DeciMal de Parkinson's
Con una penosa nueva nos escribió a principios de este mes de marzo, desde San Francisco, California, EEUU, nuestro querido hermano y colaborador, el singular decimista estadounidense Philip Pasmanick, conocido por los visitantes de este sitio y por los de su blog Deciman. El poeta, profesor e investigador de la décima en la rumba, nos da noticias de una dolencia que se le ha diagnosticado, ante la cual conserva, por suerte, su presencia de ánimo:
Hoy sin saludo ni prólogo
sin eufemismos ni rodeos
les mando a sus correos
este nefasto monólogo.
Consulté con un neurólogo
ciertos síntomas: temblor,
bruma mental. Y el doctor
me hizo cuidadoso examen:
“PARKINSON’S” fue su dictamen,
pero soy un luchador.
Hago yoga cada día
y practico mi instrumento;
para agudizar mi invento
diario escribo poesía.
Lucho contra la apatía
cada vez que salgo afuera.
No puedo ser lo que yo era.
Y quién sabe qué seré.
Pero rumba cantaré
hasta el día que me muera.
Por lo tanto, grato amigo
yo no pido su piedad
mucho menos caridad
pena, lástima, ni abrigo.
Y si se encuentra conmigo
a la hora de cantar
¡los calzones a amarrar!
Se metió con un rumbero
Y veremos quién primero
como un flan se ve temblar.
Pues efectivamente es así la cosa. Estoy de baja del trabajo y tramitando la jubilación temprana por discapacidad. Si me la concedan estaremos más o menos bien. En todo caso no puedo seguir trabajando y además necesito tiempo para las actividades rehabilitativas y preventivas enumeradas arriba. Y estoy bien, dentro de lo que cabe.
No sé si es un poco cursi de mi parte hacer pública mi situación, pero antes de nada quiero evitar chismes, ya que unos saben y otros no. No quiero una repetición de lo que pasó hace unos años, cuando golpeé la mano y tenía que dejarla en reposo por unas semanas. Confesión de una mano zurda: firmé una carta “El manco de Lepanto”. Y al rato un poeta me escribe desde el festival de Casablanca, Chile, que decían por allí que ¡me habían amputado el brazo! Nada de eso.
En segundo lugar, les escribo porque soy decimista y me consuela expresarme mediante nuestra estrofa. Fue el 3 de marzo cuando recibí la segunda opinión y fui a consultar la jubilación. No me quedó más remedio que rimar.
Tercero, la semana pasada, en la rumba del barrio, inspirado, improvisé una décima en inglés con el mismo mensaje:
People, listen to me please
I’ve got something I must say
in my own peculiar way
I’ve got Parkinson’s disease.
I may tremble, stumble, freeze,
I won’t break, though I may bend
I’ll keep singing till the end
‘cause I never will be too sick
to go out and make some music
with a dear and loyal friend.
Lo que era difícil de decir así, en prosa, me salió con bastante facilidad en versos. Versos crudos, pero versos, al compás de las claves, en guaguancó. Y comuniqué de la manera más efectiva mi mensaje. Pero sentí la necesidad de expresarme en español.
OK, ya lo saben. No se preocupen, el Parkinson’s afecta a cada persona de manera diferente, progresa a su propio aire, y nunca ha matado a nadie. Estoy tomando todas las medidas posibles, y me mantengo optimista. Y sé que soy un hombre afortunado.
Con un abrazo fraternal,
Philip Pasmanick
También nos hizo llegar la carta de aliento que le envió Alexis Díaz Pimienta, que reproducimos y nos sumamos palabra por palabra a su sentido de reconocimiento y apoyo para Pasmanick:
HERMANO, PHILIP, ya sabes que puedes contar y cuentas con mi amistad y cariño indelebles. Me enorgullece, mucho, contarte entre mis amigos, y ver que acabas de hacer, sin darte cuenta, un nuevo aporte al ya rico mundo de la décima y la imp...rovisación. Acabas de poner de manifiesto el carácter terapéutico de la estrofa, o del cultivo de la estrofa, para ser más exacto, sin caer en tremendismos chamánicos y en charlatanerías seudocientíficas. Que hayas tenido la necesidad de expresar tu dolor, preocupación, malestar y voluntad de lucha contra la enfermedad, en versos improvisados, es un ejemplo más del "poder sanador" que tiene la palabra, en general. Los escritores, todos, escribimos sobre nuestras dolencias y dolores, sobre nuestras carencias efectivas; los pintores pintan; los músicos componen piezas inolvidables; entonces, un oralitor, un improvisador, en rumba o en punto o en milonga o en fandango, en cualquier ritmo, esos mismos problemas los canta, o los improvisa, con toda la legitimidad del mundo.
Recuerdo que a mí, cuando era muy joven, entre los 15 y los 20 años, llegó incluso a molestarme que los repentistas cubanos "aprovecharan" la muerte de un ser querido (padres, hijos, amigos, etc.) para cantarles, para improvisarles, hasta agotar el tema o convertirlo en manido. Aquello me parecía un recurso fácil, incluso, sensiblero, un ejercicio de histrionismo. Hasta que murió mi padre. Cuando murió mi padre me vi, yo, haciendo sin poder evitarlo lo mismo que había visto hacer a tantos, y que tanto había criticado para mis adentros. Era más fuerte que yo. Era una necesidad corporal y psíquica, artística y humana. Y casi 20 años después de su muerte sigo cantándole a mi padre con la misma legitimidad y con el mismo dolor, como si hubiera acabado de ocurrir su deceso. Solo entonces comprendí el carácter sanador de la palabra, el bien que hacía exteriorizar, con rimas, música, metáforas, gestos, un dolor que de otra forma hubiera terminando enquistado en el alma. Esto lo supieron antes los psicoanalistas, los prefreudianos y los postfreudianos. Y antes que ellos los timadores sentimentaloides. Pero por suerte, cada vez nos damos cuenta otros, los dolientes normales de nuestras propias penas.
Canta, Philip, en inglés y en español. Canta y escribe siempre que tus manos lo permitan. No dejes que el señor Parkinson le gane la partida a los señores Espinel, Lope de Vega, Mal Lara, Calderón. Canta y demuestra que la improvisación, la décima, el arte oral, es una de las ganancias más enriquecedoras que tenemos, un terreno virgen para neuropsicólogos y otros científicos de alta cientificidad. Soy tan optimista como tú. Nos veremos en algún festival próximo, y en lugar de tocar tus clásicas boncongas, te veré usar las manos "como aspas de molino para sacar belleza de la trampa", para "excavar en el asombro".
Me queda el orgullo (y no es elogio mojigato, no acostumbro) de haber cantado con un artista excepcional, de haber compartido escenario y hogar y décimas con una persona excepcional, de haber sido testigo (y cómplice) de un artista único, tanto en su grandeza como en su humildad, un sembrador, un eterno y callado sembrador, al que muchos tendremos que agradecer todos, hoy y siempre. Pronto cientos de niños estadounidenses serán hombres y mujeres que se acercarán al mundo de la décima, o de la poesía en español, gracias ti, Philip. Y cuántos norteamericanos seguirán descubriendo este mundo mágico gracias a tus artículos, a tu blog, a tus vídeos y crónicas.
Gracias, brother. De corazón. Eres una de las personas más creativas que he conocido, y no deja de asombrarme, hasta el delirio, tu dominio de la lengua de Cervantes, cómo logras en tu lengua adoptiva usar recursos y figuras clásicas que a los hablantes y practicantes de la poesía o de la lengua propias se nos resisten tanto. Sin embargo, a ti te salen así, como al descuido, para firmar un simple email, para completar una décima. Habrá, alguna vez, que estudiar tus hallazgos rimales, lúdicos y pintorescos. Habrá, alguna vez, que decicarte el espacio que mereces y que has ganado por derecho propio en el mundo de la décima hispanoamericana.
Ahora toca jubilarse de la docencia, pero no de la décima, no de la oralitura, no de la investigación. Desde aquí te animo a que aproveches el tiempo-espacio que te deja la enfermedad para hundir más, mucho más, tus ojos y tus neuronas en el análisis tranquilo de la improvisación, tanto en la rumba como en la versión rural improvsada.
Tienes mucho que aportarnos con tu mirada desde fuera, tranquila, desprejuiciada y descontaminada.
Un abrazo muy grande, Philip. Y gracias por darnos, diariamente, suaves lecciones de carácter martiano (aún sin saberlo).
Tu hermano,
Alexis Díaz Pimienta
DE NUESTROS ARCHIVOS:
— Encuentro de Pasmanick y Alexis Díaz-Pimienta con Ala Décima.
— Pasmanick explic su “chaleco homologado” de seguridad vial
— Su intercambio por Año Nuevo en 2009 con Modesto Caballero.
— No sólo sobre dioses sino también sobre santería africana.
— Philip recuerda a Frida Kahlo.
— Una experiencia de Pasmanick: la décima en inglés.
— “Siempre siembro estrofas estrafalarias”.
— Rapeando 8 por 10.
— Desde el “rimódromo”.
— Glosando a Perú.
— 300 PhiliPalabras
— “Señores, el repentismo es un arte muy difícil”
Para comunicar con Philip vía email: rumberomenor@comcast.net
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