Una entrevista con ese motivo
El Premio
Casa de las Américas en el apartado de Literatura para niños y jóvenes,
recientemente merecido por la poetisa Mildre
Hernández Barrios con su libro El
niño congelado, alegra a
todo el movimiento decimístico del país
La
belleza se encuentra
en el propio vuelo
en el propio vuelo
Por Enrique
Pérez Díaz
Tomado de Juventud Rebelde
Tomado de Juventud Rebelde
La noticia es para dar
saltos de alegría, hacer fiestas entre los escritores de Santa Clara y zonas
aledañas: otra autora cubana que escribe para los niños ganó en esta edición el
Premio Casa de las Américas. Mildre Hernández Barrios, quien ahora se acerca a
sus lectores con una original propuesta que reivindica a la infancia gracias a
un libro original, comprometido y que, según el jurado, apela a los mejores
sentimientos.
El niño congelado es el texto victorioso este año en la modalidad de
Literatura Infanto Juvenil (LIJ) y permite a la creadora de Es raro ser niña
—su obra más vendida hace dos veranos— ascender un peldaño en el difícil arte
de llegar al corazón de la niñez y, por supuesto, de quienes interferimos en el
destino de los que saben querer. Locuaz, jocosa, intertextual en sus respuestas
originales y muy segura de su hacer, aunque le guste dar una imagen algo
alocada, Mildre es una persona muy seria que vive con sus libros y para ellos.
El rigor con que asume su oficio la revelan alguien exigente, en búsqueda
constante, y que trata de probarse en nuevos caminos expresivos.
Con este diálogo con el cual
la interrogo desde sus títulos más destacados, se abre al lector y explica sus
motivaciones para este argumento que la revela en plenitud creativa y deseo de
vibrar con esa infancia que desafortunadamente muy pocos comprenden.
—Tu obra El niño congelado sobresalió entre 116
concursantes, al decir del jurado, «por su carácter risueño, paródico y
desprejuiciado en el que se muestra una cotidianidad que no es tranquilizadora,
sino más bien surrealista». ¿Puedes adelantar qué trae este libro? ¿Das un
salto hacia otro horizonte en el que no te conocemos?
—Creo que sí, que doy un
salto. No es la Mildre de Es raro ser niña, Recetas de cocina de una gallina,
e incluso la Mildre de los cuentos «andersianos», por decirlo de algún modo. Es
una novela entre la ficción, la aventura, lo detectivesco. Una novela que trata
de la sumisión, el miedo, el hombre perfecto (¿hombre del futuro?), que desde
niño lo congelan para hacerlo insensible y sumiso. Y aunque el título está unos
cuantos grados bajo cero, intento contar la historia sin dramas ni
catastrofismo. Ofreciendo un guiño de esperanza. Creo, en mi caso, que es
bueno, como autor, ser versátil, pues cada historia te pide un modo distinto de
narrar. En algunos autores no funciona, para no perder su público. Yo,
simplemente, me arriesgo.
—¿Qué sientes con un
premio que te ubica junto a Dora Alonso, Julia Calzadilla, Nersys Felipe, Enid
Vian, Teresa Cárdenas, Emilio de Armas y Gumersindo Pacheco?
—Son autores a los que he
leído siempre con gusto, y que han aportado obras significativas a la
literatura infantil y juvenil cubana. Unirme a ellos, a través de este premio,
es muy satisfactorio, pero lo que realmente más admiro de ellos no es el premio
en sí, sino el valor de su literatura.
—Como novedad de la
Feria, la editorial Capiro te publica Diario
de una vaca, que en clave animista denuncia una serie de males de cualquier
sociedad moderna, pero, sobre todo, la intolerancia hacia lo diferente. ¿Es de
tus historias preferidas?
—Diario de una vaca denuncia cualquier sociedad sometida a la falta de
libertad, al consumismo, a la forzada emigración… (a los extremos). Pero
preferidas son todas las historias que he escrito.
—Al preguntarte una vez
por la infancia me respondiste: «Tendría que volver a la mía para valorar
muchas cosas de mi adultez con las que he tenido que convivir. Para muchos es
la mejor etapa del ser, para mí la más triste, pues el niño está sometido a los
caprichos, miedos, represiones y manipulaciones del adulto. Se menciona
constantemente la ingenuidad en la infancia como el rasgo más bello, pero, en
mi opinión, no es tan así. El niño no es muy ingenuo, lo que es muy indefenso y
eso lo hace parecer ingenuo». ¿Será este uno de los leit motiv de tu obra? ¿El
hacer que todos entiendan a esa infancia a veces incomprendida?
—Sí, pienso que la infancia
está sometida por los adultos. Estos mandan, deciden, idean la sociedad en la
que vive el niño, para bien o para mal. Yo, como creadora, intento decir que la
relación niño-adulto no es Dominante y Recesivo (como en la genética), sino un
mutualismo.
—¿Es raro ser niña?
—Es raro ser adulto.
—¿Fuiste Una niña estadísticamente feliz?
—Los niños más tristes o los
más felices siempre se las ingenian para sumar, restar, multiplicar y obtener
un resultado equivalente a la felicidad. Claro, yo nunca fui buena en
matemáticas.
—He visto en tus poemas y
cuentos una recurrencia a la figura del Patico Feo. ¿Qué te acerca y qué te
aleja del célebre personaje de Andersen?
—No sé hablarte del dolor
sin escuchar su graznido.
Siempre me inventé algún
nido
donde cupiese el amor.
Mi plumaje fue el temor
en lo más falso del cielo.
Y nunca tuve el anhelo
de ocultarme en la tibieza.
Porque a veces la belleza
se encuentra en el propio
vuelo.
—En tu libro En el otro espejo te acercas al epigrama, casi de
una manera filosófica y adulta. ¿Fue esa una obra circunstancial o te propones
volver a ese estilo?
—¡Ay, Enrique…! ¡Ya no sé lo
que me propongo!
—¿Recibiste alguna vez Cartas Celestes? ¿Tienes las Cartas en un
buzón enamorado?
—No sé si fueron tan
celestes… casi siempre había tormenta y el cielo estuvo muchas veces oscuro…
Pero ya ha cambiado el clima y mi buzón está lleno.
—¿Es el tuyo un Corazón verde tatuado?
—Ya no sé si es verde. Ya no
sé si está tatuado… y lo peor, ya no sé si es mío…
—¿Te has sentido alguna
vez como La novia de Cuasimodo?
—En todo el poemario lo he
sido. En mi vida lo he intentado ser.
—¿Te alimentas a partir
de las Recetas de cocina de una
gallina?
—Yo diría que como a partir
de toda mi obra.
—¿Crees que la buena
poesía puede Despertar el viento?
—¡La buena poesía, hijo,
despierta cualquier pecho muerto!
—¿Acaso pueden los Cuentos dormir a un elefante?
—No sé a un elefante. Pero a
mí me han dormido muchas veces.
—¿Es el universo de los
niños siempre tan moldeable como Un
mundo de plastilina?
—El de los niños sí, pero
debemos tener mucho cuidado con el molde que utilicemos.
—¿Has recibido muchas Noticias de brujas?
—He tenido muchas brujas a
mi alrededor, pero las noticias siempre han sido favorables. Como digo en mi
libro: «hay brujas malas y brujas buenas. Depende de cómo se miren».
—Si consiguiera escribir,
¿qué te dirían las Memorias de un
sombrero?
—Que una cabeza mejor… ¡es
posible!
Versión original en El
Tintero, de Juventud Rebelde: La belleza se encuentra en
el propio vuelo
EN NUESTROS ARCHIVOS:
Mildre
Hernández Barrios (Jabibonico, Sancti Spiritus, 1972,
actualmente radicada en Santa Clara). Entre
sus libros publicados están: Cuentos para
dormir a un elefante (Premio Pinos Nuevos, 1999; Ed. Gente Nueva, 2000); Noticias de brujas (Premio Abril de
poesía para niños, 2002; Ed. Abril, 2004); Cartas
celestes (Premio Abril de poesía para jóvenes, 2002 y La Rosa Blanca, 2004; Ed. Abril, 2004); Cartas de un buzón enamorado (Premio Abril de poesía para niños,
2005; Ed. Abril, 2008); El mundo de
plastilina (Premio Regino Boti de literatura para niños, 2006; Ed. El Mar y
la
Montaña, 2007); Es raro ser niña (novela, Ed. Cauce,
2008).
De
ella y para el lector infantil puede ver en nuestro sitio sus cartas de amor entre un rinoceronte y una tojosa y la
simpática correspondencia
entre un ratón y una ratona. Entre sus numerosos galardones, cuenta con el Premio
Hermanos Loynaz 2009.
En enero
del 2013 fue la invitada
principal de la tertulia La décima es un árbol, en esa ocasión dedicada a José
Martí y la literatura para niños. El sitio web de esa tertulia dejó
constancia con la siguiente página: Mildre Hernández
Barrios.
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