viernes, 25 de agosto de 2017

De Roberto Manzano, una charla


Poesía, ciencia y complejidad
 
El poeta Roberto Manzano ofreció una charla a un auditorio que desafiando el sol de agosto se llegó por estos días a la Casa de la Poesía en La Habana Vieja

Ampliado de Granma
Foto de la autora

«En cuestiones de comunicación cualquier cosa significa. Estar parado no es igual a estar sentado, sobre todo si se va a hablar de poesía. Su poder de connotación es tan grande que no podemos imaginar a José Martí sentado diciendo: Yo soy un hombre sincero / de donde crece la palma / y antes de morirme quiero / echar mis versos del alma. Automáticamente lo situamos de pie. Como tampoco es posible imaginarlo de pie cuando leemos: Puesto a horcajadas / sobre mi pecho / bridas forjaba / con mis cabellos. Ni siquiera cuando está hablando en pasado, contando lo que ya no es».

Así empezó la singular charla que el poeta Roberto Manzano ofreció a un auditorio que desafiando el sol de agosto se llegó por estos días a la Casa de la Poesía, sita en su nueva sede del Liceo Artístico y Literario de La Habana (calle Mercaderes, número 16, entre O’Reilly y Empedrado, La Habana Vieja).

Válido es señalarlo porque oyéndose hablar de un ciclo de conferencias sobre poesía, que la institución viene celebrando desde el pasado febrero cada dos meses (en este caso la cuarta, correspondiente a agosto), bien podría entenderse que el tema poético será servido desde la obra misma de descollantes poetas que en el mundo han sido, o desde sus poéticas (tratados para explicar o entender la poesía). Sin embargo, no es así.

Aunque la materia prima es la creación misma con la que ilustra el orador cada conjetura, y los versos de los grandes vienen a coronar cada dilucidación, no es precisamente el análisis de un poeta clásico, ni popular, ni los esbozos de los principiantes ni sus versos en sí lo que da sustancia al encuentro.

Para estar allí hay que disponerse a pensar. Los que han asistido a los anteriores encuentros ya han intercambiado en torno a la relación de la poesía con la persona y la sociedad, con el afecto y el conocimiento, con la ecología y la espiritualidad. A esta jornada correspondió examinar los vínculos entre poesía, ciencia y complejidad.

Convencidos de que detallar los supuestos esgrimidos allí será un ejercicio fallido, pero procurando acercar al lector a lo que sucede en este sitio regularmente, transmitimos algunas de las ideas que por más de dos horas fueron debatidas para beneplácito de sus participantes.

El lenguaje cotidiano apunta hacia lo denotativo: la poesía tiene otras leyes. Y dice cosas sin decirlas. Es un lenguaje especial que se lleva bien con la locura, con lo irracional, el delirio. De todos los medios de comunicación es el más completo. Trabaja con símbolos que desbordan cualquier equivalencia simple de significados.

Usa los símbolos objetivos y comunes, pero los carga de complejas significaciones subjetivas.

Los artistas trabajan con imágenes, y si no las trabajan no pueden serlo. En el caso del poeta el asunto es más complejo. Los que tienen poder respetan a los escritores y a los poetas porque trabajan con el signo que hizo al hombre, con el que envuelve materialmente el pensamiento. La poesía es el arte de la verbalización estética.

Tiene que insertar una imagen en una palabra y eso es más difícil que pintarla, porque implica una mediación compleja entre dos códigos que ya lo son complejos por sí mismos: el pensamiento imaginal y la expresión lingüística.

Escribir poesía es traducir. De todas las teorías es la traducción la que mejor puede ayudar a entender ese proceso. Aunque no se puede definir la poesía, ayuda mucho a operar con ella emplear la siguiente definición como una hipótesis de trabajo: la poesía es un arte verbal, y esto implica inscribir las imágenes del mundo interior en las cadenas lingüísticas sujetas a ritmo. La ciencia quiere ser objetiva. Los trabajos investigativos no admiten el verbo en primera persona, hay que expulsar al sujeto. La poesía no. No puede separar al sujeto. Ella es la más alta personalización del mundo. Condensa las ideas y neutraliza dicotomías.

La poesía profetiza. La ciencia pronostica. La poesía emplea la intuición, la ciencia el razonamiento. La poesía es imagen, y la ciencia concepto. La ciencia experimenta, analiza, disecciona, extrae leyes, verifica procesos, mientras la poesía es siempre singular, sintetiza, asocia anímicamente, sinergiza la esencia humana. Mientras la ciencia busca la explicación y revela el desconocimiento, la poesía acepta el misterio, no se avergüenza de no tener los argumentos necesarios: «Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no sé!», podría decir César Vallejo. La ignorancia como variable es apabullante para el científico, no para el poeta.

La complejidad está en nuestras vidas. El mundo que se simplifica se falsea. Nuestra realidad de hoy no es aristotélica, sino heracliteana, por aquello que sostuviera el también llamado Oscuro de Éfeso sobre la permanente mutación humana. Ya ni en el verdadero arte, ni en la ciencia, se puede tocar la flauta por casualidad. El desarrollo está en el estudio, en la interdisciplinariedad. Sin un estudio concienzudo no se puede crear. Nutrir el espíritu es una responsabilidad. Las vocaciones que no se cumplen retornan. Es preciso ser fieles a sí mismos. La complejidad es un llamado a responder de un modo más productivo frente a la incertidumbre.

Más o menos de enfoques como estos tratan las conferencias. Los que se animen a las que faltan —Poesía, poder e ideología (18 de octubre) y Poesía, patria y humanidad (13 de diciembre)— tendrán la próxima palabra. Ojalá sean muchos los que prioricen la cita, donde el corte transversal del espíritu nos deja como nuevos.

Versión original en Granma: Poesía, ciencia y complejidad


ROBERTO MANZANO DÍAZ (Ciego de Ávila, 1949), además de reconocido poeta, es investigador y profesor de Literatura. Mereció el Premio de Poesía Nicolás Guillén 2005 por su libro Synergos, el cual sobresale en el conjunto de su bibliografía. Al arribar en septiembre del 2009 a los sesenta años, fue homenajeado en su natal Ciego de Ávila, en virtud no sólo de su amplia obra en versos premiada y publicada (su libro inaugural, Canto a la sabana, es emblemático), sino también por su quehacer ensayístico y por su intensa y extensa trayectoria como docente de la Literatura. Desde la sección “Vertebraciones”, en el sitio digital del Instituto Cubano del Libro, Cubaliteraria, examinó diversos tópicos fascinantes acerca de la actividad creadora del ser humano, como La multitudinaria soledad del poeta, La poesía o la forja del escudo de Aquiles, y Apostillas sobre cultura popular (I, II y III). Muy interesante la entrevista que le concediera al también investigador y poeta Carlos Chacón, y que aborda el tema La décima escrita: Proliferación del hacer y escualidez de la promoción. Su poema en décimas Anclas en el horizonte, fechado en 1989 y hasta ahora inédito, puede verse mediante el anterior enlace. Otras aproximaciones a su obra en versos pueden consultarse en la antología on line Arte poética. Rostros y versos, del poeta salvadoreño André Cruchaga. Manzano prestigia desde el 2004 con su membresía —por su propia solicitud como es costumbre— el Grupo Ala Décima, cuyos integrantes lo consideramos nuestro profesor.

De su poema Anclas en el horizonte es esta estrofa:

Yo camino de estudiante,
de estudiante encanecido:
en las aulas del olvido
me olvido por un instante.

Y como marcho adelante
y con entera atención
oigo esta oscura canción:

Para llegar, el que parte:
todo regreso es el arte
de esculpir el corazón.


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