
importantes premios; ha sido antologado en más de cincuenta muestras de poesía
y narrativa, así como en revistas cubanas y extranjeras. Además: es profesor
del taller de formación literaria El Viajero; pertenece a la Uneac y cumplió
misión cultural en Venezuela.
Hoy
tengo a Otilio a mi lado para hablar de su libro Sobredosis (2), que contiene décimas, a la par que sonetos y poemas
en verso libre, lo que demuestra, una vez más, que mi invitado respeta a «la
estrofa nacional», y la escribe con el mismo nivel de calidad que el resto de
las formas poéticas.
Sobredosis cuenta con siete poemas en
décima, que representan un total de veintinueve estrofas. ¿Se supone que
estaría obligada a «interpretar» las imágenes de doscientos noventa versos?
Parecería muy difícil, si se piensa en la complejidad poética que caracteriza a
la obra de Carvajal; sin embargo, no es tan ardua la tarea, la naturaleza de
esas décimas puede aprehenderse mediante la lectura atenta, pues su atmósfera
poética contribuye a la revelación de los múltiples significados.
Las
primeras décimas en Sobredosis
aparecen a partir de la página treinta y tres: «Cantárida por la muerte de mi
hermana» (3), extensa elegía en dieciocho estrofas, la cual describe con
imágenes conmovedoras la vida familiar, la pobreza y la muerte de Dominga: muerta, sin poder mirarle / las dos ciudades
labradas / en sus ojos, las cerradas / mejillas donde besarle. / Muerto yo sin
confesarle / que de nosotros, amor / eras tú, viña, temblor / viajera frágil,
destino / árbol, nuez, todo el camino / el fuego, el aire, el dolor. La
elegía concluye con la expresión del dolor personal y describe cómo ha quedado
la casa después de la pérdida. Considero que el autor emplea el término
«cantárida» con entera propiedad, por las llagas que deja la muerte de un
familiar querido.
Las
restantes décimas, todas de una sola estrofa, excepto la última con seis, se
titulan: «Interfase o interfase palomitas de maíz», «La mordedura del miedo»,
«Agazapados», «Testamento del veterano de guerra», «Conversación en la
catedral» y «Reguetón por la tercera guerra municipal».
Otilio
Carvajal no emplea un sistema tropológico y estructural complejo —como estilan
otros actualmente— sino que sustenta sus tesis en la sencillez (aparente) de la
espinela, con algunos encabalgamientos. Tampoco emplea mucho la diversidad de
recursos poéticos formales que posee nuestra lengua, solamente la anáfora es
recurrente; en ocasiones usa la enumeración. Ahora bien, en los contenidos, en
el aspecto ideo-temático, es donde el poeta tiende la emboscada y despliega su
visión del mundo con gran talento y fluidez, para mostrarnos un universo
angustioso, que desacraliza verdades consabidas, pero que —finalmente— deja en
el lector la certeza de que ese universo «otro» también es real. De manera que
el poeta, a través de la palabra del sujeto lírico, del simbolismo que emplea
—a veces peculiar y a veces conocido— y de la intertextualidad («Conversación
en la catedral», con Vargas Llosa), muestra un estado de cosas y opiniones que
solamente la poesía es capaz de revelar. Sin embargo, que nadie se confunda,
detrás de la crítica, a veces lacerante, deja ver su identidad y su amor a la
Patria.
Haciendo
inventario de los temas principales, se aprecia que sus décimas tratan de: el
miedo, el temor a expresarse libremente; la guerra, lo que se pierde, lo que
queda; el dolor, el vacío, la sombra, la muerte, así como los problemas
cotidianos, que se enumeran y superponen (en una amalgama que sugiere rumor),
dentro de «Reguetón por la tercera guerra municipal».
En Sobredosis, Otilio Carvajal ha insertado
pocas décimas, pero todas son de óptima calidad literaria, y no empequeñecen a
los demás textos. Es curioso que este libro, donde no existen particiones
formales, presenta, de trecho en trecho, páginas divisorias donde siempre se
lee la misma frase: «es malo saber a dónde se dirigen las hormigas». Confieso
que aún no he logrado desentrañar el significado último de esas palabras, solo
puedo parafrasearlas: «es bueno saber a dónde se dirigen los buenos poetas,
aunque nunca podamos seguirle el rastro a las hormigas».
Santa
Clara, 17 de marzo de 2015
MONÓLOGO
DEL SUICIDA Y EL AS
Soy un ave en el asilo,
sin tiempo, sin pan, sin lecho.
Se dobla el arma en mi pecho.
La vida es un as que afilo.
Otilio
Carvajal
Le
pongo pautas al humo
y la
muerte vocifera,
humo
que sube a la esfera
o
enuncia rabias. Yo asumo
agujeros,
dados; fumo
un opio
abstracto; deshilo
miga y
pan; yo clavo el filo
de un
machete en la borrasca…
como
bestia que se atasca,
soy un ave en el asilo.
En mi
garganta combate
la
soga; corto ese nudo:
pírrico
botín, escudo
que
brilla en falso quilate.
No es
victoria un jaque mate
al rey
fantasma del techo;
ato mi
soga en su pecho
y él
mira con ojo adusto
cómo
caigo de un arbusto
sin tiempo, sin pan, sin lecho.
Un arma
hinca su luz
en mi
frente, como agujas
del río
hambriento, burbujas
para el
brazo de la cruz,
donde
invocan a Jesús
con un
párrafo maltrecho.
El
dolor pone en acecho
el arma
del regicidio,
mas,
cuando ensayo el suicidio,
se dobla el arma en mi pecho.
El
arma, la vida, el orto
de un
planeta imaginario…
Quienes
asaltan mi erario
hacen
al tiempo más corto.
Mi vida
quiebra —el aborto
de la
cordura en su hilo
siento
amargo— yo destilo
toda su
sangre aburrida,
pero no
roben mi vida:
la vida es un as que afilo.
NOTAS:
1.- CARVAJAL
[MARRERO], OTILIO, El libro del
profanador , 80 pp., Colección Faz; Ediciones Capiro, 2000, Santa Clara.
2.-
________, Sobredosis, 103 pp.,
Colección Faz; Editorial Capiro, 2012, Santa Clara.
3.- En
el libro Sobredosis, Carvajal utiliza
la palabra «cantárida» y no «cantálida», como aparece en El libro del profanador. Según el DRAE, 2009: cantárida. (Del lat.
canthăris, -ĭdis, y este del gr. κανθαρίς). f. Insecto coleóptero, que alcanza de 15 a 20 mm de largo y de color
verde oscuro brillante, que vive en las ramas de los tilos y, sobre todo, de
los fresnos. Se empleaba en medicina. || 2. Ampolla o llaga que producen las
cantáridas sobre la piel.
DE LA AUTORA
DEL REPORTAJE:
Muestras de la obra poética de Mariana
Enriqueta Pérez Pérez, pueden
verse mediante los siguientes enlaces con el blog Odiseo
en el Erebo y la antología on line Arte poética. Rostros y
versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por ella
aparecen en nuestra sección Decimacontexto: Polizón
en la aljaba de Eros, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. Las
albas rumorosas, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel
Feijóo. La
décima cubana durante las guerras de independencia: los poetas de la guerra,
interesante aporte sobre ese período. La
décima escrita en Villa Clara, sobre la poesía concebida en estrofas de
diez versos en esa provincia. Entre los reconocimientos merecidos por su
obra en versos, está en el 2013 la mención
que recibió en el concurso Oscar Hurtado. En septiembre del 2014, mereció
el Premio
del VI concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí por su
conjunto Embriaguez
(rosa, espada, luz).
Recientemente publicado en nuestro sitio, su poema A Caracas, en solidaridad con Venezuela.
Visite el sitio web de esta tertulia
en su nueva dirección:
MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA DÉCIMA EN ESTA
PROVINCIA HACIENDO CLIC AQUÍ:
VILLA
CLARA