miércoles, 30 de julio de 2008

Jesusito Rodríguez:
Glosario del amor
y las reflexiones

Por Waldo González López

Tal es el título de este hermoso decimario, debido al admirado repentista Jesusito Rodríguez y publicado poco tiempo atrás por la Fundación Leopoldo Sanabria y el Instituto de la Décima Espinela, presididos por el destacado músico y repentista puertorriqueño Alfonso Sanabria.

Sanabria es amigo de los poetas-decimistas y poetas-repentistas cubanos y asiduo a las anuales Jornadas Cucalambeanas de Las Tunas, patria chica de El Cucalambé y Capital Hispanoamericana de la Décima, según la denominara, años atrás, otro asiduo a la mayor fiesta de la cultura popular cubana, el catedrático español Maximiano Trapero.

Ya en su nota de “Agradecimiento”, el querido Alfonso agradece “al insigne poeta Jesús M. Rodríguez González que le haya cedido a la Fundación Leopoldo Sanabria los derechos para la publicación de este volumen, que sabemos calará hondo en los corazones de los niños, jóvenes y adultos que se benefician de los talleres de canto, composición e improvisación que ofrece nuestra Fundación. Hermanados por la décima espinela, los poetas de Cuba y los trovadores puertorriqueños harán llegar lejos las glosas del amor y la reflexión”.

En su prólogo al volumen, nuestro mayor poeta-decimista, Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí, subrayaba, con tino y enjundia, los méritos del aplaudido Jesusito en estos términos: “En todo este Glosario no encontramos una cacofonía, una sinalefa brusca, una asonancia pareada ni una rima forzosa, lo cual da a la versificación una fluidez de agua limpia y corriente”.

Nada más cierto: aquí está el deslumbramiento que produce, cuando es tan auténtico como éste, del que un día denominé arte mágico del viento. Nada choca, nada molesta, nada afea ni entorpece estas excelentes décimas que parecen creadas por aquellos clásicos de los Siglos de Oro (Calderón, el enorme autor de La vida es sueño, entre ellos).

Con gracia, cultura y talento, el poeta-repentista (también excelente cantante de boleros y canciones, aunque muchos lo ignoren) glosa a diversos autores en una amplia gama que va desde José Martí hasta el propio Indio Naborí, pasando por Adolfo Martí Fuentes y Nieves Rodríguez, así como varios de sus colegas o admirados improvisadores: Adolfo Alfonso, Gustavo Tacoronte, Daniel Lozano, Pedro Pablo Jiménez, Evelio Martínez, Ficho Guía, Orlando Laguardia, Sergio Amaral y, como es lógico, no podía faltar su pareja en el repentismo: su inseparable Omar Mirabal.

También importantes poetas extranjeros son glosados con maestría por Jesusito, como el español Gaspar Núñez de Arce, el mexicano Amado Nervo y el nicaragüense Rubén Darío. Se trata, pues, de un muestreo de la mejor glosa escrita en Hispanoamérica, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, tal se corrobora en las escritas por el Comendador Román sobre una canción al Duque del Alba, si bien este tipo de “paráfrasis de otra poesía” —tal definiera Tomás Navarro Tomás— en décima espinela no aparece hasta los Siglos de Oro.

Valga este delicioso ejemplo que rezuma lo cubano, la picardía y la sutil sugerencia que, sin llegar al doble sentido, expresa muy bien lo sensual y erótico de nuestra idiosincrasia y temperamento. A partir de cuatro versos anónimos: “Qué ganas tengo, mulata, / que se acabe la molienda, / para soltarle la rienda / a esta pasión que me mata”, escribe Jesusito en la primera de sus cuatro décimas: “Mulata, mulata mía, / montero de mis antojos, / te cabalgo por los ojos / todas las horas del día. / Eres una joyería / donde no hay joya barata, / eres el oro y la plata / que usan los joyeros sabios, / y de besarte los labios, / qué ganas tengo, mulata”.

La sensualidad deviene más sutil, cuando glosa cuatro versos de la finísima poetisa-decimista Nieves Rodríguez, una de las más singulares en el rico concierto de esta estrofa y su discurso femenino: “Era una tarde de siesta / en el patio y la canal: / para bien y para mal / hizo la lluvia su apuesta.” Responde el poeta capitalino en su última décima: “Amaneció, la mañana / sitió la lluvia y entonces / imaginábamos bronces / donde no había campana. / Jugamos a carne humana / porque estábamos de fiesta / sin bebida y sin orquesta / frente a inundados caminos, / entre naipes cristalinos, / hizo la lluvia su apuesta”.

Pero donde pone Jesusito la nota de mayor vuelo imaginero y de ingenioso repentismo es cuando glosa cuatro versos de su colegamigo Omar Mirabal: “Cuando a mi casa regreso / y beso a mi madre hermosa, / no es un rostro, es una rosa / con arrugas lo que beso.” En su segunda décima, dice el poeta de Punta Brava: “La casa que me acunó, / me vio partir sin mostacho / en un inquieto muchacho / que en hombre se convirtió. / Pasó mi niñez, pasó / igual que un ala nerviosa; / pero en mi mente reposa / una niñez que no pasa / siempre que voy a mi casa / y beso a mi madre hermosa”.

En fin, con este excelente Glosario del amor y las reflexiones —por el que que desde ya aplaudimos los poetas cubanos a Alfonso Sanabria—, no sólo gana el admirado poeta-decimista y cantante cubano, sino sale también triunfante el fuerte movimiento con la estrofa oral y escrita existente en Cuba y otros países, como el propio Puerto Rico, donde tanto está haciendo el fiel amigo Sanabria con sus instituciones de tanta valía. A él, en particular, le agradecemos este fraternal gesto que nos entrega la presente joya literaria.

sábado, 26 de julio de 2008


Virgilio:
la sencillez
de lo sublime

Por Zucel de la Peña
y Alexis Pérez Sánchez
(Tomado del periódico 26,
Las Tunas)


Conversar con Virgilio López Lemus es descifrar el enigma de la libertad de las palabras; es reverenciar la posibilidad del pensamiento, pues Virgilio es en sí mismo la ocasión ideal para hablar, para comunicarse. Y conocedor como es de nuestras raíces más autóctonas, al dialogar con él, le pedimos su criterio acerca de la Jornada Cucalambeana.

“Los coloquios —nos dice— necesitan ser enriquecidos en el plano teórico, ser más universales. Hace falta un mayor vínculo con las universidades cubanas y de otros países como los de de América Latina. Mientras no se logre eso, los coloquios van a seguir siendo pobres y repetitivos”.

¿Qué de especial ha encontrado en la décima para dedicarle tanto esfuerzo?

“Primero, amo profundamente a mi país. La décima desde el siglo XIX se ha convertido en una estrofa nacional, estrechamente ligada con nuestra identidad. Ha hecho aportes altísimos a la cultura cubana, pues muy pocos poetas nacidos en esta Isla han dejado de cultivarla.

“He descubierto que se ha convertido en un enlace cultural entre la mayoría de los países de habla hispana. No en todas partes el fenómeno de la décima es tan grande como en Cuba, pero en algunas como Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México e Islas Canarias, es muy importante. La décima nos une y ha establecido un puente de corte identitario”.

Entonces ¿goza la décima de buena salud?

“Pienso que sí, porque una tradición tan arraigada, con tantos siglos de existencia, anterior incluso a Vicente Espinel, no desaparece hasta que no surgen nuevas formas que la puedan sustituir y es evidente que eso no pasa todavía.

“La décima reemplazó en América Latina, y en especial en Cuba, al romance, pero hoy ¿qué estrofa o medio poético puede suplantar a la décima? Ella no ha dado todo de sí, sigue siendo un precioso medio para expresar diversidad de cosas, desde un chisme, hasta una reflexión filosófica”.

A veces resulta extraño entender a un poeta que también se dedique a investigar. ¿Qué piensa usted de esa dualidad?

“Me dice el mexicano Fredo Arias, un verdadero mecenas de nuestra cultura, que yo tengo dentro de mí lo “dionisíaco”, por la locura del poeta, y lo “apolíneo”, por lo de investigador, y no podía entender cómo yo lograba diferenciar una cosa de la otra. Yo le dije que muy fácil, porque había dedicado toda mi vida a investigar sobre poesía y ello es también un hecho poético”.

Usted practica la crítica y la traducción, dos oficios que no son lo suficientemente agradecidos…

“A la traducción del portugués al español he dedicado una buena parte de mi vida. El libro más importante que he traducido se titula Arte de hurtar, un clásico portugués del siglo XVII, que nunca antes se había llevado al castellano y yo le dediqué tres años. Para mí es lo mejor que he hecho como traductor.

“La crítica es un oficio en el que debía pagarse peligrosidad, puesto que quien la ejerce puede ser vilipendiado, maltratado y subvalorado, si trabaja otras facetas como la poesía. Y entonces dicen: es mejor crítico que poeta; es mejor ensayista que critico.

“Esta realidad me ha traído momentos muy difíciles, como cuando edité Palabras del trasfondo en 1988, un libro sobre el coloquialismo cubano. Después de él conservo buenas amistades, pero también enemigos acérrimos”.

¿Cuánto del hecho poético encuentra en el magisterio, una profesión que ha ejercido tanto?

“Hay profesiones que son poéticas en sí mismas. El maestro primario, por ejemplo, es un poeta, porque tiene que ser un creador delante de los niños; el médico es el poeta de la salud. La docencia, en todos los niveles, tiene una dosis de creatividad muy fuerte. Un maestro que se guíe solo por los programas establecidos, es un educador pobre. Un profesor debe ser creativo y la creatividad tiene, inevitablemente, una dosis de poesía detrás de sí”.


(Vea datos curriculares de Virgilio López Lemus al final de la entrevista en el periódico 26)

miércoles, 16 de julio de 2008



Alzarse al cielo
desde la piedra

Prólogo al decimario
Piedra de escándalo
(Editorial Universitaria, Guatemala, 2008),
de Modesto Caballero



Por Pedro Péglez González

Un prólogo suele ser el atisbo de un libro. A veces —infelices—, un atisbo demasiado entrometido, que priva al lector de la aventura de implicarse en el texto. A veces, de no menos infortunio, es pecado al contrario y en verdad no convida al cosmos que se ofrece ni al pecho que lo habita.

Ni lo uno ni lo otro quiero.

En sentido estrictamente bibliográfico, Piedra de escándalo viene a ser la ópera prima de Modesto Caballero Ramos. Pero si asumimos al poeta con empecinamiento de verdad (poiesis=conocimiento, decían los griegos), la primera realización poética de este autor es el hallazgo de su propio e insondable universo interior, a contrapelo de una vida por años demasiado entrampada en nobles vericuetos de una admirable vocación de servicio social.

A la cual no renuncia, ni tiene por qué: Si las circunstancias aludidas retardaron su tarea de calar la hondura de la sima y desde allí encontrarle genuino alado cauce escritural (perdón, oh rancheadores de adjetivos) y enrumbarlo a los labios del volcán, también aquellas mismas obraron una travesía singular de mano encallecida por el ágora, llevando un timón de proa añejado por la mucha y contenida espera entre las aguas, que los vientos cruzados de la época han devenido Estigia.

El saldo es esta piedra devenida pegaso, un pegaso de lava que incendia todo el lago y lo levanta y lo vierte hacia el mundo, con todo su equipaje de ausencias desangradas en la brega por ignotos laberintos, guiado solamente por (in)cierto fuego existencial que es obligado compartir para no incinerarse.

Otra cosa es su apego al molde estrófico espineliano, incluida su variante endecasilábica con similar fórmula cónsona. Quizá el abuelo, meciéndole la infancia en dulces décimas, allá por Mayarí, pueda ofrecer respuesta. Quizá los entusiasmos del movimiento actual de los poetas cubanos que, a lo largo del país, dan nueva vida al vaso de Espinel. Quizá, hijo de aquellos, el clima de la Peña de Luis y Péglez, en la biblioteca Tina Modotti, de Alamar, en la Ciudad de La Habana, donde ha mucho reventó en flor un grupo decimista, con la recurrente alusión de Ala Décima por nombre, que tuvo a Modesto Caballero entre sus iniciadores, y en él a su vicepresidente desde el mismo instante fundacional.

Quizá todo esto en suma. Pero no es lo importante: Parafraseando a Naborí, lo vital no es la copa —por mucho que la copa merezca amor y esmero— sino el líquido en ella. Y de un líquido orgánico y fecundo ha bebido esta piedra para alzarse al cielo, escandalizando a quienes no se atrevan a aceptar que una piedra puede beber transparencias en las aguas revueltas de la Estigia.

martes, 15 de julio de 2008


“Es clave la decisión
de sentarse
a escribir incluso
aunque no tengas
la menor inspiración”,
dice María
de las Nieves

Por Pedro Péglez González
Foto: Tamara Gispert


No hay duda de que María de las Nieves Morales (Ciudad de La Habana, 1969), Premio Iberoamericano Cucalambé 2002 con su libro Otra vez la nave de los locos, es ya una escritora reconocida nacional e internacionalmente, máxime después de esos seis galardones que ha merecido en los últimos tres años. Si ese ser reconocida no se acompaña con que sea suficientemente conocida en nuestro panorama literario nacional, por supuesto no es su culpa.

Acaso de eso se trata en este diálogo que sostuvimos con ella: de contribuir a que se le conozca con un poco más de justicia, para bien de los amantes de la lectura y de los creadores de letras. Y que se conozca, además de su quehacer, su pensamiento sobre lo que hace y sobre sus resultados.

La abordamos en medio de los preparativos para celebrar el décimo aniversario del dúo Ad Líbitum, que integra junto a su compañero en la vida y el arte, Leonel Pérez Pérez, junto a quien estuvo, en el año 2000, entre los fundadores del Grupo Ala Décima:

—Has tenido una trayectoria literaria ascendente y rápida en los últimos años, de la cual el Premio Iberoamericano Cucalambé 2002 fue un momento importante. Ahora has merecido, en el lapso más cercano, seis premios internacionales en España, dos de ellos en narrativa, género en el que no te desempeñabas con frecuencia. ¿Cuánto hay de la María de las Nieves poetisa en tus cuentos recién premiados?

—Es la misma María de las Nieves quien está detrás tanto de la poesía como del cuento. Sí puedo contarte que cuando sólo escribía poesía, varios amigos comentaban que mis textos tenían un aire teatral, y te confieso una cierta debilidad por escribir poemas sobre personajes fuera del clásico sujeto lírico intimista del poeta: Metamorfosis de la fea, Fábula del loco y la ciudad, Pretextos del soldado, etc. Por otra parte, estos mismos amigos ven en mis cuentos un gran vuelo poético, pero que no pretende ser la esencia de los mismos, sino que está siempre subyacente, subordinado a la historia. Finalmente, creo que sólo los lectores y los críticos podrán responder mejor a esta pregunta. Yo simplemente escribo.

—Se sabe que escribir es para el creador literario una necesidad, digamos que una deuda de su mundo interior con el universo en que vive. A esta “altura del cuento”, ¿sientes en la narrativa mayores satisfacciones a ese reclamo espiritual que en la poesía?

—Es innegable que el hecho de que mis dos premios más recientes en España sean de narrativa, e incluso que en el caso del “Miguel de Unamuno”, mi primer cuento recibiera un accésit de un jurado presidido por Víctor García de la Concha, director de la Real Academia de la Lengua Española, entre 1911 cuentos de 37 países, hace que en estos momentos me sienta muy inclinada hacia este género. Además, teniendo en cuenta que mi segundo cuento obtuvo el 2do. Premio en el “Encarna León”, en Melilla, creo que por ahora es posible “vivir del cuento”. Pero no dejo de reconocer que la poesía es un padecimiento crónico del que no me es posible escapar. De hecho es el Gran Premio en el concurso nacional “Décima al Filo” mi logro más reciente, precisamente en el género con el que comencé a andar por el mundo literario.

—En tu apreciación, ¿hay alguna clave detrás de esta etapa tan fructífera? ¿Oficio? ¿Talento? ¿Estudio? ¿Tesón?

—De todo un poco, aunque pienso que es clave la decisión de sentarse a escribir incluso aunque no tengas la menor inspiración ni la menor idea en la cabeza. Creo, como Hemingway, que ”la inspiración llega después de ocho horas de trabajo”, aunque me parece que exageró un poquito en el tiempo. Y también es clave un factor que no mencionaste: suerte para que tu obra “tropiece” con el jurado adecuado.

—¿Planes futuros?

—Acabo de terminar un nuevo libro de poesía que me tuvo contra reloj por varias semanas. Ahora lo más inmediato es dedicarme a las actividades por los diez años del dúo Ad Líbitum, el cual integro con mi esposo, el trovador, escritor y mi “asesor literario privado” Leonel Pérez Pérez, actividades que incluyen una gira nacional en los meses de agosto y septiembre. Después que acabe la gira retomaré un libro de cuentos que ya está iniciado, del que forman parte Anamnesis y Al dorso del espejo, los que fueron premiados en Salamanca y Melilla respectivamente. También puede que comience una novela que me ronda hace ya un tiempo, pero por supuesto, sin abandonar la poesía. Y que alguno de estos días, preferiblemente más temprano que tarde, las instituciones literarias de este país se enteren de que existo.

sábado, 12 de julio de 2008




Sobre el decimario
Piedra de escándalo

Entrevista al poeta
Modesto Caballero

Por Roberto Cifuentes
Tomado
de La Hora, de Guatemala


Cuando se habla de un libro, de inmediato nuestro pensamiento gira en torno al autor. En la nueva publicación de la Editorial Universitaria de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el pensamiento no solamente gira en torno al autor sino también a una "rama" de la poesía desfavorecida por algunos poetas líricos, la poesía escrita en décimas. Nos referimos a la obra Piedra de escándalo, del poeta cubano Modesto Caballero Ramos, vicepresidente del grupo literario Ala Décima.

Piedra de escándalo es una obra donde el lector podrá introducirse espiritualmente a la poesía, construida en estrofas octosilábicas (ocho sílabas métricas) de diez versos cada una. La décima, aunque es cultivada en muchas partes del mundo hispano, es en Cuba donde ha alcanzado un vigoroso desarrollo en sus dos vertientes, la oral improvisada y la escrita. La poesía, no importando la forma que se escoja para escribirla, siempre será como dijo José Martí "la más alta expresión de lo bello".

El poeta Modesto Caballero Ramos, desde su casa en Alamar, municipio de La Habana del Este, Ciudad de La Habana, Cuba, nos responde vía Internet, el porqué de publicar Piedra de escándalo en la Editorial Universitaria.

Pregunta: El lector guatemalteco no está relacionado con los poemas en décimas. ¿Nos da una reseña de la historia de la décima en América?

Respuesta: Me parece conveniente, para conocimiento del gran público que se quisiera interesar en la décima, abarcar un poco más en la historia misma de su aparición. Está comprobado que entre sus antecedentes, se encuentran las estrofas de Mística pasionaria, del sevillano Juan del Mal-Lara, publicadas en 1571, aunque existen dudas relacionadas con la autenticidad autoral de aquellas estrofas. Lo que sí está comprobado es que fue el poeta y músico español Vicente Martínez Espinel quien dotó a esta estructura de una especial musicalidad veinte años más tarde, porque en 1591 aparece su obra "No hay bien del mal que me guarde". Fue tal el impacto, que dos de los más altos exponentes del Siglo de Oro Español, Lope de Vega y Luis de Góngora y Argote, comenzaron a llamarle "espinela" a la estrofa acuñada por Espinel. Fueron ellos mismos quienes la popularizaron. En un inicio la décima fue considerada un arte culto, pues fue muy bien acogida en las Cortes. Luego también entró a los monasterios y al teatro. Por ahí entró en nuestra América desde sus inicios: los frailes, los cortesanos, los teatristas. Por ejemplo, el antecedente más lejano que tenemos en la historiografía reconocida, es que precisamente la primera obra literaria cubana, un poema épico llamado "Espejo de paciencia", editado en 1608, de la autoría del canario Silvestre de Balboa, encontramos la décima con su armónica estructura, aunque con alguna diferencia en la distribución de las rimas, pero con todos los versos octosilábicos.

P.: ¿Cómo nace la idea de editar el libro Piedra de escándalo, en la Editorial Universitaria?

R.: Te cuento que yo soy de esos autores que escribo un libro para un certamen y si se va en blanco, difícilmente lo vuelva a enviar a otro concurso. Eso le sucedió a Piedra de escándalo, escrito expresamente en 1999 para participar en la primera edición del concurso Iberoamericano Cucalambé de la Décima, convocado para premiarse en el mes de julio de 2000. Esta primera edición fue ganada por uno de los más altos exponentes de la décima escrita en la actualidad, Pedro Péglez González, presidente del Grupo Ala Décima, del que soy vicepresidente. Al respecto, es Péglez el único que lo ha ganado dos veces, ya que también alcanzó el galardón en el 2004.

Después de esto, mi libro estuvo engavetado hasta el mes de marzo de 2006 en que luego de que impartiera el taller de creación poética dedicado íntegramente a la construcción de la décima, en la que participaron veintidós poetas guatemaltecos, jóvenes, menos jóvenes, adultos, mujeres y hombres. Ya yo había comprobado que en Guatemala no había bibliografía sobre la décima, ni poemarios, ni trabajos de pensamiento sobre esta estrofa, que como ya dijimos, surge en España en el año 1591. Entonces, le propuse al arquitecto Byron Rabé, Director en ese momento de la Dirección General de Extensión Universitaria, la publicación. Lo hice como un aporte, aunque pequeño, al desarrollo del conocimiento de esta estrofa en Guatemala, país tan cercano a los cubanos por lazos históricos y culturales.

P.: ¿Por qué el nombre de Piedra de escándalo?

R.: El poeta es un ser que ha de estar siempre atento al entorno de sus dos mundos: el interior y el exterior, porque de pronto se refracta en alguno de sus sensores una mística imagen en forma de destello lumínico que deberá captar al instante, pues si la deja escapar, aunque luego tenga un recuerdo, ya no será lo mismo. Yo por suerte atiendo mucho esos extraños llamados, aunque reconozco que no he sido infalible y algunos, no pocos, no he atendido. Pero con relación a por qué el nombre del libro, recuerdo que cuando ya tenía bien establecida la estructura del libro, que es la misma que tiene en la actualidad, es decir, tres secciones, bien diferenciadas la una de las otras, no había encontrado qué nombre ponerle. Se suele llamar a un libro por el título de uno de los poemas que lo compone o simplemente con uno de sus cientos de versos, tal vez, y es aquí lo sistémico más complejo, algo que sin parecerse a nada, sea a su vez la esencia misma del contenido fundamental del libro, es decir, que el libro es su título y no el título el libro como pudiera considerarse. El Cucalambé es un concurso extremadamente difícil, muy difícil, obtener en él una mención es de hecho todo un alto reconocimiento para cualquier poeta. Recuerdo que justamente el 24 de marzo de 2000 me encontraba en mi habitación cenando a las 20:15 horas. En aquel momento tenía una computadora del tipo XT que para mí era una joya, mi más avanzada máquina de escribir y la tenía apagada mientras comía como de costumbre, con el plato en la mano y miraba el noticiario estelar de la Televisión Cubana. De repente comienzan a hablar del Arzobispo Oscar Romero Arias, pues se conmemoraba el vigésimo aniversario de su asesinato y el locutor dijo que él decía: "me gusta cuando me desprecian, porque me parezco un poquito a Jesucristo que también fue piedra de escándalo".

Te digo que no fue un simple reflejo lumínico lo que se apoderó de mis sentidos, sino un potente rayo. No me daba tiempo de encender mi querido dinosaurio, entonces tomé un bolígrafo y una hoja de papel y sin detenerme a pensar qué iba a ser, comencé a escribir esta décima:

Y me vestiré despacio
bajo el designio del Otro,
cabalgaré sobre un potro
a la Estigia. En el espacio,
¿será este acaso el prefacio
de mi estirpe como vándalo?
Quizás perfumado sándalo
sea el madero de mi cruz
pues como lo fue Jesús,
soy también piedra de escándalo.

Eso salió en solamente un minuto, casi sin respirar. Me le quedé mirando. ¿Qué había sucedido? Leí la décima tres veces. Fue entonces que supe lo que había acontecido. Había, en ese instante, terminado realmente el libro: Aquella décima sería el pórtico y el título la sentencia del difunto arzobispo. Además, por derecho propio, por todo lo que aún hoy sigue significando ese humilde hijo de Dios para su pueblo y por lo que veinte años después de su muerte fue capaz de trasmitirme, el libro estaría dedicado a su memoria. Esa, Roberto, es la historia, sencillamente.

P.: ¿Existe en Guatemala campo fértil para el surgimiento de los poetas decimistas?

R.: Yo fui testigo de excepción de que sí hay potencial humano en Guatemala para el cultivo de la décima, al menos, escrita, que fue mi experiencia, pero además, tengo la certeza de que también lo hay para la otra vertiente de la décima, me refiero a la oral-improvisada, o como lo llamamos en Cuba, el repentismo, porque en otros países del área tienen distintos nombres, por ejemplo, en Argentina se les conoce como payadores; en Colombia, Venezuela y en Yucatán, decimeros. Además, en cada uno de los países, las tonadas con que se hacen acompañar los poetas son diferentes. A mí me gustaría investigar en Guatemala sobre los ritmos autóctonos, estoy seguro que algo de la oralidad debe existir.

En Cuba, donde históricamente ha existido una fuerte tradición decimística, en ambas vertientes, existen, desde hace siete años, los talleres infantiles de repentismo. Los resultados han sido, sin ninguna intención de magnificar los resultados, excelentes. En todas las provincias y en un número grande de municipios, existen estos talleres. En ellos, se les enseña a los educandos, las técnicas de la improvisación y de cantar. Claro que todos no pueden ser poetas, pero si tienen buena voz, entonces se les entrena como tonadistas, es decir, cantan las décimas utilizando cualesquiera de las muchísimas tonadas que existen.

Te reafirmo que tengo la más absoluta certeza de que sí existe el potencial humano suficiente para cultivar, de forma masiva, la décima en Guatemala, como en cualquiera de los demás países del habla castellana, pues el metro del habla común de esta lengua es el octosílabo, que es el metro por excelencia de la décima. Si no, fíjate lo común que es escuchar: Roberto, ¿qué hora es? Y tú le respondes: son las cinco menos veinte. Y por ahí para allá, a diario y en todos los lugares, escucharás parlamentos octosílabos, porque es el metro natural, repito, de la lengua castellana.

P.: Profundizando más en lo personal, hablemos de su obra poética.

R.: Mira, te diré algo, yo soy un poco, para no decir mucho, un escritor extraño. No se trata de que tenga miedo escénico, porque en realidad, no lo tengo, pero soy reacio a dar recitales y cuando accedo, leo muy poco. El más largo de todos, lo di, precisamente, en el teatro del Paraninfo el 16 de marzo de 2006 y me hice acompañar por 14 poetas guatemaltecos. Mira, a los 14 años gané mi primer premio como poeta. Fue un concurso convocado para niños y jóvenes en la provincia de Matanzas, llamada también, por su alta cultura, la Atenas de Cuba. Entre los jurados, estaba nada más y nada menos que la hoy Premio Nacional de Literatura, uno de los íconos de la poética nacional, Carilda Oliver Labra. Luego tuve otros premios que a decir verdad no los recuerdo y publicaciones en periódicos, en numerosas antologías poéticas cubanas, revistas, recitales de radio, etc. Sin embargo, ninguno de mis veintidós libros de poesía, muchos de los cuales han obtenido premios y menciones en concursos nacionales e internacionales, no han visitado todavía ninguna editorial, como tampoco mis once novelas, mis obras de teatro y dos libros de cuentos. ¿Por qué? Pues porque no escribo para publicar, sino para dejar memoria escrita de mi tiempo para futuras generaciones y una vez que el libro sea publicado, ya dejó de pertenecer al autor y ya no podrá trabajar más sobre él y prefiero perfeccionarlos constantemente, porque nunca estoy conforme con lo que hago.

Escribo todos los días durante muchas horas. Lo mismo poesía que narrativa, pero escribo los siete días de la semana. Es un hábito. Cuando no escribo, leo. Casi no veo televisión. El tiempo lo tengo bien planificado, una parte de él, diariamente lo dedico al ejercicio físico, tan necesario para poder mantenerme sentado diez horas diariamente delante de la computadora, porque para mí, escribir no es un vicio, porque gracias a Dios, no tengo ninguno; para mí, escribir y leer es una necesidad del alma.

P.: ¿Quiénes son los decimistas más destacados en Cuba?

R.: Muy difícil pregunta. Difícil y comprometedora. Se trata de que el fenómeno de la décima en Cuba está muy difundido y enraizado y que en verdad son muchos. Mira, de todas maneras, solamente nombraré los máximos íconos cultores de nuestra Estrofa Nacional, a decir del poeta del siglo XIX, José Fornaris. Precisamente, en ese siglo, vivió quien está considerado el máximo exponente de la décima cubana en esa centuria, a cuya memoria se celebra cada año en la provincia de Las Tunas, el evento Iberoamericano dedicado a esta estrofa, la Jornada Cucalambeana. Se trata de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el Cucalambé. En ese siglo, todos los poetas la cultivaron, con mayor o menor suerte, como los del siglo XX, pero de este último, sobresalió por encima de la pléyade de cultores decimísticos, Jesús Orta Ruiz,, mundialmente conocido como el Indio Naborí, quien tuvo tanta fuerza en lo escritural como en el repentismo y en cuyo nombre, se celebra el 30 de septiembre de cada año, día de su cumpleaños, aún estando en vida, el Día Iberoamericano de la Décima. Mencionar otros nombres, te digo que sería cometer, por más que me esfuerce, dolorosas omisiones, porque es tan grande el número de poetas, de todas las edades, que hoy cultivan la décima con un alto nivel lírico, que no podría nombrarlos a todos y como soy amigo de esa gran totalidad, prefiero nombrar a esos dos íconos, reconocidos, aceptados y respetados por los demás.

P.: ¿Cómo se concibe en Cuba la poesía en décimas?

R.: En Cuba, la décima ha pasado por varios estadios. Me voy a referir al Siglo XX exclusivamente. En determinado momento las formas tradicionales de hacer poesía fueron quedando relegadas, no solamente la décima, te hablo del soneto, el romance, la lira, etc, etc. Ahora, ¿qué pasó con la décima? Pues sucedió que si bien la vertiente escritural pasó casi al desuso, no sucedió lo mismo con la otra cara de la estrofa, la improvisada, que enraizada en lo más profundamente genuino de la cultura tradicional campesina, el hombre de campo la siguió cultivando. Se entró a un período que se ha dado en llamar "tojosismo", es decir, la décima campesina que solamente le cantaba a la belleza del paisaje campestre y a la dureza de la vida del hombre y la mujer del campo, que por ser persona de muy poca cultura, la inmensa mayoría analfabeta, no tenían posibilidad de hacerles aportes verdaderamente literarios a la décima y cada vez se perdía más y más de los llamados medios y ambientes culturales, principalmente en los grandes centros culturales del país y ningún poeta quería saber de ella, so pena de que lo tildaran de inculto.

Pero siempre estuvo latente la décima en lo verdaderamente cubano. Entonces comenzaron a surgir poetas como Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, los origenistas, movimiento de vital importancia surgido en los años 30', y comenzaron a aparecer en las estaciones radiales los programas de música campesina, o guateques, como se les dice en Cuba y se destacaron algunos poetas, el más importante fue el Indio Naborí.

Para no extenderme demasiado, te quiero decir que ni aún después del triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959, la décima, fundamentalmente la escrita, tuvo un lugar preponderante en la vida cultural del país, aunque claro, aparecía, aunque muy raras veces, algún poemario escrito en esta estrofa. Sucedió algo inevitable. Para nadie es un secreto que el nivel cultural del pueblo cubano es incomparablemente superior al que había antes de 1959 y eso tiene necesariamente incidencia determinante en el ámbito de la cultura, y la décima, aunque ignorada por muchos, formaba parte de ella. Entonces, para finales de la década de los 80', comienza un movimiento, yo diría de mayor participación de poetas jóvenes, en el cultivo de la décima, que según se iba adentrando los años 90', se vigorizaba y cada vez más se surtía de sangre e inteligencia joven, que llega hasta nuestro tiempo. A este fenómeno se le ha dado en llamar de renovación o revitalización de la décima, pero en ambas vertientes, es decir, la escrita y la oral-improvisada. Para decirte hasta dónde se ha elevado el canto poético en la décima cubana, baste decir que lo que hoy día improvisan los repentistas, antes de los años 90', los escritores no llegaban a ese nivel de elaboración, por lo que ambas vertientes del mismo fenómeno, se han complementado, quiero decir, el escritor ve por dónde anda el vuelo poético del repentista y se ve obligado a subir el suyo, pues él tiene todo el tiempo para elaborar su poema mientras el repentista dispone apenas de un minuto, lo que en realidad requiere de un gran talento y una alta teatralidad.

P.: ¿A qué atribuye que muchos poetas desdeñan la décima y la consideran un arte menor?

R.: Mira, yo tengo un amigo poeta cubano, natural de la provincia de Las Tunas, considerada con toda validez la Capital Mundial de La Décima, que jamás ha escrito una sola espinela, y dice que los versolibristas que desdeñan escribir en la forma tradicional o rimada, es porque no lo saben hacer. Te cuento, tú que también eres poeta, lo digo yo con honestidad que he visto lo que escribes aunque no te guste que se sepa, que escribir poesía rimada es difícil, porque te tienes que ceñir a la rigidez de las reglas, los cinco ritmos de la poesía donde todos están presentes, es el verso rimado; en el otro, solamente se tiene en cuenta, y es un grave error, el ritmo semántico, no quiero entrar en aspectos técnicos porque no alcanzaría el espacio.

Por eso, pienso, y con ello no pretendo faltarle el respeto a nadie, que quien considere a la poesía rimada, cualesquiera que sea, un arte menor, es un pensamiento estrecho y de esos hay muchos en todas partes del mundo, en Cuba tenemos tantos, que si los pudiéramos exportar, resolveríamos muchos de nuestros problemas económicos. Porque hay un concepto erróneo. Numerosos poetas creen de verdad que el verso rimado es el más antiguo de todo y no es así. La poesía comenzó con verso libre y al paso del tiempo, fueron surgiendo las estrofas rimadas. Pero hay más, el verso más armonioso y técnico que existe, el endecasílabo, es el más moderno de todos los versos, surgido apenas en el Siglo XVI en España, traído por Garcilaso de la Vega en la parte petrarcana de su obra como consecuencia de sus andanzas por Italia. Y fíjate si a España todo entraba tarde, que de Francesco Petrarca (1304 a 1374) su obra más reconocida, el Cancionero, escrito en este tipo de verso, pudo llegar a España dos siglos después.

Quiero finalmente dejar algo en claro: nadie se debe sentir obligado a escribir de una forma o de otra, con la misma intensidad te digo que tampoco nadie se debe sentir con el derecho a menospreciar alguna de las formas de manifestación de la poesía ni de otra forma del arte. Todo ha de coexistir en perfecto cosmos en la gran galaxia que supone el arte.

P.: En un mundo tan competitivo ¿cuál será el destino de los poetas decimistas?

R.: LOS POETAS, Roberto, no tenemos un destino diferente al resto de los mortales. Si bien Thomas Stearns Eliot dijo que los poetas eran más viejos que el resto de los mortales, lo cierto es que formamos parte indisoluble de la gran aventura inalienable del ser sobre la tierra, destinado irreversiblemente a morir. Ese es el centro de la poesía. Lo que está en juego, es algo superior al individuo, es el arte de lo bello por lo bello y para lo bello. No es quién triunfa sobre quién, pienso que la filosofía más inteligente sería aquella de, primero, reconocer la multiplicidad de las formas en la esencia, luego, aprender a coexistir con ellas para finalmente, quien triunfe no sea, o quien de más recursos dispuso para demostrar su teoría, o quien bajo el soporte de supuestos altísimos méritos literarios, se haga de una tribuna desde donde imponer con más pasión que razón, sus propios razonamientos, sino que triunfe la verdadera razón, que es donde está la verdad. El mérito se ha de ganar de la misma forma en que seamos capaces de saberlo cultivar. De todo, al final, la historia jamás equivoca su veredicto y no podrá ser otro que el de que la décima, como cualquier otro continente, tendrá garantizada su existencia mientras exista la lengua que le dio origen.

P.: ¿Qué fue lo que más le sorprendió en su estancia en Guatemala, en relación con el mundo de la poesía?

R.: Nada me sorprendió y perdona la franqueza. Más bien te diría que se acentuó con altísima firmeza y se me ensanchó la visión que desde Cuba llevaba. Como lo he dicho muchas veces, para el cubano común, Guatemala le es a su espíritu como los seres muy queridos que andan lejos. Se extrañan aunque no se conozcan y nunca se les olvida. Eso me pasaba a mí antes de besar con las palmas de mis pies esa tierra maravillosa. Desde hacía unos pocos años antes ya había comenzado a tener relaciones personales con algunos guatemaltecos, que por suerte eran personas sensibles y con los que profundicé en mis apetitos culturales, porque tenía claro que no se trataba solamente de los íconos infalibles, a saber, digamos, un premio Nobel y Lenin de la Paz como lo es, repito, lo es, Miguel Ángel Asturias, ni los hijos de Quetzaltenango y Antigua, Rafael Arévalo Martínez y Luis Cardoza Aragón. Es toda Guatemala, que junto a México tiene una poderosa tradición cultural anterior a la conquista, ahí están los monumentos que lograron sobrevivir, como la Biblia quiché, los textos del Rabinal achí o la cumbre de todo, el Popol Vuh.

La señora Ana María Simons Solís, guatemalteca inmensa y creadora, amante y defensora de su cultura, me alertó sobre el tremendo movimiento poético que luchaba por abrirse paso en el ambiente y los círculos literarios del país, integrado por hombres y mujeres de todas las regiones de la tierra del quetzal. Entonces me tocaba a mí comprobar hasta dónde era cierta aquella afirmación. Como sabes, fue programado un encuentro de música y poesía Cuba-Guatemala para el 16 de marzo de 2006. Desconocía que la poeta del país que me iba a acompañar, sería la amiga Patricia Muñoz Meza. No se me había dicho esta parte del programa y pensé que sería un escenario solo para mí, entonces, sin contar con nadie, cuando fui presentado y te aseguro que sin saber cuántos poetas había allí y si estarían dispuestos a leer sus textos, lancé la invitación. Mira, fantástico, fantástico, en Cuba, donde decimos que das una patada en el piso y salen diez poetas, nunca me ha sucedido eso. Al final, allí decidieron acompañarme 16 poetas y había más y estaban ávidos por participar, porque se les oyera y eso para mí fue mucho más importante que cualquier otra cosa. Luego fue lo del Taller de Creación Poética cuatro días después, sin tanta divulgación y participaron 22 poetas durante los tres días que duró. Por eso te digo que nada me sorprendió, pues sabía que ese movimiento tremendo existía, pero se ensanchó mi visión. Allí conocí personalmente a un joven que ya dejó de ser una promesa para la cultura guatemalteca para convertirse en una realidad que sigue creciendo y que con gran humildad aceptó mi invitación, te hablo de Julio Manuel Girón. Y fíjate tú qué cosa tan singular, por lo menos para mí, cubano: entre los poetas que participaron en el taller, había una monjita, ¿ves?, es que para la poesía no existen fronteras, ni territoriales ni filosóficas, allí, todos juntos, construyendo un cántico al coro de la lírica.

P.: Para finalizar: ¿Qué recomendaciones le da a un joven que se inicia en este campo de la poesía?

R.: Para la inmensidad infinita del tiempo, el hombre, que nace niño, por muchos años que pueda vivir, morirá eternamente joven. Con esto te quiero decir que las recomendaciones que le pudiera dar a cualquier poeta que desee incursionar en la décima como continente donde expresar su mundo místico, es que estudie primeramente sus particularidades técnicas, luego leer muchas décimas; sobre todo, de diferentes poetas, por ejemplo, les puedo recomendar a los poetas, investigadores o simplemente amantes de esta estrofa, que visiten la página web del Grupo Ala Décima, www.peglez.blogspot.com y en ella podrá encontrar todo cuanto necesite para este propósito. Y después, escribir muchas décimas, todos los días, hasta que llegue el momento en que no pueda dejar de hacerlo.

jueves, 10 de julio de 2008

XLI Jornada Cucalambeana

No solo crear:
también pensar lo creado

Por Pedro Péglez González
Foto: Mayra Hernández

Si algo dejó huella sensible en esta XLI Jornada Cucalambeana fue la articulación de la actividad investigativa con el quehacer artístico-literario.

Más allá de las calidades acostumbradas en los numerosos encuentros de décima oral y escrita, su interacción con otras disciplinas como las artes plásticas, la música y la danza —bien visibles estas últimas en las galas nocturnas— fueron notables los avances en la comprensión de la importancia de que la labor de creación en letras y artes vaya acompañada siempre de una indagación ideoestética, no menos creativa.

La señal más convincente está en el hecho de que los coloquios —espacio para estas faenas de pensamiento—, que fueron concebidos cada dos años, han terminado por convertirse en parte imprescindible del programa de cada año.

En este 2008, la apetencia por esta paridad fue potenciada, desde luego, por el hecho de ser las dos figuras homenajeadas Inocente Iznaga, el Jilguero de Cienfuegos, veterano cultor de la música campesina y la décima cantada, y el Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus, relevante estudioso e investigador de la tradición escrita, y creador él mismo de poesía en ese molde estrófico.

A ellos fueron dedicados en el coloquio ponencias y conferencias magistrales, además de otros temas de interés abordados, entre ellos la distancia entre lo que se hace y la visibilidad de lo que se hace, a resultas de la aún epidérmica promoción. Ese espacio, además, evidenció la posición de avanzada de Las Tunas en ese terreno, a juzgar por intervenciones como la de la doctora Rafaela Macías sobre las investigaciones en el territorio, y la de un grupo de estudiosas muy jóvenes, acerca de la cultura popular tradicional y su tratamiento desde la academia.

Pero más allá del coloquio, percibí ahora un “sentimiento otro” por parte de especialistas, organizadores y creadores. Algo así como un afán no sólo porque todo salga cada vez mejor, sino porque todo resulte mejor pensado a partir de experiencias anteriores.

Pensar más, pareció corroborarse, nos hace mejores creadores. Esperemos que el impulso al pensamiento que ha obrado la XLI Cucalambeana propicie nuevos caminos hasta alcanzar más altos peldaños en la próxima, que para el 2009 anuncia tributos a Pablo Armando Fernández, Premio Nacional de Literatura, poeta y ensayista que cumplirá entonces sus 80 años, y a la fascinante poetisa de la décima oral improvisada, Tomasita Quiala.





El otro Virgilio:
poeta y ensayista
cubano

Por Waldo González López
Tomado de Alma Mater
y publicado en el programa
de la
X
LI Jornada Cucalambeana




En la prensa internacional leímos semanas atrás, con alborozo y satisfacción, que el colegamigo Virgilio López Lemus (Fomento, Sancti Spíritus, 1946) había merecido el V Premio de Ensayo de Investigación y Humanidades “Millares Carlo”, patrocinado por el Gobierno de la Comunidad Canaria, concedido por un jurado nombrado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

El poeta, ensayista, investigador y profesor universitario había sido galardonado con el prestigioso premio, antes sólo conferido a prominentes figuras del ensayismo y las investigaciones históricas y lingüísticas de España, como los Doctores Maximiano Trapero y Antonio Castillo Gómez, por lo que se concedía, pues, por primera vez a un extranjero y con un tema filológico. El lauro igualmente incluye la publicación de la obra ganadora en su colección de lujo. Narciso, las aguas y el espejo. Una especulación sobre la poesía, es una propuesta de análisis de poética, sobre la presencia y el papel de dicha figura mitológica en la poesía universal.

Hasta aquí la buena nueva. Pero hay mucho más: Virgilio López Lemus ha publicado en Cuba, Brasil y España diez poemarios y una quincena de ensayos y crítica literaria, siete antologías poéticas y compilaciones de obras de autores cubanos y extranjeros, así como más de 200 textos en revistas de 22 países de Europa y América. Es además traductor del portugués, académico titular de la Academia de Ciencias de Cuba y en 1995 recibió la Distinción por la Cultura Nacional.

Por su intenso y extenso currículum que conozco muy de cerca, me permito utilizar en él tres adjetivos calificativos que no dudo en escribir ahora mismo: talentoso, culto y laborioso. Por estas virtudes, Virgilio pudo ahora alcanzar tan alta distinción que lo ubica, sin asomo de dudas, entre los pináculos del ensayismo cubano, por no decir que desde ya ocupa la primacía entre sus colegas.

Si hacemos un breve repaso de algunos de sus variados volúmenes, comprobaremos que la suya es una obra variada y rica, integradora de un nutrido y riguroso corpus literario, toda vez que aúna el ensayo y la crítica, sin olvidar, ni un momento, por supuesto, la poesía, acaso su diosa tutelar, en tanto que jamás la obvia y, enamorado, conduce sus pasos por los caminos de la creación.

Como su más preclaro antecesor, el poeta de Las Geórgicas, nuestro Virgilio nunca cede en su empeño de escribir, y escribir bien, de temas aparentemente tan distantes y distintos como la poesía y la décima (obliterada o, mejor, para decirlo con Jorge Zalamea, ignorada y olvidada por la mayoría de sus colegas), así como de otros poetas que de algún modo han tocado su fértil impronta, a pesar de los tientos y diferencias tan marcados entre ellos (Martí, Dulce María Loynaz, Lezama, quizás uno de sus preferidos en el ámbito nacional; Juan Marinello, Samuel Feijóo, Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí, Adolfo Martí y Severo Sarduy).

También en su invaluable estudio de poetas cubanos surgidos en la etapa prerrevolucionaria, Palabras del trasfondo (1988), analizó la poesía de la denominada Generación del Cincuenta, entre los que están los hoy Premios Nacionales de Literatura Roberto Fernández Retamar, Pablo Armando Fernández, Carilda Oliver Labra, Roberto Friol, César López, Antón Arrufat y Francisco de Oraá, por sólo mencionar algunos.

Asimismo, le han merecido estudios narradores de la talla del Premio Nobel colombiano García Márquez --al que dedicara su exitoso volumen, prologado por el narrador cubano Manuel Cofiño: García Márquez, una vocación incontenible (1982, 1987 y 1990)-- y el uruguayo Mario Arregui. En la vivisección de la reina de las estrofas cubanas ostenta el reinado con voluminosos ensayos como, entre otros, La décima constante. Las tradiciones oral y escrita (1999).

Hasta ahora, sus títulos más recientes son: el esclarecedor prólogo a la antología poética de Carilda Oliver Labra Error de magia (2000), con selección y edición de Mayra Hernández; Dulce María Loynaz. Estudio de la obra de una cubana universal (Canarias, 2000); Eros y Tanatos. La obra poética de Justo Jorge Padrón (España, 2002); selección, prólogo y notas a Alguien, yo mismo, antología poética de Justo Jorge Padrón; Aguas tributarias (2003), Alguien, yo mismo, selección, de ensayos de diversas temáticas, unidas por el más riguroso acercamiento a la poiesis o, como querían los griegos, en su más vasta acepción, conocimiento; Órbita de Eugenio Florit (2003), y Cantar de Isla (2003), selección y prólogo de la poesía de Juana Rosa Pita.

Su poesía se integra en una suerte de haz lírico que va desde Hacia la luz y hacia la vida (1981) hasta La eterna edad (2000), pasando por El pan de Aser (1987), La sola edad (1990), Cuaderno de Macedonia (1992), Cuaderno de otredad (1994) –traducido al portugués y publicado en el Brasil de 1996--, Cuerpo del día (2000) y el decimario De sí mismo (2000).

Ya en su primer poemario, Hacia la luz y hacia la vida --título tomado de su preferido y tutelar Antonio Machado--, Virgilio tomaba partido por las difíciles formas métricas, como el romance, la décima y otras, a las que luego volvería en los siguientes volúmenes que publicaría, sin olvidar el verso libre que ha sido hasta hoy la expresión más concurrida por él.

De cualquier modo, en sus diez títulos poéticos se advierte lo que en otro lugar denominé vocación lírica y amplio registro. Con ello se corrobora, además, que el mundo de intereses y temas de su quehacer en general es amplio y nada ajeno, pues se trata de una capacidad no común de creación en la poesía cubana contemporánea, acaso sólo comparable con las de Cintio Vitier y Roberto Fernández Retamar, quienes, del propio modo, han incursionado en variados géneros y aristas con similar hondura.

Así, en su estudio Aguas tributarias, analiza, desde la honda visión del poeta-ensayista, temas cercanos/coincidentes pero no necesariamente afines con la poesía. Tales son los casos de su abordaje en los capítulos: Acerca de poética y concepto de la poesía; Ocultismo como poesía; Poesía desde el ocultismo; estudios independientes de las poéticas de Valle-Inclán, Nerval, María Zambrano, Hölderlin, Rilke; Fragmentos de un discurso platónico, y Poiesis, cosmos poesía.

En todos se afirma su firme voluntad de poiesis, esto es, de compartir con sus semejantes el conocimiento adquirido, desde la más profunda y, a un tiempo, sencilla, legible escritura, con el loable fin de ser leído por todos los interesados en estos temas que les atañen a tantos, incluido quien escribe estas líneas. Acaso su afán didáctico/pedagógico lo guía: de ahí que ocupe una plaza de profesor en la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana. También en ello bien se diferencia de algunos de sus colegas, quienes, sin su cultura e, ingenuamente encumbrados en poses obsoletas y absolutas, sólo desean épater, ser incomprensibles para la mayoría, a la que su admirado Antonio Machado ansiaba llegar, pues, como bien dejara sentenciado: Escribir para el pueblo, ¿qué más quisiera yo?

Su verso, rimado, medido o no, se caracteriza por lo definitorio y conceptual. El aliento filosófico en sus recientes volúmenes poéticos se ha acentuado, algo lógico en un autor que, en plena madurez y ya cercano a los 60, mira atrás y escruta con hondura en la lejanía --gracias a la aguda mirada que le ha aportado lo vivido--, donde descubre los atisbos existenciales, como estrellas fugaces que le ha ofrecido el mundo, algunos desechados, otros aceptados en su cotidiano discurrir.

La praxis vitalicia, condicionada por una vasta cultura, se refleja en su poesía que, si en los primeros poemarios resultaba más contemplativa, luego con los avatares de la vida, se iría transmutando en razón y corazón, esencia y sustancia.

El poeta, con tal experiencia resumida, siente ahora el aire transformador, mutable como el sordo tiempo en la noche de la soledad, y confiesa, en el excelente poema "Lar", incluido en Cuerpo del día: "El viento bulle en las salas del alma. / El silencio se apaga en el silencio."

Justamente, a este texto le sigue "Soledad", otro momento de valía en este libro por su insólita autenticidad reveladora que nos sacude: "Te vas quedando solo. / Apoyaste todo tu amor en los ancianos / que te sonríen y luego se marchan. / Escribiste páginas borrables / y poemas de corta duración, como tu vida. / Ni los libros leídos ni los más amados / estarán contigo allá, que es dónde. / Abiertamente solo, vas pensando en la noche, cómo engañar a la soledad / con un monólogo, con un aplauso."

Así, como colofón de este breve artículo, ofrezco al lector su décima De otro ser, donde nos dice:

Tengo piadosos resabios
de un austero carmelita.
Voy por donde se me invita,
me retiro con los sabios
y sufro abriendo los labios
al beso de despedida.
Tanto agradezco la vida
que soy un acto de fe:
yo soy el que alguno fue,
Yo soy lo que no se olvida.