lunes, 2 de noviembre de 2009

Roberto Manzano:

“La mejor poesía es querernos”

Dijo el poeta en el homenaje que le rindió El autor y su obra

Fotos: Isbel Díaz Torres, miembro del Grupo Ala Décima


Manzano y la poesía: sinergia indiscutible

Por Madeleine Sautié Rodríguez
Condensado de Granma

La mejor poesía es querernos, ella se sujeta al afecto. Siento esa fuerza de solidaridad vibratoria que el público ahora mismo está creando". Está en lo cierto el poeta: se carga de poesía el ambiente y contagia con su emoción al auditorio que le rinde honores, junto a otros líricos. (…) El agasajo ha tenido por escenario el capitalino Palacio del Segundo Cabo, sede del Instituto Cubano del Libro, en su habitual espacio El autor y su obra.

Los méritos y distinciones recibidas por cada homenajeado suelen referirse en estas ocasiones. (…) En un punto coinciden los poetas Alex Pausides y Jesús Lozada, que han tenido a bien conversar públicamente sobre el autor de Synergos. A Roberto Manzano hay que concebirlo como medida de sí mismo sin que admita la búsqueda de regularidades externas.

Acepta Lozada que le cuesta verlo como estudioso de la literatura cubana —a lo que también contribuye este ser de natural nobleza— porque el investigador necesita distanciarse de la materia y Manzano, apasionado como es, se involucra. Confiesa, con orgullo de maestro que Canto a la sabana, uno de los mejores poemas escritos en los últimos 30 años, y con el que en 1975 obtenía Manzano el Premio en el II Encuentro Debate de Talleres Literarios, le cambió la vida. Con el advenimiento de esta obra había descubierto "una forma de ser yo desde otro".

"Es poeta aun cuando no escribe, que es cuando se es poeta esencial", le reconoce en acompasadas pero elocuentes palabras que también argumentan la capacidad del artista para razonar la poesía desde la tierra, de cuyo movimiento literario, creado en la primera mitad del 70, fue uno de los precursores. Para Pausides el encuentro con el autor de Tablillas de barro fue una coincidencia total.

Acertados encomios entretejen la tarde que avanza y le ofrece finalmente al homenajeado la ofrenda de la palabra. Se le asoma el rubor que parece contrariarlo pero encuentra la expresión propicia para agradecer a la poesía por haberlo escogido a él y así poder sujetarse de ella.

Brota el verbo del bardo como un manantial espontáneo. Consigue la fuerza expresiva aun ante la conmoción del halago con una pasmosa coherencia. A la pregunta de cómo consigue la esbeltez de su poesía, me habla de un esmerado uso del lenguaje, de la elección cuidadosa que hace de los términos.

Para este hombre que no concibe "forma de retener la poesía si no está sostenida por la generosidad", la esperanza, verde como su apellido, es una llama que guía su estrella. Cree esencialmente en el ser humano y en su capacidad para re-encontrar el camino siempre que le sea necesario. Mi estrella es seguir amando al ser humano que —según me asegura— recoge toda la luz y la sombra del mundo.

Afirma el poeta que el amor es sinergia, abrazo, círculo. En el abrazo que junta, en el círculo que afianza, en la sinergia que tiene siempre un efecto extraordinario y cuyo vigor hemos percibido en esa tarde de hondísimas inspiraciones, está vestida de gala la poesía, que desde la obra y junto al autor ha protagonizado la sugestiva velada.

Versión original, mediante este enlace, en Granma.

Otra reseña, en Cubaliteraria.

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