En una antología preparada por Guridi
Todo afán de salvamento es reverenciable. Más
si se trata de valores de la identidad nacional. Este libro es reverenciable: Entre
el lápiz y la horma. Órbita de Francisco Riverón Hernández, publicado por
Ediciones Montecallado, de la provincia de Mayabeque.
Si el autor del volumen, Juan
Carlos García Guridi (Batabanó, 1968) hubiera apostado solo a una selección
de la obra de Riverón
(Güines, 1917-La Habana, 1975), este fuera ya un tomo que mereciera saludo.
Pero el libro va mucho más allá de la poesía
del antologado, de sus décimas —improvisadas en innúmeras canturías o escritas
y recogidas en sus cuadernos—, de sus sonetos u otras formas estróficas, de sus
textos en versos libres, todo debidamente ordenado en áreas temáticas.
Esto último, por cierto, tiene el valor
añadido de una suerte de punta de iceberg. En el tema social, por ejemplo, a
más de la muestra compendiada, Guridi nos conduce, con su análisis, al
esclarecimiento de que Riverón fue muchísimo más que el autor de sus textos
quizá más referenciados: su vibrante José de los cubanos —vindicación
del Héroe Nacional— y el conjunto de décimas Gracias,
Fidel, una de las primeras obras poéticas inspiradas en el Líder de la
Revolución Cubana, cuando apenas se iniciaba la epopeya del Ejército Rebelde en
la Sierra Maestra.
Entre el lápiz y la horma, como decía, amplía la
visión de la estatura de este creador con una muestra de sus diálogos poéticos
con otros repentistas, o entre repentistas que lo recuerdan estremecidos tras
su pérdida física, o con valoraciones muy clarificadoras de otros estudiosos.
Así, desde su Invitación a la lectura,
que aporta al volumen el Doctor
en Ciencias Filológicas Virgilio López Lemus, conocemos su honda valoración
del poeta güinero, crecido entre el surco y la zapatería:
“Junto con Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí,
formó el «dúo» de los renovadores más intensos de la décima cubana en la
década de 1950 (…) la espinela llegó a Riverón Hernández convertida en reina de
la poesía popular y tradicional de Cuba, y de otras partes de América. Cuando
él publicó su primer libro, Surco y taberna, en 1950, ya Naborí llevaba
varios años bregando con la novedad, sobre todo tropológica, de la renovación
del canto decimista. Se afiliaron ambos al neopopularismo español, que
renovadora y barrocamente habían traído a la poesía española algunos
integrantes de la llamada Generación del 27. Pero Riverón pronto se destacó con
brillantez, como par no precisamente «acompañante» de Naborí, sino como uno de
los ejecutantes de la nueva era de la décima en Cuba, y de la poesía
preferentemente escrita por medio de la vigente métrica tradicional hispánica”.
Ello se complementa con palabras del propio Naborí,
en su comentario intermedio publicado en el primer libro de Riverón, Surco y
taberna:
“Es hora ya que una poesía, como un café
quintaesenciado, se nos dé en esa jícara de música. Francisco Riverón, joven
poeta de Güines, acaso vio el Mayabeque en unos ojos, afín con el andaluz
Federico que viera o soñara el Guadalquivir de las estrellas, y cantó décimas
con una nueva voz, como tomando un café de más intenso aroma, en la misma
jícara. Es, pues, con la novedad de sus décimas, una revelación más entre las
pocas que anuncian la presencia de una nueva poesía guajira, la llegada de un
Lorca-Cucalambé, de un Machado-Fornaris, de un Guillén-Capacho”.
Como con Naborí, tuvo un cordial encuentro con
Riverón el gran poeta chileno Pablo Neruda durante su visita a Cuba tras el
triunfo de la Revolución. Con ambos tuvo deferencias el autor de Veinte
poemas de amor y una canción desesperada, y de su intercambio con el autor de Surco y taberna, recoge el libro,
entre otros aspectos, estas décimas del cubano al chileno:
SALUDO A PABLO NERUDA
de tu sonrisa chilena,
Cuba –rebelde colmena–
muele su cañaveral.
te saluda este cristal
en el Caribe acostado,
porque el hombre levantado
del fondo de tu sonido,
huele a sudor oprimido
y sabe a pan trabajado.
Traes a mi cielo agrario,
a mi guajiro de arroz,
la bandera de tu voz
en un pulmón proletario.
En su quehacer necesario
está mi pueblo de pie…
Y como en taza de fe
en mi vasija de güira
por Cuba, libre y guajira
te beberás mi café.
No es la figura del bardo güinero la única
requerida de mayor visibilidad en el ámbito literario del país. Nos lo advierte
Guridi desde los inicios del libro, con su Nota del autor:
“Muchos son
los decimistas y/o poetas populares cubanos que además de en sus tumbas, yacen
en el olvido. Es este, pues, mi modesto aporte a la cultura popular tradicional
de nuestro país, y a la memoria de aquellos que ya no están físicamente entre
nosotros, empero su legado es indestructible”.
De modo que,
si añadimos ciertas insatisfacciones que presenta el volumen en su plasmación
editorial, se hace necesario, para un mayor alcance de esta pequeña joya de
rescate, ir trabajando en su propia reivindicación, en una mejor factura de
papel y tinta.
Versión en
Trabajadores: Al rescate de otro grande
Juan
Carlos García Guridi es poeta e investigador. Se desempeña como
especialista en la esfera del libro en la provincia de Mayabeque. Recientemente fue electo
presidente del Comité Provincial de la UNEAC. Es miembro
del Grupo
Ala Décima desde el año 2002 y su representante en esa provincia.
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