Antología en tributo a Máximo Gómez
Dos fraternos poetas, Lorenzo Suárez
Crespo, desde Pinar del Río, y Ronel
González Sánchez, desde Holguín, nos dan a conocer pormenores de la
aparición de este volumen, El insomnio de un machete. Máximo Gómez en la
lírica cubana, compilación
poética preparada por el primero en coautoría con Irma
Rodríguez Curbelo. Ronel amplía su reseña con un poema suyo incluido en el
referido compendio.
INSOMNIO DE
UN MACHETE
Fotos:
Cortesía del autor
Un
aniversario más de la Fundación Máximo Gómez en su tierra natal de Baní,
República Dominicana, durante los días 23 y 24 de febrero devino en
enaltecimiento, no solo de la epopeya en vida y obra del insigne prócer, sino
en legítimo orgullo de sus coterráneos al reconocer en el Generalísimo un
libertador de los pueblos de nuestra América, como la llamara Martí.
Momentos
cruciales de estas celebraciones estuvieron matizados por lecturas
participativas en los centros educativos, fundamentalmente del Politécnico que
lleva el nombre del excelso patriota, en torno a su Diario de Campaña.
Variadas
actividades tuvieron como sede el Centro Cultural Perelló, así como la
develación, durante el acto central, de una placa con los nombres de personas e
instituciones que colaboraron con la construcción de una réplica del bohío en
que viera la luz Máximo Gómez, motivación suficiente de sentido de pertenencia
e identidad ciudadana para los banilejos. Una evocación además de su cultura a
través de las artes plásticas, danza y grupos musicales, referentes de las más
autóctonas tradiciones y que en sus palabras iniciales reconociera Iván Peña
Báez, presidente de la Fundación cuando
evaluaba estos años de esfuerzos y arduo trabajo, pero de valiosos frutos
gracias al apoyo y entusiasmo de quienes colaboraron a hacer una realidad el
empeño de tan magna obra, ocasión propicia para estampar estos nombres
imperecederos que destellarán dentro del bohío con perpetua gratitud.
El Centro
Cultural Perelló fue sede además de la presentación del libro El insomnio de un machete, Máximo Gómez en
la lírica cubana, obra que enriquece, entre otras como el propio Diario de
Campaña buena parte de los objetivos de la Fundación.
Con las
palabras iniciales de Iván Peña Báez, presidente de la Fundación, Carlos
Rodríguez Almaguer, vicepresidente, así como Julia Castillo, directora del
Centro Cultural y los autores, los banilejos accedieron a esta muestra, más que
poética, espiritual, desde los poetas contemporáneos de Gómez hasta los de las
sucesivas generaciones que apreciaron en el viejo libertador un modelo de
hombradía y humanismo. Obra que se une al justo tributo con la que los poetas
dominicanos ya habían prodigado años atrás con otra valiosa antología desde sus
predios.
Volver los
pasos por la senda del tiempo y la historia a Baní y percibir la veneración al
héroe que ha inspirado tanta gloria y elevación antillanista y americana, es
como develar al horizonte los más hermosos votos de sentido de fraternidad con
los ojos fijos en el futuro de luz y proyecciones universales que nos depara el
Sol en la justa dimisión con que lo conciben universalmente los hombres de paz,
progreso y virtud.
(Enviado por
el autor mediante el correo electrónico)
PUBLICAN ANTOLOGÍA POÉTICA HOMENAJE
AL GENERALÍSIMO MÁXIMO GÓMEZ BÁEZ
La Fundación Máximo Gómez y la Editora Mediabyte de República Dominicana
acaban de publicar la antología El
insomnio de un machete, Máximo Gómez en la lírica cubana, compilación
poética preparada por el poeta e investigador Lorenzo Suárez Crespo y la
fundadora del Centro de Documentación Amauta de Pinar del Río Irma Rodríguez
Curbelo.
Con nota de presentación de la Fundación Máximo Gómez y prólogo de la
doctora Francisca López Civeira de la Universidad de La Habana, este libro
reúne textos de 36 autores entre los que se incluyen Ramón Roa, Armando García
Menocal, Aurelia Castillo de González, José Fornaris, Bonifacio Byrne, Luisa
Pérez de Zambrana, Rubén Martínez Villena, Jesús Orta Ruiz, Francisco
Henríquez, Lorenzo Suárez Crespo, Jesús Arencibia Lorenzo, Juan Carlos García
Guridi y Ronel González Sánchez.
Protagonista de las luchas por la independencia en Cuba, en el siglo XIX
desde 1868 hasta 1899, Máximo Gómez Báez (Bani, Santo Domingo, 18 de noviembre
de 1837- Quinta de los Molinos, La Habana, 17 de junio de 1905) se incorporó a
nuestras luchas por la independencia el 16 de octubre de 1868 y organizó en
Pinos de Baire la primera carga al machete. Durante su larga e intensa
trayectoria militar organizó combates de suma importancia como los de Loma del
Gato, la Toma de Santa Cruz del Sur, La Sacra, Palo Seco, Mojacasabe-El
Naranjo, Las Guásimas (mayor combate de la guerra de los Diez Años en el que
mil quinientos cubanos se enfrentaron a cerca de tres mil españoles y los
derrotaron, ocasionándoles más de mil bajas).
Al concluir la Guerra de los Diez Años no firmó el Pacto del Zanjón y,
años después, el 25 de marzo de 1895, al ser nombrado General en Jefe del
Ejército Libertador, firmó junto a Martí el Manifiesto de Montecristi y partió
hacia Cuba para incorporarse a la nueva gesta redentora. Tuvo la
responsabilidad y el honor de nombrar a José Martí Mayor General del Ejército
Libertador y participó en la organización de la invasión a Occidente,
destacándose en nuevos e importantes combates como Mal Tiempo, Coliseo,
Calimete, Saratoga, entre otros.
Desarrolló la famosa Campaña Circular en torno a la ciudad de Puerto
Príncipe con el objetivo de preparar condiciones para el paso de la Columna
invasora por el Camagüey y más tarde realizó la Campaña de La Habana,
caracterizada por eficientes marchas y contramarchas que le permitieron burlar
a un enemigo superior en hombres y armas.
Hacia 1899, opuesto a la ocupación norteamericana, fue destituido de su
cargo por la Asamblea del Cerro que actuó en correspondencia con las
diferencias sembradas en torno a la figura de Gómez por representantes de los
Estados Unidos de América.
El Generalísimo revolucionó el concepto de la guerra debido a los aportes
que hizo respecto a la utilización del tiempo y el espacio. Convirtió las
contramarchas en principio para la mambisada.
Revolucionario, radical, independentista, enseñó a los cubanos el uso del
machete y la tea incendiaria como arma terrible contra los españoles, además
aportó sólidos elementos a la formación del sentimiento independentista del
pueblo cubano y la creación de nuestra conciencia nacional.
GENERAL DE DOS PATRIAS
Al poeta
bayamés José Joaquín Palma y Lasso de la Vega (1844-1911), quien tuvo el altísimo honor de reclutar a
Máximo Gómez para las gestas independentistas cubanas y otorgarle el iniciático
grado de sargento.
Escarnecido por su gloria extinta
con el lauro mendaz del atropello,
sin que ningún clarín toque a degüello
entra el Viejo en las sombras de la quinta.
La victoria de pronto es tan distinta,
la libertad tan incoherente y necia
que en vez de enaltecerlo lo desprecia
cuando la holgura del poder rechaza,
porque hasta en los tizones de su casa
halla el patriarca frustración y amnesia.
Ultimadas las cargas al machete
no hay trocha por franquear ni honda manigua
que defender.
La patria es una ambigua palabreja
que enmienda su membrete.
Aplauden a la estrella del sainete
sobrevivientes de humillantes pactos.
Crece, sobre los cuerpos putrefactos,
la yerba, donde estuvo
el campamento.
Hijos ilustres del resentimiento,
los ejércitos cuentan los impactos.
A veces,
en la noche postraumática,
sin que nadie lo impugne o lo celebre,
retorna el Viejo a su vetusta fiebre
de una comicidad melodramática.
Zozobra al frente de una tropa errática,
zafa el timón de un bote a la deriva,
increpa a un oficial con explosiva orden.
Juzga a un traidor.
Fusila un bulto
y entra,
jolongo en mano,
en el tumulto de espejismos
que van a la ofensiva.
Hay una madre muerta bajo un cedro.
Unos niños que se desangelizan.
Héroes que, por ser héroes, ralentizan
la victoria y engendran el arredro.
La mambisada trota hacia el desmedro.
Mima un caudillo su traje de holanda.
Nausean vahos de una paz nefanda.
Un presidente en su alazán recula
y, aunque la dignidad no capitula,
nadie puede ¨dormir como Dios manda¨.
Convicto de una voz fantasmagórica
que lo importunará en la acometida,
el Viejo acarreará toda su vida
de indigencia una angustia protohistórica
por la futilidad de la retórica
que le reprochará siempre al Soldado
llevar el regimiento hasta el collado
como si fuera la montaña única
del macizo,
y no aceptar la túnica omnímoda y falaz
del magistrado.
El General vuelve a pasar revista.
Extrañamente el alma del combate falta.
No hay tentativas de rescate
que devuelvan la luz protagonista.
Cuenta otra vez.
Más bajas en la lista.
Quizá una deserción,
algún balazo repentino,
pero el postrer abrazo de la muerte
traerá el dolor prolijo,
no tanto por el héroe,
por su hijo
que segará un infame machetazo.
Desde el estribo ve pasar airosas
sus levantiscas hordas,
el guerrero.
En las estribaciones del potrero
se asienta una bandada de tiñosas.
Zigzaguea entre alambres,
zanjas,
fosas,
hasta que al fin la
calentura amaina.
Una mujer alivia su polaina
cosida al pie por la batalla incierta,
libra el machete de la mano yerta
y lo devuelve a su deshecha vaina.
(Camagüey, Editorial Ácana, 2017).