domingo, 13 de enero de 2019

Alberto Bayo, un español de Camagüey


Nos lo envía Juan Carlos García Guridi

El poeta e investigador Juan Carlos García Guridi, miembro del Grupo Ala Décima y su representante en la provincia de Mayabeque, nos hizo llegar en tiempo la siguiente colaboración, que demoramos en publicar por razones ajenas a nuestra voluntad:


Cada 2 de diciembre se conmemora en toda Cuba el desembarco del yate Granma. Alberto Bayo Giraud fue uno de los hombres clave para realización de la histórica travesía, así como para la posterior conformación del Ejército Rebelde.

Inspirado, al parecer, en el más puro ideal renacentista, Bayo Giraud era hombre de acción y de pensamiento. Hijo de cubana y español, nació en Camagüey el 27 de mayo de 1892 y a los seis años fue llevado a Islas Canarias. Ya en la Península  se graduó de la Academia Militar de Alcázar de Toledo y obtuvo el título de piloto de la Escuela de Aviación Militar Cuatro vientos, de Madrid.

Combatió en Marruecos de 1916 a 1927 y sus desembarcos al frente de las fuerzas republicanas en Las Baleares han sido referentes como modelos de cálculo y precisión en los tratados militares que le sucedieron. En España, por sus méritos, fue ascendido a General.

Regresó a Cuba en 1939 y fundó una escuela para el estudio de las matemáticas. Estaba instalada en Prado número 12 y funcionó hasta 1942, año en que decide trasladarse a México para ocuparse de la cátedra de Aerodinámica y Navegación Aérea de la Escuela de Aviación del Ejército mexicano. Posteriormente se dedicó al negocio de muebles y, más tarde, al de libros. Fue viajero impenitente. Luego volvió a enseñar…

Fidel llegó a mi casa de la Ciudad de México y me pidió que dedicara tres de mis escasas horas de descanso a la instrucción y preparación de sus compañeros en la técnica de la guerra de guerrillas. Le respondí que podía contar conmigo todas las horas del día, a partir de la fecha siguiente. Entonces liquidé mis negocios en México y comencé a visitar las casas-campamentos donde, sometidos a un estricto régimen disciplinario, estaban reclutados los revolucionarios.

Así pasamos algún tiempo, hasta que decidimos establecer el Cuartel General para la práctica intensiva de la guerra guerrillera. El sitio seleccionado fue el rancho La Rosa, ubicado en Chalco, a varios kilómetros de México.

Su amor por Cuba lo reafirma  en entrevista que le realizara Manolo García G. para la revista Bohemia en 1959: Me siento orgulloso de ser cubano. El mundo entero está asombrado de la valentía y del amor a la libertad de nuestros compatriotas. Me siento plenamente feliz de ser cubano, de haber nacido en la tierra del Apóstol Martí. Una nación que no soporta el yugo de la tiranía es eso: una nación.

En esa entrevista expresó de sus alumnos: aprendieron tan correctamente las lecciones, que ahora Fidel puede enseñarme a mí. Quiero ver al Che Guevara, a Camilo, a Raulito, a fin de que me digan cómo se las arreglaron para aprender a pelear en las ciudades, porque —lo confieso— yo no les enseñé eso.

Acerca de por qué no formó parte de la expedición expresó: Yo estuve durante más de dos semanas sometido a una rigurosa dieta con el propósito de bajar de peso y enrolarme en el Granma. Pero, desgraciadamente, el espacio destinado para mí en la pequeña nave fue ocupado por un valiente más joven y más apto que yo.

La poesía era uno de sus hobbies favoritos. No puede decirse que fuera un gran poeta; sí un ágil versador. Compasivo y querellante… Versador de denuncia y combate. ¡Poeta de la guerra!

Fuera de Cuba publicó la mayor parte de su obra. Desde allí escribió y dio a conocer su experiencia como combatiente, así como varias biografías. Sus Memorias permanecen inéditas. En uno de sus poemarios (Fidel te espera en la Sierra,  Editorial Lex, La Habana, 1959, segunda edición), bajo el título: Yo nací camagüeyano, sentenció:

Yo nací camagüeyano
y aunque corrí medio mundo
hoy un amor muy profundo
me dice que soy cubano,
mas si el déspota y tirano
quiere llamarme gallego
le contestaré a ese lego
aunque tal cosa me encuadre
que gallego fue mi padre
y a mi padre no lo niego.

Alberto Bayo murió el 4 de agosto de 1967 con los grados de Comandante del Ejército Rebelde pero con las insignias de la aviación de la II República Española.

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