De la Glosa de El son entero
al soldado Miguel Paz, pasando
por la Elegía camagüeyana
por la Elegía camagüeyana
La Glosa de El son
entero, aquella en que le sirve para finalizar las cuatro décimas una
redondilla del venezolano Andrés Eloy Blanco -“No sé si me olvidarás,/ni si es
amor este miedo:/yo sólo sé que te vas,/yo sólo sé que me quedo”- integra la
plenitud a que alude el título de aquel libro publicado en 1947, en la cima de
sus sones.
Con el aliento de los
españoles Lope de Vega, Calderón de la Barca, Jorge Guillén y Gerardo Diego,
del uruguayo Julio Herrera Reissig, de la chilena Violeta Parra, el autor de Motivos
de son sobresale entre los muy reconocidos poetas que contribuyen al
esplendor y trascendencia de esta forma estrófica, con grandes recursos
expresivos.
De manera generalizada se
admite que “la espinela se convirtió en la forma predilecta de decimar, sobre
todo glosando y desglosando los cuatro versos de una cuarteta en cuatro décimas
explicatorias de pie forzado”. Se trata de una estrofa enriquecida en
Latinoamérica, temáticamente al menos, por los habitantes de origen peninsular,
los indios diversos y los negros, tanto esclavos como libres y cimarrones.
En Como la palma del
llano, de Guillermo Cházaro Lagos (1), queda definido, por
ejemplo, que la décima sotaventina, hacia el sureste de México, “provino de
Cuba, cuando las luchas libertarias de la isla arrojaron a cerca de tres mil
cubanos (plantadores, ganaderos, tabacaleros, jornaleros y educadores) por todo
el litoral del golfo”.
Citando a otros analistas,
afirma que “azúcar, tabaco, décima y danzón fueron el aporte isleño a la
conformación final de nuestras querencias y evocaciones líricas y musicales. La
décima de hoy, sones como El Zapateado y el Jarabe Loco, tienen desde entonces
ese aire guajiro que nos hermana con la Perla del Caribe”.
El autor Héctor Martínez (2)
refiere en Sobre la décima y la espinela que esta “cruzó el charco y se
implantó en las Américas, por ejemplo en Cuba, Panamá, Puerto Rico, Ecuador,
Venezuela, México o Argentina, en recitales de improvisación oral como la
principal estrofa popular”.
“En esta línea”, añadía,
“son conocidos los payadores argentinos y autores como Nicolás Guillén y Sor
Juana Inés de la Cruz”.
Al perseguir la décima en la
obra de Guillén uno se encuentra que, luego de la Glosa de El son
entero, las más inmediatas en una de sus obras son las tres de la Elegía
camagüeyana –su gran síntesis autobiográfica-, en ocasiones entonadas por
campesinos de su región natal, sin que en ciertos casos supieran ellos quién
pudiera haber sido el autor.
Mas el desconocimiento no
evidenciaba ignorancia, sino la popularidad ejemplar de las composiciones: “Clavel
de la madrugada,/ el de celeste arrebol,/ ya quema el fuego del sol/ tu gran
corola pintada./ Mi bandurria desvelada,/ espejo en que yo me miro,/ desde el
humilde retiro/ de la ciudad que despierta,/ al recordar a mi muerta,/ se me
rompe en un suspiro. (3)
“Aquí estoy ¡oh tierra mía!/
en tus calles empedradas,/ donde de niño, en bandadas/ con otros niños,
corría./ ¡Puñal de melancolía/ este que me va a matar,/ pues si alcancé a
regresar,/ me siento, desde que vine,/ como en la sala de un cine,/ viendo mi
vida pasar! (4)
“Mi madre está en la
ventana/ de mi casa cuando llego;/ ella, que fue llanto y ruego,/ cuando partí
una mañana./ De su cabellera cana/ toma ejemplo el algodón,/ y de sus ojos, que
son/ ojos de suave paloma,/ latiendo de nuevo, toma/ nueva luz mi corazón.” (5)
Son tres décimas del más
alto vuelo, en una ciudad donde este género ha formado parte de lo más íntimo y
también de lo festivo.
De tal modo llegan a
trascender las espinelas de Guillén, que lo culto se torna popular y lo popular
culto. Esta vertiente de su obra, de gran significación política, asume también
el compromiso enorme y riesgoso de la lucha de clases, incluidas la alianza y
la integración social y racial, como en la XLV de El soldado Miguel Paz y el
sargento José Inés:
El montuno y el obrero/
(digo el campo y la ciudad)/ están en pie de igualdad,/ ni segundo ni primero./
Y si el indio lastimero/ partió con su caracol,/ hijos son de un mismo sol/ y
darse deben la mano,/ el nieto del africano/ y el nieto del español. (6)
Su Sátira política
(1949-1953) refleja, asimismo, fenómenos de la vida pública nacional con la
ironía de rigor, pues en la situación de entonces el llanto y la carcajada iban
de la mano: “Investigando con celo/ se ha podido averiguar/ que hay un relajo
sin par/ en el Presidio Modelo./ Sin embargo, el desconsuelo/ no cunda ni el
pesimismo,/ pues si el colmo es del cinismo/ lo que allá por dentro pasa,/ no
es sólo en aquella casa:/ ¡por fuera pasa lo mismo!”. (7)
Con máximo rigor, las
décimas de Guillén muestran cómo se puede lograr la mejor obra políticamente
comprometida, mediante una simbiosis en la que se funden lo nacional, lo racial
y la sensibilidad popular en un arte estéticamente mayor, aun con versos
llamados de arte menor.
(1) Guillermo Cházaro Lagos:
Como la palma del llano, ed. digital.
(2) Héctor Martínez: Sobre
la décima y la espinela, ed. digital.
(3) Nicolás Guillén: Elegía
camagüeyana, Obra poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, La Habana, 2011, p.
262.
(4) Nicolás Guillén: Ídem,
p. 263.
(5) Nicolás Guillén: Ídem,
pp. 265-266.
(6) Nicolás Guillén: El
soldado Miguel Paz y el sargento José Inés, Obra poética, tomo I, ed.
Letras Cubanas, La Habana, 2011, p. 239.
(7) Nicolás Guillén: Sátira
política, Igual (Se refiere a la entonces prisión de Isla de Pinos.), Obra
Poética, tomo I, ed. Letras Cubanas, año 2011, La Habana, pp. 295-296.
Vea la versión original,
mediante el siguiente enlace, en el periódico Trabajadores: Guillén:
La décima entera
ANTERIORES DE ERNESTO
MONTERO
SOBRE NICOLÁS GUILLÉN EN NUESTRO SITIO:
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