domingo, 26 de abril de 2015

II Evento Sílabas en el tintero


Queda mucha tela por entintar




La necesidad de continuar prestigiando el Premio Cucalambé con altura estética por parte de los escritores, y el apremio de seguir insistiendo con las instituciones correspondientes para restituir a ese certamen la requerida apoyatura material, fueron los principales conceptos trascendidos de los intercambios teóricos en el II evento Sílabas en el tintero, cita especializada en la poesía escrita en estrofas de diez versos y auspiciada por la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, en la ciudad de Las Tunas.

Autores de la provincia sede y de Holguín, Granma, Ciego de Ávila, Camagüey y La Habana, entre ellos una buena parte de los galardonados con el referido lauro, no llegaron sin embargo a unánime opinión en cuanto a si se encuentran estancados o no en la actualidad los niveles cualitativos de la escritura en décimas, lo que puede significar una puerta abierta para próximos análisis en tal sentido.

Este espacio de examen y valoraciones contó, como invaluable respaldo documental, con intervenciones que puntualizaron la ruta crítica de la liza literaria en cuestión, a cargo de Leticia Fernández, especialista de la institución convocante, y el poeta Antonio Gutiérrez, editor de la mayoría de los volúmenes reconocidos en el Premio Cucalambé.

La agenda del evento —de solamente dos días con bien previstas sesiones diurnas, vespertinas y nocturnas— incluyó lecturas poéticas de los invitados en centros estudiantiles y laborales, con cuyos colectivos interactuaron ampliamente. El Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y el Centro Cultural Huellas acogieron en sus áreas las tertulias Entre y perdone usted —título de un poemario del Indio Naborí— y Patio de la Poesía, conducidas respectivamente por los escritores María Liliana Celorrio y Carlos Esquivel, y en ellas confraternizaron los bardos visitantes y los aedas de esta ciudad, con una nutrida presencia, entre los últimos, de noveles autores.

La entidad anfitriona reservó las noches para su sede. En la primera, se celebraron los 21 años del Café ConVerso, actividad caracterizadora de la Casa, festejo que transcurrió bajo la conducción del poeta Argel Fernández. La segunda fue de homenajes por los aniversarios cerrados de tres libros merecedores del Premio Cucalambé: los 20 años de El mundo tiene la razón, de Ronel González y José Luis Serrano; los quince de (In)vocación por el paria, de quien escribe estas líneas; y los 10 de Toque de queda, de Carlos Esquivel Guerra.

Esa certidumbre de larga data que posee el certamen —el más importante de la poesía en estrofas de diez versos en toda la región iberoamericana— y la noción de cuánto —por lo mismo— hay que enaltecerlo con la belleza que sepamos sacar del tintero, fueron el broche clave de esta cita, cálido cónclave para la hermandad de los escritores decimistas, sentimiento anunciado desde el plegable del programa con versos del siempre presente, aunque físicamente ausente, Juan Manuel Herrera:

Tengo en la Casa mi casa”,
casa de todos ustedes
sin ventanas ni paredes
sin puertas porque traspasa
las fronteras y te abraza.
No hay murallas, nada adverso.
Canta en ella un universo
de rimas y de latidos.
Mucha salud. ¡Bienvenidos!
Mi casa es Café ConVerso.












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