Glosario del amor
y las reflexiones
Tal es el título de este hermoso decimario, debido al admirado repentista Jesusito Rodríguez y publicado poco tiempo atrás por
Sanabria es amigo de los poetas-decimistas y poetas-repentistas cubanos y asiduo a las anuales Jornadas Cucalambeanas de Las Tunas, patria chica de El Cucalambé y Capital Hispanoamericana de
Ya en su nota de “Agradecimiento”, el querido Alfonso agradece “al insigne poeta Jesús M. Rodríguez González que le haya cedido a
En su prólogo al volumen, nuestro mayor poeta-decimista, Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí, subrayaba, con tino y enjundia, los méritos del aplaudido Jesusito en estos términos: “En todo este Glosario no encontramos una cacofonía, una sinalefa brusca, una asonancia pareada ni una rima forzosa, lo cual da a la versificación una fluidez de agua limpia y corriente”.
Nada más cierto: aquí está el deslumbramiento que produce, cuando es tan auténtico como éste, del que un día denominé arte mágico del viento. Nada choca, nada molesta, nada afea ni entorpece estas excelentes décimas que parecen creadas por aquellos clásicos de los Siglos de Oro (Calderón, el enorme autor de La vida es sueño, entre ellos).
Con gracia, cultura y talento, el poeta-repentista (también excelente cantante de boleros y canciones, aunque muchos lo ignoren) glosa a diversos autores en una amplia gama que va desde José Martí hasta el propio Indio Naborí, pasando por Adolfo Martí Fuentes y Nieves Rodríguez, así como varios de sus colegas o admirados improvisadores: Adolfo Alfonso, Gustavo Tacoronte, Daniel Lozano, Pedro Pablo Jiménez, Evelio Martínez, Ficho Guía, Orlando Laguardia, Sergio Amaral y, como es lógico, no podía faltar su pareja en el repentismo: su inseparable Omar Mirabal.
También importantes poetas extranjeros son glosados con maestría por Jesusito, como el español Gaspar Núñez de Arce, el mexicano Amado Nervo y el nicaragüense Rubén Darío. Se trata, pues, de un muestreo de la mejor glosa escrita en Hispanoamérica, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, tal se corrobora en las escritas por el Comendador Román sobre una canción al Duque del Alba, si bien este tipo de “paráfrasis de otra poesía” —tal definiera Tomás Navarro Tomás— en décima espinela no aparece hasta los Siglos de Oro.
Valga este delicioso ejemplo que rezuma lo cubano, la picardía y la sutil sugerencia que, sin llegar al doble sentido, expresa muy bien lo sensual y erótico de nuestra idiosincrasia y temperamento. A partir de cuatro versos anónimos: “Qué ganas tengo, mulata, / que se acabe la molienda, / para soltarle la rienda / a esta pasión que me mata”, escribe Jesusito en la primera de sus cuatro décimas: “Mulata, mulata mía, / montero de mis antojos, / te cabalgo por los ojos / todas las horas del día. / Eres una joyería / donde no hay joya barata, / eres el oro y la plata / que usan los joyeros sabios, / y de besarte los labios, / qué ganas tengo, mulata”.
La sensualidad deviene más sutil, cuando glosa cuatro versos de la finísima poetisa-decimista Nieves Rodríguez, una de las más singulares en el rico concierto de esta estrofa y su discurso femenino: “Era una tarde de siesta / en el patio y la canal: / para bien y para mal / hizo la lluvia su apuesta.” Responde el poeta capitalino en su última décima: “Amaneció, la mañana / sitió la lluvia y entonces / imaginábamos bronces / donde no había campana. / Jugamos a carne humana / porque estábamos de fiesta / sin bebida y sin orquesta / frente a inundados caminos, / entre naipes cristalinos, / hizo la lluvia su apuesta”.
Pero donde pone Jesusito la nota de mayor vuelo imaginero y de ingenioso repentismo es cuando glosa cuatro versos de su colegamigo Omar Mirabal: “Cuando a mi casa regreso / y beso a mi madre hermosa, / no es un rostro, es una rosa / con arrugas lo que beso.” En su segunda décima, dice el poeta de Punta Brava: “La casa que me acunó, / me vio partir sin mostacho / en un inquieto muchacho / que en hombre se convirtió. / Pasó mi niñez, pasó / igual que un ala nerviosa; / pero en mi mente reposa / una niñez que no pasa / siempre que voy a mi casa / y beso a mi madre hermosa”.
En fin, con este excelente Glosario del amor y las reflexiones —por el que que desde ya aplaudimos los poetas cubanos a Alfonso Sanabria—, no sólo gana el admirado poeta-decimista y cantante cubano, sino sale también triunfante el fuerte movimiento con la estrofa oral y escrita existente en Cuba y otros países, como el propio Puerto Rico, donde tanto está haciendo el fiel amigo Sanabria con sus instituciones de tanta valía. A él, en particular, le agradecemos este fraternal gesto que nos entrega la presente joya literaria.
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