La anunciadora
HILACHA
de Manzano
Por Pedro Péglez González
Este es un decimario hermosamente singular. En dos sentidos: por sus virtudes como texto poético y por su factura editorial. La hilacha, de Roberto Manzano, recién puesto en papel y tinta por Ediciones Vigía, de Matanzas, es un libro que mueve a dulce envidia por quien posea un ejemplar.
La obra en versos de Roberto Manzano Díaz (Ciego de Ávila, 1949) siempre ha tenido para la décima un escaño de reverencia. En El racimo y la estrella, que mereció el premio de esta disciplina en el concurso 26 de Julio de 1993 (último año en que la convocó ese certamen), la estrofa, formalmente concebida en el tradicional molde espineliano, es enriquecida con aires tropológicos e ideotemáticos que vienen de lo mejor de esa vertiente lírica que hace años dio en llamarse poesía de la tierra y que, como ya se ha dicho, espera todavía por un estudio detenido de su huella en nuestro patrimonio literario.
Más cerca en el tiempo, con Synergos (Letras Cubanas, 2005), libro con el cual su autor alcanzó el Premio de Poesía Nicolás Guillén en ese año, ya Manzano adelanta poemas en décimas con un personal concepto de renovación -tan legítimo y útil como puede ser cualquier otro en la variante escrita-, sustancial aporte al caudal del vigente proceso de revitalización de la estrofa: Décimas construidas con metros diferentes, que se apartan de la musicalidad acostumbrada de la espinela en la búsqueda de otras armonías, más interesadas en destacar la esencia poética y las honduras lexicales por sobre lo estructural, que en aprovechar para ellas las ganancias de lo formal consolidado.
Ese es el encanto de La hilacha, decimario organizado en cinco poemas decimísticos de largo aliento y discurso que posee la transparencia de lo originario, que convoca al árbol desde la aparente sencillez de la semilla, tal como puede la hilacha anunciar la más compleja urdimbre, empeño humano mediante.
En el penúltimo de esos poemas, Los pasos en la luz, nos invita a meditar Manzano: El sueño/ deshizo/ su rizo/ en la tromba del empeño.// El ceño,/ cuando comprende,/ se extiende.// Se afilia/ a la vigilia./ La locomoción enciende.// Tú, centinela,/ canta la hora.// Aflora./ Revela./ Un segundo es una espuela.// También tiene la emoción/ su más íntima razón.// La celeridad del punto/ fue vertebrando el asunto.// Oh la ilación.// La orilla/ dinámica del saber/ gira, y da a ver/ la maravilla.// Allí la mirada brilla/ y el paso canta.// La luz imanta/ al viento.// Y amanece el pensamiento/ en la garganta.
Toda esta intencionalidad encuentra, por otra parte, un respaldo eficaz y fascinante en la factura editorial, como de costumbre en estas ediciones, con elaboración e iluminación manual, en la cual se emplearon “papeles de diversos colores y texturas, así como hilachas de lienzo crudo, papel impermeabilizador y una aguja de madera confeccionada por el artesano Juan M. Carmona”, según reza la nota de créditos, que también da fe del trabajo de un amplio equipo de realización, encabezado por su editora Laura Ruiz, y con la encomiable labor de diseño, dibujos y caligrafía a cargo de Rolando Estévez, diseñador principal de Ediciones Vigía.
El resultado es esta joya editorial, que añade a las excelencias del texto poético el valor plástico del libro como objeto de arte. Sólo hay que lamentar lo inevitable en este tipo de creación: su reducida tirada de 200 ejemplares. Y ello lleva a pensar, a favor de un mayor conocimiento de estos poemas en décimas nada ortodoxas, en la conveniencia, más adelante, de otra edición de esta anunciadora hilacha.
Roberto Manzano, poeta con profusa obra premiada y publicada y profesor de Literatura con amplia trayectoria profesional, conduce junto a Jesús David Curbelo y Susana Haug el Curso-Taller de Historia y Práctica de
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