…mientras el mar continúa
entrando por
sus retinas.
Tomado de su
página de Facebook, compartimos este poema de Alexander
Besú Guevara (Niquero, Granma, 1970), quien ha merecido numerosos reconocimientos, y entre ellos se encuentra el Premio
Iberoamericano Cucalambé 2007 con el poemario Bitácora de la tristeza. Es presidente de la Filial
provincial del Grupo Ala Décima en Granma. También de su
muro de Facebook, ofrecemos el poema Soy
masón, de su autoría y leído por él, en el siguiente video:
BUZO
Mientras la vida rueda su instante
perecible,
¿será mejor acaso nadar en la apacible
planicie de la mar?
Virgilio
López Lemus
un mundo
denso y sufrido,
donde el
hombre siempre ha sido
un intruso
desclasado.
Desciende
como un ahogado,
o un garante
de la apnea.
Se inmiscuye
en la marea
que lo
acaricia, afectuosa.
Una angustia
majestuosa
y líquida lo
rodea.
El mar es una
planicie
rica en
cloruro de sodio,
donde el
fermento del odio
se queda en
la superficie.
Que sea el
mar quien enjuicie
su paso
desaprensivo.
¿Será ese
ademán furtivo
y esa mirada
diabólica,
la
anticipación simbólica
del hombre
definitivo?
Nada hay aquí
putrefacto:
ni óseo ni
cartilágine.
Todo es aquí
una vorágine
de pureza.
Estupefacto,
recorre el
edén intacto,
sucio de
pecios, de vidas
malvadamente
perdidas,
armas,
cofres, antiguallas…,
restos de
viejas batallas
y otras
historias hundidas.
Esos
letárgicos pecios
que yacen en
lo profundo,
despiden olor
a mundo,
melodramas,
menosprecios...
Aunque sus
penas son recios
pedazos, no
se desalma.
Sus penas, (y
eso lo calma),
aunque se
petrificasen,
también son
pecios que yacen
en el fondo
de su alma.
Y flota entre
diminutos
desastres y
enormes tópicos.
Los
hundimientos utópicos
son
naufragios absolutos.
Quedan
severos minutos,
(minutos que
son sus jueces)
que debe
pagar con creces,
como pagan
los granujas:
juntando con
sus burbujas
las burbujas
de los peces.
Un silencio
demergido
se propaga,
se amplifica.
El fondo lo
incomunica
con el
mundanal rüido.
Allí se borra
el sonido
más
tenebroso, más lempo.
Él sigue
nadando, a un tempo
tan grato que
le remuerde,
hasta que por
fin se pierde
en las
cavernas del tiempo.
Entre sombras
solitarias,
-como él-,
sueña con lampos,
rodeado por
hipocampos
y por medusas
corsarias.
En su mente
suenan arias
volubles y
submarinas.
Y ya ante sus
propias ruinas,
se reduce, se
atenúa,
mientras el
mar continúa
entrando por
sus retinas.
MÁS SOBRE EL
AUTOR:
—Mediante
este link, amplia información sobre obra y trayectoria literaria de Alexander
Besú Guevara.
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