Desde Sevilla, España
CRONICA DEL DESAYUNO
Sevilla, 4 de febrero de 2020
“Feliz martes”. Desayuno
en casa, tranquilamente.
Un cola-cao caliente
y un pan con aceite (uno).
El sol, tan inoportuno,
atraviesa la ventana
y con sus rayos rebana
mi ya rebanado pan.
El sol de Sevilla, tan
distinto al sol de La Habana.
El invierno sigue dando
más titulares que frío.
Este invierno ya es tan mío
como la piel con que ando.
Sevilla de vez en cuando
me habla como a un andaluz.
Macarena y Santa Cruz
me miran hasta con guasa.
Pero hoy desayuno en casa
(¡Qué bueno está el “pan con luz”!).
Estoy solo en la cocina.
El sol, el pan y yo, solos.
Cumplimos los protocolos
del breakfast: nuestra rutina.
El cola-cao se inclina
sobre mi boca (mulato)
y el pan de la boca al plato
y del plato a la mordida
otra vez. Qué buena vida,
pienso y me digo hace rato.
Esto de desayunar
en casa tiene ventajas,
pero también desventajas
que no voy a enumerar.
Escribo en el celular.
Décimas capacitivas,
infrarrojas, resistivas,
táctiles, “inteligentes”.
Son décimas tan urgentes
como útiles, como vivas.
Yo aquí, solo, y allá afuera
el miedo al coronavirus.
¿La décima es mi antivirus?,
¿mi gruta?, ¿mi tapadera?
Yo aquí, solo, y la biosfera
con guantes y mascarilla.
Wuhan, Beijing y Sevilla
unidos por el temor.
¡Cuánto miedo alrededor!
(¿la nueva “fiebre amarilla”?).
Y encima (nuevas ventajas)
mientras voy desayunando
el resto del mundo hablando
sobre Air Canadá y Barajas.
Voy recogiendo migajas
de noticias matutinas.
Aterrizaje. Turbinas.
Alarma. Alerta. Emergencia.
Protocolo. Miedo. Urgencia.
Bomberos en las esquinas.
Ambulancias y bomberos
y patrullas policiales.
Todos los diarios iguales.
Que un avión de pasajeros.
Que el miedo de los viajeros.
Que aterrizaje de urgencia.
Crisis. Planes de emergencia.
Y transmisión en directo
Mas... todo salió perfecto.
Sí. Qué bien. ¡Y cuánta audiencia!
El ABC y El País y El Mundo
con Facebook live.
Y One… Two… Three… Four…
Five…
El “show” segundo a segundo.
Y hubo Happy End. Rotundo
éxito de la aviación.
Pasaje y tripulación
a salvo. Fin del trayecto.
Aterrizaje perfecto.
Qué útil la televisión.
Yo sigo “ojeando” la prensa.
Todo es más online que offline.
Pasa el tiempo (¿pasa el “time”?)
¿Un cubano “think” o “piensa”?
La irrealidad es inmensa
y la zozobra infinita.
Dios nos hace una visita
disfrazado de Clark Kent
(con mascarilla también:
ni para orar se la quita).
Barajas por la mañana
sufrió una “invasión” de drones.
Retrasos. Cancelaciones.
Nervios. ¡Vaya especie humana!
Y luego (¡ofú, qué semana!)
todo el mundo en paz respira
mientras la JLo y Shakira
incendian la Súper Bowl
pasando del rock y el soul
al Latin rhythm. ¡Mira, mira!
Ritmos de fuerza africana.
Caderas intraducibles.
Movimientos imposibles.
Sangre negra y lengua hispana.
La rubiez americana
ojiplática. ¡Dañino
ejemplo! ¡Ritmo mezquino!
¡Y negro! ¡Y en español!
¡Oh, My God! ¡Qué descontrol!
¡Coronavirus latino!
Mientras eso pasa lejos,
aquí, a muy poquita altura,
se abre otra legislatura
políticas sin complejos.
Hay españoles perplejos
y españoles alterados.
Derechosos preocupados
e izquierdosos abducidos,
suspicaces, confundidos
entre los encorbatados.
Y el Rey habla. El rey habló.
(El funámbulo y la cuerda).
Y en las gradas de la izquierda
hay quien aplaude y quien no.
Al fin, España logró
dejar de estar en funciones.
“¡Que vivan las coaliciones!”
“¡Abajo la coalición!”
“¿Qué pasó con el avión?”
“¿Shakira?” “¿Otra vez los drones?”
“¡Joder con el virus chino!”
“Y han matado a otra mujer”.
“¿Que Pablo aplaudió?” “¡Joder!”
“¡Y Rufián no estuvo fino!”
“¿Pillaron al asesino?”
“¡Qué miedo!” “¡Qué disparate!”
“¿Smith y armas de combate?”
Todos a la vez hablando.
Y a mí se me está amargando
el sabor del chocolate.
Apago el móvil. Suspiro.
Miro la luz sevillana.
El sol sigue en la ventana
(un sol gitano-guajiro).
Voy al espejo. Me miro.
Estoy muy mal afeitado.
“Feliz martes”. Y asustado
el espejo me responde:
“¿Feliz martes? ¿Cómo? ¿Dónde?
¡Bah! Ponte a escribir, pringado.
04 de febrero de 2020
De los numerosos lauros merecidos por Alexis
Díaz-Pimienta (La Habana, 1966) en la variante de la décima escrita, el Premio Iberoamericano Cucalambé 2003, por Confesiones
de una mano zurda, es solamente un botón de muestra. De ese
libro hemos publicado, entre otros, los
poemas Declaración
pública, Mensaje
urgente para mi hijo Axel, después de releer El Principito, Un
pagaré para las azoteas y Cine perdido. También en nuestros
archivos, pueden verse sus Décimas
contra la guerra, sus estrofas
improvisadas en el programa televisivo Con dos que se quieran y el encuentro de Alexis y
Philip Pasmanick con el Grupo Ala Décima. Más recientemente su poema
costumbrista Habana
WiFi, de fino humor popular, y su texto Baracoa,
mon amour, en solidaridad con el pueblo de esa ciudad oriental de Cuba,
azotada por el huracán Matthew. Y en el 2018 y el 2019: