Un poema a
los damnificados
Del
significativo poeta —en
la oralidad y en
la escritura—, narrador
e investigador
habanero Alexis
Díaz-Pimienta reproducimos este poema en décimas, publicado originalmente en
el sitio digital On Cuba
Foto tomada
del perfil de Facebook de Raúl
Alejandro Palmero Fernández
TORNADO SOBRE
LA HABANA
El 27 de
enero
llegó a La
Habana un tornado.
No un ciclón,
ni el ya esperado
huracán, ni
el majadero
rabo de nube
ligero
que a veces
llega y se asoma.
Llegó un
tornado: carcoma
etérea, una
enfermedad
que ha dejado
a la ciudad
(o una parte
de ella) en coma.
Corta la
respiración
ver fotos y
reportajes,
comentarios o
mensajes
glosando la
destrucción.
Tristeza.
Desolación.
Impotencia.
Desconsuelo.
Doloroso ritornelo
de una ciudad
mutilada.
Gente otra
vez obligada
a vivir a
contrapelo.
Un vecino en
overol
y una vecina
llorando.
Los árboles
preguntando
cuándo va a
salir el sol.
Hoy no hay
música ni alcohol,
ni risas ni
desparpajo.
Todo es
angustia, trabajo,
qué hago, en
qué puedo ayudar.
Y un perro
intenta ladrar
pero tose,
cabizbajo.
La Virgen de
Regla llora.
¡Un tornado!
¡Un F4!
Frío y
dantesco teatro
parece La
Habana ahora.
Los
kilómetros por hora
del viento
siguen doliendo
en los que
están recogiendo
escombros,
raíces, tejas.
Y un sordo
coro de quejas
pone música a
lo horrendo.
“Parecía que
un avión…”
“Nunca he
visto nada igual”
“Un ruido
raro, infernal”
“Parecía una
explosión”.
Todas las
palabras son
fotogramas
del espanto.
“Virgen de
Regla”, “Dios Santo”.
“Virgen de la
Caridad”.
El cuerpo de
la ciudad
ahogado en su
propio llanto.
Qué forzoso
maridaje
el de un
tronco derribado
y un cable
del alumbrado
entre
cascotes. Paisaje
desolador. No
hay voltaje.
No hay
techos. No hay más que asombro.
Llanto entre
escombro y escombro.
Rabia entre
charco y concreto.
Y un
vecindario completo
echándose el
miedo al hombro.
Una muchacha
camina
sobre el
fango, entre cascajos,
Raíces,
pedruscos, gajos
y una ruina y
otra ruina.
Parecen de
cartulina
tus paredes,
Luyanó.
No, de cartulina
no,
de papier
maché mojado,
de fibrocén
malogrado,
de un kleenex
que Dios usó.
Una madre
carga en brazos
a su bebé,
envuelto en mantas.
Y no está
sola, unas cuantas
se mueven
entre pedazos
de antiguas
casas, retazos
de hogares a
la deriva.
El viento
traga saliva.
La luz baja
la cabeza.
Boca abajo la
tristeza
de una ciudad
boca arriba.
Veo tus
tripas, ciudad.
Vigas rotas.
Cables rotos,
vecinos
haciendo fotos
desde la
incredulidad.
Veo la
calamidad
De tus seres
infelices.
El grito de
las raíces.
El crujir de
la madera.
Los restos de
una escalera
entre tonos
ocres, grises.
Jeroglífico
de ramas.
Laberinto de
encablado.
Y un cielo
duro, enfadado,
como con
pétreas escamas.
Restos de
sofás y camas
en pose
exhibicionista.
Antena
malabarista.
Ventanas de
golpe abiertas.
Casas que no
tienen puertas.
Puertas que
no tienen vista.
Oh, San
Miguel del Padrón.
Oh, Luyanó,
Diez de Octubre.
Cuánta
tristeza los cubre
y cuánta
resignación.
Oh, Regla,
barrio y panteón,
ciudad rota y
macilenta.
Dicen que
desde el 40
un tornado no
azotaba
a La Habana y
la golpeaba
de manera tan
violenta.
Todas esas
calles rotas
me parecen
conocidas.
Y todas esas
heridas
y esos
guantes y esas botas.
Me aguanto
las palabrotas.
Me sulfuro.
Me incomodo.
Un perro
husmeando en el lodo.
Un chevrolet
bocarriba.
“¡Ni donde
amarrar la chiva!”
“Lo he
perdido todo, ¡todo!”
Tramposa
naturaleza.
No ha sido un
rabo de nube
Ni “una gran
ira que sube”
Ni un
“barredor de tristeza”.
Ha sido, eso
sí, dureza
de “un
torbellino en el suelo”,
inesperado
desvelo,
que “lo feo”
lo dejó,
lo
incrementó, lo grabó
como llanto
en un pañuelo.
Corta la
respiración
ver fotos en
Internet.
No hay wifi,
no hay intranet,
no hay móvil,
no hay conexión.
Leo con
resignación
Twitter y
Facebook. Pregunto.
Indago.
Pienso. Barrunto.
Todo llega a
cuentagotas.
Y hay muchas
familias rotas.
entre
doliente y difunto.
Enciendo el
televisor.
Crónicas y
reportajes
siguen
mandando mensajes
y fotos desde
el horror.
Los tiñosas
del dolor
planean en la
distancia.
Son los
barrios de mi infancia.
mis barrios
pobres, mi tierra.
Siento de
pronto, y me aterra,
el grito de
una ambulancia.
Corta la
respiración
ver tantas
viviendas rotas
y el dolor de
compatriotas
ante la
devastación.
Ahora toca
más unión.
Ahora toca
humanidad.
Toca
solidaridad.
Juntar todos
energías
e intentar en
pocos días
recuperarte,
ciudad.
Vamos, mi
Habana, tú puedes.
Vamos,
vecinos, paisanos.
Hagamos
humanas redes
para levantar
paredes,
para recoger
escombros.
Echémonos en
los hombros
los restos de
la ciudad.
Provoquemos,
de verdad,
un maremoto
de asombros.
Que haya un
tornado de brazos
y de espaldas
y de hombros
para acarrear
los escombros
de esa Habana
hecha pedazos.
Que haya un
tornado de lazos
sanguíneos y
vecinales.
Que entre
patios y portales
nuestros
esfuerzos se trencen.
Solo con amor
se vencen
los desastres
naturales.
Versión
original: Tornado
sobre La Habana
Foto: Maykel Espinosa Rodríguez
Foto: René Pérez Massola
De los numerosos lauros merecidos por Alexis
Díaz-Pimienta (La Habana, 1966) en la variante de la décima escrita, el Premio Iberoamericano Cucalambé 2003, por Confesiones
de una mano zurda, es solamente un botón de muestra. De ese
libro hemos publicado, entre otros, los
poemas Declaración
pública, Mensaje
urgente para mi hijo Axel, después de releer El Principito, Un
pagaré para las azoteas y Cine perdido. También en nuestros
archivos, pueden verse sus Décimas
contra la guerra, sus estrofas
improvisadas en el programa televisivo Con dos que se quieran y el encuentro de Alexis y
Philip Pasmanick con el Grupo Ala Décima. Más recientemente su poema
costumbrista Habana
WiFi, de fino humor popular, y su texto Baracoa,
mon amour, en solidaridad con el pueblo de esa ciudad oriental de Cuba,
azotada por el huracán Matthew. Y en el pasado 2018:
Una información más abarcadora puede encontrarse en el sitio web de Alexis
Díaz-Pimienta, en su blog Cuarto
de Mala Música y en el blog de su Proyecto Oralitura.