viernes, 24 de mayo de 2019

Con la décima prendida del alma


Entrevista a Lorenzo Suárez Crespo

Desde Pinar del Río, nos envía el hermano poeta Lorenzo Suárez Crespo este interesante material, publicado inicialmente en el periódico Guerrillero, bajo la firma de Susana Rodríguez Ortega

 Lorenzo Suárez Crespo, escritor y promotor cultural. Foto: Cortesía del entrevistado.


Homenajear a los campesinos en su día es el propósito de este trabajo inspirado en la décima: un signo de identidad cultural anclado muy fuerte a la tradición guajira de los cubanos.

A bordo de navíos españoles llegó la décima a las costas de Cuba. Cuentan que viajaba en la garganta y la memoria de alarifes (maestros de obra, albañiles, carpinteros y ebanistas) andaluces que añoraban enrumbar su vida en la Isla. Aquí plantaron la estrofa de 10 versos octosilábicos, como si sembrasen la semilla de un árbol robusto.

La “viajera peninsular” quedó prendada del campo cubano y el campo a su vez se enamoró de ella; la obsequió con cantos de pájaros, mañanas verdes y el aroma de los mangos y las guayabas maduras. “Vueltabajo fue uno de los territorios donde se instaló la décima como consecuencia de la migración canaria, originada desde los predios habaneros en la segunda década del siglo XVIII, debido al Estanco del Tabaco y a la persecución y masacre que sufrieron los cosecheros por parte de las autoridades coloniales españolas. A estos lares se trasladarían los vegueros en busca de tierras pródigas para sus cultivos”, explicó el escritor y promotor cultural Lorenzo Suárez Crespo.

La “estrofa mágica” se cantó primero en las iglesias con acompañamiento del tiple de Canarias. Luego tomó parte en celebraciones domésticas y guateques campesinos, donde se le incorporaron las sonoridades del tres, el laúd e instrumentos de percusión menor de origen africano como las claves, el güiro y el guayo, surgiendo de este modo el fenómeno cultural conocido como El punto cubano.

Los poetas populares han elegido a la décima como un modo de expresión literaria por excelencia. Muchos de ellos han enriquecido el imaginario pinareño con su gracia natural para crear imágenes plenas de lirismo. Entre ellos podríamos mencionar a Agobio Hernández Padrón, natural de Sumidero, Minas de Matahambre. A este juglar alegre y vivaz le gustaba ser llamado “El canario de occidente”, pues era de raigambre española. Tenía una filosofía de la vida muy hermosa y resaltaba en sus décimas valores como la hospitalidad y el sentido de pertenencia. Sobre el lomo de su yegua se trasladaba de un sitio a otro y gustaba de recitar para los lugareños con que se topaba por el camino.

Otro destacado improvisador fue Celestino García. Su formación era autodidacta, pero podía manejar desde los temas más sencillos hasta los más profundos.

“Sin más escuela que las canturías, los guateques, las verbenas, las fiestas de los bandos, las infinitas controversias y una vida para nada sedentaria, a pesar de que tuvo hogar, esposa y cuatro hijos, Celestino fue gallo fino que conmovió el ruedo de cualquier sitio donde plantó batalla contra los más disímiles oponentes; siempre con la gracia, la suspicacia y el arraigo criollo que lo caracterizaban”, apuntó Lorenzo Suárez.

La Casa de la Décima Celestino García, institución cultural enclavada en el consejo popular Celso Maragoto en la ciudad Pinar del Río, honra con su quehacer la memoria de este hombre, catalogado como “El rey de los versadores”.

La gente de pueblo también recuerda con admiración a Aniano Coro, campesino de la zona de Herradura que hacía humor a través de sus rimas y a Benito Hernández Cabrera, “El cantor del Valle”, cuya poesía evoca el ambiente bucólico de Viñales, la belleza natural de este paisaje y el amor por su terruño.

La riqueza de la décima radica quizás en su extraño poder de adaptación, esa capacidad de atemperarse a todos los contextos y tiempos cual si fuera una invención contemporánea y no una creación poética de varios siglos de edad.

 Juan Rodríguez Cabrera y su hija Anabeivi Rodríguez Álvarez. Foto: Susana Rodríguez.


Con dos poetas repentistas conversé hace unos días: Juan Rodríguez Cabrera (Juanito) y su hija Anabeivi Rodríguez Álvarez, originarios de San Juan y Martínez.

“Mi abuelito materno me cargaba sobre sus piernas y comenzaba a improvisar acerca de los temas más diversos para entretenerme. Yo le oía recitar y me fascinaba aquello. Fue así como con seis o siete años empecé a hilar mis primeras rimas; pero mi hija tuvo un comienzo aún más temprano”, me contó Juanito.

–¿Cierto, Anabeivi?, le pregunté a la muchacha.

–A los tres añitos, aseguró ella.

“Voy a narrarte la historia completa”, prosiguió el padre. “Nosotros vivíamos en un asentamiento bajo y mi abuelo, en la punta de una loma. Un día fui a visitarlo con la niña chiquita. Ella estaba cansada e insistía en que la cargara.

–Camina, Anabeivi, le ordené. Yo quería que caminara; fue entonces cuando me sorprendió con sus primeros versos:

–Papi te voy a decir/ que me cargues un ratico/ o me monto en un potrico/ y te enchucho a Oniesis Gil.

“Oniesis es un poeta amigo de la familia a quien constantemente mencionábamos en casa por sus dotes como improvisador. Muchas veces Anabeivi nos vio cantar juntos, de ahí lo conocía. Cuando escuché a mi pequeña decir aquello, tan graciosa, la tomé en brazos y la cargué el resto del trayecto como pedía: ‘Me acabas de enseñar un tesoro, mi´ja‘, le dije y a partir de ahí empecé a trabajar con ella y a enseñarle todo cuanto sabía”.

“Papá ha sido mi guía por este mundo de la décima improvisada. Me siento orgullosa de seguir sus pasos”, confesó la muchacha, quien estudia contabilidad en el politécnico de San Juan y Martínez.

“Voy a cumplir 18 años y nunca he sentido complejo de lo que hago, aun cuando son otras las músicas que prefieren los jóvenes de mi generación. Todos mis sentimientos los expreso a través de la décima: cuando estoy triste, cuando tengo alegría… Pienso que ser poeta es una manera de vivir. El poeta no es vulgar, grosero o hiriente; no discrimina ni a los guajiros porque sabe que lo que defiende viene del campo y busca las palabras más bellas para traducir el mundo”, concluyó.

La defensa de la décima es el derrotero común de Juanito y Anabeivi. Se trata de un lenguaje de amor heredado de sus ancestros, un sello de identidad que llevan prendido muy adentro, en ese sitio invisible donde se hallan las raíces de una persona.

Al final de nuestra entrevista, les pedí a ambos que improvisaran acerca de cómo ven ellos a la “estrofa nacional” y este fue el resultado:

(Anabeivi) La décima es una niña
                 con peinetas de instrumento,
(Juanito)   que pasa a través del viento
                 adornando la campiña.
(Anabeivi) Usa coronas de piña
                 como guajira que es
(Juanito)   y puede ser a la vez
                 criolla como la huida
(Anabeivi) de la tórtola perdida
                 de Jacinto Milanés.


Versión original en el periódico Guerrillero:


EN NUESTROS ARCHIVOS:
Lorenzo Suárez Crespo (Bahía Honda, Pinar del Río, 1943) Emblemática figura de la poesía en décimas en la provincia. Licenciado en Literatura y Español. Cuenta con una amplia trayectoria de trabajo cultural que le valió en 1999 el Premio Nacional de Cultura Comunitaria, numerosos premios literarios y varios libros publicados, entre los cuales tiene un peso considerable la poesía para niños. En el 2012 recibió el Premio José Vasconcelos, otorgado por el Frente de Afirmación Hispanista de México. De su autoría puede ver mediante estos enlaces los poemas La rosa y el pincel, Definición, ¿Por quién doblan las campanas?, así como otras tres décimas de su poemario La brújula del viajero. También, su comentario sobre el decimario Con mi guitarra de invierno, de la doctora Lourdes de la Caridad Gutiérrez Álvarez, publicado por la Editorial Loynaz. Lorenzo es un destacado colaborador de este sitio, al que mantiene informado sobre las actividades de la pinareña Casa de la Décima Celestino García; entre ellas, las tributadas a los fallecidos José Miguel Mederos y Polo Montañez.

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