Queda mucha tela por entintar
Convocado
por la Casa
Iberoamericana de la Décima Juan Crístóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé,
con sede en Las
Tunas, capital
iberoamericana de la décima, se efectuó del 22 al 24 de abril la segunda
edición del evento Sílabas en el tintero
La
necesidad de continuar prestigiando el Premio
Cucalambé con altura estética por parte de
los escritores, y el apremio de seguir insistiendo con las instituciones
correspondientes para restituir a ese certamen la requerida apoyatura material,
fueron los principales conceptos trascendidos de los intercambios teóricos en
el II
evento Sílabas en el tintero, cita especializada en la poesía escrita en
estrofas de diez versos y auspiciada por la Casa
Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, en la ciudad de Las
Tunas.
Autores
de la provincia sede y de Holguín, Granma, Ciego de Ávila, Camagüey y La
Habana, entre ellos una buena parte de los galardonados con el referido lauro,
no llegaron sin embargo a unánime opinión en cuanto a si se encuentran
estancados o no en la actualidad los niveles cualitativos de la escritura en
décimas, lo que puede significar una puerta abierta para próximos análisis en
tal sentido.
Este
espacio de examen y valoraciones contó, como invaluable respaldo documental,
con intervenciones que puntualizaron la ruta crítica de la liza literaria en
cuestión, a cargo de Leticia
Fernández, especialista de la institución convocante, y el poeta Antonio
Gutiérrez, editor de la mayoría de los volúmenes reconocidos en el Premio
Cucalambé.
La
agenda del evento —de solamente dos días con bien previstas sesiones diurnas,
vespertinas y nocturnas— incluyó lecturas poéticas de los invitados en centros
estudiantiles y laborales, con cuyos colectivos interactuaron ampliamente. El
Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el Centro
Cultural Huellas acogieron en sus áreas las tertulias Entre y perdone usted —título de un poemario del Indio
Naborí— y Patio
de la Poesía, conducidas respectivamente por los escritores María
Liliana Celorrio y Carlos
Esquivel, y en
ellas confraternizaron los bardos visitantes y los aedas de esta ciudad, con
una nutrida presencia, entre los últimos, de noveles autores.
La
entidad anfitriona reservó las noches para su sede. En la primera, se
celebraron los 21 años del Café ConVerso, actividad caracterizadora de la Casa,
festejo que transcurrió bajo la conducción del poeta Argel Fernández. La segunda fue de homenajes
por los aniversarios cerrados de tres libros merecedores del Premio
Cucalambé: los
20 años de El
mundo tiene la razón,
de Ronel
González y José
Luis Serrano;
los quince de (In)vocación por el paria, de quien escribe estas líneas;
y los 10 de Toque de queda, de Carlos
Esquivel Guerra.
Esa
certidumbre de larga data que posee el certamen —el más importante de la poesía
en estrofas de diez versos en toda la región iberoamericana— y la noción de
cuánto —por lo mismo— hay que enaltecerlo con la belleza que sepamos sacar del
tintero, fueron el broche clave de esta cita, cálido cónclave para la hermandad
de los escritores decimistas, sentimiento anunciado desde el plegable del
programa con versos del siempre presente, aunque físicamente ausente, Juan
Manuel Herrera:
“Tengo
en la Casa mi casa”,
casa de todos ustedes
sin ventanas ni paredes
sin puertas porque traspasa
las fronteras y te abraza.
No hay murallas, nada adverso.
Canta en ella un universo
de rimas y de latidos.
Mucha salud. ¡Bienvenidos!
Mi casa es Café ConVerso.
casa de todos ustedes
sin ventanas ni paredes
sin puertas porque traspasa
las fronteras y te abraza.
No hay murallas, nada adverso.
Canta en ella un universo
de rimas y de latidos.
Mucha salud. ¡Bienvenidos!
Mi casa es Café ConVerso.
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