domingo, 26 de abril de 2015

II Evento Sílabas en el tintero


Queda mucha tela por entintar




La necesidad de continuar prestigiando el Premio Cucalambé con altura estética por parte de los escritores, y el apremio de seguir insistiendo con las instituciones correspondientes para restituir a ese certamen la requerida apoyatura material, fueron los principales conceptos trascendidos de los intercambios teóricos en el II evento Sílabas en el tintero, cita especializada en la poesía escrita en estrofas de diez versos y auspiciada por la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, en la ciudad de Las Tunas.

Autores de la provincia sede y de Holguín, Granma, Ciego de Ávila, Camagüey y La Habana, entre ellos una buena parte de los galardonados con el referido lauro, no llegaron sin embargo a unánime opinión en cuanto a si se encuentran estancados o no en la actualidad los niveles cualitativos de la escritura en décimas, lo que puede significar una puerta abierta para próximos análisis en tal sentido.

Este espacio de examen y valoraciones contó, como invaluable respaldo documental, con intervenciones que puntualizaron la ruta crítica de la liza literaria en cuestión, a cargo de Leticia Fernández, especialista de la institución convocante, y el poeta Antonio Gutiérrez, editor de la mayoría de los volúmenes reconocidos en el Premio Cucalambé.

La agenda del evento —de solamente dos días con bien previstas sesiones diurnas, vespertinas y nocturnas— incluyó lecturas poéticas de los invitados en centros estudiantiles y laborales, con cuyos colectivos interactuaron ampliamente. El Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el Centro Cultural Huellas acogieron en sus áreas las tertulias Entre y perdone usted —título de un poemario del Indio Naborí— y Patio de la Poesía, conducidas respectivamente por los escritores María Liliana Celorrio y Carlos Esquivel, y en ellas confraternizaron los bardos visitantes y los aedas de esta ciudad, con una nutrida presencia, entre los últimos, de noveles autores.

La entidad anfitriona reservó las noches para su sede. En la primera, se celebraron los 21 años del Café ConVerso, actividad caracterizadora de la Casa, festejo que transcurrió bajo la conducción del poeta Argel Fernández. La segunda fue de homenajes por los aniversarios cerrados de tres libros merecedores del Premio Cucalambé: los 20 años de El mundo tiene la razón, de Ronel González y José Luis Serrano; los quince de (In)vocación por el paria, de quien escribe estas líneas; y los 10 de Toque de queda, de Carlos Esquivel Guerra.

Esa certidumbre de larga data que posee el certamen —el más importante de la poesía en estrofas de diez versos en toda la región iberoamericana— y la noción de cuánto —por lo mismo— hay que enaltecerlo con la belleza que sepamos sacar del tintero, fueron el broche clave de esta cita, cálido cónclave para la hermandad de los escritores decimistas, sentimiento anunciado desde el plegable del programa con versos del siempre presente, aunque físicamente ausente, Juan Manuel Herrera:

Tengo en la Casa mi casa”,
casa de todos ustedes
sin ventanas ni paredes
sin puertas porque traspasa
las fronteras y te abraza.
No hay murallas, nada adverso.
Canta en ella un universo
de rimas y de latidos.
Mucha salud. ¡Bienvenidos!
Mi casa es Café ConVerso.












martes, 14 de abril de 2015

Nicolás Guillén: La décima entera


De la Glosa de El son entero
al soldado Miguel Paz, pasando
por
la Elegía camagüeyana
 


La Glosa de El son entero, aquella en que le sirve para finalizar las cuatro décimas una redondilla del venezolano Andrés Eloy Blanco -“No sé si me olvidarás,/ni si es amor este miedo:/yo sólo sé que te vas,/yo sólo sé que me quedo”- integra la plenitud a que alude el título de aquel libro publicado en 1947, en la cima de sus sones.

Con el aliento de los españoles Lope de Vega, Calderón de la Barca, Jorge Guillén y Gerardo Diego, del uruguayo Julio Herrera Reissig, de la chilena Violeta Parra, el autor de Motivos de son sobresale entre los muy reconocidos poetas que contribuyen al esplendor y trascendencia de esta forma estrófica, con grandes recursos expresivos.

De manera generalizada se admite que “la espinela se convirtió en la forma predilecta de decimar, sobre todo glosando y desglosando los cuatro versos de una cuarteta en cuatro décimas explicatorias de pie forzado”. Se trata de una estrofa enriquecida en Latinoamérica, temáticamente al menos, por los habitantes de origen peninsular, los indios diversos y los negros, tanto esclavos como libres y cimarrones.

En Como la palma del llano, de Guillermo Cházaro Lagos (1), queda definido, por ejemplo, que la décima sotaventina, hacia el sureste de México, “provino de Cuba, cuando las luchas libertarias de la isla arrojaron a cerca de tres mil cubanos (plantadores, ganaderos, tabacaleros, jornaleros y educadores) por todo el litoral del golfo”.

Citando a otros analistas, afirma que “azúcar, tabaco, décima y danzón fueron el aporte isleño a la conformación final de nuestras querencias y evocaciones líricas y musicales. La décima de hoy, sones como El Zapateado y el Jarabe Loco, tienen desde entonces ese aire guajiro que nos hermana con la Perla del Caribe”.

El autor Héctor Martínez (2) refiere en Sobre la décima y la espinela que esta “cruzó el charco y se implantó en las Américas, por ejemplo en Cuba, Panamá, Puerto Rico, Ecuador, Venezuela, México o Argentina, en recitales de improvisación oral como la principal estrofa popular”.

“En esta línea”, añadía, “son conocidos los payadores argentinos y autores como Nicolás Guillén y Sor Juana Inés de la Cruz”.

Al perseguir la décima en la obra de Guillén uno se encuentra que, luego de la Glosa de El son entero, las más inmediatas en una de sus obras son las tres de la Elegía camagüeyana –su gran síntesis autobiográfica-, en ocasiones entonadas por campesinos de su región natal, sin que en ciertos casos supieran ellos quién pudiera haber sido el autor.

Mas el desconocimiento no evidenciaba ignorancia, sino la popularidad ejemplar de las composiciones: “Clavel de la madrugada,/ el de celeste arrebol,/ ya quema el fuego del sol/ tu gran corola pintada./ Mi bandurria desvelada,/ espejo en que yo me miro,/ desde el humilde retiro/ de la ciudad que despierta,/ al recordar a mi muerta,/ se me rompe en un suspiro. (3)

“Aquí estoy ¡oh tierra mía!/ en tus calles empedradas,/ donde de niño, en bandadas/ con otros niños, corría./ ¡Puñal de melancolía/ este que me va a matar,/ pues si alcancé a regresar,/ me siento, desde que vine,/ como en la sala de un cine,/ viendo mi vida pasar! (4)

“Mi madre está en la ventana/ de mi casa cuando llego;/ ella, que fue llanto y ruego,/ cuando partí una mañana./ De su cabellera cana/ toma ejemplo el algodón,/ y de sus ojos, que son/ ojos de suave paloma,/ latiendo de nuevo, toma/ nueva luz mi corazón.” (5)

Son tres décimas del más alto vuelo, en una ciudad donde este género ha formado parte de lo más íntimo y también de lo festivo.

De tal modo llegan a trascender las espinelas de Guillén, que lo culto se torna popular y lo popular culto. Esta vertiente de su obra, de gran significación política, asume también el compromiso enorme y riesgoso de la lucha de clases, incluidas la alianza y la integración social y racial, como en la XLV de El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés:

El montuno y el obrero/ (digo el campo y la ciudad)/ están en pie de igualdad,/ ni segundo ni primero./ Y si el indio lastimero/ partió con su caracol,/ hijos son de un mismo sol/ y darse deben la mano,/ el nieto del africano/ y el nieto del español. (6)

Su Sátira política (1949-1953) refleja, asimismo, fenómenos de la vida pública nacional con la ironía de rigor, pues en la situación de entonces el llanto y la carcajada iban de la mano: “Investigando con celo/ se ha podido averiguar/ que hay un relajo sin par/ en el Presidio Modelo./ Sin embargo, el desconsuelo/ no cunda ni el pesimismo,/ pues si el colmo es del cinismo/ lo que allá por dentro pasa,/ no es sólo en aquella casa:/ ¡por fuera pasa lo mismo!”. (7)

Con máximo rigor, las décimas de Guillén muestran cómo se puede lograr la mejor obra políticamente comprometida, mediante una simbiosis en la que se funden lo nacional, lo racial y la sensibilidad popular en un arte estéticamente mayor, aun con versos llamados de arte menor.




(1) Guillermo Cházaro Lagos: Como la palma del llano, ed. digital.

(2) Héctor Martínez: Sobre la décima y la espinela, ed. digital.

(3) Nicolás Guillén: Elegía camagüeyana, Obra poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2011, p. 262.

(4) Nicolás Guillén: Ídem, p. 263.

(5) Nicolás Guillén: Ídem, pp. 265-266.

(6) Nicolás Guillén: El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés, Obra poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2011, p. 239.

(7) Nicolás Guillén: Sátira política, Igual (Se refiere a la entonces prisión de Isla de Pinos.), Obra Poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, año 2011, La Habana, pp. 295-296.




Vea la versión original, mediante el siguiente enlace, en el periódico Trabajadores: Guillén: La décima entera
 


ANTERIORES DE ERNESTO MONTERO
SOBRE NICOLÁS GUILLÉN EN NUESTRO SITIO:









miércoles, 8 de abril de 2015

Nicolás Guillén: La décima mayor


La estrofa de diez versos
en el Poeta Nacional
 

Un acercamiento a los orígenes del cultivo de la poesía en décimas por parte de Nicolás Guillén, trayectoria que nos lleva por los andares del poeta en el periodismo, y en su empleo de la sátira como instrumento para la lucha por la justicia social










GUILLÉN: LA DÉCIMA MAYOR
 


Nicolás Guillén conjugó la altura del arte mayor con la modestia del llamado arte menor en una poesía que va desde las audaces complejidades estróficas y métricas de la Elegía a Jesús Menéndez a las, por ejemplo, muy simples de cualquiera de sus cincuenta y una décimas de El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés.

Como ejemplo de estas, sirva la declamada por el poeta al autor de esta crónica, hace varias décadas, en el recibidor del Gran Hotel de Camagüey:

“En la pintura es bonita
nuestra casita criolla,
mas sin fogón y sin olla
es bien fea la casita.” (1)

Se requiere cierta indagación, sin embargo, para determinar la primera que concibió, dónde se publicó y cuál era su temática. Despejada esta incógnita se continuaría investigando sobre la utilización de esta forma estrófica, tanto para los más íntimos y sensibles propósitos como para las satíricas, burlescas y costumbristas que abundan en su obra.

Sobre el asunto, el propio Guillén refiere en Páginas vueltas (Memorias) que al conocerse que había quedado cesante en la alcaldía, “el director de El Camagüeyano, de nombre Walfredo Rodríguez Blanca, me llamó para que trabajara en su diario […] y comencé como corrector de pruebas, hasta llegar a redactor de mesa”.

Con un salario de veinticinco pesos a la semana, añadía a lo anterior “una sección diaria […] con el título de ´Pisto Manchego´, nombre que designa […] cierta comida de la mesa española [y que] consistía en mezclar los temas de la actualidad nacional o municipal con el anuncio de productos de consumo diario”. (2)

Sobre el origen del tópico el Diccionario de la lengua española Espasa-Calpe, en su edición del 2005, define “pisto” como: “Guiso de pimientos, tomates, cebolla, calabacín y otros alimentos picados y revueltos, que se fríen lentamente”. Añade asimismo que también es “Desorden, mezcolanza”. O que “Darse pisto” es colombianismo equivalente a “Darse importancia”. Pisto aparece asociado a revoltijo. Y agrega que “manchego, ga” equivale a: “De la Mancha o relativo a esta comarca de España”, aunque abunda en que “manchego” también aparece en entradas como oriundo de Castilla.

En la sección se publicaron algunas de sus primeras décimas, según refiere el propio poeta en Páginas vueltas, donde transcribe cuatro espinelas (3) dedicadas a los establecimientos y productos anunciados de manera publicitaria, de las cuales se copia la primera:

“El que quiera presumir/ de buen tipo y elegante,/ debe ver que en todo instante/ el triunfo está en el vestir./ Encuentro de más decir,/ porque sabido lo creo,/ que para huir del choteo/ y alcanzar triunfo sonoro/ hay que ir con Barrios, el toro/ de la calle de Maceo”. (4) Tanto en sus Memorias como en Pisto Manchego el autor consigna el 3 de agosto de 1924 como la fecha de publicación.

Es precisamente en este punto donde surge la confusión, porque más adelante Guillén cita las cuatro publicadas bajo el título ¡Oiga, joven!, dedicadas a su amigo el sastre Elesbaán Torres: “Para vencer en amor,/ en negocios y en política,/ sin darle pasto a la crítica,/ vestir bien es lo mejor./ Entre un sabio que sea honor/ del pueblo en que al mundo vino/ y un gomoso lechuguino/ con una percha que arrastre,/ pierde el sabio, si su sastre/ no tiene buen gusto y tino”. (5)

Al final de la cuarta composición solo figura un (1922), forma de fechaje ajena a la de los pistos, que aparecían acreditados a Interino, con el día de la semana y el del mes correspondiente. Pero existen otras dos aclaraciones importantes. La primera es que en 1922 el joven Guillén no trabajaba en El Camagüeyano, y la segunda consiste en que este texto no figura, obviamente, en la recopilación de Pisto Manchego realizada  por el periodista y escritor Manuel Villabella. (6)

Mas, el asunto no debe darse por concluido, pues pudiera existir alguna confusión en el fechaje de estas últimas décimas. Sin embargo, sería más razonable aceptar que, con lo anterior, el poeta quería significar que las citadas fueron las primeras de este corte, por estar dedicadas a quien se reconoce como uno de sus amigos más cercanos en aquella época. Sobre esto, el también poeta camagüeyano Luis Suardíaz (1936-2005) apuntaba datos de interés en un artículo publicado en la página web Puerto Príncipe Cultura, de Camagüey.

No existen dudas, desde luego, de que en la referida sección fueron significativas las décimas de Guillén, quien también incluyó octosílabos con rimas consonantes y asonantes, sonetos, diálogos, escenas teatrales, glosas, epigramas y otras formas literarias y periodísticas, según las conveniencias y las motivaciones que inspiraran el tema del día o, por supuesto, de acuerdo con sus preferencias al abordarlo.

En cuanto a cuál fue la primera, sobre lo que no parece que deban existir dudas, Suardíaz explicaba que luego de abandonar sus estudios de Derecho, Guillén retornó en 1922 a Camagüey, lo atrapó el periodismo (7) y, debido a ello, comenzó a ganarse la vida escribiendo la sección Pisto Manchego de El Camagüeyano.

Mas añadía: […] “al evocar esta etapa, Nicolás afirma que entre 1922 y 1927 no escribió un solo verso. Pero no fue exactamente así”. Su precisión se debe a que en “una hoja suelta cuyo objetivo era divulgar las virtudes profesionales de su amigo, el sastre Elesbaán Torres”, transita “por vez primera, hasta donde sabemos, por el cauce de la décima”.

A continuación citaba la tercera de aquellas: “Es harto frecuente el caso/ de que un Juárez sin mollera/ se pase la vida entera/ sin saber lo que es fracaso./ Le sale bien todo paso/ que dé en pos del porvenir,/ y si no puede decir/ que su inteligencia es fina, alaban su gabardina/ y elogian su casimir”. (8)

En su artículo sostenía que el tono humorístico empleado aquí para promover el trabajo decoroso de un amigo, le sirve a Guillén para iniciarse en la crítica social y distanciarse de los severos sonetos y de las elegías amorosas. “A partir de ese momento”, añadía, “su obra se enriquecerá con la sátira, la ironía, el humor, la malicia, sin que descaezcan o se abandonen los temas capitales de su tiempo”.

Luego de perseguir sus décimas por estos vericuetos, casi comparables con los laberintos de las calles camagüeyanas, se descubre en el poeta una simbiótica relación entre el tono de la elegía, a veces lamento, y la hilaridad muy frecuente en sus décimas, donde yace su veta satírica superior.

Entiéndase, sin embargo, que esto es sin que dejen de converger en ellas, con enorme frecuencia, la risa y el dolor, la burla como arma, el choteo como terapéutica y la espinela como vehículo, cuya expresión más significativa, digamos dual e inicial, se encuentra en aquel suelto promocional sobre el sastre Elesbaán Torres y posteriormente en Pisto Manchego.

Desde el 24 de marzo de 1924 hasta el 30 de agosto de 1925, las crónicas de  esta columna versaban más sobre comentarios de actualidad acerca de anuncios con, a veces, versitos de ocasión, a los cuales el autor les impregnó su propio estilo, atrevido para la época, pero que se ha calificado reiteradamente como muy divertido.

Tal vez debiera reconocerse como lo más meritorio de la sección y de esta parte de la obra trascendente de Guillén que en ella aparece esta manifestación de su arte poético, la que luego llegó a tener enorme significación en sus textos de crítica social y política en la prensa comunista de Cuba e, incluso, en otros diversos países.

La espinela de Guillén esperaba aún, sin embargo, su oportunidad para el ascenso a la condición de arte mayor, como expresión de lo culto y lo popular.





(1) Décima III de El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés, que continúa: “Quien la canta no la habita, / pues si habitarla quisiera, / muy de cerca entonces viera / más de un cuadro doloroso / y así su canto elogioso / un grito de rabia fuera.” Nicolás Guillén, Obra poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2011, pp. 223-224.

(2) Nicolás Guillén: Páginas Vueltas (Memorias), Ediciones Unión (UNEAC), La Habana, 1982, p. 49.

(3) Vicente Espinel (1550-1624): Poeta, novelista y vihuelista español, quien fijó la estructura de las rimas de esta composición como más generalizadamente se conoce (abbaaccddc).

(4) Nicolás Guillén: Ibídem, p. 53-54. Del propio autor, Pisto Manchego, tomo II, ed. Letras Cubanas, La Habana, pp. 15-16.

(5) Nicolás Guillén: Páginas Vueltas (Memorias), Ediciones Unión UNEAC), La Habana, 1982, pp. 55-56.

(6) Manuel Villabella: Periodista, dramaturgo y escritor camagüeyano; compilador y autor del estudio introductorio a los tres tomos de Pisto Manchego, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2013.

(7) Ángel Augier refiere que el 10 de enero de 1923 apareció en Camagüey la revista quincenal Lis, de la cual salieron diez y ocho números. Ver: Cronología, Obra poética, tomo II, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2011, p. 564.

(8) Nicolás Guillén: Ídem 5.





Vea la versión original, mediante el siguiente enlace, en el periódico Trabajadores: Guillén: La décima mayor





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miércoles, 1 de abril de 2015

Mildre Hernández, Premio Casa de las Américas


Una entrevista con ese motivo

El Premio Casa de las Américas en el apartado de Literatura para niños y jóvenes, recientemente merecido por la poetisa Mildre Hernández Barrios con su libro El niño congelado, alegra a todo el movimiento decimístico del país


La belleza se encuentra
en el propio vuelo


La noticia es para dar saltos de alegría, hacer fiestas entre los escritores de Santa Clara y zonas aledañas: otra autora cubana que escribe para los niños ganó en esta edición el Premio Casa de las Américas. Mildre Hernández Barrios, quien ahora se acerca a sus lectores con una original propuesta que reivindica a la infancia gracias a un libro original, comprometido y que, según el jurado, apela a los mejores sentimientos.

El niño congelado es el texto victorioso este año en la modalidad de Literatura Infanto Juvenil (LIJ) y permite a la creadora de Es raro ser niña —su obra más vendida hace dos veranos— ascender un peldaño en el difícil arte de llegar al corazón de la niñez y, por supuesto, de quienes interferimos en el destino de los que saben querer. Locuaz, jocosa, intertextual en sus respuestas originales y muy segura de su hacer, aunque le guste dar una imagen algo alocada, Mildre es una persona muy seria que vive con sus libros y para ellos. El rigor con que asume su oficio la revelan alguien exigente, en búsqueda constante, y que trata de probarse en nuevos caminos expresivos.

Con este diálogo con el cual la interrogo desde sus títulos más destacados, se abre al lector y explica sus motivaciones para este argumento que la revela en plenitud creativa y deseo de vibrar con esa infancia que desafortunadamente muy pocos comprenden.

—Tu obra El niño congelado sobresalió entre 116 concursantes, al decir del jurado, «por su carácter risueño, paródico y desprejuiciado en el que se muestra una cotidianidad que no es tranquilizadora, sino más bien surrealista». ¿Puedes adelantar qué trae este libro? ¿Das un salto hacia otro horizonte en el que no te conocemos?

—Creo que sí, que doy un salto. No es la Mildre de Es raro ser niña, Recetas de cocina de una gallina, e incluso la Mildre de los cuentos «andersianos», por decirlo de algún modo. Es una novela entre la ficción, la aventura, lo detectivesco. Una novela que trata de la sumisión, el miedo, el hombre perfecto (¿hombre del futuro?), que desde niño lo congelan para hacerlo insensible y sumiso. Y aunque el título está unos cuantos grados bajo cero, intento contar la historia sin dramas ni catastrofismo. Ofreciendo un guiño de esperanza. Creo, en mi caso, que es bueno, como autor, ser versátil, pues cada historia te pide un modo distinto de narrar. En algunos autores no funciona, para no perder su público. Yo, simplemente, me arriesgo.

—¿Qué sientes con un premio que te ubica junto a Dora Alonso, Julia Calzadilla, Nersys Felipe, Enid Vian, Teresa Cárdenas, Emilio de Armas y Gumersindo Pacheco?

—Son autores a los que he leído siempre con gusto, y que han aportado obras significativas a la literatura infantil y juvenil cubana. Unirme a ellos, a través de este premio, es muy satisfactorio, pero lo que realmente más admiro de ellos no es el premio en sí, sino el valor de su literatura.

—Como novedad de la Feria, la editorial Capiro te publica Diario de una vaca, que en clave animista denuncia una serie de males de cualquier sociedad moderna, pero, sobre todo, la intolerancia hacia lo diferente. ¿Es de tus historias preferidas?

—Diario de una vaca denuncia cualquier sociedad sometida a la falta de libertad, al consumismo, a la forzada emigración… (a los extremos). Pero preferidas son todas las historias que he escrito.

—Al preguntarte una vez por la infancia me respondiste: «Tendría que volver a la mía para valorar muchas cosas de mi adultez con las que he tenido que convivir. Para muchos es la mejor etapa del ser, para mí la más triste, pues el niño está sometido a los caprichos, miedos, represiones y manipulaciones del adulto. Se menciona constantemente la ingenuidad en la infancia como el rasgo más bello, pero, en mi opinión, no es tan así. El niño no es muy ingenuo, lo que es muy indefenso y eso lo hace parecer ingenuo». ¿Será este uno de los leit motiv de tu obra? ¿El hacer que todos entiendan a esa infancia a veces incomprendida?

—Sí, pienso que la infancia está sometida por los adultos. Estos mandan, deciden, idean la sociedad en la que vive el niño, para bien o para mal. Yo, como creadora, intento decir que la relación niño-adulto no es Dominante y Recesivo (como en la genética), sino un mutualismo.

—¿Es raro ser niña?

—Es raro ser adulto.

—¿Fuiste Una niña estadísticamente feliz?

—Los niños más tristes o los más felices siempre se las ingenian para sumar, restar, multiplicar y obtener un resultado equivalente a la felicidad. Claro, yo nunca fui buena en matemáticas.

—He visto en tus poemas y cuentos una recurrencia a la figura del Patico Feo. ¿Qué te acerca y qué te aleja del célebre personaje de Andersen?
 
—No sé hablarte del dolor
sin escuchar su graznido.
Siempre me inventé algún nido
donde cupiese el amor.
Mi plumaje fue el temor
en lo más falso del cielo.
Y nunca tuve el anhelo
de ocultarme en la tibieza.
Porque a veces la belleza
se encuentra en el propio vuelo.

—En tu libro En el otro espejo te acercas al epigrama, casi de una manera filosófica y adulta. ¿Fue esa una obra circunstancial o te propones volver a ese estilo?

—¡Ay, Enrique…! ¡Ya no sé lo que me propongo!

—¿Recibiste alguna vez Cartas Celestes? ¿Tienes las Cartas en un buzón enamorado?

—No sé si fueron tan celestes… casi siempre había tormenta y el cielo estuvo muchas veces oscuro… Pero ya ha cambiado el clima y mi buzón está lleno.

—¿Es el tuyo un Corazón verde tatuado?

—Ya no sé si es verde. Ya no sé si está tatuado… y lo peor, ya no sé si es mío…

—¿Te has sentido alguna vez como La novia de Cuasimodo?

—En todo el poemario lo he sido. En mi vida lo he intentado ser.

—¿Te alimentas a partir de las Recetas de cocina de una gallina?

—Yo diría que como a partir de toda mi obra.

—¿Crees que la buena poesía puede Despertar el viento?

—¡La buena poesía, hijo, despierta cualquier pecho muerto!

—¿Acaso pueden los Cuentos dormir a un elefante?

—No sé a un elefante. Pero a mí me han dormido muchas veces.

—¿Es el universo de los niños siempre tan moldeable como Un mundo de plastilina?

—El de los niños sí, pero debemos tener mucho cuidado con el molde que utilicemos.

—¿Has recibido muchas Noticias de brujas?

—He tenido muchas brujas a mi alrededor, pero las noticias siempre han sido favorables. Como digo en mi libro: «hay brujas malas y brujas buenas. Depende de cómo se miren».

—Si consiguiera escribir, ¿qué te dirían las Memorias de un sombrero?

—Que una cabeza mejor… ¡es posible!



Versión original en El Tintero, de Juventud Rebelde: La belleza se encuentra en el propio vuelo



EN NUESTROS ARCHIVOS:

Mildre Hernández Barrios (Jabibonico, Sancti Spiritus, 1972, actualmente radicada en Santa Clara). Entre sus libros publicados están: Cuentos para dormir a un elefante (Premio Pinos Nuevos, 1999; Ed. Gente Nueva, 2000); Noticias de brujas (Premio Abril de poesía para niños, 2002; Ed. Abril, 2004); Cartas celestes (Premio Abril de poesía para jóvenes, 2002 y La Rosa Blanca, 2004; Ed. Abril, 2004); Cartas de un buzón enamorado (Premio Abril de poesía para niños, 2005; Ed. Abril, 2008); El mundo de plastilina (Premio Regino Boti de literatura para niños, 2006; Ed. El Mar y la Montaña, 2007); Es raro ser niña (novela, Ed. Cauce, 2008).

De ella y para el lector infantil puede ver en nuestro sitio sus cartas de amor entre un rinoceronte y una tojosa y la simpática correspondencia entre un ratón y una ratona. Entre sus numerosos galardones, cuenta con el Premio Hermanos Loynaz 2009.