miércoles, 24 de diciembre de 2008


La historia
de la Casa
Iberoamericana
de la Décima

Entrevista a su director,
Ramón Batista López

Por Tomás L. Téllez Leyva



La
Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, una institución cultural de altos quilates para Las Tunas y el país, sirvió de espacio para la entrevista a Ramón Batista López, su director y fundador, cuadro inseparable de la cultura e investigador asiduo y profundo de estas raíces.

Ramón, ¿cuándo y por qué surge la institución?

Mira, Téllez, hasta el año 1993 la Jornada Cucalambeana era un evento que estaba concebido y organizado no solamente por la Dirección Provincial de Cultura, la ANAP y el Ministerio de Cultura, sino que también le brindaban su apoyo otras organizaciones e instituciones. Debemos destacar que en esa fecha se cumplían alrededor de 25 años de la realización de estos eventos. Como antecedentes, se había producido la organización y desarrollo del Primer Festival Iberoamericano de la Décima, en La Habana, auspiciado por la UNEAC, el Ministerio de Cultura, el Consejo Nacional de Casas de Cultura y otras instituciones. En esas Instancias, el Indio Naborí se pronunció porque este tipo de evento, relacionado con la música, la décima campesina y los países que participaban, podía tener un espacio que no debía ser en la capital sino en la tierra del Cucalambé, donde se celebraba anualmente la fiesta más auténtica y más grande de preservación de la tradición, de su mística cubana y de la música de las diferentes tradiciones del campesinado cubano. Esto conllevó que la propuesta de Naborí, defendida calurosamente por el líder del campesinado cubano, Pepe Ramírez, fundador de estos eventos, finalmente tuviera la receptividad de los participantes y se decidió que en 1993 el siguiente Festival Iberoamericano de la Décima, o sea el segundo, se efectuara en Las Tunas, insertado con la fiesta de la décima más auténtica, que es la Jornada Cucalambeana. Este acuerdo motivó que el Ministro de Cultura propusiera a la provincia de Las Tunas, desarrollar este festival al año siguiente, o sea 1993 y que cada dos años se efectuara, insertado a la Jornada Cucalambeana. Para ello se proponía la fundación de una institución que aglutinara, organizara este tipo de evento, al tener una connotación permanente. Es así que que es aprobado por la Dirección Provincial de Cultura, el Gobierno, y se eleva a la instancia superior, la propuesta de crear la Casa, sus objetivos y alcance, sus funciones y estructura. Es por ello, que de forma acelerada, se instituye y comienza una estructura funcional con un pequeño y reducido grupo de trabajadores, que no rebasaban los cinco. Es con estos antecedentes, que en fecha 20 de diciembre de 1993, se oficializa la creación de la Casa, mediante Resolución No. 82, del Ministro de Cultura, Dr. Armando Hart Dávalos. Institución atípica, al no existir otra de su tipo en el país.

¿Cómo y con qué países se desarrolló el antecedente del Festival Iberoamericano de la Décima? ¿En qué fecha?

Bueno, esa pregunta tiene un elemento histórico importante. Las Jornadas Cucalambeanas, como he señalado, surgen en la década del 60 y es en Las Tunas, en el año 1974, en ocasión de esa fiesta campesina, del recién creado Territorio Tunas, que a iniciativas del Indio Naborí y la decisión de Haydeé Santamaría, directora de la Casa de Las Américas, nos visitan por primera vez varias delegaciones latinoamericanas, con payadores argentinos, uruguayos, chilenos, decimistas mexicanos, trovadores panameños, entre otros, y fue una gran fiesta, una gran jornada. Otro momento fue en el año 1991 en que se celebra el Primer Festival Iberoamericano de la Décima, en La Habana, que dadas las ideas de vincular estos eventos a la tierra del Cucalambé, se decide trasladar la sede a Las Tunas en el año 1993, y por tanto, le anteceden rememorables acontecimientos.

¿Cuál ha sido su inspirador, desde entonces?

Te puedo afirmar, que siempre diré, recalcaré que el inspirador y promotor genuino de que en Las Tunas había que salvar a toda costa la identidad del Cucalambé; de que había que convertir lo que siempre fue poeta, un defensor de nuestra cultura más auténtica, la cultura del campesino, no es más que el poeta e investigador Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí. Inspirador, siempre, de que fuera en Las Tunas, donde se efectuaba la fiesta suprema del campesinado cubano. A su calor se unieron otras importantes personalidades más contemporáneas como Waldo Leyva (UNEAC) y otros, para aliarse al decir de Naborí de que no había otro espacio, otro lugar, donde debían efectuarse los Encuentros Festivales Iberoamericanos de la Décima, que no fuera en la tierra del poeta, El Cornito, en Las Tunas.

¿Puede narrar el momento crucial de insertación y los países asistentes al evento Iberoamericano?

— Ese momento crucial de insertación de los países participantes, te puedo decir, fue el propio año 1993, no por ser el de la fundación en Las Tunas de los Eventos Festivales, sino porque aún hoy no se ha podido superar la participación de países. Fue la edición más numerosa de participantes en nuestra fiesta de la décima, en nuestra propia Jornada Cucalambeana. Solamente vale decir que una delegación, la canaria, ascendió aproximadamente a 120 ó 125 los asistentes, la más amplia delegación artística extranjera, por supuesto a una fiesta de la décima y a nuestras Jornadas Cucalambeanas, algunos, incluso, ya habían coincidentemente asistido a la fiesta del año 1974. Fue un reencuentro de payadores peruanos, chilenos, argentinos, uruguayos, mexicanos, con nuestra tierra y la poesía del Cucalambé. El 1995 fue otro año importante, pues se acordó elevar la propuesta del Indio Naborí a Premio Nacional de Literatura y fue una contribución para tan relevante escritor. La de ese año también tuvo un colofón de envergadura, toda vez que se propone por primera ocasión que el Festival Iberoamericano de la Décima se celebre cada dos años en Las Tunas y tenga al siguiente una radiación en otro país, y en esta ocasión se propuso que fuera en México, en Veracruz. Es decir, ese año 95 se resume en dos acuerdos de alta categoría y nivel. El año1997 también alberga dos acontecimientos de extraordinario valor cultural para el territorio y el país, ya que coincide el XXX aniversario de las Jornadas Cucalambeanas y el V Encuentro Festival Iberoamericano de la Décima, quiere decir que los dos eventos están enlazados, tienen una misma identidad en una fecha redonda. Valoro estos tres momentos trascendentales, en el desarrollo de dos coloquios y Festivales Iberoamericanos de la Décima y como se puede apreciar, la interrelación de estos eventos que por decisión del país se unieron, han contribuido en gran medida a cumplir el espectro cultural de un proyecto, que de sueño y visión legendaria se hizo realidad suprema, en la cuna del Cucalambé, El Cornito, Las Tunas.

¿Cómo ha repercutido para Iberoamérica la presencia del Cucalambé en estos eventos?

Esta pregunta es bastante interesante, mira, debemos partir en primer lugar de que en Las Tunas cuando se iniciaron los Encuentros Festivales Iberoamericanos de la Décima en el año 1993, tenían tradición, y se celebraban las Jornadas Cucalambeanas, por más de 25 años y por ende, existía fuerte tradición cucalambeana; hay una importante presencia de su obra, difundida, promovida, a lo largo de otros años, en nuestro pueblo y precisamente la difusión, el conocimiento de la obra del Cucalambé, ha hecho, ha tenido, una fuerza, una presencia, no solo en nuestro pueblo en Las Tunas, sino en toda Cuba, en cada rincón campesino con la extensión de estos eventos a esos niveles de base y sus fiestas, pues se realizan diversas acciones, donde se eligen las Flores de Virama; elección del poeta concursante; las obras de artesanía; décima mural y paisaje. Con toda esta información de la identidad del Cucalambé desde 1974, se inserta la presencia Iberoamericana y más tarde en 1991, en La Habana, su primera edición, y en 1993 en su segunda edición en Las Tunas, como sede, se puede apreciar y así se confirma, es una voluntad del estado, el rescate de las tradiciones, de su identidad, de la cultura y que es parte del pueblo como cuestión social y apreciado en todas sus partes por las delegaciones asistentes. Quiere decir que, en Iberoamérica, ese proceso de afiliación como concepto de la obra del Cucalambé inmediatamente prendió porque los poetas, cultores, los estudiosos, los vocalistas que nos han visitado, se han llevado inmediatamente esa presencia, ese sello, y le cantaron al poeta en las más disímiles facetas del canto y la música campesina, como fuertes raíces de este movimiento cultural del país, y que ellos decidieron y llevaron como parte de su propia identidad, y de su propia cultura. El Cucalambé, por tanto, dejó de ser sólo patrimonio de Las Tunas para convertirse, desde hace mucho tiempo, en patrimonio de la cultura nacional e iberoamericana.

¿Qué importancia han tenido los coloquios, encuentros, conversatorios, el repentismo, en estos eventos?

Fíjate, los coloquios han tenido una repercusión extraordinaria, no solo por lo que han dejado de estudio ensayístico, incluso de las propias características, pues siempre se han dividido en dos comisiones: una literaria de la oralidad y de la música; otra con carácter de conferencias magistrales, paneles, mesas redondas, presentación de elementos digitales y siempre en la apertura como la clausura ha tenido la presencia de las grandes controversias; la interpretación poética de los distintos países, en relación con este elemento de identidad de la música y el repentismo. Algo a destacar de estos coloquios es que son atípicos y pasan a convertirse en estudios, y la presencia de estudiosos de alto nivel, catedráticos, universidades, centros de investigación e incluso algunos casos empíricos, con culturas muy de pueblo, con deseos de aprender, le han dado un sello, además de académico, de diversidad cultural y de identificación de nuestras culturas populares, hacia el enlace de culturas campesinas milenarias.

¿Cuál es la insertación que se implementa en las convocatorias de los países participantes?

Te diré que en las convocatorias que se realizan, siempre se les habla de las raíces de estos eventos, de sus detalles, como los 40 años de la existencia de las Jornadas Cucalambeanas. Los Festivales Iberoamericanos de la Décima, los que se han celebrado desde el año 1993 hasta el 2007 en Las Tunas, de forma ininterrumpida y alternadamente en otros países cada dos años, todo ello les da una motivación de incalculable valor para sentirse comprometidos con la obra y asistir. Incluso te puedo significar que en la convocatoria que se envía por el comité organizador, se señala el valor que entrañaría venir a Las Tunas, sol naciente de un acontecimiento de entrañable significado cultural y de resaltar la figura del Cucalambé y su obra poética desde el siglo XIX, que sigue vigente en un pueblo que lo siente y lo observa vivo todavía.

¿Cuál es la huella que han dejado los participantes internacionales?

Aquí debemos partir, en primer lugar, de que han venido desde el año 1974 a las Cucalambeanas varios países latinoamericanos, y desde 1993 estos y otros a las iberoamericanas y siempre han dejado una huella de una forma poética, de una forma interpretativa de la décima, de identidad de la tradición, de la música y de otros elementos de la cultura de esos países, que en su nación se ha podido apreciar y anteriormente no se conocía. También es de destacar la huella que han dejado ilustres personalidades de la talla del doctor Maximiano Trapero, catedrático importante de Canarias, otros como Martha Saint, Jesús Curbelo. Han estado los trovadores de Alpujarra, famosísimos como Candiota y Sevilla; de la cultura puertorriqueña, uno destacadísimo como Cantero. Danny Rivera, que sin ser un decimista, folklorista de este genero, al ver lo que sucedió en Las Tunas, con ese lente impresionante, dijo: “…yo no dejo cada vez que tenga una oportunidad, de venir a Las Tunas…” y agregó: “… porque siento que me he identificado, no solamente con la cultura de vuestro país…”. Ello permitió que se llevara el concepto de que se identificó con una fiesta, que para él fue una de las más hermosas de que ha participado en su vida, por lo auténtico, por lo de pueblo, porque aúna las diferentes manifestaciones artísticas, y debemos recordar que las Cucalambeanas son todo un complejo artístico que reúne y entrelaza la literatura, artes plásticas, música, danza, teatro, oralidad y las tradiciones más puras y populares. Puedo resumir, que son una huella a la sazón, como un arco iris versátil, que tiene luz propia.

domingo, 21 de diciembre de 2008


Martí, pasión
y verdad:
la décima
de Raúl Ferrer

Por Waldo González López



Nacido el cuatro de mayo de 1915 en Yaguajay, Sancti Spíritus, Raúl Ferrer vendría a morir en la capital en enero de 1993. En ese transcurso extenso e intenso, el quehacer del destacado poeta y pedagogo cubano —quien fuera además viceministro de Educación— descuella por su vital e ininterrumpida trayectoria.

En otro lugar, apunté que la poesía de Raúl Ferrer se caracteriza por poseer conceptualmente, atributos como Patria y Revolución, elementos, sin duda, determinantes que marcan con fuerza y autenticidad esta poética donde arde un hombre con “lengua de fuego”, como él mismo se define en sus mordaces “Décimas de cuatro filos”, escritas en 1954. (1)

Gracias a que Raúl poseyó plenamente ambos rasgos, en su vida y en su obra, tales virtudes identifican esta lírica de la épica, tal preferí denominarla en el mencionado trabajo, por considerarla la más exacta. Y añadí en dicho artículo que “adentrarnos en sus versos es acaso volver, una y otra vez, a los símbolos de la nación. O quizás convocar el valioso legado de nuestra historia”.

Y es que el quehacer de Raúl es inseparable de su acción. Poeta en actos —como quería y ejemplificaba con su conducta su admirado Martí— a quien dedicara diversos momentos de su poética, desde adolescente supo de qué lado están los que fundan y construyen, tal como preconizaba nuestro Apóstol.

Su poesía, siempre circunstancial, ancilar, de servicio, es asumida como “testimonio diario registrando acontecimientos e impresiones mayores y menores, sociales y familiares”, según el propio autor definiera. (2)

Y es aquí donde radica lo actual, lo válido (no transitorio) de este verso ceñido al instante y al hecho que conmueve y mueve al poeta, quien, casi siempre ligado a formas tradicionales (décima, romance, soneto) que concitan el interés del lector (o escucha), logra esa difícil comunicación “consustancial a la poesía”, para decirlo con sus propias palabras. La materia poética que bulle en sus versos fluye límpida y clara como del manantial de la vida; “con optimismo y esperanza” (3), el poeta asume los temas esenciales que fijan la impronta inconfundible de su exaltado decir. “Todo lo que conversa, piensa, escribe, discute o sueña, lo hace con pasión”, subrayó el colega Alfonso Quiñones (en su prólogo a la plaquette Raúl Ferrer. Poemas, Colección Espejo de Paciencia, UNEAC, La Habana, 1990).

Otros aspectos destacan entre los muchos que poseyó para quienes tuvimos la suerte de amistar e intimar con él y hoy aún más lo recordamos, no solo por el aniversario de su muerte, sino por su alegría, jovialidad y entereza: tales fueron la sencillez, la modestia, la bonhomía del creador, puntos cardinales de su recia y transparente personalidad, “carismática y multifacética”, que constituyen, igualmente, acaso como una carta de identidad del arte poética ferreriana.

Porque sería Martí precisamente motivo recurrente de su poesía que obvia el llanto estéril y emprende el canto —como un himno— de la esperanza y el sueño por una vida mejor. Así, resulta de tal concepción una sencilla pero definitoria ecuación: la esperanza es flor; la felicidad, sudor, y la pólvora, poesía, como escribe en sus “Décimas de cuatro filos”.

En este arte poético lo raigal es la vida, presencia inviolable, y en el centro, el Hombre. Por eso, en su décima de 1944 “Cañaveral” sentenció que en la raíz anda el arte / y en el camino el poeta.

Los variados temas abordados por Raúl no han sido más que pretextos para su vital concepción, donde la existencia está por sobre todas las cosas. El agon aristotélico de la tragedia griega (para él, lucha constante contra lo negativo que corroe la sociedad y los humanos) marcaría su producción en verso y, por supuesto, en décima porque él supo marchar “con toda la Patria al hombro” —como escribió en su décima “Maceo”—, supo también, y no menos, que en ese decir y actuar, inexorablemente unidos, está la esencia de su canto para todos.

De lo anterior se desprende igualmente que el arte poético de Raúl Ferrer marcharía siempre pareja, con tal concepción ideoestética, tal se aprecia desde las patrióticas (sobre Antonio Maceo) y las históricas (la popular “Canturía del XX Aniversario” o sus “Improvisaciones por Villena”), las que homenajean a la mujer (“Bayamesa”) e, incluso, las de asunto religioso (“La Caridad del Cobre”) y las que se inspiran en la propia poesía (“Décimas de cuatro filos”), hasta las dedicadas a la infancia (“Juguete de la abeja”, “Juego en lu” y “Familia”, fueron publicadas por mí, durante los ’80, en la desaparecida Página Infantil de revista Bohemia).

No hay en sus décimas —como tampoco en el resto de su poesía— un realismo pedestre. Gracias al lirismo y la epicidad inherentes a Raúl, obtuvo en ellas un digno resultado literario. Y es que su poética asumió diversos recursos que enriquecieron su decir, a lo coadyuvó la calidad alcanzada como consecuencia de su dominio de la estrofa.

No pocos poetas-decimistas de otras generaciones han dedicado estrofas e incluso decimarios a la fúlgida memoria del querido maestro Raúl Ferrer: el tunero Antonio Gutiérrez Rodríguez lo homenajeó, parafraseando su “Viajero sin retorno”, en Decálogo del retorno, Premio Especial Cucalambé 1997, otorgado por los colegas Ronel González, Alexis Díaz-Pimienta y quien escribe estas líneas como presidente del jurado. Con ello honramos su limpia memoria, cumpliendo el sabio apotegma martiano: Honrar, honra.


Notas:

1.- Vid. WGL: “Raúl Ferrer: Patria y Revolución en su décima”, Bohemia, Año 82, no. 42, octubre l9 de l990,m p. 50-52, publicado por los 75 años del poeta.

2.- En: Cinco notas del autor, Viajero sin retorno, Editorial Unión, 1979, p. 17.

3.- “Prólogo” de Joaquín G. Santana a Viajero sin retorno, p. 10.



Publicado originalmente en La Jiribilla.

jueves, 4 de diciembre de 2008


De flores
y una bandera

Por Pedro Péglez González


Sesenta y siete escritores cubanos integran con sus versos este florilegio de poemas dedicados a una misma bandera: la que preside la nación desde aquella asamblea constituyente de Guáimaro, en el cuarto mes de 1869, hará pronto 140 años.

Tal compendio, por tanto, cobra para cualquier amante de Cuba ribetes de pequeño tesoro de ganancia bibliográfica y disfrute estético, el cual hay que agradecer al empeño y dedicación de Omar Perdomo Correa, poeta, periodista, investigador y editor nacido en La Habana de 1944.

Su labor —realidad en papel y tinta gracias a la Editorial Letras Cubanas— nos hace dueños de este tomo de una integralidad que merece encomio: a un generoso introito de indudables valores histórico-literarios —insertos en narración fluida y amena que no soslaya la anécdota atractiva si aportadora— sigue el anunciado abanico de líricas voces, afiliadas a diversos discursos escriturales y expresadas en disímiles moldes estróficos, diapasón resumidor de lo territorial y lo epocal a un tiempo, y finalmente testimonio invaluable de ardorosa cubanía en el panorama de nuestras letras.

Polifonía de tal envergadura nutre a la vez que canta. Junto a grandes fundadores —Heredia, Céspedes, Martí— aparecen figuras pinaculares de nuestra poesía en el siglo XX como Villena, Guillén, Agustín Acosta, Mirta Aguirre, Ángel Augier, Naborí, Adolfo Martí, y destacados autores de la contemporaneidad. Una breve reseña de cada uno opera, ya al cierre del volumen, como valor añadido y contribuyente al conocimiento de nuestra historia literaria.

Hermoso homenaje, en suma, al lienzo tricolor que, como una madre, nos convoca y nos guarda. Un tributo que nos hace sentir, una otra vez, allá en lo hondo, el legado del Maestro que sólo pedía tras su partida a la inmortalidad: Tener en mi losa un ramo / De flores, —¡y una bandera!