domingo, 27 de noviembre de 2016

Canción a la grandeza



Hasta siempre Comandante

Junto al pueblo de Cuba, junto a nuestros hermanos y amigos en Nuestra América y el mundo, el sitio web Cuba Ala Décima rinde tributo póstumo al Líder de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz

Foto: Omara García

Del poeta y narrador Modesto Caballero, su cuaderno de poemas Canción a la grandeza, dedicado a Fidel en su cumpleaños 90:



(1)

No se cae el Hombre Grande,
es la tierra que lo besa.
El Hombre Grande tropieza
con las nubes. No se expande
ningún dolor que demande
quebranto sobre la piel.
El Hombre Grande es aquel,
aquel que se sobrepone
al sufrimiento y propone
seguir la marcha a tropel.

Pueden romperse los huesos,
saltar los ojos, verterse
la sangre, el dolor beberse
la angustia de los sucesos.
Pero sobrarán excesos
de coraje para el Hombre
Grande, inmenso, que no asombre,
con su luz, la luz del día.
Es aquel que desafía
la inmortalidad de un nombre.

No busca, no busca amparo
aunque restalle por dentro,
maltrecho, sigue al encuentro
de su destino. Tan caro
vende siempre el desamparo
con que nació y que lo abriga,
que cualquier dolor mitiga
el color de su coraje.
Herido, no hay quien le baje
de Bucéfalo su espiga.

El hombre Grande estremece
de polvo y la luz le brota
desde su rodilla rota
¡qué voluntad que ennoblece
desde el árbol que le crece
en cada jirón talado!
Ave Fénix que ha brotado
otra vez de sus cenizas.
-Nadie triste, ¡mil sonrisas!-
¡El Hombre Grande ha llamado!

22-10-04



(2)

Erguido sobre sus piernas
el Hombre Grande aparece.
A cada paso estremece
la realidad. Son internas
palpitaciones las tiernas
manecitas donde apoya
su voluntad. ¡Ah, qué joya
para el amor ese instante!
No se detuvo delante
de las murallas de Troya.

El Guerrero de la Aurora
sigue rompiendo camino.
Es un cisne que devino
en resplandor. Vencedora,
es su espada sucesora.
El invencible profeta
envuelto de luz saeta
regresa con más pasión.
Escuchad esa canción:
es el alma de un poeta.

Han enmudecido voces
ante el fuego de su pira.
No importa, el aire suspira
y entre clamorosos goces,
los bendecirán los dioses
de los pobres de la tierra.
Es el mismo que se aferra
a la sencillez de amar,
quien no deja por la mar
los arroyos de la sierra.

Este es, el invencible,
el que a punto de estocada
un día dio la clarinada
cuando moría indetenible
el Maestro. No es posible
entonces no estremecerse
cuando lo vemos crecerse
ante el dolor, y marchar,
erguido sobre un altar
sus piernas, sin detenerse.



(3)

Ahora, cuando el guerrero
ha dejado el yelmo y la espada
y reposa una fracción de tiempo,
¿quién apagará las aspas del remolino?
Él no siente el dolor de las heridas,
el reposo obliga y es su doliente parsimonia
quien lacera la furia del torrente
negado a convertirse en agua mansa.
El guerrero mira la espada y se estremece,
sabe del enemigo oculto detrás de la muralla.


II

Las rapaces olfatean. Perciben un extraño néctar.
Cabalgan en círculo detrás de las murallas. 
Hasta el silencio del guerrero las inquieta.
Muchas lunas y soles, inviernos y primaveras
de intentos, se amontonaban. Asaltos, emboscadas,
corte de ríos y de mares, fuegos, pócimas y sin embargo,
veían como el verde imponía sus tonos,
y los muros del sitiado
avanzaban como gigantes sobre ellas.
Nuevas huestes, ahora,
acompañaban al guerrero en las últimas batallas.
Un silencio de ausencia, como pocas veces,
comenzaba a resfriarles las espaldas.


III

Los espartas no lo vieron derrumbarse del caballo.
Una flecha invisible le avanzaba.
Sentía aguijonazos mordiéndole las raíces,
golpeando el yelmo en las costillas,
calambres en las manos, en las piernas.
Lo vieron entrar a la carpa.
Se sacó el yelmo, la espada aún en ristre,
asida al imán del corazón del guerrero,
humedeció el brillo de su filo.
Tendido, era aún alta su montaña, segadora su luz.
Seguía combatiendo contra duendes impalpables,
únicos adversarios que han podido invadir sus predios,
removerles los cimientos, obligarlo al reposo.


IV

Un aguacero de esquirlas cayó sobre Esparta.
El ave oscura rondaba los cielos.
Aquí enmudecían las gargantas, allá,
detrás de las murallas,
danzaban alrededor de las hogueras,
los tropiezos sordos de los que nunca pudieron
asomar una sonrisa de victoria.
Almas mancas los fariseos que bailan sobre ruinas
las angustias de sus alas desplumadas.
Los espartas reciben el clamor
de los espejos lejanos que los miran
y con ellos trascienden el universo escaso
de los que ahora cantan.
El firmamento traslada,
en sus anchas autopistas siderales,
las miradas angustiosas de los que alzan,
sin opulencias, sus votos y sepulta en el Hades,
la baba de los canes que aúllan sus miserias.
Pasará esta noche y volverán los astros,
a brillar sobre el guerrero que ahora,
desde su reposo, sueña todavía.

2-8-06



(4)

Nunca pretendí la gloria
Ni dejar en la memoria
De los hombres mi canción

Antonio Machado


El hombre tiene un comienzo
de desandar por la vida.
Es allí, donde asistida,
la luz repuja en el lienzo
de su destino el incienso
que perfumará su estrella.
El hombre en sí es la epopeya
que no alcanza un pergamino.
Cada hombre en su camino
irá dejando una huella.

El hombre cuando en verdad
es más luz que firmamento
no se busca en el segmento
frágil de la eternidad.
Para el hombre no hay edad
donde medir su existencia.
Lleva en su sangre la herencia
de la prístina hidalguía:
Darles a otros, día a día
el amor de su sentencia.

Nunca se podrá llegar
hasta el final del camino.
Es infinito el destino
de los hombres. Un lugar
habrá para reposar,
el reposo no es derrota.
El hombre que gota a gota
ha mutilado sus pies,
que nadie llame revés
al descalzarse la bota.

Pero hay hombres que descalzos
siguen haciendo camino.
Yo le brindo al Peregrino
del olivo mis dos brazos,
el corazón, los escasos
ojos de ver lo distante.
Para Él, en cada instante
vaya mi voz al decoro
de quienes gritan a coro
HASTA SIEMPRE COMANDANTE.

23-02-08



(5)

¿A qué distancia del fuego
Fuiste Fidel concebido?
En llamarada, estampido
En luz alta, en el sosiego
Del vientre materno y luego,
¡Ah la grande estrella Nova!
Explosión, grito en la alcoba,
¡Ha nacido un continente!
Árbol líquido en la fuente
Que sobre el lecho desova.

II
Fueron los verdes del monte,
Los silencios consumidos
Por los ojos reprimidos
Los que ampliaron tu horizonte.
Sólo el sueño polizonte
Despierta en la encrucijada 
Y el guerrero va en la espada
Derramando su ternura
Como la luz que se apura,
Del sol, en la madrugada.

III
¿Quién dice que estás ausente?
¿acaso el sol lo estaría?
Tú estás en la lejanía
De la luz, estás presente
En el beso, en el sonriente
Amanecer, en la obra,
En la palabra que cobra
La metáfora sublime,
En el aliento que exime
Del naufragio a quien zozobra.

IV
Eres penacho que irriga
La savia que te fecunda,
Eres la luz que se inunda
En lo inmenso de la espiga.
Decir tu nombre mitiga
La sed y el hambre heredada,
Tu nombre es la clarinada
De paz y lucha que encierra
En los pobres de la tierra
La esperanza emancipada.

V
Querrán matarte mil veces,
Mil veces dirán que has muerto
Tú, Fidel, que eres más cierto
Que el Ave Fénix, que creces
Cada vez en sus reveses,
Creces cuando un niño canta,
Cuando un anciano levanta
Desde lo oscuro sus ojos.
Creces, Fidel, en los rojos
Matices de tu garganta.

VI
El hombre no es inmortal,
Dios no dio la eternidad
Asumiendo la equidad
De las formas. Al umbral
Del abismo, la espiral
De tu virtud, es la idea,
En ella se da la brea
Para ungir el pensamiento:
Llamarada, firmamento,
Resplandor, sublime tea.

VII
Yo te canto, camarada,
También Whitman te cantó,
Neruda, el indio que vio
Surgir casi de la nada
Su Cóndor, su voz callada,
Te cantan en mil idiomas,
-Porque en sus cantos te asomas
Desde tu verde caimán-,
Los pueblos que juntos van
Emancipando palomas.

VIII
A veces tu sencillez
Lastima a quienes te amamos.
Guayasamín puso un ramo
De ternura alguna vez
Entre tus manos y un pez
quiso nadar en tu frente.
Sí, Fidel, tanto afluente
Se desborda en tu mirada
Que tus ojos son cascadas
De incontenible torrente.

IX
Por eso no son ochenta
Los veranos en tus hombros,
Tus ojos llenan de asombros
La eternidad que aparenta.
En ti no vale la cuenta
De contar día por día,
Tu vida es la lozanía
A la que el tiempo no accede,
¿Quién dice que el reloj puede
Imponerte su ironía?

X
El Gramma hoy navegó
Sobre las aguas de un mar
Infantil bajo el altar
De un cielo azul y bojeó
Por donde Martí soñó
Lo que su patria sería.
Estabas allí, reías
Pleno de orgullo martiano
Y todavía en las manos
Tu Guayasamín lucía.

XI
No fue una historia contada,
Ni una visión sólo mía,
Tú estabas en la alegría
de la plaza desbordada.
Estabas en la alborada
Porque en el Gramma con ella
Arribaste. No hay estrella
Que no quiera conocerte
Ni pueblo que por tenerte
No haga suya tu epopeya.



(6)

Ha muerto el mejor amigo
del Hombre Grande y su tierra.
Todos lloran y él se aferra
como horcón en el postigo
de la historia. No hay testigo
mejor que el de la memoria.
la primera vez, la gloria
de aquel diciembre, la noche
donde se abriría el broche
para reiniciar la historia.

Sobre las ruinas de un todo
que fuera hermoso y crecía
bajo el polvo en que yacía
la misma historia en el lodo,
surge el amigo; y su modo
de decir lo identifica.
¿Quién es aquel que critica
con aquella madurez?
El Hombre Grande tal vez
con su don, lo identifica.

Lo trajo desde su mar
con tormentas de pasiones.
Vino lleno de canciones
y de dioses en su altar.
El tiempo puso el azar
del destino concebido.
Trajo el amigo un sentido
de pureza en su coraje.
Vino con el mismo traje
del amigo, compartido.

El silencio del encuentro,
como el otro Cinco Palmas,
era el clamor de las almas
del continente por dentro.
Serían ellos el centro
de aquella nueva epopeya.
En el abrazo se sella
el despertar de la historia:
galaxia en su trayectoria,
en el vórtice la estrella.

No hay que enumerar los hechos,
es historia conocida.
Todos vieron la crecida,
hombres que exponen sus pechos
por ver crecer los helechos
desde la tierra hacia el cielo.
Hombres que son el consuelo
para tanta deuda, tanta.
Un continente les canta:
cóndores en pleno vuelo.

El Bravo Pueblo renace
en su nuevo amanecer.
Marea roja, volver
a los llanos donde yace
en olvido el desenlace
de dos siglos inmortales.
Ya no son los matorrales
los escenarios. El mundo
hoy es un mapa iracundo
de fuego por los portales.

Volvieron desde lo oscuro,
¡cuántos ojos, cuánto sueño!
Era posible el empeño
para derrotar conjuro.
Era el azul del futuro
gravitando un continente.
Hombres sembrando simientes
sobre el filo de la Espada.
Miraflores y el Moncada
Martí, Bolívar, la fuente.

Fue brutal el desenlace.
un aletazo tan fuerte
que ni siquiera la muerte
con la muerte hace las paces.
Mientras bailan las rapaces
sobre el festín codiciado,
un dolor sin fondo anclado
en el pecho universal
llora la ida del Zorzal
arañero rumbo al Hado.

Octubre puso dos dagas
en su pecho, ahora fue marzo.
En su corazón de cuarzo
lleva sus gloriosas llagas.
Estas mordidas aciagas
¡cuánto dolor le ha sembrado!
Pero hay que seguir, alado,
con el ALBA hacia la aurora:
¡Para estos hornos es hora!
El Hombre Grande ha llamado.

12-04-16


(7)

Ya el Guerrero de la aurora
es la aurora, la infinita,
es la aurora que gravita
donde el Universo explora
toda la luz que enarbola
el árbol donde amanece.
Acaso se le parece
el brote de una galaxia.
Antítesis de la apraxia
que con los años nos crece.

El árbol, dura madera,
es la imagen precedente.
el árbol, el referente
el árbol de su pradera.
La naturaleza impera
más allá de la estadía.
El hombre nunca sabría
que es hombre si no lo fuera:
el hombre, escudo y bandera,
sangre, ingenio, rebeldía.

Ya nada importa, la historia
se escribirá en el matiz
donde un grano de maíz
sobrará para su gloria.
Más quedará en la memoria
la luz de su rebeldía.
El tiempo, breve estadía
en el tiempo para un hombre:
la brevedad para un nombre
en la inmensidad de un día.

El hombre empieza a vivir
cuando termina la vida
o es acaso en su partida
donde comienza a existir.
En la obra hay que asir
la huella de los sentidos.
el Hombre Grande ha tenido
la fuerza del universo
y en su corazón un verso
le vuelve eterno latido.
 
2-4-16


Modesto Caballero Ramos, vicepresidente del Grupo Ala Décima y subdirector del sitio web Cuba Ala Décima



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