Y el tiempo
vuelve a cantar
Prólogo al poemario
Guitarra gris con arco iris,
de Renael González
He aquí de nuevo y por fortuna, a este genuino poeta que, a lo largo de su vida, ha bebido de la más popular savia, acaso siguiendo la pauta de uno de sus maestros: el grande Antonio Machado, quien ansiaba escribir para el pueblo, como premisa de su creación.
La décima renaeliana está arraigada a las raíces del campesinado cubano, que tomó y transformó esta estrofa secular, asumida desde fines del siglo XVIII para hacerla otra y criolla. De hecho y por derecho propio, a partir del XIX la espinela es nuestra forma poética por excelencia y tendrá, ya en esa centuria, representantes a lo largo de
Guitarra gris con arco iris, pues, asume a conciencia ese legado de larga riqueza y honda sabiduría. Si bien Renael conoce a fondo la décima escrita (llamada “culta” o literaria por algunos que torpemente distancian ambas expresiones de valía, ¿olvidando o ignorando? que ambas reflejan nuestra cultura en su máxima acepción), se aproxima más a la canturía de deliciosa e histórica estirpe, afincado en la región que fuera cauce del cantor de Rufina, y donde reside desde niño. De hecho, su poesía ostenta ese indeleble sello de cubanía que, unida al suave humor, la fina ironía y otros rasgos definitorios, a un tiempo, le aportan frescura y sabiduría. Tal acontece en estos versos:
“Sueño es la vida al revés. / Andar en un espejismo. / Zambullirse en uno mismo. / Vivir en dos a la vez. / Es ser lo que no se es / y no ser lo que se era. / El sueño es una manera / de abrir las puertas sin llave, / pero el que sueña no sabe / si está dentro o está fuera.” (“Sueño”).
El modesto aire del guajiro que llega —sombrero en mano— y saluda con timidez y esmerada educación, está presente en las estrofas de esta Guitarra…, cuya alta tesitura convence. En sus textos dedicados a los más diversos temas, Renael muestra y demuestra, asimismo, que su poesía ha bebido en límpidas aguas, a través del límpido y transformador prisma de la nueva época.
Continuador —como otros de la promoción de poetas-decimistas de los ’70— de una poética imbuida de la vida y sus avatares, Renael González ha ofrendado a su quehacer espineliano el amor y el desamor, el anhelo y la nostalgia, lo cotidiano y lo insólito, la magia y la fugacidad de la existencia, entre otros temas que, recurrentes en su obra, son abordados por el conocido autor de esa clásica décima/canción Tu mirada con la impronta peculiar que identifica su verso.
Suerte de autoantología, este volumen reúne textos de lo mejor de la decimística cubana actual, gracias a ese tono de saudade que define la expresión renaeliana, caracterizada además por el intimismo y una cercana comunicación con el lector que, de ningún modo, significa simplismo ni banalidad.
Lo más opuesto: por su hondura conceptual, su auténtica vocación lírica y su calidad formal, Renael es uno de los mayores poetas-decimistas cubanos contemporáneos. Por ello, en otro lugar apunté, con razón, que es una de las voces distintivas de la décima escrita en
El lector hallará en este libro hermosas estrofas ubicadas, por derecho propio, entre el mejor verso cubano de hoy, sin apellidos reduccionistas ni estériles prejuicios. De tal suerte, y como antes lo hicieron brillantes precursores en un amplio haz que va de los clásicos españoles del Siglo de Oro a los de
Afincado entre la décima popular y la literaria, Renael González Batista nos ofrece una pequeña porción de su producción poética de valía en esta sonora y guajira Guitarra gris con arco iris.
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