viernes, 28 de agosto de 2015

La décima es un árbol de agosto


Como niños, y en vacaciones


Tomado del sitio web Arboleda, recién creado por la poetisa e investigadora Mariana Pérez Pérez, fundadora y conductora de la tertulia La décima es un árbol y representante del Grupo Ala Décima en la provincia de Villa Clara.

 
No había niños, pero los adultos podemos transformarnos cuando se trata de escuchar buenos textos, que no tienen edad. El pasado viernes 21 de agosto, como cada mes, los integrantes de la tertulia «La décima es un árbol» nos reunimos en el Museo de Artes Decorativas de Santa Clara. El invitado, Jorge Luis Ramos Rodríguez, llegó temprano desde la ciudad, un tanto lejana, de Sagua La Grande.

Después de un momento inicial con sugerencias de lecturas, presenté el Catálogo rimado Nº 94. Y, a propósito, nos hemos propuesto preparar seis catálogos, a partir de septiembre, para hacer coincidir el Nº 100 con la tertulia de igual número en diciembre; de esto daré noticias en los próximos meses, ahora debemos concentrarnos en el VIII Aniversario, que celebraremos el 18 de septiembre, aunque el cumpleaños es el día 21.

Mi reseña «De una hormiga escritora, guerras y más…» precedió a la lectura, por el invitado, de las décimas incluidas en su libro Diario de una hormiga.

Posteriormente, invitamos al destacado escritor Luis Cabrera Delgado, quien presentó la antología Te regalo el mar, con prólogo suyo y textos de autores latinoamericanos, la cual fue editada en Bolivia y es un hermoso obsequio para los niños de ese país.

Todos los integrantes de la tertulia volvimos por un rato a su infancia, y ese efecto se prolongó hasta el final, cuando Jesús Lorens León, Especialista del Museo, mostró la exposición de juguetes antiguos, los cuales constituyen bellísimas piezas de las artes decorativas, que servirán de inspiración para el Catálogo rimado 95. También fue presentada, para el Nº 96, la pieza «Carroza Real. Siglo XVIII (botella con carruaje dentro)», perteneciente a la colección «Tesoros del Pueblo».

 A pesar de la divulgación previa, las familias privaron a sus niños de recrearse una hora en el Museo, tal vez pensaron que sería muy aburrido, pero el tiempo avanza presuroso y pronto habrá una generación cultural y espiritualmente vacía. De cualquier modo, «La décima es un árbol» sigue apostando por el disfrute instructivo; sus integrantes sabemos volver a la niñez cuando escuchamos la poesía inteligente que se escribe para la primera edad.

Mariana E. Pérez Pérez
Santa Clara, 27 de agosto de 2015

Versión original en:



LEER EL DIARIO DE UNA HORMIGA

Cuando abrí este libro volví a mi infancia (buen síntoma para quien la tenemos ya tan lejana). Sucede que en el epígrafe o exergo se lee:

Si este diario se perdiera
y no lo pudiera ver
le ruego al que se lo encuentre
que lo sepa devolver.

Versos ingenuos, populares, que como ex libris se usaba antes y que ya, creo, los más jóvenes no usan, porque, sencillamente, los libros tienen poco empleo en sus manos, tal vez inventen alguna frase para el teléfono móvil o la tablet (claro, con economía de caracteres y mala ortografía, como es usual).

El autor, Jorge Luis Ramos Rodríguez (Sagua la Grande, 1957) ha desarrollado su vocación poética en prestigiosos talleres literarios como: «Hablar de Poesía», de la escritora y crítico Carmen Sotolongo Valiño; «Los Kakafuakos», del escritor, profesor y editor Yamil Díaz Gómez; y el Taller de Literatura Infantil de la Uneac, que conduce la escritora para niños, galardonada con el Premio Casa de Las Américas, Mildre Hernández Barrios. Jorge Luis obtuvo el premio de poesía infantil en el Encuentro Provincial de Talleres Literarios en el año 2013.

Diario de una hormiga es un libro donde resaltan el juego y el humor, con un mensaje educativo de trasfondo, sin asumir el estilo de las arcaicas moralejas. Una guerra entre bibijaguas invasoras y hormigas que defienden su territorio, con informes y órdenes militares, por ejemplo, aborda el tema de la valentía, la unión y la alegría del triunfo, pero eso es algo que deberán descubrir los lectores. El autor presenta múltiples matices de la vida real, a través de personajes que se mueven en situaciones fantásticas y jocosas. La imaginación juega con ellos, y hasta «baila», al ritmo de la música cubana, y un poquito de reguetón, en los versos de Jorge Luis.

El libro está dividido en cuatro partes: «Memorias de un hormiguero», «Páginas sueltas», «Hojas de trébol» y «Mayores deseos». En ellas existe un total de diecisiete poemas en décimas, aunque también incluye otras formas estróficas como: octavas, sonetillos, quintillas, romancillos y coplas (pentasílabas).

Como el título indica, todo el libro gira en torno a la vida de las hormigas. Sin embargo, ese hormiguero viene a ser como un espejo mágico de la vida humana, con militares que convocan a la guerra, batallas y victorias. Hay policías y tribunales que acusan y enjuician a una hormiga fumadora, a la cual absuelven, y hasta justifican, por ser una escritora extranjera. Aparece la medicina tradicional y una cucaracha que canta reguetón en chino; el mercado negro y su promoción por correo electrónico (un guiño a Mildre Hernández). En «Buen apetito», el juego y la gracia de un gato glotón convierten a la décima en una de las mejores del libro.

En todos los textos se aprecia un sentido crítico de la realidad, con sutilezas que, en algunos momentos, pueden no ser interpretadas completamente por los más pequeños; tal es el caso, por ejemplo, de «Premio reservado», cuya sugerencia es muy clara para quienes hemos participado en certámenes artísticos. De todos modos, a los niños les bastará con el valor musical y el humorismo que aflora junto a la poesía.

En Diario de una hormiga, el hormiguero es la comunidad, la patria chica, el centro de cuanto acontece. La fabulación se desenvuelve con el ritmo de las palabras y los versos. Allí hay de todo, desde el incumplimiento de la ley (por un cuentapropista, con patente y presunto ladrón), hasta una historia de desamor que juega con versos de dos canciones populares, una contemporánea y otra antigua:

… pero te fuiste y perdiste.
¡Allá tú con tu condena!


También hay anuncios de bodas, de serenatas gatunas, y mucho más.

Un suceso gracioso ocurre en «Toque de queda», donde un subalterno envía mensaje urgente a su comandante por una posible invasión enemiga, esta vez de santanicas, cuyo jefe es un santanico intelectual. La mención de los premios «Ser Fiel» y «Nobel» hace que el comandante, con escasa cultura, confunda las cosas y envíe una disparatada respuesta, aunque —y esto es muy importante— en ella aboga por la paz.

En la última sección, «Mayores deseos», compuesta por quintillas, existen referencias a la música cubana y al ambiente festivo de las cuarterías (el hormiguero), lugar donde las distintas especies pueden convivir en permanente y pacífica alegría.

Diario de una hormiga —en mi opinión— reúne las características de cómo deben ser actualmente los libros para niños: es educativo (sin didacticismo), lúdico, cuenta historias con frescura y humor, es contemporáneo por sus referentes y, sin ser oscuro, incita a pensar.

Seguramente, si existiera entre los humanos un lugar parecido a ese hormiguero, no dudaríamos mudarnos para allí, aunque la hormiguita escritora no se haya decidido todavía.


Versión original en:


DE LA AUTORA DEL REPORTAJE:
Muestras de la obra poética de Mariana Enriqueta Pérez Pérez, pueden verse mediante los siguientes enlaces con el blog Odiseo en el Erebo y la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por ella aparecen en nuestra sección Decimacontexto: Polizón en la aljaba de Eros, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. Las albas rumorosas, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel Feijóo. La décima cubana durante las guerras de independencia: los poetas de la guerra, interesante aporte sobre ese período. La décima escrita en Villa Clara, sobre la poesía concebida en estrofas de diez versos en esa provincia. Entre los reconocimientos merecidos por su obra en versos, está en el 2013 la mención que recibió en el concurso Oscar Hurtado. En septiembre del 2014, mereció el Premio del VI concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí por su conjunto Embriaguez (rosa, espada, luz). Este año, publicado en nuestro sitio su poema A Caracas, en solidaridad con Venezuela.




Visite el sitio web de la tertulia
La décima es un árbol:


Visite el sitio web Arboleda, de Mariana:

En ese sitio:


MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA DÉCIMA EN ESTA PROVINCIA HACIENDO CLIC AQUÍ:
VILLA CLARA










miércoles, 19 de agosto de 2015

Fe de sencillez, en un libro de Guridi


Ya está publicado Fe de mí,
Premio Francisco Riverón 2014


Ampliado de Trabajadores


Una apuesta por las potencialidades de la dificilísima sencillez que propugnaba Azorín transita por estas páginas de versos. Su autor, Juan Carlos García Guridi, las tituló Fe de mí, con la economía de tres monosílabos cual si fueran notas musicales.

Se trata de la obra merecedora del Premio de décima Francisco Riverón Hernández en su edición del 2014, libro que Ediciones Montecallado, de la provincia de Mayabeque, hizo realidad en papel y tinta para la Feria Internacional del Libro del 2015.

Guridi (Batabanó, 1968) es un creador poco común: Poeta que se mueve con dominio en todas las estructuras poéticas, tiene escaño de reverencia para la estrofa de diez versos, la cual trabaja por igual como escritor y como repentista. Al mismo tiempo, es un acucioso investigador del género, con más de una obra publicada en libro como saldo de sus estudios. Toda esta combinación bien tiene que ver con la virtuosa característica apuntada al inicio para calificar a Fe de mí. Con esos recursos, el autor opta en su obra poética escrita por el tipo de expresión que parte de lo inmediato visible para invitar a la búsqueda —si no al hallazgo— de lo que no lo es.

Nazim Hikmet, el inmenso turco, era de los bardos que se inclinaban por esa opción, y alguna vez —cito de memoria— dijo preferir no el calcetín abigarrado y tupido, sino la media transparente que deja ver el pie: una envoltura que permita apreciar la armazón de palabras y que cualquiera pueda decir: “Eso lo hago yo”, pero si quita una sola de las células de esa envoltura se viene abajo todo el andamiaje.

Ese discurso, en algún modo directo, no le impide desde luego a Guridi atender a las sinuosidades y sutilezas de la existencia y el comportamiento humanos, en un universo de contradicciones como el que atrapa al individuo en la contemporaneidad. Para ello se sirve con frecuencia de rupturas de sistema, figura literaria apreciable, junto con deliciosos afanes lúdicos, en poemarios suyos anteriores como Country club y Norias. En el primero, ya la relación entre el título del libro y su contenido cuasi bucólico es en sí misma una ruptura de sistema. El segundo merece párrafo aparte, para detenerme en sus divertimentos poéticos.

Veamos las fricciones sensoriales que logra Guridi desde los comienzos de Fe de mí, en el poema en una estrofa que titula Declaración jurada:

Hay quien dice que el futuro / de mi país es incierto / y oro por no verme muerto / sin ser creyente. Por duro / que lo imaginen maduro / los frutos de la esperanza / y aun cuando el tiempo no alcanza / para después, me declaro, / feliz ante el desamparo / de mi propia desconfianza.

Juega Guridi con los sentidos y también con las estructuras. En Norias todo el libro es este novedoso modo de glosar la décima ideado por él, el cual, según sus propias palabras, se caracteriza por “un marcado sustento lúdico y se denomina noria por las vueltas que da en su sentido poético, ya que un mismo verso o pie forzado se va rodando de manera descendiente durante un total de diez estrofas”. En Fe de mí, varias veces el poema se asume en décimas monosilábicas, para un resultado que mucho tiene que ver con la atmósfera sublime del haiku.

Y a esta altura del análisis ya habremos comprendido que esa sencillez apuntada es una sencilla puerta que abre hacia muchas estancias. Eso se hace mucho más palpable hacia los finales del cuaderno, cuando una sección titulada Galería de los convidados nos invita a merodear los universos de varios grandes creadores, algunos de tan divergente ánima como Miguel Hernández y Lezama. A cada uno de ellos Fe de mí “le habla” en su cuerda, sin que el libro en su conjunto pierda el tono elegido.

Al segundo de los grandes maestros mencionados lo retrata aquí Guridi en el cariño de tres estrofas. Veamos la segunda de ellas, solo como botón de muestra, para cerrar esta aproximación a un volumen premiado en un certamen que ya está mereciendo mayor atención por el movimiento decimístico del país:

Encima del cenicero / un murciélago aluniza. / De repente la ceniza / se acomoda en el tintero. / El alfabeto se asoma / al climaterio y blasona. / Entonces el decidor / de silábico amasijo / disfruta del acertijo / postrado en el comedor.

Versión original con el siguiente link: Fe de sencillez


PREMIOS DE ESTE CERTAMEN:
—I concurso (1999) Viril mariposa dura, de Pedro Péglez González (La Habana, 1945).
—II concurso (2013) El libro del ángel gris, de Elizabeth Álvarez Hernández (Güines, Mayabeque, 1976).
—III concurso (2014) Fe de mí, de Juan Carlos García Guridi (Batabanó, Mayabeque, 1968).
—IV concurso (2015) Conversación con las piedras, de Luis Hernández Serrano (Calabazar, La Habana, 1943).


De Juan Carlos García Guridi, en nuestros archivos, su poema Otra carga por Rubén, dedicado al poeta y revolucionario cubano Rubén Martínez Villena. Entre otros libros publicados, merece atención particular su interesante decimario Norias, dado a la luz por la Editorial Unicornio, del Centro Provincial del Libro y la Literatura de la antigua provincia de La Habana. En el 2012, Guridi conquistó el Premio Extraordinario de la CTC en el XV concurso nacional de poesía Regino Pedroso. En el 2014, el Premio Francisco Riverón. En el 2015, el Premio Félix Pita Rodríguez. Además de poeta, Guridi es crítico e investigador literario. En nuestra sección Decimacontexto puede verse Los primeros poemas a Fidel fueron escritos en décimas, entrevista que le realizó Luis Hernández Serrano (miembro fundador del Grupo Ala Décima) sobre los textos poéticos dedicados por Carilda Oliver y Francisco Riverón al Jefe de la Revolución Cubana, en fecha muy temprana, cuando éste se encontraba en la Sierra Maestra, en plena guerra de liberación, al frente del Ejército Rebelde. De la autoría de Juan Carlos, mediante este enlace, De Ramiro Guerra, una décima improvisada, y un reportaje suyo del 2010, mientras cumplía misión en Venezuela. Es miembro del Grupo Ala Décima desde el año 2002 y su representante en la provincia de Mayabeque.


MÁS SOBRE ESCRITORES DECIMISTAS DE ESTA PROVINCIA:
MAYABEQUE







martes, 18 de agosto de 2015

Yolanda Pujols, pérdida sensible


Adiós a la novia eterna de Salvador

Como informó la prensa, el jueves 13 falleció en La Habana, a los 87 años, la primera actriz Yolanda Pujols González, un nombre de referencia en la radio y la televisión cubanas, por más de 60 años esposa y eterna novia del reconocido actor Salvador Wood

Yolanda Pujols y Salvador Wood, en una de sus tantas participaciones en la peña semanal sede del Grupo Ala Décima, en la biblioteca Tina Modotti, en Alamar, municipio de La Habana del Este. La imagen es de noviembre del 2008, al celebrar los 80 años de Salvador y los 59 del matrimonio de ambos. Foto: Roberto Suárez


Los restos mortales de Yolanda fueron cremados y sus cenizas esparcidas en las aguas de la costa de Cojímar, donde el matrimonio y sus hijos Yolanda y Patricio han residido por más de medio siglo. Salvador dijo allí décimas suyas dedicadas a ella, dos de las cuales además las cantó el poeta improvisador Jorge Luis Hernández (Pompillo) en una tonada triste. El conocido periodista Antonio Resíllez agradeció a los asistentes en nombre de la familia. El Grupo Ala Décima estuvo presente, en la persona de su Vicepresidente, el poeta y novelista Modesto Caballero Ramos.

Vecinos y amigos de la familia se reunieron para acompañarlos en la ceremonia de despedida a Yolanda. Fotos: Yanelis Ramírez.

 Salvador, asomado al muro, contempló con dolor contenido cómo las cenizas de Yolanda se incorporaban al mar de Cojímar.

 Los hijos de Yolanda y Salvador se adentraron en las aguas para depositar las cenizas de su mamá.


Dos de las muchas décimas dedicadas por Salvador a Yolanda en sus más de 60 años de vida compartida:

Cuando la tarde desata
sus cabos de muelle sol
sobre un lomo de charol
viaja una barca de plata…
Hacia tu costa mulata,
desde mi costa de ausencia,
remando fosforescencia
van mis versos a tu playa:
¡A enredarse en la tarraya
de tu trenzada impaciencia!

Y en la dulce transparencia
de tus clarísimos ojos
se vuelven claveles rojos
y cálida reverencia…
Ellos dirán la vehemencia
con que mi alma te sueña…
y una leyenda costeña
de contarán, hasta el sol,
el cuento de un caracol
que suspira por su dueña.


EN NUESTROS ARCHIVOS:

Vea en Juventud Rebelde los reportajes de Luis Hernández Serrano:








miércoles, 12 de agosto de 2015

Nada de ver la vida en blanco y negro


El secreto demonio de los ángeles
y tres décimas de Frank Padrón

 
Ampliado de Trabajadores


Lo angelical y lo diabólico se han paseado de la mano en la literatura hispanoamericana de las últimas décadas. No estoy pensando solo en la conocida novela del Gabo dada a la luz en 1994. Otros textos menos conocidos como De ángeles y demonios, de Yazmina Calcines (Editora Abril, 1992) han dado fe de ese maridaje, entonces —y todavía— considerado herético por demasiada gente.

Pero entre ambos polos antagónicos quizá no hayamos asistido a fricción mayor que la que nos ofrece El secreto demonio de los ángeles (Letras Cubanas, 2013), del poeta y narrador Frank Padrón Nodarse (Pinar del Río, 1958), de seguro más conocido para el gran público como crítico de cine, en virtud de su popular programa televisivo De nuestra América.

El volumen se inaugura con un cuento que bien valida todo el conjunto, sin que el aserto demerite en nada las narraciones que siguen. Esta primera pieza (Lot, Sodoma y los ángeles) es una subyugante recreación del pasaje bíblico de referencia, con inserción de citas textuales del libro del Génesis en su versión popular, las cuales aparecen incorporadas al hilo dramatúrgico sin costura alguna, gracias al virtuosismo narrativo del autor.

A más de esas excelencias técnicas, trasciende el cuento por su equilibrio entre la enarbolación del humano derecho al goce carnal (no pude menos que recordar a Marguerite Yourcenar y sus valoraciones de los mitos del Gita Govinda, de Jayadeva) y la reprobación de los excesos que en nada lo favorecen, descalificación aquí metaforizada con la relectura del mito bíblico.

El contrapunto entre la legitimación y la demonización de las disímiles variantes de identidad sexual es el fondo ideotemático de El secreto…, que empalma una tras otra situaciones diversas —de escena contemporánea salvo el referido primer cuento—, entretejidas con un erotismo desenvuelto y consecuente con su intencionalidad artística, así como una sorprendente capacidad para asumir, fundiéndolos, los ángulos más dolorosos de cada drama, un lirismo a veces asumidor de fugacidades, y el chispeante humor tan inherente a nuestra cultura.

Expresión de todo ello, y merecedor de párrafo aparte, es De camarón —segundo de los cinco cuentos y siete textos epistolares que integran este tomo—, donde el lector asiduo de esta zona de la narrativa degustará deleitosas evocaciones a un tiempo boccaccianas y lezamianas.

Frank Padrón Nodarse

Las sorpresas existenciales que siempre nos depara el ser humano, están presentes a lo largo de este empeño creativo desde la literatura, y se me antoja que las refuerza ese goteo de siete cartas entre una sexóloga y sus pacientes, las cuales, entresacadas de sus páginas en el libro y colocadas una tras otra, son a no dudarlo un sexto cuento.

Nada de ver la vida absolutamente en blanco y negro, nos dice a fin de cuentas, con El secreto demonio de los ángeles, el poeta Frank Padrón, a quien hay que agradecer otros cuadernos de cuentos (Eros-iones, Ediciones Unión, 2001; Las celadas de Narciso, Extramuros, 2006; Cuentas y cuentos, Herencia Latina, 2010) y poemarios igualmente queribles como Pura semejanza (2001), Conversación en la luz (2006) y Los latidos del espejo (2008).


Versión original en Trabajadores digital:
Nada de ver la vida en blanco y negro


Con el siguiente enlace, de Frank Padrón puede ver en AlasCUBA una muestra de su quehacer poético, mientras que en nuestros archivos puede ver su poema en una estrofa titulado Fespinela, que forma parte de los textos apócrifos de su poemario Los latidos del espejo. También por su fraterna colaboración, ofrecemos un poema en décimas del libro Pura semejanza (heterónimos de Frank Padrón), Ediciones Loynaz, Pinar del Río, 2001:



ALFREDO CAROL

Apenas 23 años le bastaron a un joven cantautor (de una promoción que seguía muy de cerca, tanto en talento como en frutos artísticos, a Silvio y Pablo) para dejarnos un recuerdo hermoso.

Alfredo Carol había nacido en La Habana el 23 de octubre de 1956, y murió trágicamente en Sancti Spíritus, el 19 de septiembre de 1979, en un accidente de aviación.

Miembro de las FAR, iniciaba en firme su carrera dentro del Movimiento de la Nueva Trova.

“Este joven trovador –se lee en el Cancionero de esa manifestación– supo unir con acierto, humor, ternura y cubanía” (1).

En efecto, formas muy criollas y auténticas, singularmente elaboradas, se descubren en sus obras: la guaracha y la canción trovadoresca en lo musical, y en lo literario, bien armadas redondillas, como las que informan “Aurora, Clara y Felicia”, o el verso libre (“¡Qué clase de trovador!”).

En su hermosa “Las manos” expresó que “con ellas/ comenzaba a escribir versos/ y daba mis primeros puñetazos al rostro de los mismos/ que después de corazón, recibieron mi abrazo”.

Es cierto, también se dedicaba a la poesía (“poeta ya por instinto/ puro de conservación” (2), y no iba descaminando, como (de)muestran estas décimas sin título que regaló a Clara Pozo, una joven pinareña, cuando su viaje a la cuna de Pedro Junco, a propósito del Festival Nacional de la Nueva Trova, en agosto de 1976.

Tras la muerte del joven trovador, la homenajeada hizo llevar el poema al músico Jorge Gómez, quien no descarta la posibilidad de musicalizarlas e incorporarlas al repertorio del grupo Moncada.


Paloma de mis cantares
Que me has robado la calma
Vuélame plena hasta el alma
Y marchita los pesares
No bastarían los mares
Para ahogar esta pasión
Y tengas o no razón
Para despreciarme cruel
Yo siempre voy a ser fiel
A mi absurdo corazón.

No le cantaré a tus ojos
Ni a tu piel tersa y morena
Tampoco hablaré de penas
Ni de angustias y de abrojos
Aún así tengo el antojo
De referirme a tu encanto
Ese que provoca el llanto
De mi aturdida guitarra:
Soy por ti como cigarra
Que ya perdió hasta su canto.

¿Por qué eres así de hostil
Muchacha tierna y amada?
Si es mi amor toda una espada
Que atraviesa lo sutil
Tengo todo el mes de abril
Para florecerte el pecho
Por eso tengo el derecho
De cantarte con dulzura
¡Alíviame la amargura
Amándome sin despecho!


NOTAS:

1.- Cancionero de la Nueva Trova. Ed. Letras Cubanas, C. de la Habana, 1981, p. 272

2.- “Las manos”, op.cit, p. 46











miércoles, 5 de agosto de 2015

VII Evento Semillas de tradiciones


Sesionó en Puerto Padre

Rindió tributo al hermano poeta Juan Manuel Herrera Álvarez

La mesa del coloquio La décima, eterna viajera. De izquierda a derecha, Argel Fernández Granado, presidente del Grupo Ala Décima en Las Tunas; Roberto Manzano Díaz y Renael González Batista, fundador y presidente del Grupo Espinel-Cucalambé.


Texto y fotos enviados por nuestros hermanos colaboradores de la acogedora ciudad de Puerto Padre, cuna del Grupo Espinel-Cucalambé, agrupación insignia del movimiento decimístico del país



Se efectuó en Puerto Padre el VII Evento regional Semillas de tradiciones. La cita, que se efectúa desde 2009, convoca a poetas, músicos, narradores orales y estudiosos con un fin común: preservar lo más puro de nuestra cultura nacional a través de la décima en sus diversas variantes.

El programa incluyó el III Concurso regional de repentismo Chino Velazqueño,  la tertulia Ocho sílabas, un guateque en una comunidad y el coloquio La décima, eterna viajera, en la sede del Comité Municipal de la UNEAC, que  contó con la opinión autorizada de los poetas Renael González Batista, Roberto Manzano Díaz y Argel Fernández Granado.

El encuentro se convirtió en escenario idóneo para recordar al hermano de la familia decimista cubana Juan Manuel Herrera Álvarez, fallecido recientemente, quien deja una profunda huella de humanidad y compromiso con el arte y los artistas. Se encontraban presentes, además de numerosos escritores e improvisadores, funcionarios de la dirección municipal de cultura en Puerto Padre, Ramón Batista, director de la Casa Iberoamericana de la Décima en Las Tunas y Sandra Herrera, hija mayor de Juan Manuel.

Se proyectó un documental de Tunasvisión que, mediante entrevistas y testimonios de los niños y su familia, muestra la  labor  del poeta en la conservación de las tradiciones orales -repentismo y cuentería popular- de formación y promoción en el Proyecto La monedita del alma, y su trabajo como especialista de la Casa Iberoamericana de la Décima.


Resultó un momento especial de la jornada la presentación, por parte del poeta e investigador Gilberto Domínguez Serrano, de un material titulado Tomado por la luz, el cual muestra diferentes facetas de Juan Manuel Herrera: director y guionista de programas radiales y televisivos, crítico de cine, improvisador, escritor, promotor y sobre todo, el ser humano que expresaba sin cortapisas sus opiniones a favor de la calidad y contra la mediocridad en la entrega de cualquier producto cultural, sin dejar de ser el carismático cuentero, el excelente conversador y sobre todo el buen amigo que todos, siempre, creeremos vivo transitando los caminos del arte.














martes, 4 de agosto de 2015

Raúl Ferrer en el tiempo


Canta otro tiempo en el río…


Tomado de Cubaliteraria

En lo primero que pensamos cuando se habla de Raúl Ferrer es en la orgánica simbiosis poeta-maestro-luchador social, sin que ninguno de esos tres vértices rebase al otro en preferencias o realizaciones.

Bien conocida es su historia como pedagogo de singular método, su devoción por el acto primigenio de la enseñanza, ese que pone al maestro frente al alumno para que le enseñe, no solo los contenidos académicos, sino también una manera de vivir de frente a los ideales de justicia e igualdad que se identifican con el impulso revolucionario que siempre lo guió. Su más conocida composición Romance de la niña mala deja constancia de que, para el tipo de maestro que era Raúl Ferrer, importaba tanto el cultivo de los sentimientos como el del intelecto. Su Dorita, a la que se negó a considerar “mala”, es portadora de una sensibilidad notable a través de la cual logra la empatía con el maestro, que termina tomándola como patrón poético para exponer en versos su tesis pedagógica.

Y es que en Raúl Ferrer se corporiza un modelo del intelectual de izquierda que tuvo su génesis en aquellos poetas que en el siglo XIX hicieron coincidir, con ejemplar coherencia, vida, obra y pensamiento en un proyecto único de patria. Esa tradición, enriquecida en el siglo siguiente por ideales socialistas hacía compatibles en alto grado las tres vocaciones mencionadas en el párrafo anterior. Con el declive del ideario socialista que se evidenció con fuerza hacia el segundo lustro de los años ochenta y tuvo su desenlace catastrófico a inicios de los noventa, se fueron distanciando cada vez más, en las dinámicas cotidianas entonces llamadas postmodernas –aunque sin dejar de ser complementarias– las figuras del poeta y el luchador social. Y no es que considere obligatorio el maridaje de esas dos actitudes, solo llamo la atención sobre el fenómeno en sí porque igual me parece una aberración cuando tal indiferencia se instituye como condición casi obligatoria para considerar a una poética trascendente.

Raúl Ferrer fue, como apunté antes, fiel a aquella tradición que tuvo en José Martí su más alta expresión, y siempre puso el hombro donde entendió que le prestaba un mejor servicio al engrandecimiento de la patria. Al respecto resulta oportuno recordar la forma en que lo evoca la doctora Graziella Pogolotti en un artículo de Juventud Rebelde:

"Frecuentó desde antes del triunfo de la Revolución los medios intelectuales y políticos capitalinos, pero nunca tuvo a menos presentarse como lo que era ante todo y por encima de todo, un maestro de primaria en una escuela rural de Yaguajay. Sin abjurar nunca de su condición sustantiva, comunista de siempre, no fue sectario."1

Es cierto que el ambiente poético cubano se enrareció notablemente en los años setenta del pasado siglo, como consecuencia de los desafueros con que el poder revolucionario se desmarcó de los intelectuales, derivación del sonado caso Padilla. Aquellas rupturas marcaron una atmósfera de interdicción que a su vez generó una reacción extremadamente aguda –como dolorosas fueron las laceraciones– en los intelectuales, de manera que, según mi apresurada predicción tardaremos aún algunas décadas en presenciar el regreso el péndulo hacia posiciones de mayor compromiso desde el texto escrito. Y si aclaro esto último es porque los compromisos, desde otras esferas vitales, han mantenido a la mayoría de la intelectualidad del lado de la doctrina revolucionaria y antimperialista, de la cual nunca se distanció, ni siquiera en los momentos de mayores desencuentros.

Pero para Raúl Ferrer, cuyo centenario celebramos el pasado día 4 de mayo, esas disyuntivas nunca existieron; siempre dejó claro que su poesía estaría al servicio de un humanismo fomentado al amparo de las luchas provenientes de la tradición patriótica, donde antecedentes tan notables como el de Martí y Villena, para citar solo dos, le aportaban la fuerza inspiradora. Señalo no obstante que, de la misma manera que ocurrió con Manuel Navarro Luna y Jesús Orta Ruiz –de quienes lo separan por nacimiento, en un sentido y otro, varios años– además de aquellas composiciones donde el enunciado patriótico se hace más denotativo, algunos de sus poemas de mayor arranque lírico o filosófico hoy podríamos considerarlos dentro de los imprescindibles a la hora de atesorar las mejores composiciones de la más exigente antología nacional, junto a Heredia, Milanés, La Avellaneda, Plácido, Martí, Boti, Guillén, Villena, Tallet, Fayad, Retamar, Escardó, Raúl Hernández Novás, Ángel Escobar y tantos otros.

Pensemos, por ejemplo, en los inmejorables sonetos de Una parte consciente del crepúsculo de Orta Ruiz, o en Doña Martina, de Navarro Luna, y seguro no pondremos en duda las altísimas calidades que los marcan. A esa misma altura –para seguir ateniéndome a una sola composición emblemática– situaría yo las Décimas del tiempo tiempo, de Raúl Ferrer, donde no solo nos regala reflexiones de hondísimo calado, sino que también derrocha ingenio poético y asume retos pocas veces enfrentados por los poetas. Veamos si no una de sus décimas:

 
En el tiempo va el embrión
que de tiempo se sostiene,
pero el tiempo también tiene
su tiempo de prescripción.
Pone el tiempo en su sazón
lo que el tiempo pudrirá;
por el tiempo que se va
canta otro tiempo en el río,
pero si derrocho el mío
mi tiempo no volverá.


La repetición de la palabra “tiempo” se da sin que se sienta como reiteración, pues si leemos atentamente, cada vez que se utiliza, su contenido varía. Reto mayor acudir a ella en nueve ocasiones dentro del estrecho marco de diez versos y que cada vez connote un sentido distinto.

Algo característico en su poética es que por lo general se concentró en las estrofas tradicionales, y gracias a la pericia con que lo hizo consiguió en varias ocasiones una singular eufonía, donde la recurrencia de los sonidos nunca conspiró contra la fluidez del discurso. El poema Parada en Guaracabulla puede constituir el mejor ejemplo en ese sentido:


¡Qué dulce debe de ser
vivir aquí en Guaracabulla!
¡Junto al guajiro que a los trenes viene
con esa ingenua transparencia suya!

Las lomas azuladas en la tarde,
noche que con los astros se encocuya,
mansa quietud del pueblecito aislado.
¡Sueño sin bulla!


Todo en su poesía remite a la historia, a las luchas emancipadoras, tanto provenientes de la historia como del momento en que vivía, y el mismo poema antes citado serviría de ejemplo, pues tras la delectación en el paisaje el poeta acaba enrolado en una protesta que lo lleva a terminar detenido por la rural.

Muchas de las críticas que hoy se le plantean al Partido Socialista Popular, por su apoyo a Batista en determinado momento, más otras inconsecuencias al seguir a pie juntillas los dictados de Moscú y la Internacional Socialista, resbalan sobre la figura de Raúl Ferrer y no lo tocan, pues su ideario político se materializa en tres esferas donde su ejecutoria fue impecable: la poesía, la pedagogía y la lucha hombro con hombro con las masas, desde esa horizontalidad popular que lo definía como parte de la clase proletaria y que tan bien definió Bladimir Zamora, en el artículo “Madera esencial de educador”, como “franciscanía de comunista de fila”.2

Hace más de tres décadas que la poesía cubana discurre mayoritariamente hacia senderos donde predomina lo existencial, lo ontológico, lo cuestionador, la mirada irónica al enunciado político, y quizás por eso mismo la poesía de Raúl Ferrer la entendemos como el testimonio, acaso espontáneo pero nunca impreciso, de alguien que en una época donde en las luchas sociales se materializaba lo más avanzado del pensamiento intelectual, supo ver en la fuerza de la poesía una herramienta mediante la cual podía alistar su espíritu, sin traicionarlo, para participar en aquellos combates. Poetas como Raúl Ferrer aún tienen mucho que decir a quienes amamos la belleza y la justicia. Esperemos a que se apacigüen las aguas de una literariedad exacerbada y en buena medida excluyente, y asistiremos, seguro estoy, a un renacer de esas figuras legendarias que, sin descensos formales, lograron expresar, con su poesía, los ideales donde cobraba sentido un proyecto de nación.


NOTAS:

1Graziella Pogolotti: “Un recuerdo para Raúl Ferrer”, en Juventud Rebelde, edición digital, 7 de noviembre de 2012.

2Bladimir Zamora Céspedes, en La Jiribilla, Año IV, semana 2-8 de julio de 2005.


Versión original mediante el siguiente link: Raúl Ferrer en el tiempo.


DEL CONCURSO QUE LLEVA SU NOMBRE:


De Raúl Ferrer, quien fuera además coordinador de la Campaña Nacional de Alfabetización en 1961 —y a quien rindió tributo recientemente el XV concurso nacional Ala Décima—, hemos publicado antes los poemas Guayabera, Décimas del tiempo tiempo y Mi querido Frankestén, así como el comentario “Martí, pasión y verdad: la décima de Raúl Ferrer”, por Waldo González López (2008); el tributo del grupo decimista espirituano Toda luz y toda mía en diciembre del 2011, por el Día del Educador; y los homenajes que le rindieron la Tertulia del Sur y el Grupo Ala Décima en mayo del 2012 y en mayo del 2013. También el simpático poema Guajira fiel, dedicado a su hermano de luchas y poesía, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí.