lunes, 19 de noviembre de 2007






La décima cubana
durante las guerras
de independencia:
Los poetas de la guerra


En la imagen: Guajiros,
de Eduardo Abela. Óleo sobre tela.



Por Mariana E. Pérez Pérez
(Charla en la tertulia “La décima es un árbol”,
Santa Clara, 26 de octubre del 2007)

El mes pasado habíamos prometido hablar en la tertulia acerca de los orígenes de la décima llamada “espinela” y comentar acerca de los poetas que emplearon esa estrofa durante el siglo XVII en España. Sin embargo, he decidido, por encontrarnos en un mes con tantas efemérides importantes, entre ellas la Jornada por la Cultura Cubana, comentar acerca de los decimistas patriotas cubanos, de quienes expresó Martí: “Su literatura no estaba en lo que escribían sino en lo que hacían. Rimaban mal a veces, pero solo pedantes y bribones se lo echarían en cara: porque morían bien”.

Como todos sabemos, en 1893 fue publicada en Nueva York la antología Los poetas de la guerra: colección de versos a la independencia de Cuba, con un prólogo de José Martí. De ese libro hemos extraído las décimas, para que nuestra tertulia rinda homenaje a esos hombres, y una mujer, –dos de ellos villaclareños– que junto al machete llevaban la pluma, y que por las noches cantaban décimas patrióticas y de amor.

En el citado prólogo, José Martí relata cómo surgió la idea de publicar la poesía que crearon los insurrectos durante la Guerra de los Diez Años y dice: “De copia en copia han venido guardándose, o en la memoria agradecida, los versos de la guerra”. Habla también de los periódicos que se publicaron y de cómo hubo hasta certámenes poéticos. Con su palabra inflamada va enumerando anécdotas, mencionando las virtudes de los poetas y ensalzando la gloria de los cubanos; dice de cómo la poesía curaba a los enfermos y heridos, o “animaba al ejército hambriento y desnudo”. Con pocas palabras, casi con un solo adjetivo, califica a cada poeta, por ejemplo: “el más puro, La Rúa”, o “el más original, Ramón Roa”.

Dentro de esta colección aparecen las décimas:

  • “Mi corazón”, de Miguel Gerónimo Gutiérrez, dedicadas a José Joaquín Palma.
  • “Las décimas del arroyo: a un arroyuelo de Guáimaro; décimas improvisadas”, por “El Hijo del Damují” (Antonio Hurtado del Valle), José Joaquín Palma y Miguel Gerónimo Gutiérrez.
  • “Vida mía”, de Ramón Roa Gari.
  • “El combate de Báguanos”, de Fernando Figueredo.
  • “Glosa popular” (anónima).
  • “Glosa de campamento: Al Ejército Libertador de Cuba” (anónima).
  • “A Cuba”, de Sofía Estévez.

Dentro de ellas, unas de las más hermosas, por su sentimiento y calidad del contenido –ya sabemos que en la forma no eran perfectas– son las de Ramón Roa y las de Miguel Gerónimo Gutiérrez. Nos detendremos primeramente en ellos por haber nacido en nuestra región.

En el prólogo de Martí se expresa: “De Las Villas sabe mucho Néstor Carbonell, y él cuenta el porte noble de Miguel Gerónimo y su verso doloroso”.

Miguel Gerónimo Gutiérrez (Santa Clara, 15-6-1822 – Sancti Spíritus 20-4-1871). Se educó en el plantel de los Padres de San Francisco de Asís, en su ciudad natal. Muy joven aún dio sus primeras colaboraciones a Eco de Villaclara. Trabajó como procurador público. Colaboró en casi todas las publicaciones de la ciudad (La Alborada, La Guirnalda literaria, El Progreso, El Guateque, El Central, El Alba y La Época). Animó, en diversas ocasiones, tertulias político-literarias. Se destacó por sus actividades políticas clandestinas. Presidió la Junta Revolucionaria de Las Villas. Fue miembro de la Asamblea Constituyente de Guáimaro y Vicepresidente de la Cámara de Diputados de la República en Armas. Autor y coautor de piezas teatrales. También realizó traducciones literarias.

En la introducción a su poema en décimas “Mi corazón”, dedicado a José J. Palma, Néstor Castillo lo caracteriza:

“La amistad fue una de las más nobles pasiones de la guerra en Cuba, y suavizó con delicadeza exquisita muchas de sus amargas horas; entre los amigos tradicionales de la guerra, hubo pocos tan unidos, por la mansedumbre natural del carácter, la finura y serenidad del espíritu, y sus aficiones comunes en letras y poesía, como Miguel Gerónimo Gutiérrez y José Joaquín Palma”.

José Joaquín Palma, por su parte, dedicó un romance a su amigo –“Al poeta Miguel G. Gutiérrez”– cuyos versos finales expresan:

Y allá donde el sol desmaya
busco en tu desgracia misma
un consuelo a mi desgracia,
pues yo no sé qué amuleto,
qué secretas concordancias
van uniendo los destinos
de Bayamo y Villa Clara.

Ramón Roa Gari (Cifuentes, 22-9-1844 – La Habana, 7-1-1912). A temprana edad su familia se trasladó a Sagua la Grande. Estudió en Matanzas, donde, alrededor de 1856, comenzó a conspirar –junto a Antonio Guiteras y Font, y otros– contra el poder colonial español. Asilado político en E.U. Coronel en la guerra de República Dominicana contra España (1863-65). Fundador (con Cirilo Villaverde, Juan C. Zenea y Juan Manuel Macías) de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico (N. Y. 1865). Secretario privado de Domingo Faustino Sarmiento, Presidente de Argentina. Tte. Coronel mambí durante la Guerra de los Diez Años; ayudante secretario del Mayor Gral. Ignacio Agramonte, del Gral. Julio Sanguily y del Gral. Máximo Gómez; Secretario de Relaciones Exteriores y Hacienda (1877) del Gobierno de la República de Cuba en Armas. A principios de la guerra de 1895 fue deportado. En los primeros años de la República le otorgaron cargos [que se rehusó desempeñar], entre ellos Segundo Jefe del Archivo Nacional (1907-1910) y miembro de número de la Academia de Historia de Cuba.

Colaboró en diversas publicaciones periódicas de La Habana con diferentes seudónimos. Publicó varios libros, entre ellos: Convenio del Zanjón; A pie y descalzo de Trinidad a Cuba; Ignacio Agramonte y Loynaz; Con la pluma y el machete / comp., pról. y notas de Raúl Roa (1950); Pluma y machete (1969). En su biografía pasiva figura el libro de su nieto Raúl Roa Aventuras, venturas y desventuras de un mambí (1968), quien expresa:

“Ramón Roa fue un mambí de pluma y machete. Nació rico, peleó por la independencia de Cuba y murió pobre. Era un hombre del 68.

Guardo de mi abuelo un extraño recuerdo. Un viejo membrudo, de estatura imponente, cabellera fúlgida, perilla vibrante, corazón de seda y gesto bravío. En los ojos, entre irónicas lucecillas, el mar, su cielo y su abismo. Y en la boca tierna y desdeñosa, un panal circuido de avispas, esa misma lengua afilada y suelta que me legó de puño y letra”.

Por su carácter de décimas improvisadas que exaltan la naturaleza cubana, con un sentido romántico del dolor personal, merecen ser recordadas “Las décimas del arroyo”. De ellas expresa Serafín Sánchez: “Nunca se recitan solas, sino como se compusieron, una sobre la otra, las tres décimas de aquellos inseparables amigos, ligados por una viva simpatía, escribieron un día, allá por los tiempos de la Constitución de la República, a la margen misma del histórico arroyo de Guáimaro”.

A UN ARROYUELO EN GUÁIMARO (Décimas improvisadas)

ANTONIO HURTADO DEL VALLE "El Hijo del Damují" (1)

Melancólico y sombrío
hoy he perdido la calma
vivo teniendo en el alma
recuerdos del pueblo mío.
Quiero oír tu murmurío
bajo el azulado cielo:
si puedes darme consuelo,
ya que tan dulce murmuras,
llévate en tus ondas puras
mis tristezas, arroyuelo.

JOSÉ JOAQUÍN PALMA (2)

La paz, el gozo, el afán
que al espíritu sostienen,
¡Ay! Como estas olas vienen,
como estas ondas se van.
Del dolor el huracán
arranca de nuestro ser
las sonrisas del placer,
y nuestras glorias queridas
como estas ondas son idas
para nunca más volver.

MIGUEL GERÓNIMO GUTIÉRREZ

Arroyuelo transparente:
en tu murmurar eterno
algo de sublime y tierno
dices al alma que siente.
¡Ay! Que no pueda mi mente
saber si en esos rumores
apacibles, seductores,
de tu perenne armonía
dices algo al alma mía
de mis ausentes amores.

SOFÍA ESTÉVEZ. De esta poetisa no se encuentran datos ni en el Diccionario de la literatura cubana, ni en antologías dedicadas a la poesía femenina. En una breve nota, firmada con la inicial “P”, que precede a sus décimas “A Cuba” –en nota al pie rezan: Camagüey, 1869– se expresa:

De antes de la guerra venía su fama a Sofía Estévez, cuya poesía fluida e ingenua ha encendido mucho corazón, le ha ganado mucha amistad fiel, y ha esbozado, con sus peligros naturales y el remedio del amor entre los hombres, la situación política de Cuba. Antes de la guerra fue una de las que, con Domitila García y Úrsula Céspedes, publicó El Céfiro. En plena lucha, cuando la escasez y la abnegación, escribió las décimas que en este libro se publican, y fueron por aquellos años muy populares en nuestros campamentos.

“GLOSA POPULAR”: se cantaba en el campo desde antes de la guerra, “no se sabe de cuándo viene: lo que sí sentía el pueblo cubano era la llaneza y la bravura, la épica sencillez de la cuarteta madre: sobra una letra y cojea una rima...”

Anda, hijo, no te tardes:
toma el machete y la lanza:
vete a pelear por tu tierra
y pon en Dios la esperanza.

“GLOSA DE CAMPAMENTO”: “Al Ejército Libertador de Cuba”

“Bala, tizón y machete”
contra el godo han de acabar,
si no queremos estar
siendo de España el juguete.

Primera estrofa:

Cansados ya de sufrir
el yugo de los tiranos,
han jurado los cubanos
por su libertad morir.
Ninguno quiere vivir
tratado como un zoquete;
el garrote o el grillete
nos espera si cedemos,
y es preciso que le demos
bala, tizón y machete.

LA DÉCIMA EN EL TEATRO MAMBÍ

Es curioso ver cómo, habiendo sido la décima una forma de comunicación poética tan empleada en el campo insurrecto, en el teatro de los mambises no ocurre igual. En el libro Teatro mambí solamente encontramos cuatro décimas; y más curioso aún, que en la pieza “El Grito de Yara”, de Luis García Pérez (N.Y., 1874) –Acto tercero, Escena IV– las tres décimas sean puestas en boca de un coronel español, y no en boca de cubanos.

En el drama histórico “Carlos Manuel de Céspedes”, de Francisco Javier Balmaseda (n. Remedios, 1823-1907), se inicia con una décima, cantada por un campesino que se acompaña del tiple. La escena ocurre en un campamento mambí.

NOTAS

1.- Antonio Hurtado del Valle (Cienfuegos, 9-2-1941 – Camagüey, 7-6-1875). Capitán del Ejército Libertador. Diputado a la Cámara de Representantes de Guáimaro y Secretario de Estado (1873). Dirigió El Fomento (Cienfuegos) y fundó El Damují. Colaboró en diversos órganos de prensa, entre ellos El Central (Villaclara)

2.- José Joaquín Palma (Bayamo, 11-9-1844 – Guatemala, 2-8-1911). Fundador de La Regeneración, donde publicó sus primeros poemas. Se incorporó a la Revolución de 1868, y presentó una moción por la abolición de la esclavitud. Ayudante y hombre de confianza de Carlos Manuel de Céspedes. Uno de los redactores de El Cubano Libre. Residió en diferentes países de América y ayudó a los cubanos en el exilio. Director de la Biblioteca Nacional de Guatemala y catedrático. Escribió el Himno Nacional de Guatemala.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Academia de Ciencias de Cuba. Instituto de Literatura y Lingüística. Diccionario de la literatura cubana. – La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1980 – [1984]. – 2 t.

Leal, Rine, comp. Teatro mambí / sel., pról., notas y documento histórico de Rine Leal. – La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1978. – 538 [10] p. – (Biblioteca básica de literatura cubana).

Los Poetas de la guerra: colección de versos a la independencia de Cuba / pról. José Martí. – La Habana: Imprenta La Verónica, 1941. – 172 p. – (Colección Libertad).

Roa, Raúl. Aventuras, venturas y desventuras de un mambí. – Ed. Rev. Por el autor. – La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1970. – 532 p. – (Ediciones Huracán).


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