Nicolás Guillén y su décima
presentes en el Coloquio
En julio se cumplieron 101 años del nacimiento de ese gran poeta que fue y es Nicolás Guillén, Premio Nacional de Literatura 1983, y también ha cumplido su XX aniversario la fundación que lleva su nombre.El XVII Coloquio Iberoamericano de la décima de la XLIV Jornada Cucalambeanale rindió tributo con esta ponencia.
El sentimiento caribeño expresado
a través de la décima de Nicolás Guillén
Por Marina Lourdes Jacobo García
Cuando yo vine a este mundo,
nadie me estaba esperando; (1)
Entre los antecedentes más reveladores de la espinela se encuentran los diez versos con rimas perfectas y arbitrarias de la copla real, que caracterizara la producción en versos del siglo XV español, y llegaron juntas la glosa y la décima a este mundo nuestro, embarcadas en la mano de sus colonizadores.
Quien me espera está más lejos (2)
En el siglo XX, en una isla del Caribe nació el segundo (3) novio de la décima: Jesús Ribona, o Juan Criollo, o Martín de la Hoz, ocultamente llamado el Indio Naborí, […] (4) el máximo exponente de este siglo en Cuba, Premio Nacional de Literatura.
A propósito del III Encuentro Festival Iberoamericano de la Décima se firmó en Las Tunas una proposición dirigida al Ministerio de Cultura para el otorgamiento de tan alta distinción a un decimista cubano.
En la entrevista de Roberto Rodríguez Menéndez (5) ”La poesía es algo indefinible” a Jesús Orta Ruiz, publicada por la revista cultural Quehacer, en agosto de 1996, ocho meses después de la noticia del Premio, dice el autor:
En 1939 conoce a Nicolás Guillén, con quien sostuvo desde entonces relaciones fraternales. Nicolás le dijo a Orta que en él “despuntaba un poeta y que no confiara demasiado en la improvisación […] un sabio consejo que yo agradecí”. (6)
La máxima figura del octosílabo cubano dedica un artículo al análisis de la obra escrita en este tipo de versos por Nicolás Guillén, consecuente con el sabio consejo al ser pronunciado en la voz de un conocedor por excelencia de la décima, forma poética que siempre transitó junto al proceso de formación de nuestra nacionalidad.
En el citado estudio (7), Jesús Orta Ruiz reseña que las décimas de Guillén, son una certificación del carácter nacional de su poesía toda, quien además, expresó un dominio pleno de la cultura clásica española.
De ahí que no sea extraño su hábil manejo de la espinela, tan frecuente en el repertorio estrófico de Lope, Góngora, Quevedo, Calderón y otros notables ingenios del Siglo de Oro.
Sin embargo, la décima guilleniana pone a lo clásico un sello distintivo con la Incorporación de elementos populares cubanos y latinoamericanos y con el contenido revolucionario de los nuevos tiempos, sin renunciar a la temática de amor y de dolor que caracterizó a la espinela en sus tiempos iniciales. (8)
No se puede realizar un estudio de la décima en Cuba sin tener en cuenta la guilleniana, existe información aportada por diferentes autores que pudieran compilarse. Adolfo Martí Fuentes, en su ponencia “Origen y desarrollo de la décima” (9), al referirse a Guillén expone que, a pesar de no haber publicado ningún libro de décimas antes del triunfo revolucionario, no es difícil reconocer que en su obra poética, esta forma tuvo en él una profunda estimación y hace alusión especialmente a “Gratitud”, aparecida en el periódico Hoy el 8 de febrero de 1949.
Virgilio López Lemus, en su investigación “Ethos y pragmática de la sátira en la décima cubana”, al simbolizar a Guillén enuncia:
Nicolás Guillén, poeta nacional cubano del siglo XX, publicó durante la década de 1940 y de manera diaria, numerosos poemas de sátira política en el periódico Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular (comunista), cuando ese partido no era clandestino bajo el gobierno constitucional de Carlos Prío Socarrás. Numerosas sátiras hacían burla del propio Presidente, sobre todo cuando en 1952 fue depuesto por el General Fulgencio Batista mediante un cruento golpe de Estado, que Guillén satirizó de este modo: “El diez de marzo cayó / de repente en el vacío / y vacío se quedó. / No pudo decir ni prío...” Pero antes, Guillén relacionó al gobierno priísta con el entreguismo pronorteamericano, y con suma sutileza escribió esta décima antiimperialista y a la vez de denuncia de la pobreza social, en la que el sentido del humor de nuevo tiene un tono amargo. (10)
Otro de los investigadores de la vida y obra del Poeta Nacional, Humberto Rodríguez Manso, escribió el texto “Nicolás Guillén y la décima”, motivado por la celebración del V Festival Iberoamericano de la Décima y la Jornada Cucalambeana en Las Tunas. En su texto, Manso relata que el día 2 de julio de 1997 tiene lugar una interminable controversia entre los improvisadores; el poeta Orlando Laguardia propuso el altercado sobre la décima en la universalidad del Poeta Nacional cubano Nicolás Guillén; de aquel momento queda en la memoria la siguiente décima:
Porque un tesoro llevó
en el Cofre de la sien
nuestro Nicolás Guillén
la Décima incursionó
a su autora honor rindió
en tierra camagüeyana
y como bandera humana
flotando en un consonante
fue digno representante
de la décima cubana. (11)
En 1980 aparece publicado por Ediciones Unión El libro de las décimas, selección que realizara Ángel Augier de la vasta obra escrita en décimas por Nicolás Guillén; se incluyen 86 títulos, no todos los escritos por el poeta y de estos, como es el caso de “Sátira Política” y “El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés”, están conformados por más de cincuenta décimas cada uno. Augier en el prólogo advierte:
[…] que también ha cultivado Guillén, con su habitual maestría, esa forma tradicional que hizo suya el campesinado criollo, la espinela, como lo muestra con su hermosura y emotiva presencia […] (12)
Si una característica es propia en la obra de Nicolás Guillén, y además la sustenta, es su identificación con el Caribe, el autorreconocimiento con esa cultura, la que heredó y donde se formó como escritor e intelectual. Estas preocupaciones ocupan el espacio total de su creación literaria, escribió su poética y su prosa como investigador incansable de su cultura. En el libro Prosa de prisa (1929-1985) aparecen diferentes estudios, por solo citar algunos: “El camino de Harlem”, “La conquista del blanco”, “El blanco: he ahí el problema”, “Racismo y cubanidad”, “Cuba, negros, poesía”, “Haití: la isla encantada”, “Barbarie contra cultura”, “Haití”, “Un triunfo americano de Haití”. Los mismos aparecen sintetizados en su expresión mayor, en la poesía de Guillén o en la poesía cubana.
Las décimas que conforman el poema “El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés” ilustran la anterior afirmación. El soldado mulato y campesino Miguel Paz es un símbolo en el poema, es el cubano como resultado de su historia y geografía. Escrito en forma coloquial, es Cuba quien habla en primera persona:
Soldado soy, por tener
algo que echarme a la boca,
pues cuando la plata es poca
poco es lo que hay que comer. (13)
La plantación azucarera y la esclavitud en los campos cubanos, como en las islas del Caribe dejaron por secuela una expresión identitaria, y Guillén hilvana a Cuba, convierte en un sistema sígnico a los personajes y a las situaciones por las que transcurren estas décimas: el campesino, la diversidad de razas, el desempleo, la pobreza, la desigualdad, la plasticidad… proyectándose a la razón colonial de sus raíces.
El bohío cubano es un símbolo de nuestra cultura campesina, y Guillén lo presenta desde la ficción de la pintura que alude a los colores tropicales y resulta un espectáculo visto como un elemento folclórico y turístico hasta la realidad en un abrumador contraste.
El bohío en que viví
con mis padres y un hermano,
hecho de tabla y de guano,
el piso de tierra dura,
mejor era sepultura
que casa de ser humano.
En la pintura es bonita
nuestra casita criolla,
mas sin fogón y sin olla
es bien fea la casita. (14)
Según su perspectiva va moviendo el poema hasta penetrar en un comportamiento cultural que identifica al Caribe. La presencia en nuestras tierras de europeos y africanos a partir de los siglos XV y XVI, estuvo seguida de corrientes de inmigración hacia, entre y en las propias islas, “el pequeño tamaño de las islas hizo que la comunicación entre las zonas rurales y urbanas fueran rápidas y fácil.” (15) Necesidad impuesta por condiciones económicas, y culturales, en muchos casos constituyen su propio destierro. El Caribe está compuesto por una población de inmigrados como fuerza de trabajo, la hindú en Guyana o Trinidad Tobago, la de los culíes chinos, filipinos, coreanos en Cuba y Puerto Rico; además la de sirios y hebreos, por lo que el movimiento de población de un lugar a otro está presente en el Caribe desde su proceso de formación como región cultural. Entre las islas se produce un movimiento poblacional, a causa de la Revolución Haitiana; a Cuba llegaron colonos y negros esclavos y libertos, luego como mano de obra barata llegaban haitianos y jamaicanos a trabajar en la zafra azucarera principalmente en la región oriental del país. Conciencia incorporada al cubano como parte de su cultura.
Mis padres se me acabaron;
luego en un pleito mataron
de un tiro al hermano mío.
Con el corazón vacío
al pueblo vine a parar; (16)
El monólogo de Miguel Paz avanza en el discurso, se van enlazando acciones dramáticas y conflictos que debe resolver. Crisis, desempleo, crece la familia y no se vislumbra el porvenir. Recurre a la única solución posible: me pareció buen remedio la de meterme a soldado.
Los de la piel oscura no tenían muchas opciones en la Cuba republicana, ni siquiera los profesionales e intelectuales, el propio Guillén experimentó la discriminación heredada de los europeos dominantes y la memoria del látigo español por el color de la piel.
Hay otras muchas actividades en la vida de relación cubana de las cuales está excluido el negro, probablemente solo por ser negro. […] En mi pueblo en ese Camagüey conservador y preocupado, algún tiempo después de la muerte de mi padre, estuve yo, casi bachiller, ya mecanógrafo y con más ortografía y conocimientos de redacción que muchos tratando inútilmente de obtener una modesta plaza en las oficinas del Ferrocarril de Cuba […] (17)
En plena república la vida del negro se volvía doblemente difícil por el linaje africano y por ser cubano, Nicolás Guillén cuestionaba en su prosa estas inquietudes, el rechazo a lo diferente por el estereotipo cuando desde una perspectiva formativa negros y blancos en Cuba estaban unidos por la pertenencia a una misma cultura y lo convirtió el poeta en un hecho sublime en la estrofa de diez versos octosílabos, dejando las memorias en la literatura hispanoamericana.
¿Es que después de dos grandes revoluciones contra España y después de la instauración de una patria libre, en cuya Constitución la igualdad entre todos los ciudadanos es un dogma primordial, puede haber una cantidad de cubanos, por pequeña que sea, que se sienta diferente a la otra? (18)
No conozco otra nación
donde el negro sufra tanto;
en mares de sangre y llanto
navega su corazón.
La piel oscura es baldón
que allá inspira odio profundo
¡y que de ese cáncer inmundo,
que al propio blanco envilece,
quisiera el yanqui, parece,
ver enfermo a todo el mundo. (19)
De este origen emerge la voz de Guillén, de la angustia dominante que se inició con la depreciación de nuestra cultura por los españoles, y luego por el imperialismo norteamericano. Utiliza la palabra pueblo en plural para referir el sentido de pertenencia a un sentimiento común de los antillanos, fundado en la casi exterminación de las culturas nativas, la esclavitud de los africanos y el dominio colonial, sentimiento que se traduce en la necesidad de un hombre nuevo y en la transformación de los explotados.
Ni alquilado ni vendido
su filo el sable levanta,
y ante la guerra, que espanta,
el nuevo soldado eleva
la voz de una patria nueva
y una nueva canción canta. (20)
Transformación ineludible de los antillanos y latinoamericanos, Miguel Paz, es un soldado de otra estirpe por pertenecer a una geografía donde los más pobres son la secuela de su propia historia: más que por gusto o placer por el lugar donde estoy. Nicolás Guillén fue un antropólogo de los versos, ensayó la poesía y sus formas con el Hombre dentro y así descubrió a su pueblo desde la poesía. En 1930 había escrito Motivos de son, a partir de este libro la terminología para referirse al negro cubano y el ritmo se incorpora a la literatura latinoamericana, constituyendo como se sabe una revolución en nuestra lengua. El poema “El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés” lo escribió 22 años después, utilizando como recurso poético la escritura de diez versos rimados, la décima cubana donde profundiza en temas esenciales con un corpus literario de singular originalidad, va mostrando componentes de nuestro acervo cultural, el protagonista es un negro y se expresa como el cubano de su tiempo. Estos contrastes lógicos crean conectores que forman la literatura cubana en su diversidad poética.
En el sistema esclavista era práctica denigrar al negro en su auto reconocimiento como individuo, adoptaban el apellido de los dueños para afirmar su capital, efecto de sometimiento que se fue arraigando entre el sector más pobre de la población presente en pleno siglo XX, donde no contenían importancia los apellidos que los identificarían como individuos partes de una familia biológica, ubicada en el primer nivel de las identidades culturales. Guillén expone en el poema esta realidad y lo formula entre la angustia y el sarcasmo del soldado: mi padre, cuando nací, Miguel por nombre me dio y como el Paz se llamó, Miguel Paz por tanto fui… Con los tres puntos seguidos el autor maneja como forma la semiótica evitando palabras que el lector puede descodificar ¡Qué significado tiene mi nombre!
A partir de aquí Paz es distintivo, estará presente hasta el final en lo semántico y formal, convirtiéndolo en lo más perspicaz del poema, manifestando el dominio del lenguaje en el arte de la escritura. De manera orgánica integra en cuatro décimas seguidas para terminar el mismo verso, lo retoma al concluir el poema: Y yo le respondíle: Paz. En cada una de las cuatro décimas (de la XIV a la XVII) junto a la palabra paz, recurre para personalizar la jerarquía militar dominante a un verso, el tercero en la primera, y en las restantes en el segundo: coronel, capitán, teniente, sargento; el grado más alto corresponde al coronel blanco “rubio”. Nos traslada a la memoria histórica y la articula con el presente el “rubio él” puede ser el europeo de entonces o el norteamericano del momento, los que nos han identificando como “el otro”.
El antagonismo entre la guerra y la paz se mueve a través de una imagen sensitiva a manera de sugerencia subliminal, en una cadencia que va trasmitiendo melodía y ritmo, el cubano va entonando sus propias angustias. La contradicción alegórica sirve de fundamento a las inquietudes arraigadas en el cubano pobre por la humillación que dejó el colonialismo, y la visión conquistadora del imperialismo en las Antillas. El sentimiento de marginalidad en América Latina y el Caribe tiene rasgos y formas específicas de expresarse, el subdesarrollo, la dependencia económica y política, la hegemonía capitalista, Guillén prodigó en estas décimas un cuerpo de ideas que llevan intrínsicamente la aspiración superior del hombre, la convivencia humana en paz.
Para el gringo somos caña
y un trapiche que la muele;
compadre, decirlo duele,
mas quien lo esconda se engaña.
Por un lado se fue España
y por otro el yanqui entró…
Sé que de allá (y dirigió
hacia el Norte el firme dedo)
nunca amor esperar puedo,
pues nunca amor nos llegó. (21)
Aparece el personaje José Inés, propio del reconocimiento mutuo, los mismos sufrimientos e idéntica explotación, emociones, ideales y cultura común, desde una perspectiva aparentemente diferente el sargento en el transcurso del discurso sufre una transformación ideológica, aquí Guillén redunda en no dar valor al nombre y apellido para ir articulando la semejanza entre dos personas de igual espíritu y sentimiento: su nombre supe después, cuando más lo conocí pero por lo pronto, aquí lo he de llamar José Inés. El valor se establece en el hombre de pueblo que ha repudiado por una práctica de más de quinientos años el sometimiento en busca de la emancipación, en busca de la Nación. Ambos personifican memorias análogas de lo cubano, los valores que los unen y que expresan nuestra identidad.
Miguel Paz mantiene en el curso de su narración una sucesión de acciones, él es la Isla sedimentada con un carácter nacional y cultural, contaminada por la hegemonía, por formas modernas de colonialismo y la supremacía imperialista. Falta lo irreversible, la soberanía de América Latina y el Caribe, enunciación válida para los pueblos que en su plataforma de formación tuvieron la esclavitud de hombres traídos del continente africano. El sargento José Inés va a ser un revolucionario, como lo fue Toussaint Louverture, en el siglo XVIII, Simón Bolívar y José Martí en el XIX o Fidel Castro en el XX.
Guillén elige la décima para comunicar una realidad y colocarla en el verdadero escenario, quizás hoy su vigencia está en el momento más reaccionario. El imperialismo norteamericano, como lo hizo el romano en su tiempo se extendía no solo por América, y en el mundo se desarrollaban movimientos nacionales de liberación progresistas. -Prepárate –ordenó luego un capitán con voz fea- para marchar a Corea y entrar lo más pronto en fuego.
La décima diáfana sin cultismos lingüísticos no se apoya en metáforas, ni en símiles, ni en experimentación gramatical, no eran necesarias, Guillen ya había revolucionado las letras hispánicas. Las escribió a la manera de la poesía cubana, aquí la décima es la voz del vodú, el que llegó a nuestras tierras transculturado y es tan cubano como la guitarra, el son, la rumba o el danzón. Su poderoso manejo del lenguaje le permitió expresarse hábilmente en el español hablado en Cuba para comunicarse apasionadamente con su pueblo.
Por supuesto que yo estaba
maduro lo necesario;
yo odiaba al ser reaccionario
y el yanqui me molestaba.
Y aunque todavía faltaba
algo en mí definitivo,
como soy de genio vivo
muchas veces lo suplía
con la ardiente fantasía
que del trópico recibo.
Me hallaba al tanto también
de la prensa progresista
y aunque no era comunista,
lo hubiera sido muy bien.
Tampoco ignoraba a quien
es preciso derrotar
para que pueda avanzar
nuestra patria esclavizada
y salir de la estacada
en que la quieren dejar. (22)
Casi a manera de epílogo precursor, como era de esperar, reafirma el sentido de pertenencia a lo que siempre cantó, a lo verdadero, vigente en toda su creación y su verso se encumbra auténtico como medio filosófico. Luego de leer las cincuenta y una décimas incluidas en el poema “El soldado Miguel Paz y el sargento José Inés”, las voces entre el autor y Cuba se trenzan preguntándose ¿qué camino? -El camino porque vas entronca con mi destino-.
Con las mezclas de culturas perpetuas, con el color del níspero, con los ingredientes del ajiaco, que ensalzan al montuno y al obrero (digo al campo y a la ciudad), al indio lastimero y a su caracol junto a los nietos del africano y del español.
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NOTAS
(1) Nicolás Guillén: Obra Poética. Tomo I. Editorial Letras Cubanas.
(2) Ibíd, p120
(3) Excepcional cualidad entre los cultores de la décima en el siglo XIX en Cuba, la tiene Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, su exponente mayor. El cantor popular trascendió su época por el valor poético de su obra, el más destacado representante del movimiento literario nativista. A pesar de que su desaparición física fue antes de que se iniciara la guerra de independencia en 1868, es considerado un revolucionario por el patriotismo de sus composiciones, inspiración para que los mambises cantaran sus décimas y la identificación del campesinado cubano con el bardo tunero.
(4) Léase Volver a tomar la palabra, de Carlos Tamayo Rodríguez, publicado por
(5) Ibíd
(6) Ibíd
(7) Léase “El libro de las décimas sus raíces populares y humor útil” de Jesús Orta Ruiz. Centro de Información Fundación Nicolás Guillén.
(8) Ibíd
(9) “Origen y desarrollo de la décima” de Adolfo Martí Fuentes. Centro de Información Casa Iberoamericana de
(10) “Ethos y pragmática de la sátira en la décima cubana” de Virgilio López Lemus. Centro de Información. Casa Iberoamericana de
(11) “Nicolás Guillén y la décima” de Humberto Rodríguez Manso. Centro de Información. Casa Iberoamericana de la décima. Las Tunas, Cuba
(12) Prologo del texto El libro de las décimas de Ángel Augier. Ediciones Unión.
(13) Nicolás Guillén: Obra poética. Tomo I. Editorial Letras Cubanas.
(14) Ibíd
(15) Robert James: Los jacobinos negros. Editorial Casa de las Américas, 2010, p298.
(16) Nicolás Guillén: Obra poética. Tomo I. Editorial Letras Cubanas.
(17) Nicolás Guillén: Prosa de prisa (1929- 1985). Editorial Unión.
(18) Ibíd, p3
(19) Nicolás Guillén: Obra poética. Tomo I. Editorial Letras Cubanas.
(20) Ibíd.
(21) Nicolás Guillén: Obra poética. Tomo I. Editorial Letras Cubanas.
2002,p221
(22) Guillén, Nicolás: Obra poética. Tomo I. Editorial Letras Cubanas.
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SOBRE LA AUTORA
Marina Lourdes Jacobo García (Puerto Padre, Las Tunas, 1965). Profesora-Instructora de arte en la especialidad de danza. Licenciada en Estudios Socioculturales. Poetisa e investigadora sociocultural. Miembro de
Aparece publicada en diferentes antologías en Cuba y el extranjero: En los límites de la voz. España, 1996, Mujer adentro. Editorial Oriente. Santiago de Cuba, 2000. Erodianas. Editorial Sanlope. Las Tunas, 2000. Sus poesías se encuentran en diversas publicaciones periódicas: Revista Ko´Eyú de Venezuela. En la revista Sic. Santiago de Cuba. No 42 aparece la entrevista «De cómo se gestó