jueves, 16 de mayo de 2019

Animal nada errante


El Premio Riverón del 2017
 

Recuerdo a Pedro Luis Ferrer: Sé que en el mundo hay dolor / pero no es dolor el mundo… Sin embargo, y con todo derecho, es al mundo del dolor al que necesita asomarse estremecido este poemario Errático animal, con el cual Jorge García Prieto (La Habana, 1979) conquistó el Premio Francisco Riverón Hernández de décima escrita en su edición del 2017.

El móvil de una tal elección no está en epidérmicas circunstancias íntimas —que también, desde luego, sería válido cantarlas—, sino en otra dimensión que nos recuerda al grande César Vallejo: Hoy sufro desde más abajo…

Apenas amanece Errático animal, y ya nos dice Jorge:

La quietud de tanta prisa
lleva en su rostro mi cara
zurcida. ¿Será la escara
de este siglo que agoniza?
El rostro de la ceniza
da su jaque en el tablero.
Cuando nací lo primero
que trataron de callarme
fue aquel llanto por quedarme
con un rostro verdadero.

El sujeto lírico aquí no encuentra amparo. Se sube, eso sí, a los hombros de su amargura vital, con ademán matizado de una vitriólica imaginería:

Hoy me sobra una cabeza

no diré cuál, ya lo saben.
Es obvio que dos no caben
en una sola tristeza.
La guillotina francesa
tropicalmente en letargo
traen al jardín. Un amargo
pico de buitre en mi faz.
Brilla el filo. Luego: Chas.

(Con una sola me largo).

Con esa mordacidad que esgrime contra los demonios invisibles que lo zahieren, este animal poético —nada errante como prefiere titularse— busca incluso asidero en la literatura, y la literatura no hace sino propinarle un nuevo desasimiento:

Repaso las sierpes, hace
doce Lorcas que no escribo
cuatro Vallejos que vivo
sin Bukowski que repase.
Virginia Woolf me rehace
los iris de gigoló.
Noches de un sí y nunca yo,
tardes con Sor Juana, intento
en vano entrar al convento.
Vargas Vila lo saqueó.

Jorge García Prieto —por desdicha, no tan conocido antes como debió haber sido— tiene una carrera literaria nada desatendible, con desempeños meritorios en el ámbito de los talleres literarios y el activismo promocional comunitario, a lo cual se suman reconocimientos, desde el 2007, en certámenes como el Premio de Poesía Manuel Cofiño, el Rafaela Chacón Nardi (segundo lugar) y el Pinos Nuevos (finalista en el 2012). Tiene publicado el libro Poemas subsidiados (2013) y textos suyos han aparecido en antologías y revistas dentro y fuera de Cuba.

Le hace por fin justicia a su poesía este Premio Francisco Riverón, pero, para no variar, un nuevo dolor ha de haberle obsequiado la realización gráfica de su Errático animal, al cual Ediciones Montecallado no pudo dotar de las decorosas facturas a las que nos tenía acostumbrados con la plasmación en papel y tinta de los anteriores poemarios galardonados.










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