sábado, 26 de junio de 2010


El bojeo
diferente


Comentario sobre
la antología de poemas
en décimas para niños
Navegas, isla de oro,
(Editor
ial Gente Nueva,
2009) con selección
y prólogo de
Mayra Hernández
y Waldo González


Por Olga Lidia Pérez,
poetisa y periodista,
miembr
o del Grupo Ala Décima


En el siglo XVI, allá por 1509, el español Sebastián de Ocampo navegó en torno a nuestra isla para conocer —que no descubrir— nuestra extensión, nuestra forma, nuestras costas y bahías. En dos naves, se cuenta, nos circunnavegó, y tal empresa pasó a la historia como el primer bojeo a Cuba.

Quinientos años después, es decir, en el siglo XXI, acá por 2009, otra expedición recorrió el territorio nacional, ahora para dar a conocer –y a veces hasta descubrirnos- un panorama necesario y actual de la décima cubana para niños. Dos han sido ahora los navegantes y una la nave: Mayra Hernández Menéndez y Waldo González López, intrépidos investigadores y defensores de la llamada “estrofa nacional”, y la Editorial Gente Nueva emprendieron esta aventura, intitulada “Navegas, Isla de oro”.

Mas este último bojeo no se limita al territorio físico, aunque están poetas nacidos en todo el territorio nacional, salvo en la Isla de la Juventud —curioso, ¿verdad?—, sino también temporal, pues inicia su viaje en 1902 y lo concluye en 1990. ¡Todo un siglo!

Y no se limita Navegas, Isla de oro a los cultores tradicionales o más conocidos de la décima, como Jesús Orta Ruiz, Adolfo Martí, Raúl Ferrer o Pedro Péglez, por ejemplo, o a los autores cuya obra está dirigida sobre todo a los niños, como Nersys Felipe, David Chericián, Julia Calzadilla u Olga Marta Pérez. Tampoco se circunscribe únicamente a los grandes nombres de nuestra literatura como Nicolás Guillén, Carilda Oliver, Ángel Augier, Mirta Aguirre, Serafina Núñez, Rafaela Chacón Nardi, o los antes citados: son más de ciento cincuenta los poetas incluidos, de todas las generaciones, con voces, estilos y propósitos múltiples —por suerte—, pero engarzados todos por la capacidad comunicativa, la gracia criolla, el humor, la ternura y la más auténtica cubanía.

Navegas, Isla de oro es sin dudas el resultado de un “intenso y extenso” trabajo de búsqueda, de paciencia y entrega de ambos navegantes, afanosos y constantes indagadores, que ya han puesto en manos de los lectores cubanos, otras obras también relevantes en torno a la décima en nuestro país y a sus cultores, como Esta cárcel de aire puro Primera parte (1900-1959), recién publicada por la Casa Editora Abril, por tal solo citar la más cercana en el tiempo y en alcance. Navegas, Isla de oro tuvo además la suerte de contar con el cuidado editorial de Esteban Llorach, Premio Nacional de Edición, con la ilustración de cubierta de Maykel Herrera y con el diseño de Ileana Fernández.

Son varias las anécdotas que atesoran Mayra y Waldo sobre la acogida que ha tenido esta “selección cronológica”. Puedo dar fe de una de la cual fui portadora: una humilde ama de casa de un pueblo espirituano no salía de su asombro cuando alguien le contó que su poema “Caballito de Madera” [1] formaba parte de una antología de décima cubana para niños, que se había estado presentado por todo el país durante la pasada Feria del Libro. Lloraba, dicen, porque no sabía como había llegado aquella obra suya hasta los autores. Tal vez más que anécdota, sea constancia de cuan extensa fue la investigación y cuan inclusiva la antología.

Según Sebastián de Ocampo tras su bojeo, “la población de la Isla era pacífica y existían buenas tierras para el cultivo”. [2] Ahora, tras la lectura del bojeo literario de Mayra y Waldo podría afirmarse que la población de la Isla es privilegiada por contar con tantos y tan buenos cultores de la décima para niños, y que existen nuevos —y “novísimos”— autores con el don del verso octosílabo y calidad probada, por lo que las buenas tierras para el cultivo de la décima, con tan buenos labradores, irremediablemente seguirán dando excelentes cosechas. Arduo será entonces el trabajo que aguardará a los futuros navegantes, solo que a su favor tendrán un precedente de excepción: Navegas, Isla de oro.



NOTAS:

1.- Delia Rosa Castillo Gómez, “Caballito de madera” (fragmento). En: Navegas, Isla de oro. Selección: Mayra Hernández y Waldo López. Editorial Gente Nueva, La Habana, 2009, Pág. 46.

2.- Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola. Historia de Cuba 1492 – 1898. Formación y liberación de la nación. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001, Pág. 48.



Epítome
a las Poesías
completas

de El Cucalambé

Comentario sobre el libro de ese título (Editorial Sanlope, 2009; compilación y notas del destacado investigador tunero Carlos Tamayo Rodríguez), por el poeta, investigador y promotor pinareño Lorenzo Suárez Crespo

En la imagen, Carlos Tamayo en el Catauro de la décima de la XLII Jornada Cucalambeana, en julio del pasado año. Foto: Waldo González López.



Por Lor
enzo Suárez Crespo

Este es un libro-luz y se lo debemos a Carlos Tamayo, incansable investigador cuya sagacidad e ingeniosa historicidad nos devolvió hace algunos años, con incuestionable acierto, la imagen carismática y patriótica tan controversial del león tunero, el general Vicente García, bajo esa premisa de Ortega y Gasset que clarifica y enaltece: el hombre y su circunstancia.

Ahora lo hace con quien no sería aventurado definir como el poeta del siglo XIX cubano, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, si nos atenemos a lo profuso de su obra poética y al hecho contundente de fusionar lo culto y lo popular para darle a la estrofa mágica, la de los diez versos octosílabos malarianos, un sitio de honor que aún prevalece por encima de las demás estrofas versales o exponentes de la lírica.

Como bien ha afirmado Tamayo este Epítome… no tiene intenciones de biografiar, pero otras luces desconocidas del cantor del Cornito aparecen en estas páginas donde en el intento de rescatar obras hasta ahora no publicadas, también hay una mirada crítica para acercarnos con toda la justeza posible al hombre, al literato, al cronista e intelectual tunero, en su verdadera dimensión humana.

De manera que Epítome… nos revela nuevas obras del Cucalambé y las circunstancias históricas que rodean al escritor en cada una de sus etapas.

Considero muy valioso el hecho de que Tamayo ha ido en busca de las huellas cucalambeanas siguiendo no solo su olfato investigativo, sino apoyándose en referencias del momento histórico que lo rodea, así como valiosos testimonios de amigos y colaboradores de reconocido prestigio en esta materia como lo son El Indio Naborí, Renael González Batista y Ronel González, entre otros, así como en publicaciones variadas que se relacionan o arrojan luz sobre las tesis planteadas.

Epítome… ha salvado para el presente y el futuro numerosas obras en los géneros poético y narrativo con la revelación en ellos de crónicas tan diversas e ingeniosas como obras de teatro aparecidas en El Redactor, diario santiaguero entre los años 1857 a 1859.

Resulta curioso que Rumores del Hórmigo con dos ediciones en 1856 y 1857, así como sus posteriores Obras Completas en 1974, 1977 y 1983 no se hayan realizado en su patria chica, por lo que Epítome…, como nos ha dicho el autor, constituye un acto de justicia bajo el amparo tutelar de la Editorial Sanlope, Las Tunas, 2009.

Esta novedad editorial favorece la reproducción de textos en décimas, escenas teatrales y diversas modalidades estróficas donde la malara cobra sitiales de honor, y de hecho, enaltecen a su más grande cultor en ese siglo.

Evidentemente el hecho biográfico no puede soslayarse y aunque tampoco es intención del autor tenerlo en cuenta, Epítome… nos convierte en protagonistas de las míticas interrogantes que siempre han tendido una sombra sobre El Cucalambé: ¿Quién fue verdaderamente este hombre carismático y prolífico? ¿Qué zonas políticas lo favorecen o estigmatizan? ¿Cuáles fueron las verdaderas circunstancias que rodearon su muerte?

Estas breves cuartillas no pueden, por razones de espacio y tiempo, remedar los criterios del autor al abordar puntos tan neurálgicos, pero invitamos a los lectores a que se adentren en estas páginas y podrán advertir la inclinación de la balanza hacia los términos de lo más comprensible ante la incógnita de un hombre que no solo iluminó una época, primero en retiro bucólico del Cornito en los vaivenes de su canto decimístico y después en Santiago de Cuba como destacado intelectual, sino que fue exponente de la pluma más alta y prolífica cuyos lances estilísticos rubricaron las páginas de El Redactor y el Semanario Cubano con huellas imperecederas.

Epítome… asombra al mostrarnos al comediógrafo y al poeta, obras que hicieron brillar espacios en revistas, periódicos, boletines, folletos y plegables, donde no faltó su sentido práctico y preocupación ontológica en los vórtices de la crítica social, la ironía, amores, desamores, divertimentos, tradiciones y costumbres, fauna y flora, pero más que todo en el colimador del grafito lo más hondo, humano y a la vez universal, el sentido de pertenencia y de identidad que lo afianzan y lo hacen trascender.

Mientras que los sabios naturalistas clasificaban nuestras aves, El Cucalambé le ponía música y versos en las alas. Cuando los historiadores clasificaban las formaciones étnicas de nuestros aborígenes, el cantor del Cornito los hacía cómplices de historias de amor, costumbres y rebeldía con sus ansias de libertad. Todo en un contexto donde predominaba la marginación social y una maquinaria poderosa de censura.

Nadie como él describió su paraíso bucólico en árboles, frutos y flores, ambiente criollo con la impronta del amor al terruño. Poeta que al vaivén de estos motivos existenciales y de autorrealización espiritual lo hicieron grande e inolvidable para la poesía y los amantes de la Patria en su sentido más legítimo de pertenencia y cubanía.


Versión original en
CubaLiteraria.





SOBRE EL AUTOR DE ESTA RESEÑA:

Lorenzo Suárez Crespo (Bahía Honda, Pinar del Río, 1943) Emblemática figura de la poesía en décimas en esa provincia. Licenciado en Literatura y Español. Cuenta con una amplia trayectoria de trabajo cultural que le valió en 1999 el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, numerosos premios literarios y varios libros publicados, entre los cuales tiene un peso considerable la poesía para niños. De su decimario inédito La brújula del viajero puede ver mediante este enlace el poema ¿Por quién doblan las campanas?, de su decimario La brújula del viajero. También en nuestros archivos, su comentario sobre el decimario Con mi guitarra de invierno, de la doctora Lourdes de la Caridad Gutiérrez Álvarez, publicado por la Editorial Loynaz. Es un destacado colaborador de este sito, al que mantiene informado sobre las actividades de la pinareña Casa de la Décima Celestino García; entre las más recientes, los tributos a los fallecidos José Miguel Mederos y Polo Montañez.



jueves, 24 de junio de 2010

«Recuento de Chanito»

Reseña de la tertulia La décima
es un árbol
, junio 2010

Con los invitados Amor Benítez Hernández y Aldo Isidrón del Valle.



Por Mariana Enriqueta Pérez Pérez,
miembro del Grupo Ala Décima
y su representante en Villa Clara

Fotos: Jesús Llorens León



«El día primero de junio de 1921, salí por primera vez
a recorrer el país, sin otro bagaje que una guitarra
y un alma llena de ilusiones».

Chanito Isidrón



La tarde se desplegó a la tradición de cubanidad en la música del «Zapateo» y en el café. Pero no era primero de junio, sino viernes 18. «La décima es un árbol» –su grupo habitual y nuev
os asistentes– celebró la efemérides relacionada con «El Elegante Poeta de Las Villas». Sin vanagloria, fue un encuentro notable. Sus invitados: Aldo Isidrón del Valle, locutor y periodista, sobrino de Chanito; Amor Benítez Hernández, del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, compiladora principal del libro Recuento: memorias de puño y letra de Chanito Isidrón (Letras Cubanas 2009); Trío Sedacero (Mario Manuel –«Mayito»– Gutiérrez Díaz, Alberto Arteaga Gutiérrez y Eliécer Delmau Aguilar); y los repentistas José Manuel Silverio León y Eduardo Cruz León. Dirigentes y personalidades de la cultura también estuvieron presentes: Nelys Valdés Toledo, Directora Provincial de Cultura; Fidel Ernesto Tejeda, Director del Centro Provincial del Libro y la Literatura, entre otros. También pasó, antes de irse a la tertulia del Café Literario, donde era el invitado, nuestro poeta –Premio Casa de las Américas– Luis Manuel Pérez-Boitel.

Lo más interesante es que, por tratarse de un homenaje a Chanito, la tertulia se «internacionalizó». Días antes, al conocer el programa, dos poetas cubanos residentes en Estados Unidos –aclaro: ajenos, y opuestos, a la mafia contrarrevolucionaria– enviaron mensajes para sumarse al homenaje; uno, el camajuanense Juan Carlos Martínez [Recio] divulgó la tertulia en su blog; el otro, Ernesto R. del Valle, editor de la revista Guatiní, pidió estar presente a través de su obra y envió unas décimas. Por supuesto, fueron leídas.

El público dejó por escrito algunas opiniones acerca del proyecto y del homenaje a Chanito Isidrón: «Magnífica, ojalá sirva para rescatar la verdadera tradición campesina». «¡Al fin logrado el homenaje a Chanito!». «Muy interesante, considero […] que actividades como esta merecen ser divulgadas; los periodistas culturales deben ocuparse de ello». Hay otras, pero quiero resaltar, particularmente, una; su autor [Tomás Morales, «Billo», «Fiñe»] y yo compartimos, durante la infancia, la vecindad campesina, los juegos, la escuela, y la presencia en canturías; verlo en la tertulia me produjo cierta nostalgia, y sus palabras hacen suponer que él sintió lo mismo: «Muchas gracias por haberme permitido participar en esta especializada tertulia literaria, donde he podido sentir nuestra décima, en esta tarde pueblerina, como si el escenario fuera un criollo bohío campesino».

Para la presentación del Catálogo rimado –números 31 y 32– se escogieron textos cuyo tono se avenía al perfil de la tarde. Pedro Luis González Domínguez declamó sus décimas humorísticas «Soñé con la reina Luisa» (31) y Eloísa Font Ortega leyó «La mecedora de mimbre» (32), de estilo popular.

Los dos «leones», José Manuel y Eduardo, con el acompañamiento del trío, cantaron décimas al poeta homenajeado. Como la oralidad es efímera no se pueden reproducir.

Amor Benítez Hernández presentó el libro Recuento, y a través de su ocurrente charla fue contando cómo se desarrolló el proceso investigativo. Qué pena, quedaban muy pocos ejemplares –en la Feria del Libro se agotaron casi todos– pero se vendieron al finalizar la tertulia. Después continuó la risa, Alexis Águila Cabrera declamó «Filosofía africana», de Chanito Isidrón.

La Museóloga Lisandra Orrantia presentó dos figuras de animales en cuarzo rosa, tema que el Museo eligió como «La pieza del mes», para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente. Silverio le improvisó y, por suerte, esa décima sí quedó grabada (en vídeo), al igual que la actuación de Águila Cabrera.

Hacia el final, Aldo Isidrón del Valle habló in extenso de su tío Chanito, de las relaciones familiares, de libros publicados, contó algunas anécdotas… en fin, se acercó al lado humano del poeta, cuya vida no fue siempre alegría y fiestas.

Y la tarde concluyó como empezó, con música: José Manuel y Eduardo improvisaron con pies forzados sobre versos de Chanito, Sedacero ejecutó el instrumental «Gallo Pinto»… y en el aire quedó el sonido de la felicidad, porque recordamos «en grande» a uno de nuestros más importantes poetas populares, amado por cuantos son parte inseparable de Cuba sin importar en qué lugar se encuentran.



«Esencias cubanas»
en la tertulia: décima oral (guitarra, tres, laúd) y décima escrita (libros), Chanito, el sombrero de yarey, el Catálogo rimado y las piezas del Museo.





SOBRE LA AUTORA DE ESTA RESEÑA:

Mariana Enriqueta Pérez Pérez es conductora de la tertulia La décima es un árbol —fundada en septiembre del 2007— y creadora de su sitio web; desde el 2009 miembro del Grupo Ala Décima y su representante en la provincia de Villa Clara. Muestras de la obra poética de Mariana, pueden verse mediante los siguientes enlaces con el blog Álbum nocturno y la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por Mariana Pérez Pérez aparecen en nuestra sección Decimacontexto: POLIZÓN EN LA ALJABA DE EROS, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. LAS ALBAS RUMOROSAS, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel Feijóo. LA DÉCIMA CUBANA DURANTE LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA: LOS POETAS DE LA GUERRA, interesante aporte sobre ese período. LA DÉCIMA ESCRITA EN VILLA CLARA, sobre la poesía concebida en estrofas de diez versos en esa provincia.

Para comunicar con Mariana vía email: marianaenriqueta@gmail.com


Visite el sitio web de la tertulia La décima es un árbol.


lunes, 21 de junio de 2010

María del Carmen Prieto,
La Dama
de la Campiña.
Décim
as y otros poemas


Una iniciativa de Mayra Hernández Menéndez, convertida por ella en libro, como homenaje a la emblemática intérprete María del Carmen Prieto, a quien está dedicada la XLIII Jornada Cucalambeana, evento en el cual está prevista la presentación del volumen. Ofrecemos aquí el prólogo del libro



MARÍA DEL CARMEN PRIETO:
SU INDUDABLE PROFESIONALIDAD

Por Mayra Hernández Menéndez

Por más de cuatro décadas, en nuestra música campesina ha estado latente (y aún está, para suerte de todos) la impronta de María del Carmen Prieto.

Decir su nombre es ya adentrarnos en lo más íntimo de este género, a veces (tan sólo a veces) subestimado por cierta zona de nuestra intelectualidad, al vincularlo con la décima (o viceversa), sin tener en cuenta que ambas (la música de nuestros campos y la estrofa nacional, según la denominara el poeta decimonónico José Fornaris) han incidido, de forma inobjetablemente directa, en el proceso de afianzar lo cubano, o sea, nuestra identidad como nación.

Nacida en Hato de Jicarita, poblado de la Ciénaga de Zapata, en 1946, en el seno de una humildísima familia campesina, La Carbonera (seudónimo que, en su vida artística, recibió y con orgullo defiende, sobre todo por el oficio de su padre) concibió en 1968 sus primeros versos: un conjunto de catorce décimas autobiográficas que tituló, justamente, con ese nombre con el que sería conocida y reconocida.

Junto a su entrega a la poesía, desde muy joven demostró su innata afición por la música campesina, a la que le ha dedicado todo su amor, pues para ella es como sus propias raíces.

En su ya larga trayectoria artística ha incluido en su repertorio como intérprete de tonadas y canciones piezas de significativos autores que cultivaron este género, como Eduardo Saborit, Félix B. Caignet y Radeúnda Lima, entre muchos otros. Como declamadora, ha promovido la obra de nombres como Nicolás Guillén y Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), por sólo citar algunos.

Ella misma se ha encargado de expresar su apasionada dedicación a esta manifestación musical, al definirla como «auténtica de nuestro folclor, de nuestras raíces», y llega a compararla «con la bandera, el escudo, la palma real, la mariposa, el tocororo…». (1)

En su faceta como poetisa, ha guardado celosamente muchos textos que permanecen inéditos. Y no sólo ha escrito décimas, sino también las improvisa. Igualmente ha recurrido al romance y al verso libre, aunque no oculta su preferencia por nuestra estrofa, íntimamente ligada al punto cubano, del que ella es genuina representante. Tanto es así que en una de sus muchas creaciones poéticas escritas, en la que la ha empleado, la define, con un tono intimista, sin pretensiones lingüísticas, con todos sus atributos identitarios, mediante «la sugerencia metafórica para entregarnos su visión del objeto poético (la décima como estrofa) que, alejada ya de sus raíces españolas, se aclimató […] en nuestra Isla», y la distingue «como emblema enarbolado en las luchas por la independencia»: (2) «Décima que me trajiste / sobre las ancas del mar / pichones sin aletear / para que les diera alpiste. / Te quedaste, no te fuiste, / de mis mambisas trincheras / y entre rojas sementeras / alimentaste tu vida. / ¡Oh! blanca rosa esculpida / entre cañas y palmeras».

Si bien, por su profesionalidad —como fiel exponente de la música campesina— La Dama de la Campiña (3) ha merecido significativos reconocimientos y ha llevado su arte a numerosos países, su obra lírica no ha sido lo suficientemente divulgada (sólo en algunos periódicos y revistas y fundamentalmente fue incluida por el poeta y crítico Waldo González en su volumen Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana) (4).

Justamente, por sus altos valores, la Comisión Organizadora de la Jornada Cucalambeana que se celebra anualmente en Las Tunas —capital de la décima cubana, como años atrás la denominara el catedrático español Maximiano Trapero, al que se le otorgó el hispanoamericano Premio «José Vasconcelos» 2009, del Frente de Afirmación Hispanista, A. C., de México—, decidió, por unanimidad, dedicarle a ella la edición 43 del más alto y paradigmático evento de nuestros campesinos y de todos los que amamos y defendemos este genuino arte y, a un tiempo, la décima.

Y como parte de ese merecido homenaje —con el apoyo de la tunera Editorial Sanlope, en particular de su directora Elayne González Urgellés—, Waldo González y quien estas líneas escribe le pedimos a la propia María del Carmen sus textos para compilarlos en un volumen que sólo podría llevar este título: La Dama de la Campiña, a fin de presentarlo en dichas celebraciones cucalambeanas del 2010.

Estructurado en ocho secciones, las seis primeras reúnen una variedad temática que va desde sus antológicas décimas autobiográficas (homónimas de uno de sus seudónimos), el orgullo por su origen campesino, pasando por el amor filial, carnal y a sus «pobres amigos» (parafraseando a nuestro querido, admirado y siempre recordado Premio Nacional de Literatura 1985 Félix Pita Rodríguez), hasta llegar a su compromiso con la vida, el ser humano y la patria. En la penúltima sección el lector disfrutará de la primera controversia, celebrada en Las Tunas, entre la homenajeada y su tradicional «antagonista», la también destacada creadora Elia Rosa Borges, con la que ha compartido distintos escenarios y, sobre todo, en programas de nuestra televisión. Ambas han demostrado su desempeño en la improvisación, y sus acostumbrados «enfrentamientos» son, en verdad, muy disfrutados por todos sus seguidores.

Y ya en la última sección, «Homenaje», se «aglutinan» diversos creadores para entregarle a María del Carmen Prieto —o a La Carbonera, La Dama de la Campiña o, simplemente, a nuestra «María de sol y canto, / de verso, miel y tonada, / auténtica enamorada / del monte y todo su encanto», tal la define en una de las tres décimas que le dedica (pidiéndole prestado el término a Waldo González) su colegamiga Elia Rosa— una muestra de la deferencia hacia ella. Dan testimonio de esa admiración, además, dos Premios Nacionales de Literatura: Ángel Augier y Jesús Orta Ruiz (1991 y 1995, respectivamente) José (Pepe) Ramírez Cruz, el histórico primer presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), notorios poetas-repentistas (Orlando Laguardia, Vitalia Figueroa, Tomasita Quiala, Jesusito Rodríguez, Omar Mirabal y Luis Paz, Papillo), así como significativos poetas-decimistas de distintas provincias y generaciones como Nieves Rodríguez Gómez, Waldo González, Renael González Batista y Reina Esperanza Cruz Hernández) y dos voces nuevas (Agustín Dimas López Guevara y Maritza Vega Ortiz).

Otro agradable complemento de este volumen resulta el diseño de cubierta a cargo del experimentado pintor y diseñador Jorge Martell, quien —a petición nuestra— aceptó sumarse al jubileo de esta artista-poetisa-improvisadora que se ha ganado el cariño, el respeto y la admiración de todos los que hemos sabido (y sabemos) valorar, en toda su amplitud y relevancia, la indudable profesionalidad del arte de María del Carmen Prieto.

MAYRA HERNÁNDEZ MENÉNDEZ
En Ciudad de La Habana, y en octubre del 2009


NOTAS:

1.- Maritza Vega: «La Dama de la Campiña» (I y II), entrevista a María del Carmen Prieto, en Bohemia digital, año 2, no. 13, jueves 18 de julio de 2003.

2.- En mi libro Hombres necios que acusáis… Estudio sobre el discurso femenino en la décima en Cuba (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001, p. 244), en el que le dedico un capitulillo a María del Carmen Prieto (pp.243-244).

3.- Este seudónimo surgió en una de sus presentaciones en el programa televisivo Palmas y Cañas, en la voz de la entonces conductora de ese espacio campesino, Marialina Grau, aunque ella misma ha confesado que el otro (La Carbonera) la hace sentir más feliz, «porque de esta manera pongo en alto mi origen, que deseo llevar y sentir hasta el final de mi existencia» (ver entrevista concedida a Maritza Vega, ya citada en la nota 1).

4.- Este volumen se publicó en el 2003, a través de las Ediciones Ávila y la décima de María del Carmen, incluida en el mismo, se titula «Como un potro»: «Le abrí la puerta, partió / como un potro encabritado; / pequé sin haber pecado, / sola mi hembra lloró. / Lo vi partir, me dolió / no besarle tanta hombría. / Pensé que regresaría / para el pecado besarme. / No volvió para matarme, / y yo morirme quería».Tanto esta estrofa como la que ya antes cité, aparecen en el presente poemario, bajo los títulos «Nodriza» y «Erotismo», respectivamente.

sábado, 19 de junio de 2010

Desde la provincia de Granma

Amor declarado
en diez versos

La décima es la gran pasión de José “Pepito” Pérez, galardonado con el Premio de Honor del recién finalizado Cubadisco 2010 dedicado a la música campesina


Por Dilbert Reyes Rodríguez
Tomado de Trabajadores


Pepito se casó a los 14 años. Llevaba ese amor desde el mismo día en que naciera, arrullado por el río, en una casita humilde de la empinada Maestra, en Buey Arriba.

La pasión le creció dentro por seis años, bajo el cortejo de la luna y el cafeto de la sierra; luego otros ocho años en los llanos de Niquero, a donde fue la familia; pero él no lo advertía y José Pérez, el padre, perdía las esperanzas sobre un noviazgo íntimo y eterno. Hasta el día que…

“¡No salga de parranda que hoy vamos a armar la nuestra. Y prepárese, que va a cantar! Así me dijo el viejo una tarde, y yo accedí, tranquilo, pero sin muchas expectativas”— cuenta José “Pepito” Pérez, galardonado con el Premio de Honor del recién finalizado Cubadisco 2010.

“Como guajiro de cuna al fin, me gustaban las fiestas campesinas; pero veía más cerca de mí la música contemporánea que la propia décima; hasta que mi padre, improvisador de poca cultura, y su amigo Ramiro Anaya, analfabeto pero poeta de sangre, me empujaron a la controversia familiar. Esa noche descubrí el amor que me acompaña hasta hoy”.

Catorce años tenía/ la décima conocí/ y frente a mis ojos vi/ un mundo nuevo aquel día/ La décima pretendía/ besarme en la noche aquella./ Lució tan hermosa ella/ que para más no contarte/ en el palacio del arte/ me matrimonié con ella.

“Imagínese usted, lo contento que se pone un niño cuando le compran un juguete nuevo. Esa noche, entre mi padre y Ramiro Anaya me regalaron el más preciado juguete de mi infancia: la décima. Por eso los tengo como mis primeros maestros.


Décima compañera

“En lo adelante fue la práctica constante: en la escuela, en la guardarraya, en las fiestas, en los caminos; hasta que mi graduación llegó con una incursión en el programa radial Orientación Campesina, realizado una vez desde Cienaguilla, en Campechuela.

“Allí compartí con los prestigiosos Mariano Hernández, Argelio Torres y Blas Ledesma, quienes me felicitaron y avalaron como el más joven y destacado poeta de la canturía. En ese momento encontré mi otra pasión, la radio, de la cual no me he divorciado hasta hoy.

“Sin embargo, para describir mi relación amorosa con la décima no se pueden inventar frases. Es el mundo que me gusta, adoro y sueño, así, literalmente. Son muchísimas las veces que mi mujer me despierta diciendo ¡Viejo, estás loco, llevas rato hablando solo! Y le respondo: No, no hablo; estoy haciendo décimas. Luego se las canto y nos dormimos riendo. Es sencillamente lindo”.


Clamor, auxilio...

“A la música campesina profesional en Granma hay que salvarla de la muerte. Hoy está en terapia intensiva y tenemos cercanos ejemplos de cuánto podemos hacer para revivirla.

“En nuestras narices, en la Casa Iberoamericana de Las Tunas, en Camagüey, en Ciego de Ávila, esta música se vive con ardor; mientras acá nos quedan unos tallercitos, sostenidos por la voluntad de los poetas, un tradicional programa radial que es la columna del género en el territorio y el lamento por muchas iniciativas que mueren en el intento por falta de programación e interés de los directivos”.

“Hay que cambiar el panorama, y hacerlo ya, porque la décima es parte del alma de este pueblo”.

Cubadisco lo premió, porque vio en Pepito a la identidad montuna armada con la voz y la poesía; al bardo que canta a Cuba desde la Plaza del Himno o el set de Palmas y Cañas, al finalista de las Cucalambeanas, al timbre y el ingenio en el estudio de radio, al amigo de Celina…al eterno amante de un amor declarado en 10 versos.

La décima es la princesa/ que en el palacio del arte/ por su brillo forma parte/ del sol que a la tierra besa./ Vino por naturaleza/ de arroyo, monte y bohío/ y cuando la estruja el frío/ se pinta, por ser montuna,/ con el creyón de la luna/ en el espejo del río.


Versión original en Trabajadores



miércoles, 9 de junio de 2010

Desde Matanzas

Coloquio La medida de un suspiro
en la Atenas de Cuba


Por Ca
rlos Chacón Zaldívar


Nuevamente en la Atenas de Cuba se pasó revista a importantes aspectos relacionados con la promoción literaria de la décima, esta vez a partir de diferentes ponencias en torno a las dos vertientes que identifican a la estrofa, durante las sesiones del Coloquio La medida de un suspiro, organizado por la Biblioteca Provincial Gener y del Monte, así como por ASCUBI, organización que agrupa a los bibliotecarios de la isla.

Odalys Schery Guedes, directora de la institución matancera, y Cecilia Soto, poeta coordinadora del encuentro, lo ubicaron entre las actividades relacionadas con el Cubadisco 2010, y para reconocer la labor promocional de Fernando García, poeta y promotor recientemente fallecido, quien desde el Consejo Provincial de la Décima, contribuyó a un mayor conocimiento y difusión de tan importante modalidad lírica desde los espacios de la poesía oral improvisada.

Las sesiones se iniciaron con la inauguración de una exposición que reúne a diferentes decimarios que forman parte de los fondos de la Institución, luego la licenciada María Aleida Aguiar se refirió a los orígenes de la estrofa y como los poetas cubanos de la primera generación de la Revolución interesados por la forma estrófica “encontraron en ella esas puras raíces de lo cubano en la poesía” (1) según palabras de Félix Pita Rodríguez, Premio Nacional de Literatura, en la década del 70. Luego el presidente de la Cátedra Oralidad perteneciente a la SUM Medardo Vitier disertó sobre la evolución de la décima en Cuba.

Mujeres decimistas en Matanzas, por Dora Pérez, de la Casa Naborí; La promoción de la décima tradicional a través del mensuario Humedal del Sur, de Adrián Álvarez Chávez; Desde el trillo hasta el estrado, por Rafael Sarmiento e Iván García, ambos improvisadores yumurinos; El humor en la décima cubana, de Cecilia Soto Martínez, especialista del centro sede; Décima y promoción literaria, por Carlos Chacón Zaldívar, Universidad de Matanzas, y La obra decimista de Luisa Molina, por Odalys Sánchez, especialista de la Sala de Arte y Música de la Biblioteca Provincial.

Un rico y amplio debate propiciaron los temas expuestos, en el cual las personalidades asistentes y el público presente intercambiaron una diversidad de criterios y opiniones, que enriquecieron las sesiones. Entre las mismas deben destacarse el interés escriturario de las féminas matanceras, la permanencia de la estrofa en las páginas del Humedal y la afición de los repentistas y lectores cenagueros de la Casa del Poeta, la línea humorística; y la necesidad de lograr una coherencia promocional entre quienes escriben la décima, la improvisan, la publican y los diversos grupos poéticos, que contribuyen a la transformación sociocultural desde diversos puntos del archipiélago.

Varias lecturas motivaron al público, como la de Roberto Rodríguez, de corte humorístico; un poeta matancero que dedicó sus espinelas a Fernandito García y también una décima de Rafael Sarmiento, integrante del Consejo de la Décima y la Música campesina en Matanzas, dedicada a las organizadoras del evento.

Una nota de frescura, sencillez y autenticidad lírica aportó la jovencita limonareña Susej Niebla, cuyas décimas despertaron admiración, no solamente por las aristas temáticas que abordó, sino por las referencias intertextuales que recrean motivos de la poética martiana. Ante las cuartillas manuscritas que nos mostró Susej y los juicios de Odalys Sánchez sobre la Alondra del Moreto, volvimos a evocar el artículo de María Elena Bayón sobre la primera poetisa nacida en Matanzas, pero en especial aquellas primeras estrofas de Luisa Molina, de quien estamos conmemorando el 190 aniversario de su natalicio.

En la clausura del Coloquio, como hemos referido, se le rindió homenaje al poeta e investigador Fernando García García, por su aporte a la promoción de la tradición decimista en Matanzas, según consta en el Reconocimiento entregado por Odalys Schery, quien manifestó el agradecimiento a los presentes y el interés de la Gener y del Monte en promover estos encuentros, para un mejor conocimiento de las tradiciones culturales yumurinas.

La obra poética de García constituye una significativa búsqueda en las raíces y esencias de una modalidad lírica que mantiene plena actualidad, sirvan como ejemplos la antología La brevedad de lo eterno (La décima en Matanzas 1797-2008), cuya compilación trajo entusiasmo y estímulo a su paciente labor; pero en especial su poemario Urgencia por el alma (1996), del cual diría Naborí: “sus versos fluyen como agua de manantial, enriquecidos por una fina sensibilidad y el filtro de esmerados estudios literarios” (2).

Pero recordemos a Fernandito en el trabajo cotidiano, en la familia eterna de la improvisación, en la organización del certamen poético El Laurel de Plácido, en su cúmulo de proyectos, en todos los sueños que acosan al poeta, en las imágenes de los bardos matanceros que asistimos al noble empeño del espacio televisivo De codos en el puente bajo la sombra del árbol que cubre a Milanés, pero mejor aún, en los versos de estos Salmos que nos dejó escritos para siempre:


Evoco todo lo humano
que me condena y me salva,
sobre el crepúsculo, el alba,
la estrella sobre el pantano;
la sangre, el verbo, la mano,
la piel, el sueño, el latido,
los dones, el apellido,
lo que fui, lo que seré,
el padre que se me fue,
mi voz de sinsonte herido;
el miedo, el dolor, las penas,
la ofensa, los desagravios,
las promesas de unos labios,
las falsedades ajenas;
los desmanes, las cadenas,
la envidia, la desconfianza,
el olvido, la añoranza,
la duda, las tentaciones,
el placer, las ilusiones,
el perdón y la esperanza.



NOTAS:

1.- González López, W. La nueva décima un logro cultural de la Revolución, en Bohemia, 29/12/78, Año 7, No. 52, p.10.

2.- Orta Ruiz, J. Prólogo en Urgencia por el alma, de Fernando García García. Ediciones Matanzas, 1996, p.7.

Taller sobre la décima en Matanzas


Por C
arlos Chacón Zaldívar

A instancias del Centro Provincial de Casas de Cultura y sus especialistas literarios, se desarrolló en el Centro de Promoción Literaria José Jacinto Milanés de la Atenas de Cuba, un breve pero intenso taller acerca de la décima, reconocida por muchos estudiosos como la estrofa nacional.

Carlos Esquivel Guerra, escritor y laureado poeta en el Concurso Iberoamericano Cucalambé de Las Tunas y Argel Fernández, poeta e investigador del Centro Cultural Huellas en dicha provincia, se refirieron a importantes temas en torno a la estrofa cucalambeana tanto en su vertiente escrita como a la repentizada.

Argel abordó de forma detallada diversos elementos que caracterizan a tal modalidad lírica, cuya presencia en Matanzas la sitúan como parte de una gran tradición de poesía oral improvisada, que remite su inicial presencia a siglos anteriores.

En particular estableció un rico intercambio de opiniones, con más de 30 creadores y promotores literarios de los municipios yumurinos, en torno a los orígenes y permanencia identitaria de la espinela en la isla, así como sus estrechos vínculos con la música campesina y la improvisación, sustento esencial del pasado Cubadisco 2010. También fue de mucho valor las referencias sobre al lenguaje tropológico tan propio en dicho forma lírica, que propició amplios debates entre los participantes y un diálogo que enfatizó las ganancias de una forma poética a partir de la década de los 90 en la isla.

Por su parte, Esquivel Guerra, laureado en el certamen Cucalambé en los años 1998 con Perros ladrándole a Dios y 2005 con Toque de queda, estudioso y profundo conocedor del proceso escriturario nacional, insistió en los valores identitarios de una estrofa que se establece en Cuba en el siglo XVIII.

Pero uno de los sustanciosos aportes del Taller fue que Esquivel historiara la estrofa, no solamente desde el contexto de sus propios cultivadores de generación, sino que describiera su evolución y permanencia en la lírica cubana a partir de quienes la prefieren por sus evidentes posibilidades, quienes la cultivan de manera esporádica y quienes dejan de hacerlo por múltiples circunstancias, así desde tales reflexiones hace una valoración múltiple y sin dudas polémica, acerca de las renovaciones temáticas y estilísticas de sus colegas de generación, a partir de los decimarios premiados de Ronel González, José Luis Serrano, Alexis Díaz-Pimienta, Alberto Garrido, Pedro Péglez, María de las Nieves, Alexander Besú Guevara y otros. Se evidenció una vez más la importancia y el papel jugado por las justas literarias en la evolución que muestra hoy el panorama de la décima escrita en el país, cuya riqueza temática, búsquedas estilísticas, formas de su escritura, parecen interesar muy poco a determinados sectores de la crítica literaria.

Además de las lecturas y los debates sobre las obras presentadas, el Taller dejó como huella importante la posibilidad de continuar profundizando con otras acciones culturales en el conocimiento y actualización que sobre la estrofa deben poseer los promotores literarios, así como la necesidad de avanzar en el perfeccionamiento escriturario de quienes la cultivan en la Atenas de Cuba, y el interés por ampliar estos eventos que abrochan los elementos identitarios de la cubanía.