jueves, 10 de julio de 2014

Toda luz en serenata


Del libro soñado al periodismo


 
El espirituano Grupo Toda luz y toda mía llevó la décima a la ventana de una conocida periodista de Centrovisión Yayabo, a propósito de su cumpleaños. Nos reporta la poetisa Merari Mangly Carrillo, presidenta de esa agrupación y representante del Grupo Ala Décima en Sancti Spíritus. Fotos de su autoría


Al recuerdo de la serenata como tradición, en este medio siglo de fundadas nuestras villas de la Santísima Trinidad y del Espíritu Santo, Toda luz y toda mía, diferente cada vez; obsequió un segundo momento de este sorpresivo y casi olvidado encuentro.

A raíz del cumpleaños el 9 de junio de Yenis Fleites, conocida periodista de Centrovisión Yayabo, llegamos a su casa al filo de la medianoche. El cerrado balcón de purísimo blanco fue el primero en despertar tras el susurro de la guitarra y el tres, cómplices de la voz del poeta repentista Abel Amador, quien presentó nuestra intención tras cerrar la primera estrofa con la redondilla: Toda luz y toda mía / reconoce tu trabajo, / y te ha hecho este agasajo / por tu onomástico día.


Continuó la improvisación con la segunda décima, y al cerrar con Tú sabes rendirle honor / a los cultos ideales, / y en espacios culturales / de la tele te agigantas, / porque tú eres la que plantas / las noticias principales… balcones vecinos comenzaron a regalar sus luces, abiertas sus puertas, tras la curiosidad que les despertó también la sorpresa de ser testigos de una serenata en aquel edificio multifamiliar en Olivos I de la ciudad yayabera.

El poeta continuó Pero si no se despierta / con la música distante, / yo creo que este cantante / le va a tocar a la puerta. / Con una sonrisa abierta / ya Yenis se levantó… Justo tras este verso, pudimos ver las pequeñísimas manos de Yenis al abrir su persiana, salir a nuestro encuentro; ver como su natural sonrisa le achinó el rostro e iluminó la luz.


Sin apagar su sonrisa, aunque interrumpimos su necesitado sueño por las intensas y consecutivas horas que le dedica a su trabajo, nos invitó a entrar a casa. En el reparto citadino, memoramos las serenatas, canturías y velorios que siglos atrás protagonizaban las zonas rurales. Inevitable rendir tributo a la membresía de honor de Toda luz…, sobre todo, a aquellos que vivieron bien por dentro estos momentos que están a punto de dejar de ser tradición.


Por este motivo y por el de conocer la sensibilidad de esta laboriosa mujer, le obsequiamos el libro Sombras y otras décimas, de José Ramón Mariscal Grandales, el Solitario del Llano, Ediciones Luminaria 1996. Compartimos luego un café y el diálogo resultó apropiado en su deguste. A intervalos, las tenues notas sostenidas por las cuerdas, dieron continuidad al madrugador encuentro. Inevitable preguntarle a nuestra anfitriona cómo llegó al periodismo. Yenis se balanceó despacio en el sillón. Muy segura y, con responsable acento nos hizo saber que, tras graduarse en Filología por la Universidad Martha Abreu de Las Villas…

quise editar libros, pero no en Sancti Spíritus. La impronta de los escritores en Santa Clara era muy fuerte y siempre me gustó ser editora de libros, pero cuando me gradué, la ubicación que tuve fue aquí. Casi llego a ser profesora de la universidad, pero apenas comenzaba el telecentro y aún no estaban todas las plazas, cambié la ubicación. Allí hice mis dos años de adiestramiento y al principio me costó mucho trabajo adaptarme, no trataba el tema de la cultura y había cosas que me resultaban muy distantes. También fue bueno porque aprendí… desde la zafra, hasta saber de una producción tabacalera, trabajar con niños. De hecho, desde esa etapa, tengo un proyecto que ya tiene diez años, un noticiero pioneril con niños. Nada fue por gusto, las cosas en la vida vienen y es para bien.

Inequívoca, mira directo a los ojos al hablar y los suyos denotan transparencia, sinceridad y, sobre todo, humildad.

Ser periodista me abrió las puertas hacia otras cosas que me gustaba hacer, que era la realización, dirigir documentales, hacer programas culturales, hacer guiones (que está mucho más cercano a la filología).

Hace una pausa y nos asegura, sobre la Filología, que es una de las carreras más hermosas que alguien pueda estudiar porque te abre el conocimiento al mundo de la creación artística, te da herramientas para llegar a otros mundos, como puede ser el audiovisual. La Filología es una carrera muy completa. Creo que, en lo esencial, te enseña a dominar la lengua materna, a escribir con libertad, sin miedo a cometer errores; y eso también es muy importante en el periodismo. Lamentablemente, a veces uno llega al periodismo y no tiene el conocimiento de otras áreas del saber, pero la filología te da ese horizonte a saber buscar en los libros, a saber dónde está la información. Al estudiar Filología, no te obligan a leer, los profesores te enseñan a que sea una necesidad. La persona que lee tiene un mundo diferente. Puede pasar sola la vida entera sin que la soledad se convierta en una carga, puede estar acompañada siempre, porque los libros son compañía. Puede tener muchos amigos, que son los escritores.
Yenis Fleites es muy profesional. Tanto es así, que resulta ser una excelente comunicadora. No nos queda espacio posible para ahondar con preguntas a fin de conocer aspectos elementales alrededor de su vida profesional. Sabe justamente qué nos gustaría saber, sobre lo que nos gustaría que opinara. Pienso que imaginó que quienes estábamos dialogando con ella en la sala de su casa, fuimos, por un momento, un solo periodista, un colega suyo, y entonces supo lo que deseábamos saber:

He tenido la oportunidad de conversar con importantes escritores y cuando los he entrevistado he tenido la certeza de que los conocía desde siempre. Recuerdo que leí a Antón Arrufat antes de imaginar conocerlo y recuerdo perfectamente el día que lo conocí y lo entrevisté por primera vez. Me miró, porque descubrió que había leído sus libros. Hay lecturas que son imprescindibles para cualquier ser humano. Hay otras que llegan por placer, otras, por la necesidad de tener que entrevistar a una persona. Quizás muchos de los escritores de Sancti Spíritus no sepan que he leído y estudiado sus libros, casi minuciosamente, porque no me gusta escribir un guion, entrevistar a una persona y que sienta que su libro no fue leído; porque además, los escritores se dan cuenta cuando las preguntas son vacías.

Hicimos durante mucho tiempo un programa que a los escritores les fascinaba, Gente de palabra. Fue un programa que llegó cuando los escritores apenas tenían voz, cuando publicar era muy difícil, y en ese momento llegó al escenario cultural. Hoy, para suerte de los escritores, va a salir al aire de nuevo, con aires renovados, nueva presentación, nuevas secciones; porque es ya el programa que sale de la experiencia de haberlo hecho durante cinco años. Lo estamos diseñando de manera que pueda ser visto en la provincia, pero que pueda ser transmitido en otros lugares, pues las nuevas tecnologías nos lo permiten. Será difundir la literatura del centro de la isla que quizás otros lugares del mundo no conocen.

Y por supuesto, Yenis Fleites, quien siempre ha estado cerca del mundo de la literatura en general, tiene su opinión sobre la necesidad de legitimar la décima escrita en particular. Los decimistas, dentro de la literatura, se han llevado la peor parte. El término decimista, en determinados contextos, se convirtió en un término peyorativo, y pienso que en los espacios desde donde se legitima la cultura tienen una deuda muy grande con la décima. Pero pienso que esa deuda viene desde la manera en que se organiza y promueve la cultura. Por ejemplo, existen eventos donde se entrega un premio en poesía y otro en décima, como si ella no fuera poesía. A veces quienes cantan la décima no son reconocidos como poetas; pero esas décimas también se escriben. Yo he leído a excelentes poetas y a veces han dicho: “yo soy poeta y también escribo décimas”. Pienso que es un tema que viene desde un aprendizaje cultural. Recuerdo que una vez le preguntaron a un escritor que por qué consideraba que la décima estaba posicionada en tan mal lugar en el contexto de las letras cubanas y dijo que la culpa la tenía Palmas y Cañas. No creo que sea así, pero buscar la culpa no es motivo, no debe ser preocupante, lo más preocupante debe ser buscar espacios desde donde la décima pueda tener relevancia y entonces evitar que se sigan reproduciendo esos conceptos que separan la poesía de la décima. Hay que recordar que Martí escribió décimas, importantes escritores cubanos lo han hecho. Habría que hacer un análisis lingüístico desde nuestros grandes poetas y sobre las esencias de sus décimas, sobre las construcciones dentro de esos propios poemas; hacer análisis poético. Creo que la crítica también está en deuda con la décima. Muchas veces vemos análisis desde la narratología, desde la poesía, pero muy pocas veces encontramos estudios referidos a la décima en particular, y me parece que la crítica también pudiera ser una vía de ubicarla en el lugar que merece. Hoy, desde muchísimos espacios en Cuba se promueve, pero siento que se está promoviendo más el verso oral improvisado que la décima escrita; y en las publicaciones impresas aparecen mucho más otros géneros. La décima, como construcción estrófica, a veces logra ser mucho más cercana a un lector promedio que otras composiciones poéticas y muchos géneros. Es, digamos también, un asunto sociocultural, por su sonoridad está más cerca a espacios de corte campesino, y estos están mucho más distantes de los lugares de donde se promueve los que muchos llaman la “alta cultura”, entonces, en ese sentido, la décima tiene que recorrer un camino mayor.

Yenis vuelve a sonreír y mira agradecida al poeta improvisador y a los músicos. Ellos, de pie, miran a esta mujer que hace poesía con su trabajo, quien escribe versos con su voz precisa, la rima con imágenes bien buscadas, los acentos poéticos entre acertados planos para regalarle al televidente, cada vez, su mejor poema.

A esta periodista de las noticias culturales la he encontrado al salir del telecentro tarde en la noche. La he visto cubrir con cámara eventos culturales en horas de la tarde y, a la mañana siguiente, salir al aire su reportaje. Entre sus documentales, entrevistas, guiones y otras variantes del periodismo televisivo; la imagino al llegar a casa con sus recuerdos prendidos de la carita de un niño a quien recién le editó imagen y voz; o con el sonido de la aguja de una artesana que borda sus pupilas. La puedo imaginar, tras el placer que siente al entregarse al trabajo; en mezcla con el dolor, tal vez, de no haberle quedado minutos a su día para leer un libro.

Amigos, artistas y familiares siempre agradecerán la sorpresa de una serenata. Nos pide a versos que la sigamos teniendo en cuenta alguna que otra noche. Toda luz y toda mía, diferente cada vez seguirá al cuidado de la décima, también junto a la serenata, nuestra estrofa. Apunta que seguiremos conociendo gente, gente que podrá conocerla mejor.



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miércoles, 9 de julio de 2014

Cucalambé siempre


En Pinar, tributo al bardo tunero

Nos reporta el querido hermano poeta Lorenzo Suárez Crespo, desde la pinareña Casa de la Décima Celestino García, el homenaje de ese espacio a Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, en el aniversario 185 de su nacimiento

El joven poeta de El Jíbaro, Adriel Ceballos Delgado. Foto cortesía del autor.


CUCALAMBÉ SIEMPRE



¿Sabes por qué estoy aquí,
Juan Nápoles y Fajardo?
porque nunca olvido al bardo
de quien tanto yo aprendí.
Vas junto con Naborí,
dos grandes de esta nación
y hoy que el tributo es razón,
cantor de historia y paisaje,
te rendimos homenaje
los poetas del Ranchón.


Después que las cuerdas y voces de Fulgor Campesino dejaran en el ambiente su tema de apertura en el guateque sabatino, el joven poeta de El Jíbaro, Adriel Ceballos Delgado, improvisó estos versos para abrir las cortinas, no solo a la música campesina y el verso improvisado, sino a una noche de homenaje al más popular de los decimeros cubanos, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé.

A tres días del 185 aniversario del natalicio del Cantor del Cornito, no podía haber motivo mayor para evocarlo en las cuerdas y en las voces de sus más auténticos seguidores, los amantes de la estrofa mágica, esa joya versal que utilizara el tunero para describir fauna y flora y no solo dejar el testimonio bucólico de su impronta existencial, sino un mensaje patriótico de amor por la libertad en sus cantos indianos, aquellos en los que se traduce el binomio emancipación-criollismo.

Los niños del taller de repentismo evocaron en sus diálogos al poeta que declaró sus íntimas pasiones a la amada Rufina mientras que en las danzas hubo muestras de los ritmos criollos de nuestras tradiciones.

En el momento literario se dieron a conocer los nuevos textos recibidos desde el Frente de Afirmación Hispanista e México:

-Cervantes en América, de Antonio Rey Hazas, Premio Vasconcelos 2013.
-Revista Hispano-Americana Norte No. 497-498, Enero-Abril 2014.
-Monólogo de Lázaro. Libro de poesía de Daniel Guitiérrez Pedreiro.

Precisamente en esta revista aparecen el diálogo (Mano a Mano) de Jesús Orta Ruiz y Waldo Leyva Portal, así como otros textos investigativos que continúan ofreciendo luz a los orígenes de la décima y sus artífices desde Juan de Mal Lara hasta Espinel, polémica de páginas abiertas tan sorprendentes como curiosas.

El espacio de las tonadas no solo reveló el variado abanico que permanece abierto a la viajera peninsular, sino que encuentra especial atracción en un público que gusta disfrutarla en sus más variados matices.

El amplio Ranchón no solo vibró entre cuerdas y versos, también los acostumbrados ritmos de la música movieron a los bailadores.

El río Guamá, legendaria cinta acuática que pasa por cinco puentes de la ciudad con el silencio del tiempo en sus ondas, sintió una vez más el impulso vocal de los poetas en una evocación a los padres fundadores, legado y permanencia bajo el hálito divino de la espiritualidad.

Del Centro de Documentación donde atesoramos todos los referentes posibles de la Viajera Peninsular queremos ofrecer una selección de obras de poetas nacionales y de otros países que evocan en sus obras al Cucalambé.



Miguel Ángel Abdala (Naní)
-Bahía Honda, 1913

No hay poeta que no cante,
Juan Cristóbal, a tu gloria,
pues basta que en su memoria
cada cantor te levante.
Nunca estarás tan distante
a lo largo del caimán,
tus versos siempre estarán
en labios de los poetas,
en los libros y libretas
que nunca se borrarán.



Santos Hernández Hernández
-Camaguey, 1914

Tienes quizás en la esquina
que da tu medida exacta
alguna copia del acta
matrimonial de Rufina.
Tu cadencia determina
la búsqueda de un porqué
desde que el guateque fue
perfilando tus contornos
con literarios adornos
que te dio El Cucalambé.



Raúl Ferrer
-Yaguajay, Sancti Spíritus, 1915

Cucalambé decimante,
decir de grande, cimero;
sobre el décimo sombrero
decimado de diamante.
El decimiel que te cante
tendrá que endecimecerte
con decimicuba fuerte
donde el punto se adecime
por la décima sublime
que decimonta tu muerte



Francisco Riverón Hernández
-Cuba, 1917-1975

¡Oh, Victoria de Las Tunas!
Vengo de quererte a ratos,
Aún hay polvo en mis zapatos
De tus veredas montunas.
Te pregunté por las lunas
Que campo arriba y a pie,
Vieron al Cucalambé,
Hermano de surco y monte
Con su criollo sinsonte
De tabaco y de café.



Rigoberto Rizo
-Madruga, Habana, 1917

Yo también soy campesino
como era El Cucalambé,
amo el tabaco, el café,
la Patria y el gallo fino.
Después del trabajo afino
el laúd entre mis manos
y canto puntos cubanos
recostado al taburete
mientras que en el caballete
el viento arrulla los guanos.



Carlos Urra
-San Diego de Núñez, 1920-2014

Vengo del bardo tunero,
vengo del Cucalambé,
vengo de caña y café
con el verso por lucero.
El rocío mañanero
moja el insomnio que aplaco,
vengo del campo y destaco
entre valle, monte y loma
el cubanísimo aroma
con el que canto al tabaco



Jesús Orta Ruiz
-Guanabacoa, 1922

Viajera peninsular,
cómo te has aplatanado,
¿qué sinsonte enamorado
te dio cita en el palmar?
Dejaste viña y pomar
soñando caña y café
y tu alma española fue
canción de arado y guataca
cuando al vaivén de la hamaca
te diste al Cucalambé.



Francisco Henríquez
-Unión de Reyes, Matanzas, 1928.

Gracias a El Cucalambé,
que la cultivó entre caña,
la vieja estrofa de España
hoy sigue viva y de pie.
Aprendió a tomar café
en el jarro de una güira;
endulzó su nueva lira
con jarabe de guarapo,
y ya no viste de harapo
ni le asusta ser guajira.



Basilio Echevarría (El Negro)
-Pinar del Río, 1929

La décima está en la flor,
en el panal de la abeja,
en el amor que se aleja
y nos produce dolor.
Está en el beso de amor
que a mi novia le robé,
en la caña, en el café,
está en el fruto maduro
y en el pensamiento puro
que tuvo el Cucalambé.



Gobier Cruz Villalonga
-Matanzas, 1933

Cómo ha cambiado la vieja
zona del Cucalambé,
cuánto se palpa y se ve
ya libre de extraña reja.
El Cornito se despeja
en un cantar que no acaba,
verdea la cañabrava
y el sol, de rojo cerquillo,
despierta en el amarillo
fragante de la guayaba.



Manuel Mejía Sánchez-Cambronero
-Daimiel (Ciudad Real), España, 1937

Para mí el Cucalambé
que antes me sonaba a chino,
hoy me ha abierto su camino
y por él ando con fe.
El recorrido hago a pie
mientras me voy recreando,
de un lado al otro mirando
y cada vez más me gusta
me apunto a esta causa justa
mientras me tomo un café.



Justo Miranda Alfonso.
-Viñales, 1938

Un día siete de enero
en la dimensión acuaria
se enlutó la funeraria
con un nombre tan cimero.
De Benito el Viñalero
sabe la historia por qué
igual que el Cucalambé,
burlando sombra y capuz
en su carroza de luz
por la elíptica se fue.



José Lorenzo Delgado
-Punta de Palma, P. Río, 1939

Oliendo a flor de campana
vi el Cucalambé aguerrido
en el texto reducido
de una décima cubana.
Lo miro en la palma cana
con un mensaje de fe
y es que yo me imaginé
que en la tarde campesina
conversando con Guarina
estaba el Cucalambé.



Mª Jesús Lozano Cáceres
-Islas Canarias, 1942

Hallé la sonora estrella
dentro de una caracola
y la luz de una farola
me dejó profunda huella.
Quisiera mostrar aquella
mujer que sin cortapisa
se vuelve una pitonisa;
y entre guanos y café
honrando al Cucalambé
aquí hay una poetisa.



Celino Alfonso
-San Cristóbal, 1942

No le quedó una riqueza
en el fondo del tintero
donde el maestro tunero
no mostrara su belleza.
Quiso la naturaleza
un solo Cucalambé,
porque Cuba siempre fue
el caimán de Las Antillas
que tiene tres maravillas:
caña, tabaco y café.



Lorenzo Suárez Crespo
-Bahía Honda, 1943

Denme, musas, el mensaje,
el contrapunto que entraña
cafeto, tabaco y caña
del bucólico paisaje.
Del habano, su linaje
en el sabor cotidiano,
el tres, la guitarra en mano
junto al laúd que heredé,
ecos del Cucalambé,
malara y punto cubano.



Eduardo Sarabia Vázquez
-Viñales, 1944

En Las Tunas yo admiré
del bardo su casa en ruina
y una virama, Rufina,
en el alma me llevé.
Es tu hombre quien la ve
en memoria enamorada,
tu silueta reencarnada
anida en parcela fiel,
espejo que, todo miel,
se reparte en la mirada.



Juan Careaga Masón
-Pinar del Río, 1948

Su décima campesina
es como la Rosa Blanca
que vive en la mano franca
de la América Latina.
Se teje por la colina
entre flores del café
y para seguir su fe
en tardes de primavera
en Laúd y Guayabera
le canto al Cucalambé



Caridad Rodríguez Fleitas
-Candelaria, 1957

Quiero decirte, Enriquito,
cuando la puerta me abras
en un mundo de palabras
que ya todo tiene escrito.
Voy a ir hasta El Cornito
en la memoria que guardo
porque me pongo que ardo
sufriendo con mis aquejos
para buscar los consejos
de Juan Nápoles Fajardo.



Félix López Machín, El Minerito
-Minas de Matahambre, 1958

El Cucalambé no ha muerto,
vive en el pueblo cubano
y afina el laúd temprano
con la mano del concierto.
Por este camino abierto
anda con la poesía
y para alegrar el día
de otro guateque en su tierra
con Valiente y Pedro Guerra
se encuentra en la canturía.



Nicolás García Flores.
-México.

Hablar del Cucalambé
es hablar de canturía,
de auténtica cubanía
con el sabor del café,
porque Juan Cristóbal fue
de los modernos juglares
que le llevó en sus cantares
a la gente campesina
la natural medicina
para aliviar los pesares.



Ramón Espino Valdés
El Leoncito de Las Tunas
-Cuba/México.

Cucalambé, con las velas
que han enmascarado el mito,
quiero alumbrar “El Cornito”
junto a un pastel de espinelas.
Tus amorosas estelas
reviven a Rocinante.
Se crece una voz gigante,
en corazones hispanos,
porque reclutaste hermanos
como “El Caballero Andante”.



Juan Montano Caro
-Mantua, 1952

Es la décima una flor
hermosa, tierna y querida
que se reparte en la vida
del buen improvisador.
El Cucalambé, folclor
que nace en la serranía
y a la manigua quería,
verso y paisaje dan fe,
por eso el Cucalambé
es canto de cubanía.



Andrés Gustavo García
-San Juan y Martínez, 1952

Obrar por la trascendencia
vasta del Cucalambé
es como ampliar más la fe
en la cultura y la ciencia.
Por sobrarle la sapiencia
se hizo más luz, más grafito
y yo ahora necesito
en estos alrededores
diez ramilletes de flores
para el cantor del Cornito.



Benedicta Narda Rodríguez Díaz
-Artemisa, P. Río, 1956

Mi décima es la viajera
de San Antonio a Maisí
por el Indio Naborí
vestida de guayabera.
Mi décima es mensajera
porque reparte la fe
y entre el sorbo de café
se alza mi verso en un mito
por visitar el Cornito,
cuna del Cucalambé.



Raúl Sera Adrián
-Bahía Honda, 1963

Más esclavo, más, lo sé,
Si debe repetir todo
Lo que ya cantó a su modo
Ayer el Cucalambé.
Naborí, que ya se fue
Lo llenó de su emoción
Y a mí me dio una razón,
La dimensión del poeta
Para sentirme el profeta
Del último barracón.



Oniesis Gil
-E. de Herradura, P. Río, 1982

Pintado en varias facetas
el rostro suyo se ve,
creo que es el Cucalambé,
el Santo de los poetas.
Entre el tiempo y las libretas
nace su imaginación
y está oloroso el salón
como si de forma clara
Rufina le perfumara
el rostro a la exposición.



Leandro Camargo Pérez
-Los Palacios, 1987

La exposición de Kamyl
detrás, delante ha quedado
y ahora yo tengo a mi lado
al poeta Oniesis Gil.
Vale una imagen por mil
por la hondura que se ve,
una moneda en la que
hay historias escondidas
y unas velas derretidas
para San Cucalambé.




DEL AUTOR DE ESTA RESEÑA:
Lorenzo Suárez Crespo (Bahía Honda, Pinar del Río, 1943) Emblemática figura de la poesía en décimas en la provincia. Licenciado en Literatura y Español. Cuenta con una amplia trayectoria de trabajo cultural que le valió en 1999 el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, numerosos premios literarios y varios libros publicados, entre los cuales tiene un peso considerable la poesía para niños. De su decimario inédito La brújula del viajero puede ver mediante este enlace el poema ¿Por quién doblan las campanas?, de su decimario La brújula del viajero. También en nuestros archivos, su comentario sobre el decimario Con mi guitarra de invierno, de la doctora Lourdes de la Caridad Gutiérrez Álvarez, publicado por la Editorial Loynaz. Es un destacado colaborador de este sitio, al que mantiene informado sobre las actividades de la pinareña Casa de la Décima Celestino García; entre ellas, las tributadas a los fallecidos José Miguel Mederos y Polo Montañez.


SUS MÁS RECIENTES COLABORACIONES:


SOBRE ESCRITORES DECIMISTAS DE ESTA PROVINCIA:
PINAR DEL RÍO






viernes, 4 de julio de 2014

La décima es un árbol de junio


Tributo a Pablo Murga Sánchez

Nos reporta desde Santa Clara la poetisa e investigadora Mariana Pérez Pérez, fundadora y conductora de la tertulia La décima es un árbol y representante del Grupo Ala Décima en su provincia


Ilusión de navegante
(Pablo Murga Sánchez
in memoriam)

Por fin La décima es un árbol ha salido de la crisis por la que atravesó en 2013 —¡ese numerito 13!, y, por favor, no me consideren supersticiosa—. Este mes de junio, el día 20, se volvió a realizar el homenaje a un repentista fallecido, como ha sido tradición en la tertulia, y que no se pudo hacer en el susodicho 2013.

Escogimos, para esta ocasión, a Pablo Murga Sánchez por tres razones: primera, Pablo fue un excelente poeta “aficionado” de Matanzas, que perteneció a una familia prestigiosa en la improvisación y la música campesina; segunda, su hija Rebeca reside en Santa Clara y es nuestra compañera en las letras, además de amiga; tercera, La décima es un árbol no se nutre de provincianismos estrechos, para nosotros cualquier poeta que se exprese en español con la estrofa de diez versos es susceptible de recibir homenajes.

Estas tertulias de junio, en memoria de repentistas, constituyen una fiesta de música e improvisación. Esta vez nos dimos el ¡gran lujo! de contar con el Trío Sedacero y Ernestina Trimiño —todos integrantes del Quinteto Criollo, que en 2013 fuera nominado al Grammy Latino—, además de los improvisadores Rafael Águila y Felipe Albernas, y la tonadista Sheila, con una voz tan bella como la de su abuela Ernestina. La presencia de Adriel Pérez Espinosa, un pequeño de ocho años, llegado desde la tierra natal de Chanito Isidrón, que interpreta décimas (aún no improvisa) con la disposición de un gran artista, fue un acontecimiento que emocionó a los presentes.

En la apertura, el escritor Lorenzo Lunar Cardedo expresó algunas palabras acerca de su desaparecido suegro y, al instante, se sumó Jorge Luis Mederos Betancor, Veleta, quien leyó su poema «Glosando una décima de Pablo Murga Sánchez».

Después de mi saludo y presentación de los invitados, la primera actuación del niño Adriel, con acompañamiento de Sedacero, para cantar a Cuba y sus bellezas naturales, arrancó un gran aplauso. Rafael Águila, antes de improvisar, comenzó cantando la décima «Réquiem por Pablo», escrita por Lorenzo Lunar y Rebeca Murga:

Te vas adonde la lira
copia el canto del sinsonte,
partes a un claro del monte
con tu tonada guajira.
Te vas, un ángel te inspira
a que le prestes tu voz.
Marchas. Repentino adiós
que entraña ese compromiso.
Te han concedido permiso
para ir a cantarle a Dios.

A continuación el trío interpretó, con el altísimo arte que lo caracteriza, nuestro «Zapateo cubano», y el Especialista Jesús Llorens León presentó una pieza italiana nombrada «Grupo de música»; increíblemente, fue Lorenzo el improvisador de la décima (escrita y leída) a la «Pieza del mes». Y después de escuchar la voz melodiosa de Ernestina Trimiño, brindamos con té y vino.

Rebeca Murga Vicens comentó anécdotas de su relación con su padre y leyó su crónica «Matanzas: mapa poético de peñas y canturías». Justo con su última palabra, se alzó Águila, inspirado, y comenzó a improvisar; le siguió Felipe Albernas Sáez, quien también fue amigo de Pablo y cantó algunas veces con él. Con ese pie, el laudista Arteaga me hizo señas, antes de que yo leyera décimas de la familia Murga, e improvisó una que consiguió la risa del público:

Creo que al suegro de Lorenzo,
a quien también conocí,
fue una gran persona, y
como repentista, inmenso.
Águila, con gesto intenso,
lo dijo al conglomerado
y, además, cantó inspirado
con su voz de primavera
porque Rebeca le diera
un beso bien apretado.

Yo leí de Pablo Murga (Matanzas, 1930) sus décimas «Mi vejez sin ataduras» (1) y de Fernando, Murguita (Matanzas, 1966) las tituladas «A mi hijo Mario, nacido en Islas Canarias» (2), para concluir con las del Pablo Murga Sánchez, como tributo a esa familia de poetas. Luego se presentó muy brevemente el Catálogo rimado Nº 80, y así nos acercábamos al final.

Ya Rebeca le había pedido a Ernestina y a los músicos que interpretaran «Madrigal», canción que le recuerda a su padre, y fue complacida, con lo cual nos deleitamos todos. Luego sucedió que yo estaba llamando a los repentistas y, como estos se «hacían de rogar», se paró Adriel y comenzó a cantar, desenfadadamente, como el gran artista que es ya. Hacia el final, con su frescura juvenil, Sheila hizo una demostración de bellas tonadas cubanas que, lamentablemente, muchos poetas no se han aprendido todavía. Y como Rafael Águila estaba alegre y es un poeta intrépido, saltó de su asiento para improvisar y demostrar que él sí conoce las tonadas.

Debemos suponer que así terminó (la grabación en el MP3), porque algunas personas no querían irse y se quedaron «remoloneando», bebiendo más vino o té, conversando… y tuve que decirles que ya la tertulia había finalizado y que era necesario desalojar la salita para que la artista de por la noche pudiera ensayar. Definitivamente, la mala suerte del año 13 fue conjurada… y olvidada.


Mariana Enriqueta Pérez Pérez
Santa Clara, 30 de junio, 2014 



NOTAS:

1.- Pablo Murga: «Mi vejez sin ataduras», p. 39, en Fernando García García, comp., La brevedad de lo eterno: la décima en Matanzas 1797-2008, Ediciones Matanzas, 2008.

2.- Fernando Murga: «A mi hijo Mario, nacido en Islas Canarias», pp 70-71, en Fernando García García, comp., Op. Cit.




Matanzas: mapa poético
de peñas y canturías

Por Rebeca Murga Vicens
(Décimas y versos de Pablo Murga Sánchez)

(Publicado en el 2003, en el programa de la XXXVI Jornada Cucalambeana)


Mi padre y yo hemos aprendido a disfrutar cada momento que pasamos juntos. Aún cuando no son muchos, no todos los que pudieran haber sido si un día una mujer hermosa hubiera dejado sin hacer sus maletas, procuramos vivirlos a plenitud. Entonces empieza el juego: él finge creer que son suyos mis amigos  y yo le compro un cigarro; él esconde mi cana cuando me peina y yo le enseño a caminar sin bastón. Sus problemas no tienen importancia y los míos siempre serán poca cosa. Más tarde, hipando nuestras penas en un vasito plástico de un bar de séptima categoría, le recuerdo que nos queremos mientras le hago ver que es adorable su última conquista.

Ante esas coincidencias que hacen exclamar al prójimo las cosas que no debiera, mi padre y yo, tomados de la mano como dos viejos amigos, nos limitamos a reírnos en el más cómplice de los silencios.

Y es que los dos vivimos una segunda oportunidad.

Mi padre es poeta. Él improvisa y yo lo reto con la alegría aún fresca de mi infancia, de algún pie forzado con el que invento un diapasón quimérico para su mente. Y ahí está, con el verso preparado para la controversia que obliga al tira – tira; glosat de picat tropical que acaba por convencer a mi padre de acudir al verso robado en buena lid.

Pero la huella que el acto de fabricar décimas le ha dejado no todos la pueden entender. Por ejemplo, la razón que ahora nos une fue también la que un día partió en dos la senda:

La herida que fabriqué
con un bisturí de amor
fue el único colador
que me ha colado el café.
Mira si tanto la amé
y mira cuánto la amo
que tú sabes si derramo
aquello que ya no viene
ahora que este amor no tiene
de la vida ni un reclamo.

Sólo en eso pienso cuando pide, sin la mínima muestra de cansancio en sus ojos, partir a la canturía. Yo, que a cambio de unas cuartillas he dejado que el día descanse sobre mí sus frustraciones, descubro que no tengo alternativas.

¿Dónde será esta vez? Repaso el almanaque con la ayuda de los dedos y descubro, prodigiosa capacidad de distracción heredada de mi padre, que es el primer domingo de otro mes. Tomasita Quiala está de fiesta.

Guateque sin bailadores. A la entrada están los carros, orientados en masculino desorden. Nunca somos los primeros; mi padre asegura que es mejor recibir el saludo de quien ya ha calentado el brazo de su guitarra en busca de escalas con que cubrir al poeta que traduce su arte en el modo fácil de conseguirlo, ante el descuido del antirrepentismo más ingenuo. O la sorpresa del poeta, amigo, abridor que ya lanza su redondilla, cansado de esperar. Es por eso que nos ha tocado parquear donde el sol aún calienta, pero no nos preocupamos porque, cuando todo haya acabado, la noche habrá sido benévola con nuestros asientos.

El lugar no es amplio y tal vez por eso la alegría se propaga rápido. Los poetas se reúnen en torno a los bancos y allá vamos. Roberto Castell nos ha descubierto y avisa con una seña a Quiko, quien de pronto nos convierte en sujeto lírico de los últimos versos de su décima para darnos la bienvenida en una auténtica baliza del dístico - resumen.

Los Basconselos, tres y guitarra en mano, anuncian que ya es la hora de distribuir las parejas. Advertencias, chistes, cambios de última hora en los que unos respiran aliviados y otros afinan su garganta. Mi padre, gallo fino detrás de Juan Delgado desde hace unas semanas, vuelve a quedarse sin cresta. “No importa, otra vez será” -me dice con los mismos ojos que persiguen la otra vuelta de ron.

“Hoy la fiesta la abren los profesionales -explica Caraballo mientras acomoda el laúd a su barriga y el tabaco a sus palabras- esos son de los buenos”. El asunto me inquieta una vez más. Me dispongo a ripostar, sólo necesito inventarme cuatro versos a modo de contraataque, pero empiezan los acordes y aún me pierdo en el campo de la estructura.

Desde mi segundo plano insisto en cuestionarme: Los he escuchado a todos, a veces presos de una rima mal aprehendida. He visto a los profesionales, con la mirada consagrada a una idea fija: la prosperidad de su canto. Pero, ¿la condición de ser profesionales los exime de violar el octosílabo alguna que otra vez, o dejar en el camino alguna nota disonante que les haga marcharse más pronto de lo habitual? He visto también a los aficionados: lectores impacientes, cantores del día y de la noche, la pluma en la mano y el verbo en el corazón. ¿Serán estas razones suficientes para huir de la ocasión que proclama la madurez?

Terminan los poetas. Caraballo sonríe satisfecho. Mi padre, mago de mis pensamientos, me increpa: ¿es que también te afiliarás al juego tonto de los bandos donde nadie es el enemigo? Tiene razón, como siempre, mi padre. Demasiado tiempo han pasado los poetas reduciendo su espacio a las clasificaciones.

Y se cumple el tiempo de diez versos durante unas rondas. Manolito García, Pedro Ramos, Tuto… Luis Paz, Noel Jiménez… Gobiel Cruz… son muchos los nombres y dominantes las voces que se cantan las deudas al ritmo campesino. Voces que se aferran al arraigo popular de un molde estrófico adoptado por la tonada matancera.

La gente aplaude. Conversa. Es feliz. Mi padre se asombra cuando Yoslay García le recuerda la última ocasión en que cantaron juntos: “Sí, en la peña Zamora, era tarde y comenzó a llover justo en el momento en que cantábamos. Yo me preocupé, pues pensé que la gente se iba a ir. ¿Cómo decía aquella décima, te acuerdas?”  Entonces mi padre, que no pierde ocasión para la rima, comienza a cantar para nosotros:

Llueve en la zona campera
cambia de aspecto el paisaje
un trueno envía el mensaje
que inicia la primavera.
El pozo a la lluvia espera
en su redonda ventana
ansioso porque mañana
si el agua sube en lo hondo
se divorcia con el fondo
el cubo de la roldana.

Aplausos en el grupo. Fingimos creer que esa fue la décima que en aquella ocasión cantara. Pero todos sabemos que él olvida sus poemas tan pronto deja de hacerlos suyos; es la esencia del repentismo y eso lo salva de mis reproches. Esta vez, amparado en las leyes de la improvisación, ha creado otros. Caraballo, como un hermano mayor, le abraza. Mi padre cuenta que aquel sábado fue uno de sus días de suerte, con el olor del mar tan cerca, la noche, la casa de Zamora con las rosas en el jardín y el tres de Pita allá en el fondo, donde el portal pierde sus límites entre dos sillones de teca. El tres de Pita, fusión de las seis cuerdas para acompañar a Lázaro Godoy y Ramón Alonso, mortales en busca del hallazgo del verso compartido.

Quedo pensando en la suerte mientras ellos se preparan para cazar una botella de ron que les permita un rato de sosiego. La suerte de ver cómo se muere la voz de una tía que canta el madrigal como los ángeles, sola entre el agua caliente del esposo y los parches al pantalón de los nietos.

Regresan, hablando de otra peña que sugiere compañía. Monguín Santana ha invitado a mi padre a la Reconstructora, un lugar matizado por el claxon de los carros rotos, la venta de pescado al tiempo y las colas para coger un coche que lleve a un sitio menos polémico. Ahí estarán Rafael García y Ernesto Ramírez, que tal vez sean pareja para la controversia. Y el laúd de Caraballo, en defensa de un espacio que, como hoy, le roban los Basconselos.

Caraballo no escapa a las comparaciones. En franca lucha con un tabaco que amenaza con apagarse nos habla de Triunvirato: “es el escenario en el que más poetas le han cantado al amor de una mujer”.  Luego apela a su tonada preferida, tonada de Carvajal, para otros “la española”; aunque, si de elegir un sobrenombre se trata, él se hubiera conformado con el cambio de cinco letras que confirmen su autoría. Y canta:

He visto al anochecer
por un mágico temblor
sellar un beso de amor
los labios de una mujer.

Nos asombra a todos, pues Caraballo no es hombre de admitir nostalgias. Con él llega la fiesta a la canturía, lejos de epopeyas que recuerden la historia de riñas por una mujer que ya limita la marcha rítmica de sus caderas. Entonces empina su trago y lanza el reto a Pablo Murga Rodríguez, para que su tonada se mezcle también en esa tierra con las ansias del que vuelve porque Murguita, viajero a Tenerife, aún domina el panorama con el beso del laúd.

Pero Pablo prefiere cantar en Los Molinos, en la peña Chanchito Pereira, junto a Emiliano Sardiñas. “Es el tipo de poeta que hace subir la parada hasta donde ni uno mismo se imagina, porque si te equivocas no te lo perdona”. Y hablan casi a coro de la trilogía que junto a ellos completa Arturo Cruz, contrarios sin espacio para rellenos semánticos y muletillas, balacera que sólo acierta tregua en la zona de desenlace. Yo aprovecho para terminar el ron del vaso de mi padre, que se humedece una y otra vez sin esperanza para el club de abstemios, que siempre alguno queda en estos lares.

Lázaro Zamora y Orestes Díaz pactan su tema para la ocasión. Ya los había escuchado antes, en la peña que Pedrito Morán dirige en Mocha. Recuerdo que llegamos cuando Israel “afilaba” el laúd y así lo hizo saber en su saludo:

Está que corta el laúd

Caraballo tragó en seco, mi padre detuvo su conversación de bienvenida para esperar el remate y yo me aseguré de estar a buen resguardo. ¿Con qué lo iría a rimar ahora? Por primera vez comprendí que apreciar al tiempo como un reloj de arena no era un simple lugar común. Pero quiso la suerte que una cuerda fallara y todo quedó entonces en el plano del dejar para después. Mi padre se retiró camino a la arboleda, tal vez allí la cosa se pusiera buena en breve y podría, junto al laúd de Israel, cantarle al poeta rondeño algunas rimas diversas.

En Mocha también está Carmona, con su peña dominical habituada al lenguaje metafórico, que encuentra sus cauces entre interludios musicales y el plante del poeta. Cuentan que Ángel Rodríguez,  juglar en su día de suerte, hizo gala del repentismo puro al cantarle a lo divino.

Me atrae comparar la travesía de los temas de la décima inicial a la que ya termina. Ningún tema es bueno o viejo para ellos: la familia, la vida, la muerte, la historia o el amor adquieren el tono desafiante para cantar a porfía sus inspiraciones. Eso es lo que ocurre en la peña de Germán, cuando el barrio de Versalles se detiene ante la puerta de su casa y disfruta la controversia entre los poetas Sergio Cabrera y René González. O en Limonar, cuando la casa Naborí recuerda abrir su espacio al punto guajiro.

Termina otra ronda y presiento que ya va siendo todo. La sempiterna controversia entre poetas aficionados y profesionales se mantiene, pero Caraballo estira sus piernas y sale a caminar. Arturo Cruz y Sergio Mederos hablan de la peña de ayer, conversación de la que sólo pueden ser testigos los poetas profesionales. En el Hotel Canimao, construido en las afueras de una ciudad reclamante de atención. A la par del canto se escuchó hablar de puentes o bisagras y de codos sintáctico–anafóricos. No lamenté mi ausencia, aunque quizás sea el cansancio o la saturación del tema.

Comienza la despedida. Las botellas de ron, que he ido colocando en fila india, amenazan con romper los recuerdos de una noche junto a mi padre. Una noche repleta de historias. Historias de campos y poesía, y de hombres que hacen de sus casas una fiesta popular. Tan distinto a desahogar nuestras penas en un vasito plástico de un bar de séptima categoría.

Caraballo intenta arrancar el motor, pero se resiste ante mis ojos que le piden la clemencia de dos minutos. Se aleja, jugando con un perro que semeja un pie de amigo junto a un horcón. Matanzas es esta noche una ciudad piadosa, tanto como lo permiten los versos de mi padre:

Mi ilusión de navegante
quiso pescar una estrella
pasó la noche tras ella
y se le acercó bastante.
Soltó la pita gigante
de la mirada a pescar
y cuando pudo atrapar
la estrella que yo quería
llegó el anzuelo del día
y se la llevó del mar.




Canturía:
Algunas décimas
de Pablo Murga Sanchez


Soy

Comprendo que no soy nada,
yo soy un hombre sencillo
al que golpea el martillo
de la rima improvisada.
Soy una décima atada
por diez cordeles sin luz,
un anticuado arcabuz
falto de pólvora nueva,
cual peregrino que lleva
a rastro su propia cruz.


Guajiro

Guajiro yo, que atrapé
con lazos de principiante
bostezos de luz brillante
en la boca del quinqué.
Guajiro yo que velé
la gallina ponedora.
Guajiro yo que a la hora
que el pantano hace burbujas
partí todas las agujas
de una araña tejedora.

Guajiro yo que el destino
me hizo dejar sin retrasos
el tatuaje de mis pasos
sobre la piel del camino.
Guajiro yo que me inclino
ante el surco paridor.
Que he visto sobre el temblor
de cualquier rama del monte
como destapa el sinsonte
el cofre del cundiamor.


Glosando a Martí

Yo voy con mi niña hermosa
Le dijo la madre buena.
No te manches en la arena
Los zapaticos de rosa.

José Martí


Cuando espuma y caracol
son huéspedes en la orilla;
madre, muchacha y sombrilla
toman un baño de sol.
El canto de un verderol
vibra en la playa arenosa,
corre la pequeña diosa
a columpiarse en el mar,
La madre exclama, Pilar,
yo voy con mi niña hermosa.

Como motas de algodón
posadas en el oleaje,
las dos emprenden un viaje
en líquida embarcación.
Las velas de la ilusión
se izan en la mar serena,
y luego en la azul escena
donde el sol desgrana el oro,
¡Pilar, tú eres mi tesoro!
le dijo la madre buena.

El baño llega al final
y antes de buscar la enagua
corre por su cuerpo el agua
como arroyos de cristal.
La madre en el litoral
le dice a la niña buena:
para que vayas sin penas
y regresen tus destellos,
las trenzas de tus cabellos
no te manches en la arena.

Abandonan el lugar,
corren sobre la floresta,
van de prisa y van de fiesta
de regreso hacia el hogar.
En su carrera, Pilar
semeja una mariposa.
Y para la niña hermosa
no existen tramas ni escalas,
como si tuvieran alas
sus zapaticos de rosa.


Luna

Cuando emerges, llena y fría
al fondo de la arboleda,
pareces una moneda
saliendo de la alcancía.
¡Qué blancor en tierra umbría
desgrana tu recorrido!
¡Cómo congelas el nido
de falsa y triste bufanda
si un enamorado anda
con el corazón partido!


Niñez

Tuve un canuto por tete
que endulzó mi dentadura.
Mi sueño fue una montura.
Mi delirio ser jinete.
Hallé mi mejor juguete
en un recodo del trillo,
coloqué sobre un tobillo
la espuela larga de un gallo
y monté el verde caballo
de un gajo de mamoncillo.

De niño tuve un abrigo
que tanto me lo ponía
que realmente parecía
había nacido conmigo.
Me acompañó cual amigo
protector del frío fiero,
y halló la muerte primero
que yo, mi abrigo de estambre
en los colmillos de alambre
de la cerca del lindero.





Réquiem por Pablo

Por Lorenzo Lunar y Rebeca Murga


Te vas adonde la lira
copia el canto del sinsonte,
partes a un claro del monte
con tu tonada guajira.
Te vas, un ángel te inspira
a que le prestes tu voz.
Marchas. Repentino adiós
que entraña ese compromiso.
Te han concedido permiso
para ir a cantarle a Dios.




Glosando una décima
de Pablo Murga Sánchez

Jorge Luis Mederos, Veleta


Mi ilusión de navegante
(transgresor, faro, inconstancia)
puso, no sé qué distancia
en la piel de Rocinante.
Tuvo la mejor amante
en cada puerto. Y con ella
en cada puerto la huella
promisoria de lo eterno.
Y cuando llegó el invierno
quiso pescar una estrella.
Pasó la noche tras ella,
pasó el invierno… y la vida
pasó. La amante suicida
en cada puerto se estrella.
Era una ilusión: botella
al mar. Pero lo distante
fue la más hermosa amante
que nunca tuve. Mi fe
la defendió, no se fue,
y se le acercó bastante.
Soltó la pita gigante
de un sueño, soltó la muerte,
soltó el anzuelo a la suerte
propicia del debutante.
Pero la vida, distante
cual puta de lupanar
puso el sueño en su lugar,
en su lugar la agonía
y puso la lejanía
de la mirada a pescar.
Y cuando pudo atrapar
apenas un espejismo
ya casi daba lo mismo:
no tuve ilusión que dar.
Sin puerto donde atracar.
Sin otoño ni estadía.
Sin luz, sin avemaría.
Sin amor, patria ni suelo:
¿para qué arrancar del cielo
la estrella que más quería?
Llegó el anzuelo del día
de cuyo nombre no quiero
acordarme. Y llegó el fiero
contraluz de mi osadía.
Supe que no la quería.
Supe que para pescar
hace falta naufragar
para salvarse los dos.
Entonces la entregué a Dios
y se la llevó del mar.





DE LA AUTORA DEL REPORTAJE:
Muestras de la obra poética de Mariana Enriqueta Pérez Pérez, pueden verse mediante los siguientes enlaces con el blog Odiseo en el Erebo y la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por ella aparecen en nuestra sección Decimacontexto: Polizón en la aljaba de Eros, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. Las albas rumorosas, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel Feijóo. La décima cubana durante las guerras de independencia: los poetas de la guerra, interesante aporte sobre ese período. La décima escrita en Villa Clara, sobre la poesía concebida en estrofas de diez versos en esa provincia. Entre los reconocimientos merecidos por su obra en versos, está en el 2013 la mención que recibió en el concurso Oscar Hurtado


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