miércoles, 25 de febrero de 2015

La décima es un árbol de febrero


Con premiados villaclareños
del XV concurso Ala Décima

Nos reporta desde Santa Clara la poetisa e investigadora Mariana Pérez Pérez, fundadora y conductora de la tertulia La décima es un árbol y representante del Grupo Ala Décima en su provincia
 Fotos enviadas por Mariana.

 
Recibir un premio significa mucho para un poeta, es el momento en que se reconoce el valor de su obra, aunque esos momentos sean reiterados, como sucede con Olimpia Pombal Duarte y Leonardo Albeo Valdés Ferrer. Esta vez, ambos poetas, que pertenecen a la tertulia villaclareña «La décima es un árbol», resultaron acreedores de galardones en el XV concurso Ala Décima.

Leonardo, que tuvo la posibilidad de asistir al acto nacional de premiación, fue el encargado de traer a la provincia el reconocimiento a Olimpia y el cuaderno Oda al jinete del caballo blanco, de Lisy García Valdés, quien obtuviera el Premio principal en 2014. Por tal razón, decidimos dedicar a ellos tres la tertulia de febrero.

De izquierda a derecha, Mariana, Olimpia y Leonardo.

 
La tarde del día 20 se abrió con el joven trovador Alejandro Román Olivera, quien asistió espontáneamente a ofrecer sus canciones.

A continuación se leyeron los resultados del concurso, coyuntura que aprovechó Leonardo Valdés para un comentario personal acerca de la premiación. Posteriormente, aunque Lisy García no pudo asistir, presentamos sus décimas con la lectura de «La incómoda certeza de la soledad», texto del poeta y miembro del jurado que lo premiara, Isbel Díaz Torres. Asimismo, a petición del público, se leyeron las palabras introductorias al conjunto, «Nuevos equilibrios sobre un caballo blanco». Finalmente, leímos un fragmento y repartimos varios ejemplares a los presentes.

Durante la presentación del Catálogo rimado Nº 88, Alejandro Montelongo y Olimpia Pombal, colaboradores del mismo, leyeron sus décimas.

Casi al final, se realizó la entrega del Premio «Wilfredo Sánchez» de tema social, concedido por el periódico Trabajadores, a Olimpia Pombal Duarte, y Leonardo Valdés mostró el diploma de su Premio de tema ecológico, que le otorgara el Proyecto El Guardabosques. Ambos poetas leyeron sus cuadernos, Sueños de la puna y La vida que se enmudece, además de otras décimas.

Un momento de la lectura poética.

El museólogo Jesús Llorens León presentó la muestra del mes que, con motivo del 24 de Febrero, fue un conjunto de postales cubanas alusivas a hechos y personalidades de la Guerra de Independencia. Y con ello, en esa tardecita fría, dimos por terminada la tertulia.

Santa Clara, 22 de febrero de 2015




DE LA AUTORA DEL REPORTAJE:
Muestras de la obra poética de Mariana Enriqueta Pérez Pérez, pueden verse mediante los siguientes enlaces con el blog Odiseo en el Erebo y la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por ella aparecen en nuestra sección Decimacontexto: Polizón en la aljaba de Eros, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. Las albas rumorosas, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel Feijóo. La décima cubana durante las guerras de independencia: los poetas de la guerra, interesante aporte sobre ese período. La décima escrita en Villa Clara, sobre la poesía concebida en estrofas de diez versos en esa provincia. Entre los reconocimientos merecidos por su obra en versos, está en el 2013 la mención que recibió en el concurso Oscar Hurtado. En septiembre del 2014, mereció el Premio del VI concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí por su conjunto Embriaguez (rosa, espada, luz).


Visite el sitio web de esta tertulia
en su nueva dirección:


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VILLA CLARA


INFORMACIONES ANTERIORES
DEL XV ANIVERSARIO DE ALA DÉCIMA:










miércoles, 18 de febrero de 2015

Dos nuevos miembros a Ala Décima


En los quince del Grupo

Nuestra agrupación recibió con los brazos abiertos a dos nuevos integrantes, al final del encuentro por nuestros quince y premiación del XV concurso nacional Ala Décima —también saludo de la agrupación a la 24 Feria Internacional del Libro—, el cual tuvo lugar el 2 de febrero en la peña semanal de la biblioteca Tina Modotti, en Alamar, municipio de La Habana del Este.






ACTA DE INGRESO AÑO 2015

En aplicación de la sencilla normativa a que acostumbramos, dos solicitudes de ingreso recibidas se sometieron en meses precedentes a la consulta de los miembros de la agrupación de todo el país, con el resultado del acuerdo unánime de los que pudieron ser consultados, pues una pequeña cantidad de ellos no se hallaba localizable.

Como se conoce, preferimos para estos momentos la fecha del 7 de febrero, aniversario del Grupo Ala Décima, por lo cual se decidió efectuar el sencillo acto de ingreso y la entrega de sus carnés en este encuentro de hoy por los quince de nuestra agrupación y premiación de la decimoquinta edición de su concurso nacional. En consecuencia, damos ingreso a los siguientes hermanos poetas, ambos con obra reconocida y publicada, como nuevos miembros del Grupo Ala Décima:

AGUSTÍN SERRANO SANTIESTEBAN (Velasco, Holguín, 1958). Es uno de los escritores decimistas más significativos en su provincia y en el país. Cuando mereció, en 1996, el Premio Nacional Cucalambé con su libro Sitios de la voz (Editorial Sanlope, 1997), ya atesoraba reconocimientos en concursos como el Vicente Espinel (1995), poemas publicados en revistas locales y nacionales, y su inclusión en la antología Poetas del mediodía (Editorial Sanlope, 1995). Entre otros lauros posteriores, está el Premio Ala Décima en el XI concurso nacional de poesía Regino Pedroso (2006) y el tercer lugar en el II concurso internacional de poesía El mundo lleva alas, en el 2010. En enero del 2015, se presentó como libro la selección La extraña brevedad, preparada por él y que agrupa a numerosos decimistas de Velasco, plaza fuerte de la estrofa en la provincia. Desde hace muchos años es colaborador de nuestra agrupación. Ahora pasa a ser, al igual que la poetisa Míriam Peña Leyva, representante de Ala Décima en la provincia de Holguín.

MERARI MANGLY CARRILLO (Jatibonico, Sancti Spíritus, 1966). Poetisa, diseñadora y editora de Ediciones Luminaria. Tiene publicados, entre otros, los libros Caudales (Editorial Damují, Cienfuegos, 2000); Latitudes (Ediciones Luminaria, 2001); Puerto sin piel (Editorial Benchomo, España, 2002), En la luz que te deshojas (ídem, 2006), Hallazgo (Premio de la Ciudad de Sancti Spíritus; Ediciones Luminaria 2011). Desde el 2006 ha sido activa colaboradora del Grupo Ala Décima y su representante en la provincia de Sancti Spíritus, siendo la única persona que ha desempeñado tal activismo sin ser miembro de la agrupación. En noviembre del 2011, fundó el Grupo Toda luz y toda mía, de decimistas espirituanos, y su membresía la eligió su presidenta. En el 2012, recibió el Premio Ala Décima en el V concurso Décima al filo. Tras haber merecido reconocimientos en anteriores ediciones del concurso Ala Décima, alcanzó su lauro principal en esta edición 15. Al serle notificado recientemente, solicitó su ingreso como miembro del Grupo.

Les corresponden, respectivamente, los carnés 49 y 50, y con ellos se eleva a 48 la nómina de miembros de nuestra agrupación en todo el país.

La Dirección del Grupo Ala Décima desea expresarles a ambos la convicción de que sus bien ganados prestigios individuales como creadores se revierten de este modo en el Grupo Ala Décima, y en consecuencia agradecerles estas solicitudes, en nombre de toda nuestra colectividad de poetas e investigadores amantes de la poesía en la estrofa de diez versos.

Reciban, hermanos, el abrazo de Ala Décima.


En Alamar, La Habana, a los 2 días de febrero del 2015, Año 57 de la Revolución.



Pedro Péglez González
Presidente


Modesto Caballero Ramos
Vicepresidente


Karel Leyva Ferrer
Vicepresidente


Luisa Oneida Landín
Vicepresidenta




INFORMACIONES ANTERIORES
DE ESTE XV ANIVERSARIO:











martes, 17 de febrero de 2015

La incómoda certeza de la soledad


Presentación del cuaderno
Premio Ala Décima 2014

En el encuentro por los quince del Grupo Ala Décima y premiación de su XV concurso nacional —también saludo de la agrupación a la 24 Feria Internacional del Libro, efectuado el 2 de febrero en la peña semanal de la biblioteca Tina Modotti, en Alamar, municipio de La Habana del Este, fue presentado en forma de folleto el cuaderno Oda al jinete del caballo blanco, de Lisy García Valdés (Santa Clara, Villa Clara, 1973), merecedor del Premio Ala Décima 2014. Las palabras para darlo a conocer estuvieron a cargo del poeta Isbel Díaz Torres, editor y diseñador de esta reducida edición, quien fuera además integrante del jurado del XIV concurso nacional Ala Décima 2014.


LA INCÓMODA CERTEZA DE LA SOLEDAD
 

Miré al cielo / y vi la nada. Así inicia Lisy García Valdés su agónico pase de revista, su mirada escrutadora por la superficie de una ciudad arrasada por la soledad, la pobreza. Y es en ese paisaje donde aparece el hombre, un hombre: personaje de bordes inasibles que encarna a un tiempo la humanidad toda, a sí misma, y al otro. Se trata de un ente capaz de la autodestrucción: derroche eterno y mentira, impiedad que saja la piel de otro; ser mitológico que la autora interpela una y otra vez. Pareciera un despropósito esta insistencia de diálogo con el hombre-olvido, hombre-descuido, que le cierra la puerta, principal responsable de esa noche pesada que es el signo de su actual existencia. Es más, pareciera un acto masoquista, que busca un lento padecer abandonada como está en esa pradera desierta.

Mas ese hombre, ese jinete de caballo blanco también será quien dé las primeras pistas para la luz. Por este vía crucis ha de llegarse a la ya clásica comprensión de cuán solos estamos sobre este planeta. Cada uno, cada una, tendrá en su momento que comprender algo simple y terrible: quizás sea la muerte la cosa más segura que podamos aprehender.

Y este pensamiento me sorprendió ¿por qué hoy? mientras avanzaba en ese progresivo ascenso que significa esta oda. El autor o autora, desconocido por mí en aquel momento, arribaba a la incómoda certeza de su soledad: Nadie llega, el vacío embiste.

A través de un cuerpo frágil, en unas estrofas esmirriadas y maltrechas, se imprimían en mis pupilas unos versos audaces, dotados de la suficiente limpieza como para traspasar la frivolidad del juego literario, de las convenciones y normas, y hacer llegar el atormentado mensaje del desamparo. Es tal la lucidez de esta poetisa, que no necesita de imágenes demasiado rebuscadas para salir airosa en este reto que significa adentrarse en tales búsquedas filosóficas. Me perdí buscando tu mano, dice en su último verso; y uno completa la espira luminosa, y se pierde también en esa nada, ese vacío, esa noche, esa pradera desierta.

Me niego a banalizar esta entrega de Lisy, pretendiendo un símil con la imagen de una Penélope cualquiera en erótica espera de su galán. Aunque este bien pudiera ser un poema de amor, el profético jinete con la muerte en los brazos que lo recorre no es el héroe. La heroína es aquella que ha logrado al fin despreciarlo, e inventarse sobre el alpiste.

Sobre la propuesta formal de este cuaderno ¿qué decir? Escasas son las veces en la literatura cubana contemporánea donde la heterometría funciona con tal coherencia de forma y contenido (ahora mismo viene a mi mente el delicioso cuaderno La hilacha, del consagrado Roberto Manzano). Una especial belleza emana de este entrecortado discurso de Oda al jinete…, donde una exquisita selección de metros, combinado con una serie de asonancias internas muy bien colocadas, logran propiciar un avance fluido, con reminiscencias musicales más que disfrutables.

Pero lo más destacable en este caso es una admirable sobriedad, por encima de todo efectismo o juego gratuito. Lisy no se deja llevar por el entusiasmo escritural de la acrobacia. Decir, en su caso, es a la vez sinónimo y antónimo de evangelizar: trae consigo una noticia muy importante, aunque esta no sea precisamente una buena noticia. Para ello no hay que andarse con rodeos o cornucopias, sino dar fe de la agonía propia, ese no llegar. Y ya sabemos: toda agonía entraña cierta divinidad.

De tal modo, Lisy García Valdés ha arriesgado sus cartas, a contrapelo de puristas y metrónomos; pero no caben dudas: ha escogido la décima, ese recipiente infinitamente dúctil capaz de deformarse sosteniblemente sin romperse. Y ese acto audaz, después de entender que será incomprendida y señalada, que el jinete del caballo blanco no la salvará; no puede ser otra cosa que un acto poético.


La Timba, 1 de febrero de 2015




INFORMACIÓN RELACIONADA:







domingo, 15 de febrero de 2015

Odalys Leyva en la Feria del Libro


Dos poemarios suyos por Sanlope
 
Los libros Fantasmas insulares y El Apocalipsis no niega las palomas, de la escritora Odalys Leyva Rosabal, serán presentados por la Editorial Sanlope, de Las Tunas, en esta 24 Feria Internacional del Libro, en la mañana del 20 de febrero, en la Sala Nicolás Guillén, en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Sobre estos poemarios opinan aquí los poetas Diusmel Machado y Alexander Besú, merecedores como ella del Premio Iberoamericano Cucalambé.



EL APOCALIPSIS
NO NIEGA LAS PALOMAS

Con la poesía delante para convencer de antemano, por el inefable prestigio y efecto poderoso que su substancia tiene como humano patrimonio, una mujer intenta desvelarnos, apelando a la sensibilidad común de la especie, desde un grito de apremio que, cuando no apura, estremece. Los poemas son aquí las esquirlas reunidas de un espejo atravesado por continua crisis, en un estado permanente de violencias que amenazan la vida toda, más allá de la especie. La tensión que acumulan sus páginas, obliga a una sensibilidad superior, capaz de afinar el oído presto a los estallidos de estas horas de desafuero continuo. Una sola urgencia: la invocación a la ternura. Una voz sola: la de cada verso. Pactar a tiempo con el amor, es el ofrecimiento de este libro.


 
Del poemario
El Apocalipsis no niega
las palomas
:


UNA ILUSIÓN ES MÁS QUE UN SALTO

Viajé por un día al abismo. La sangre en los ojos era tan fugaz como el salto de un verdugo y las palabras ante mi navaja. Después del génesis los jinetes tienen otra razón, andan con una concha a la cintura para anunciar que el pasto es ilusión que enfrenta los puñales. El Apocalipsis no niega las palomas, gorriones sin paraíso en un pueblo de brujos y guillotinas. La cuerda trae consigo un Rocinante, quiere limpiar el alma: perderán el lebrel más hondo y libertad será el secreto, apoyo de su burla. Temen mi rencor, mordidas donde Cristo guarda la tierra. En el templo mi blusa de palomas, raída con los dientes. No eran cirios nupciales, hombres adictos a la costumbre de las piernas abiertas, sin saber que nostalgia es un plagio o la lengua huye para dejarse amar por todos los culpables de la lluvia.


UNA COPA NO MÁS

No estoy de acuerdo con las maravillas
que en el mundo ennoblecen su recodo
porque existe detrás de algún beodo
una mujer, sin luz. (Las manecillas
de un reloj que no marca las sencillas
formas de andar si el Universo peca.)
Es que detrás del vaso algún enteca
decepciona sus dioses; pero elige
-sin que la desnudez de un rostro fije-
un camino de horror que el tiempo seca.

Duele tanta viudez, llanto enfermizo,
el arca maldecida que endiablada,
esconde la traición y en la mirada
devuelve el subterfugio más castizo.
El Diablo es la perfidia del hechizo;
el hombre busca en Dios el aposento
¿Quién marca con las uñas lo violento?
¿En qué cruz a Jesús lo han marginado?
Regresa con la herida en el costado
para salvar los siglos del tormento.


FANTASMAS INSULARES
E INTEMPORALES

¡Brindemos por el reloj de los que lloran!, dice Odalys Leyva en uno de sus versos de este libro, en una flagrante alusión al más terco de los problemas incorregibles que martirizan al ser humano: el tiempo. El tiempo es un problema para nosotros, un tembloroso y exigente problema, acaso el más vital de la metafísica; la eternidad un juego o una fatigada esperanza. Esto lo afirmó Jorge Luís Borges en su ensayo Historia de la eternidad, contenedor de sorprendentes especulaciones personales sobre esa categoría filosófica que forma parte de las utopías que el hombre sueña modificar.

Sin embargo, esta mujer angelada y promisoria, que se ocupa de asuntos supuestamente más terrenales que la posteridad, acaba de poner en entredicho, sin proponérselo (o quizás sí, ¿quién puede saberlo?), la auténtica edad de Cronos en este libro titulado FANTASMAS INSULARES, la última entrega de esta destacada autora cubana, sellada por la editorial Sanlope. ¿Con qué piedras, con qué metales desmiente esta mujer su condenación de finitud? ¿A qué armas acudió para someter al olvido? Tan solo a la terneza de su voz, a la urgente brotación de su lirismo y a la enumeración de sus vivencias, de sus amores nervudos y recientes que involucran y suman, de sus dolores tautológicos y deshumanizantes. Odalys desafía y degrada la supremacía del tiempo, y establece, como la hemos visto hacer en otros títulos, vertiginosos canalizos comunicativos con puertos clásicos de la cultura latina y universal. Y no solo lo hace con una seguridad matriarcal, sino que se deleita diseminando su poder de dómina domesticando con la palabra las gárgolas del tiempo, como ella misma exclama en este libro que se me antoja, precisamente, un anticipo, un préstamo del tiempo. Su reverberación perdurará porque es un poemario de sucesivas virtudes y una sola carencia: solo adolece de la “capacidad de cesar”. Su permanencia en el ámbito lírico cubano es una intuición, casi una profecía. Apartada de toda actitud centrista, la autora revela su visión de la existencia a través de axiomas o insinuaciones que no son otra cosa que la cotidianidad humana con sus ilusiones y sus intrascendencias proyectadas hacia un plano universal. Es la gravitación vital del hombre y su entorno. Es la manifestación de la vida con sus regodeos y sus imperfecciones. La medición lineal del tiempo pasa a un segundo plano, o un plano indefinido y displicente, ante la impostergable necesidad de la plenitud, por eso afirma: Feroz es el amparo que no busco, no crean mi eternidad.

Según Jorge Santayana, Vivir es perder tiempo: nada podemos recobrar o guardar sino bajo forma de eternidad. Pero Odalys, que sabe desarticular los arquetipos, que poliniza el horror con su palabra, sabe que el tiempo empleado en vivir amantemente no es una pérdida, sino una inversión. Más temprano que tarde, las ganancias engrosarán las arcas del alma, pero antes hay que manifestarlo, hay que desenvolver, como una alfombra roja, un lenguaje expedito, sin barroquismos, sin excesivos arabescos, que ilustre y resuma, que inaugure sentimientos, que traduzca la belleza sin pretensiones de atrapar lo eterno, como lo ha hecho ella en este poemario.

No es un libro fundador de neocorrientes literarias, pero funda latidos novedosos. No es tampoco revelador de secretos semánticos, pero devela las recónditas galerías interiores de esta mujer que se gasta al servicio de la poesía mientras le resta al tiempo toda su importancia y le anula toda su jerarquía y voluptuosidad.

Entre las credenciales temático-ontológicas de este cuaderno aparece un motivo muy recurrente en la poesía cubana de antaño y hogaño: la insularidad. Es nuestro ámbito, nuestra maldita circunstancia y Odalys, por supuesto, es parte de ella. Así lo afirma: Mientras yo sigo en mi caracol, el mismo país, los muros y el mar que rodea los sueños. Y más adelante lo reitera con todo el ritmo de sus yacimientos endecas:

Los frutos son lo verde, la existencia,
el mito, lo insular, cada congoja,
una lágrima azul en cada hoja,
y Dios que nos prodiga la sentencia.

En las palabras de contraportada, el poeta Diusmel Machado barrunta: ¿Qué habrían dicho, oscuridad o luz mediante, los muy grandes poetas José Lezama y Virgilio Piñera, de sumergirse en estas páginas? ¿Con qué palabras definirían a quien, desde su femineidad consustancial y condición de ser insular en su más profunda esencia, arriesga lo mejor de sí: la voz y su palabra, para nombrar, conjurar y desafiarse? Una tradición palpable, y una firme vocación por la libertad que obliga al reconocimiento de lo auténtico y propio, acendran estos versos, sobre los que irradian sus polvos más dispares —persiguiendo, con ello, la armonía— épocas y culturas, ecos y discursos, corrientes de pensamiento y filosofías contrastadas, cernidos con esfuerzo extraordinario en el tamiz de una voz omnívora, cuya apetencia mira desde ángulos y perspectivas múltiples y sin la exigencia del acabamiento. La noción de isla, choca sus márgenes aquí solo para una mejor expansión del ser humano.

Odalys Leyva ha escrito un libro musicalino y cadencioso, que tiene vetas de sinfonía y de tonada, con un lenguaje intemporal y muy contextualizado a la vez. Vuelvo a citar al porteño bilingüe y brillante Borges, quien en su polémico artículo titulado Nueva refutación del tiempo, afirmó: Todo lenguaje es de índole sucesiva; no es hábil para razonar lo eterno, lo intemporal. De acuerdo, pero, ¿qué tal si la intención nunca fue “razonar lo eterno, lo intemporal”, y sí documentar lo bello, lo afectuoso, lo aparentemente trivial y cotidiano? Detrás de esas fruslerías, de esas miméticas habilidades se oculta a veces también la eternidad. Sí, sabemos que hay que esperar. Toda obra debe y tiene que arrostrar el desafío del tiempo, pero yo no arriesgo nada al vaticinarle a este libro un largo y estupendo itinerario. Al menos en el presente, ya lanza sus primeras señales intermitentes con esa libertad lírica que se extiende como un Dios imperecedero. Odalys es, sin lugar a dudas, un ser consustancial con su propia poesía, comparten la misma materia. Una poesía híbrida, una aleación de dos vocaciones: de arpa una, y de ánfora la otra. Por eso vibra y suena a la vez que guarda viejos aromas. Olores y música sublimes y dolorosos, llenos de naufragios interiores y exteriores, de urgencias, de soledades y de apasionadas lástimas.

Gracias a Odalys Leyva una vez más, por este regalo para los sentidos, por este libro lleno de bondades comunicativas. Bienvenido FANTASMAS INSULARES, no sólo porque enriquece el acervo literario cubano, sino también porque ilustra la cosmogonía personal de una mujer de eternos desasosiegos, pero ungida con los profundos y misteriosos aceites de la poesía. Mis últimas palabras para Odalys a través de una estrofa:

Odalys Leyva: no hay nada perdido.
Si ha de arrostrarse el tiempo, que se arrostre.
No temas al olvido, que a la postre
nada es más olvidable que el olvido.
El tiempo de versar no ha concluido,
no existen fechas de caducidad.
Si quieres seducir la eternidad
insta a tu espíritu a su epifanía,
y apréstate a esperar que tu poesía
mitigue un poco tu insularidad.




Del poemario
Fantasmas insulares:


YEMA DE LA ISLA

Una isla es el sol que nos bebe y nos ama,
el líquido en desnudez del astro,
vivir en las costas como novia de sus piedras,
las ciudades, las callejuelas, y al viejo pregonero
que ve los gorriones en las palmas
y no siente dudas de que una isla
es fiduciario de recuerdos,
de pianistas que hicieron temblar a los vitrales,
adoquines y tejas,
faroles y guitarra.
Una isla es el teatro donde Bola de Nieve
marcó sus escaladas
y Ernesto Lecuona rozó todas las mulatas.
Alicia Alonso quiso besar los cisnes.
Los caballeros, hidalgos que no son de La Mancha,
se trasladan sin la última marca de jeans
para atravesar el malecón
donde los jóvenes miran al mar
y tiran jazmines,
se besan y el pecado no está en los manjares
o en el mantel con frutos
que a la vista sigue siendo la isla,
y las naranjas y mangos
son un arco de luz,
la mesa, sitio sagrado,
unión donde la familia recrea la verdad,
unión de santos,
muros de pensamientos,
deslealtades,
interrogación sobre qué es Internet?
y qué los suicidios en grupo?
El padre no entiende de satélites,
la madre no piensa en los videos,
ni en la TV por cable,
para ella existe el ajo y la cebolla,
asuntos de primera instancia,
el bolero y el son.
Los hijos son seres musicales,
hombres que en la escalinata de la Universidad
aplauden un concierto de Pablo o de Silvio.

Unidos donde las banderas son una sola,
y la estrella es como la Isla que sigue al centro.


LA ÍNSULA PACTADA

He podido emigrar de mis antojos,
darle a la libertad su rosa blanca
y ser esa gaviota que se arranca
la venda traicionera de los ojos.
No he de pactar ocultos desalojos,
la mente se aprisiona turbulenta
y detrás de la fe el dolor se inventa
un camino de avispas y escorpiones.
(No me queda lugar para ilusiones
y me encuentro al final de la tormenta).

El vuelo es un destino sin derrota,
las plumas no disgustan su letargo
más punza su licor fogoso, amargo,
en el ferviente sueño de ala rota.
Con sus nubes el aire es agua ignota,
nos sirve como elixir de los dioses
que saltan las fronteras, más no oses
en descubrir su copa de tormento,
disgustan su altivez en el lamento
y no quieren vivir humanos roces.

Si libre me obsesiona la abstinencia
de conocer los potros y los ríos
es que oculto dañados desafíos
que sobran de la duda y la demencia.
Trotar tiene su clase, leve urgencia
que desboca a través de los caudales;
disfruto de mi casa los vitrales,
el techo de sorpresa y de conjuro.
(La libertad es campo del futuro
donde deben purgar todos los males).

El odio, la mentira, violaciones,
el robo, el desacato y el engaño,
la doblez, el mutismo, hasta el regaño…
todos deben sufrir las maldiciones.
De Dios han de llegar sobrias unciones
para los seguidores de perfidia,
el hombre hace mutismo en cada lidia;
son tantos los pecados en lo inerte
donde Judas prefiere cada muerte
antes de echar sus ojos a la envidia.

Ser libre es no chocar con las fronteras,
saltar humildemente de los muros,
no esconder nuestras ansias, los apuros
de hacer del Universo mil maneras
donde vivir sin más enredaderas,
ni bejucos secándonos el alma.
El árbol tendrá flores en la calma,
el aire vibrará su grato aviso
y Dios debe brindar el Paraíso
donde la libertad su luz ensalma.

Libre de todo grito, sin querella,
con el mar seduciendo cada ola
en la voz de adulzada caracola
que tiene libres pactos con la estrella.
Mar abierto, sin cruces ni centella,
negando la acechanza y falsedades
donde brotan humildes voluntades.
(Es la insularidad que fuego estalla,
nademos libremente por la playa
hasta juntar en Dios nuestras mitades).


Odalys Leyva Rosabal (Jobabo, Las Tunas, 1969; desde niña radicada en Guáimaro, Camagüey) es poetisa y narradora con numerosos libros publicados; presidenta del Grupo Décima al filo y del comité organizador de sus encuentros nacionales de mujeres decimistas; miembro del Grupo Ala Décima; asesora de la Casa Iberoamericana de la Décima Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé. Cursa una maestría en Desarrollo Cultural. Cuenta entre sus diversos galardones con el Premio Ala Décima 2004 y el Premio Iberoamericano Cucalambé 2008, por su libro Los Césares perdidos. Obtuvo la distinción Dama de Las Hespérides, otorgada por el Ateneo Republicano de igual nombre en Murcia, España, “por su brillante labor en el entendimiento de los pueblos a través de la solidaridad y la difusión de la cultura como bienes inalienables del ser humano”.










miércoles, 4 de febrero de 2015

Palabras por los quince de Ala Décima


Agradecimientos y felicitaciones

Discurso del poeta Pedro Péglez González, presidente del Grupo Ala Décima, en el encuentro por los quince años de la agrupación y premiación del XV concurso nacional Ala Décima. Lunes 2 de febrero del 2015, peña semanal, en la biblioteca Tina Modotti, en Alamar, municipio de La Habana del Este.



Queridos hermanos de la poesía:
Estimados amigos todos:

En tres lustros pasan muchas cosas. Incluso puede que demasiadas, cuando se ha trabajado con vocación de servicio. Pero lo que más nos interesa que se sepa, es que estos quince de Ala Décima son apenas un momento feliz de uno de tantos empeños; que Ala Décima es apenas una más entre la decena de agrupaciones de escritores decimistas que existen en el país —fenómeno no suficientemente visualizado en el panorama de nuestra cultura—; agrupaciones que hoy trabajan articuladamente como un buen movimiento, en defensa de la poesía en estrofas de diez versos, de notable significación para la identidad nacional, y que hoy conforma un complejo artístico-literario de notable envergadura.

Un movimiento que inauguró, sin proponérselo, Renael González Batista, cuando fundó, en otro febrero, el de 1993, el Grupo Espinel-Cucalambé, que nos ha servido y siempre nos servirá como referente desde Puerto Padre, provincia de Las Tunas. De modo que la primera reverencia de Ala Décima es para esa agrupación insigne que sigue siendo presidida por ese poeta insigne.

Y como en tres lustros pasan muchas cosas, y hasta puede que demasiadas, en aras del tiempo y del programa no vamos a decir aquí todo lo que ha hecho Ala Décima antes de cumplir estos quince. Sería imposible decirlo todo y mencionar a todos sus protagonistas. No obstante, no podemos dejar de expresar lo que debemos agradecer, lo que queremos felicitar y de lo que nos debemos disculpar.


AGRADECEMOS:

—Ante todo a ustedes, los que hoy y aquí nos acompañan.

—Al colectivo de trabajadores de esta biblioteca Tina Modotti y a su directora, Dineya Vázquez, por el apoyo de siempre a la Peña, al Grupo y a su concurso. También a los poetas y trovadores amigos de esta Peña que sirve de sede a Ala Décima, y a su programador y conductor, el hermano Carlos Castro.

—A las instituciones que nos respaldan en nuestros empeños y en particular con el auspicio de premios colaterales en el certamen: el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado —al cual estamos adscritos—; el periódico Trabajadores, que celebra desde ya su aniversario 45; el periódico Juventud Rebelde; la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, de Las Tunas; el Proyecto El Guardabosques; y las fraternas agrupaciones Décima al filo, Toda luz y toda mía, y de Escritores Rurales.

—A los creadores de las artes visuales que han apoyado nuestro concurso con la donación de sus obras. A lo largo de los quince, la fotógrafa Tamara Gispert y el pintor Carlos Rafael Vega, ambos miembros de Ala Décima; y los también artistas de la plástica Manuel Fernández Malagón, Alejandro Gispert y Ventura González. Desde el pasado año, el reconocido artífice Kamyl Bullaudy, y en este año, el también destacado creador de la plástica Ángel Silvestre, cuya numerosa donación fue gestionada por el crítico y coleccionista de arte Jorge Rivas, integrante del Grupo Ala Décima.

—Agradecemos a todos los miembros de nuestra agrupación, cuya nómina asciende en este instante a 46, por lo que cada quien haya podido y querido aportar a este empeño donde se cumple exactamente aquello de “por amor al arte”, ya que nuestra agrupación no cuenta con financiamiento alguno. En particular, gracias a la más activa de nuestras filiales, la de San Miguel del Padrón, con tres poetisas lidereadas por Bertha María Gómez, por encabezar los empeños de Ala Décima en la promoción de la vida y obra de nuestro padre espiritual, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, en su territorio natal. Gracias a Roberto Manzano, nuestro profesor de Literatura, por su invariable magisterio y su respaldo práctico.

Agradecemos su apoyo sistemático a los miembros de Ala Décima que conducen sus propias tertulias y peñas en la capital: el dúo Ad Líbitum, integrado por María de las Nieves Morales y Leonel Pérez; Julito Cumberbatch con su Lira y verso; Luisa Oneida Landín con La letra en rosa; Tomasa González, con su Más que palabras.

En otras provincias, agradecemos a los miembros que ejercen funciones de representantes del Grupo en sus territorios, en lo cual se destaca Mariana Pérez en Villa Clara, en cuya acogedora capital provincial dirige el excelente y singular espacio de agrupamiento de obligada referencia para el movimiento decimístico: la tertulia La décima es un árbol, que en septiembre cumplió 7 años. Igualmente se destaca en tales funciones Merari Mangly, en Sancti Spíritus, con la singularidad de que es la única representante de Ala Décima que no es miembro de la agrupación, con la cual ha colaborado desde el año 2006 cumpliendo encomiendas cada vez más significativas. Su colaboración lógicamente se ha articulado mucho más a partir de que Merari lograra en el 2011 la fundación del grupo provincial de decimistas que hoy, bajo su presidencia y con el nombre de Toda luz y toda mía, es una de las agrupaciones más sostenidamente activa y ya se encamina a la celebración de su tercer festival y su cuarto concurso, en el mes de mayo.

Y agradecemos también, entre los miembros efectivos de Ala Décima, a dos de ellos que año tras año, desde el 2002 y el 2006 respectivamente, han asumido importantes funciones en la preparación de las premiaciones de nuestro concurso nacional: Luisa Oneida Landín e Isbel Díaz Torres, este último como diseñador y editor del folleto que muy modestamente imprimimos con el cuaderno ganador del primer premio en cada edición del certamen.



FELICITAMOS:

—A una de nuestros fundadores, María de las Nieves Morales, poetisa con numerosos lauros, por el galardón que recibió en el género de cuento en los Premios del tren 2014, en España. También a Modesto Caballero y Ada Isabel Machín, integrantes de nuestra agrupación que recibieron galardones en el  XVI concurso nacional de poesía Regino Pedroso, y a Mariana Pérez Pérez, que conquistó el Premio de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí. A nuestros hermanos poetas Carlos Esquivel, Juan Carlos García Guridi y Miguel Mariano Piñero, igualmente miembros de Ala Décima, respectivamente ganadores, en el pasado año, del Premio Heredia, el Premio Francisco Riverón y el Premio Iberoamericano Cucalambé, el más importante de la variante escrita de la estrofa, lauro que también alcanzó Herbert Toranzo, a quien del mismo modo enviamos nuestro abrazo. También a otros poetas decimistas que han merecido lauros poéticos en ese lapso: Rolando Ávalos (Premio El Buscón, en España), Elaine Vilar (Premio Loynaz), Alfredo Zaldívar (Premio Milanés), Sergio García Zamora (Premio Raúl Ferrer), Yunior Fernández (Premio Toda luz y toda mía) y Mildre Hernández (Premio Casa de las Américas).

—A los poetas de Velasco, plaza fuerte decimística en la provincia de Holguín, por la reciente aparición de la antología La extraña brevedad, preparada por Agustín Serrano, con poemas en estrofas de diez versos de los autores de ese territorio.

—Al fraterno Grupo Nacional de Escritores Rurales, por su exitoso IV Encuentro, efectuado en diciembre en su sede de la comunidad de San José, municipio de Colombia, provincia de Las Tunas. Esa agrupación, la de más reciente creación, se ha colocado rápidamente en la primera línea de trabajo del movimiento decimístico nacional. Reciba nuestra felicitación con el abrazo a su fundador y presidente, nuestro hermano Miguel Mariano Piñero, Premio Ala Décima 2013, Premio Iberoamericano Cucalambé 2014 y miembro del Grupo Ala Décima.

—Al fraterno Grupo iberoamericano de escritoras Décima al filo, por su exitoso IX Encuentro, celebrado en diciembre en su sede de la camagüeyana ciudad de Guáimaro, con justeza calificada como la capital de la décima escrita por mujeres. Reciba esta agrupación, consolidada y consistente, nuestra felicitación en el abrazo y el beso que enviamos a su fundadora y presidenta, nuestra hermana Odalys Leyva, Premio Ala Décima 2004, Premio Iberoamericano Cucalambé 2008 y miembro del Grupo Ala Décima.

—En ese IX Encuentro Décima al filo se efectuó la premiación del VII concurso de igual nombre, cuyo jurado, integrado por Diusmel Machado, Miguel Mariano Piñero y Merari Mangly, decidió otorgar el Gran Premio, así como el premio que concede Ala Décima en ese certamen, a la joven poetisa Elizabeth Reinosa Aliaga, aquí presente, a quien expresamos nuestros más cariñosos parabienes y los de Odalys.


Y NUESTRAS DISCULPAS:

Rogamos nos perdonen los modestos resultados que han tenido nuestros esfuerzos para dotar materialmente la premiación de este concurso nacional Ala Décima. Tengan la seguridad de que ha sido el saldo de nuestros más amorosos empeños.


Estimados hermanos y amigos:

Esta celebración, como cada año, además de ser la del aniversario de nuestro Grupo Ala Décima, saluda la Feria Internacional del Libro a cuyas puertas ya nos encontramos. En este año evocamos también, con todo cariño, a un poeta que cumplirá en mayo próximo cien años de nacido, y que en vida fue un verdadero hermano de nuestro padre espiritual, el Indio Naborí. A Raúl Ferrer, en este centenario, el abrazo de Ala Décima.


Muchas gracias.