Las albas
rumorosas:
Acerca del libro
Jiras guajiras,
de Samuel Feijóo
Por Mariana Pérez Pérez
Tomado de CentroArte
Trabajo presentado por la autora al Coloquio "Ortiz-Feijóo", del 2002, que auspicia la Casa Feijóo en Santa Clara
Acercarse, sin más ni más, a una obra que fue escrita hace ya 65 años puede acarrear el peligro de no alcanzar una visión objetiva del autor ni del instante en que éste se expresara, máxime si se trata de alguien cuya obra nos asombra por su volumen y de quien han escrito antes figuras muy autorizadas de nuestras letras, por lo que el peligro es superior. Sin embargo, hay ocasiones en que un libro nos identifica con el sujeto que un día, aunque sea tan lejano en el tiempo, fuera capaz de atrapar la realidad circundante mediante el audaz entramado de las metáforas y las rimas. Inicié la lectura de Jiras guajiras en busca de la décima, tras el puro objeto de definir en qué grado los poetas actuales, que a veces empleamos esa estrofa como medio expresivo, tenemos deudas con ese "niño Samuel", como él se autocalifica en el poema "Las Vacas", que culmina con el verso: es como un niño Samuel. En este cuaderno ya puede distinguirse en Feijóo el dominio de la estrofa de diez versos, a la que imprime dinamismo a través de la puntuación, que es muy peculiar en el autor y que analizaremos posteriormente con mayor detalle. El decimario, que Samuel Feijóo, con su lenguaje de llana cubanía, ofrece "al arreglador del mundo, Juan Liriano, guajiro lépero como él solo, metido con la mocha en el bleo, en "La Josefa", dedico estas décimas de la tierra, con las músicas y las alegrías de mi juventud campestre", tiene en sí la rara belleza de una poesía "de la tierra" que se funde con las imágenes más exquisitas de la naturaleza cubana, pero que se salva del paisajismo exteriorista –propio de una amplísima zona de la décima cubana– a través de una mirada hacia adentro del ser que "siente" esa naturaleza y ese paisaje como propios. Virgilio López Lemus ha expresado esta idea, presente también en otros autores, con palabras más concluyentes y exactas: "en ella [la obra feijoseana] el paisaje no es sólo ornamento, sino, además, entorno en el cual el ser se debate entre la plenitud de la belleza y las injusticias, para elevarse por la poesía, que es expresión y acción". El poeta capta el instante y el punto donde la imagen puede alzar un vuelo diferente, aunque el tema que canta haya sido tocado hasta el cansancio por todos los poetas del mundo, así: la luna, el gallo, el amanecer, el crepúsculo, el río... alcanzan en Feijóo una dimensión nueva. Tal vez otros estudiosos de su obra argumenten que no siempre logra esa interiorización del paisaje y se queda en la epidermis del poema o que hace lo que los decimistas espinelianos ortodoxos nunca aceptarían, como introducir asonancias junto con las consonantes, como por ejemplo:
Se alza el gallo en la arboleda
del alba, rojo. Deshecha
tiembla su bárbara flecha.
Dibuja en hoja de seda
lucha de amor, suave veda.
Al haz de oro, nimbada
la neblina delicada,
pica de cristal levanta
al fuego mago. Allí canta
hechicería reposada. *
Sin embargo, nuestro punto de vista es que Samuel Feijóo se sitúa por encima de esos detalles para lograr un resultado distinto, como trataremos de demostrar en lo adelante. En la décima anterior hay belleza en el lenguaje, es como una instantánea del momento en que canta el gallo, pero en la cual los versos 2-3, 8-9, en asonancia con el 1-4, 7-10, dan fe de que el contenido ha obviado a la forma, y esto ocurre en muchas de las restantes composiciones, pero de lo que sí no cabe dudas es de que, ya en época tan temprana, fue Samuel Feijóo un importante cultivador de la décima.
El libro se inicia con "Juegos" –en ediciones anteriores la titula "Juego"–, cuyo rasgo distintivo es la armonía imitativa y el retozo con los sonidos:
Guitarras, güiros, guarachas,
Forman la G de mi canto;
De la U tu azul encanto,
Y brindan A las muchachas.
J en jiras juegas –bachas
jaraneras–; I, es suspiro;
la R el rostro que miro,
y la O, el son que cayó
cuando dijiste que no
para mi canto GUAJIRO.
"Negocios" está compuesto por dos décimas, donde el humorismo característico de este poeta constituye la razón de ser, y luego le sigue "Milagro", cuyo recurso principal es la hipérbole, dos décimas al estilo de los mentirosos o "cuenteros" que tanto han abundado en nuestros campos. "Los brujos", en cambio, aunque escrita en 10 versos, no presenta los rasgos distintivos de la espinela, ya que es una estrofa en verso libre con algunas asonancias distribuidas irregularmente, como por ejemplo:
1ª estrofa: rima asonante del 1er. verso con el 3º (brujo – nocturno)
2ª estrofa: rima asonante del 2º con el 6º (siguiendo – fuego) y del 3º con el 10º (clara – palmas).
Las siguientes décimas, tituladas "Guajira", con una cita del Cucalambé: Por la deliciosa orilla / que el Cauto baña en su giro, también son irregulares y asonantes, aunque conservan el verso octosílabo; se aprecia en su estructura lo siguiente: en la primera estrofa (o décima) riman 1º - 5º y 4º - 6º - 7º versos; en la segunda, riman 2º - 9º y 4º - 5º -7º; mientras que en la tercera décima la rima se produce entre 6º - 8º y 7º - 10º. Con ello se demuestra que, si bien, Feijóo domina la estructura de la espinela, no siempre se vale de ella para expresarse, en lo cual tal vez tuviera que ver el espíritu inquieto de este hombre y su iniciativa innovadora. En otros casos lo que varía es la presentación tipográfica, como en la décima que sigue, "Momento", en la cual aparecen 6 versos iniciales y 4 finales, separadas ambas series por una línea en blanco, con lo cual se invierte la forma tradicional de 4 y 6. Pero, junto a esos cambios estilísticos, podemos encontrar espinelas perfectas, como "Albores": Sobre el campo en madrugada / la aurora encalma su vuelo / y su sombra alumbra el suelo, / nimba la faz hechizada. / Lanza el gallo su llamada / de cristal. Blancas gallinas / picotean clavellinas. / Las albas van rumorosas / al cantero: hacen con rosas / las más nórdicas colinas.
Con este ejemplo, quedaría salvado cualquier recelo que aún pudiera existir acerca de Feijóo como buen decimista, no tan sólo por la forma exacta de la décima en cuanto a estructura, rima y acentuación, sino también por su alto contenido poético en la captación del instante, el uso de imágenes alejadas de la sencillez común, como "la aurora encalma su vuelo", y de un lenguaje culto: "nimba la faz hechizada". Pero lo más interesante puede ser que, junto a esos vuelos de alta poesía, aparece la belleza de lo sencillo: Blancas gallinas / picotean clavellinas, para ascender nuevamente: Las albas van rumorosas / al cantero...; de esa manera, el creador alza o distiende la tensión poética en un rejuego, cuyo producto será un conjunto sonoro que reconforta espiritualmente al lector o al escucha.
El libro continúa con una fantasía humorística, "Sueño", que también será una espinela. Debe destacarse que Samuel Feijóo empleó la glosa, a la que consideraba –según expresara en su artículo "Breve décima culta"7– "una forma arcaica de la décima", así como que "Glosar fue fuerte demostración del «saber» de un decimista completo". También nos informa que "la abundancia de glosas como estilo corriente de la décima culta sobrevino en el XIX. En estas formas, placenteras casi siempre, se unieron los gustos folclóricos y populares cubanos con los gustos del decimista culto." De modo que en Jiras guajiras, donde se imbrican inteligentemente el gusto por lo culto y el gusto por lo popular, la inclusión de "Glosas de un guajiro satisfecho en su sitio", sobre una cuarteta popular, no resulta extraña. Asimismo nos corrobora lo expresado por el poeta español Lope de Vega acerca de que "las décimas son buenas para quejas" cuando imita el estilo repentista guajiro para sus décimas de amor "Del que anhela cariño" y en las cuales existe predominio del encabalgamiento, como punto de encuentro con la décima culta. En segmentos posteriores del libro estará presente también la poesía amatoria, como en "Décimas enamoradas", en las que se emplean indistintamente la expresión popular: No me he dormido: ven antes / de que me coman gusanos, y el refinamiento de la metáfora: árbol de libre sinsonte / donde, en sombra, te suspiro. En "Décimas del que se quiere casar" nos encontramos con el repentismo guajiro impregnado de un toque bucólico y romántico.
Luego regresa al humorismo con seis décimas: "Lluvias", "Viento de agua", "Pretensión", "Amorosa" y "Canuto". Despierta curiosidad, sin embargo, el hecho de que un poema, cuyo título es "Décima trágica", de crítica social acerca de la penosa situación del campesino cubano en esa época, emplee un tono ligero y con matices de humor: Agustín vendió la tierra, / vendió su tierra Agustín, / y ahora vive en el confín / comiendo nubes y sierra. / Agustín su vida aterra / Por deshacer su conuco. / El americano cuco / le ofreció mil concesiones / cuando vendió sus terrones / y ahora se come el bejuco.
Contrariamente, en la décima "Grito cubano", así como en otras, sí aparece la queja, el lamento, en forma similar a otros autores de su tiempo.
Presente estará también, dentro de los variados matices que encierra el libro, el costumbrismo campesino con la cobija, la fiesta y la botija como instrumento musical típico de nuestros campos, los cuales son rescatados por Feijóo en "Llamada al botijero".
El estilo de los romances, signo de que a este poeta nada relativo a la tradición le resultaba ajeno, aparecerá en "Décimas de Angelito el cantor" y en "Escapada de la guajira Ana María Morales", constituida esta última serie por seis décimas de tema costumbrista, entre las cuales resaltan, por su belleza expresiva y cierta reminiscencia lorquiana, la primera y la sexta. Apréciese, por ejemplo, el lenguaje metafórico en los dos versos que inician la primera: Suena su ojo la guitarra / redondo, con son de vega; y a continuación, hasta el último verso, sorprenderán imágenes visionarias como: cigarras / trituran sombra, o, Vacilan las candilejas / con sus cabezas de viejas / cansadas. La estructura descansa en la puntuación y el encabalgamiento, nada usuales en la décima tradicional; veamos: los dos primeros versos cierran con punto; en el cuarto verso aparecerá punto y seguido después de la quinta sílaba, para dar paso a un encabalgamiento que culmina en el verso quinto, también en la quinta sílaba, con un punto y seguido. Allí se inicia un encabalgamiento que se extenderá hasta el séptimo verso y cierra con punto. El último segmento encabalgado aparece en el octavo, se mantiene en el noveno y termina, después de la tercera sílaba del décimo verso, con un punto y seguido que apunta a la última idea de la décima con cinco sílabas: La noche dura. Si nos hemos detenido en este particular ha sido sólo con el interés de demostrar que, ya en época tan lejana, Feijóo tenía un modo no ortodoxo de hacer la décima y pudiera apuntarse hipotéticamente, para estudios posteriores más profundos, que dichas innovaciones formales constituyen un antecedente importante, en 50 años, de las características que comenzó a presentar la décima en nuestra región a partir de la década de 1980.
Anteriormente nos habíamos referido a la variedad temática y estilística presentes en Jiras Guajiras, y, naturalmente, un hombre que recorría insistentemente los campos de Cuba en busca de sus tradiciones, estaba muy impregnado de las tonadas con que se canta la décima. En "La crecida del Yaguaramas" –por tanto– apela al efecto sonoro de una tonada-ritmo de Cruces y lo inserta en las décimas tal como la interpretaría un cantor: ¡Caray!, ¡Señor!, ¡Qué horror!
El poeta, en ocasiones, apela a neologismos, como "goterío" o "estertoroso", este último en la décima "Calimbando" –donde describe el marcado de las reses– y que, a pesar de lo rudo del tema, concluye con dos versos hermosos: (A la abrasante calimba / crudo amor quema los ojos).
Otros rasgos, aún no mencionados, que se aprecian en este libro son: lo onírico ("Sueño de cundiamores"); la fantasía, la ternura, la ingenuidad que entronca con la cancionística ("El pozo"); la cubanía, expresada en productos como la raspadura, que aparece en dos lugares con diferente connotación, además de la flora y la fauna del país; la enumeración; el dialogismo; la melancolía y la nostalgia; la trova tradicional; el tránsito de lo concreto a lo abstracto ("Desdén al sol").
Temas recurrentes dentro del libro constituyen el gallo y la luna, en una contraposición entre la luz del sol anunciada por el primero y la noche, simbolizada por la segunda. En el poema "Gallos bajo la luna", compuesto por cuatro décimas en las que el sujeto lírico dialoga con el astro, le expresa sus interrogantes: ¿Dónde están los gallos de / este instante en tu sigilo / luna densa? Ya tranquilo. En ellas se aprecia una apropiación melancólica del paisaje nocturno, del hecho simbólico en que se inserta el propio sujeto lírico para trasmitir un sentimiento de vaguedad, ternura, tristeza. Él forma parte del conjunto de elementos que describe: ¿O acaso caerá de mí / rocío de tu figura?, es naturaleza en sí mismo. Al final sólo quedará la duda en el aire, lo que contribuye a acentuar el sentido perturbador del texto: (...) Por los racimos / del sueño te perderás / luna bella, ¿y quién vendrá / que augure lo que perdimos?
Debe apuntarse que el libro fue escrito en los años juveniles de su autor, en una época en que predominaban las corrientes de vanguardia, y a pesar de que Feijóo se mostró opuesto al vanguardismo ortodoxo, no hay dudas de que muchos logros formales vanguardistas fueron empleados por él. Sin embargo, cuando realizó la edición definitiva, insertó al final décimas escritas en el año 1962. En éstas lo que prima es el lenguaje coloquial, con menos recursos poéticos y una estructura más conservadora, son décimas cercanas al repentismo, en correspondencia con el espíritu de la época en que primaba el tono conversacional dentro de la poesía.
A manera de resumen, podemos enumerar algunas observaciones que permiten sintetizar los rasgos particulares de la décima de Samuel Feijóo en Jiras Guajiras:
Este decimario es, primordialmente, un libro de la naturaleza y el paisaje cubanos.
El paisaje es interiorizado y expresado con un tono sentimental, melancólico. Aun en los momentos en que trabaja la décima popular tradicional, se percibe un tratamiento más elaborado de las imágenes, cuyo resultado poético resulta auténtico y sensible.
Aunque el campesino cubano no utiliza el romance como vía de expresión poética, la décima con ese estilo sí ha sido empleada. Feijóo, apegado a las tradiciones, también la cultiva acertadamente.
El humor y el costumbrismo criollos están presentes en una buena parte de las décimas que forman el libro.
La noche, la luna y los gallos constituyen elementos recurrentes.
Presencia permanente en sus décimas son, entre otros rasgos: lo onírico, la fantasía, la melancolía y la ingenuidad.
Feijóo generalmente trabaja la décima a partir de dos redondillas, enlazadas por el 5º y 6º versos, que conforman una unidad independiente, en lugar de una redondilla y una serie de seis versos, como hacen la generalidad de los decimistas.
El encabalgamiento es un recurso altamente empleado y, como parte de ello, el uso de una puntuación peculiar, que permite un ritmo más dinámico en la décima inserta dentro de la vertiente culta.
Se aprecia el uso de neologismos que permiten al autor adaptar su lenguaje a las necesidades del tema tratado.
Las décimas del año 1962 difieren sustancialmente de las escritas en años juveniles del autor, tanto por su forma como por su contenido.
Algunas décimas presentan cambios de versos o palabras, respecto a ediciones anteriores.
Jiras guajiras constituye –a nuestro modo de ver– un libro de capital importancia para valorar a Samuel Feijóo como decimista, por cuanto se imbrican en estas composiciones el talento y la inspiración del poeta culto con la sabiduría campesina, rica en matices y apreciaciones, sin desdeñar la innovación lingüística y estructural, para ofrecer al lector un conjunto de esencias nacionales, que el poeta supiera develar en medio de esas "albas rumorosas" donde el canto feliz de los gallos se contrapone a la oscuridad y la tristeza nocturnas.
NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. FEIJÓO, SAMUEL. Cuerda menor (1937-1939). – ed. definitiva. – La Habana : Ed. del Consejo Nacional de Universidades : Universidad Central de Las Villas, 1964. – 157 p.
2. FEIJÓO, SAMUEL. Jiras guajiras (1937-38). – [s.l. : s.n., 1949]. – 1 t. (s.p.) : il. – (Cuaderno de la alegre noticia)
3. Padrón, Silvia y Noel Castillo. "La Poesía inicial de Samuel Feijóo (1931–1942)". Signos (Santa Clara) 43:161–190, julio–diciembre 1996.
4. Ibidem.
5. En la edición de 1964 aparece la palabra Desdecha, lo que es un error. En otra versión de la décima, publicada en la revista Signos Nº 19, sep.–dic. 1976 bajo el título de "Gallo Campero", aparece la palabra Derecha. En Gallo campero (Libro de apuntes) se encuentra deshecha, la cual asumimos aquí.
6. FEIJÓO, SAMUEL. "Breve décima culta". Signos (Santa Clara) 5:175-208, enero-abril 1971.
No hay comentarios:
Publicar un comentario