viernes, 11 de junio de 2021

Jorge Luis Mederos y su Mañana

Poesía contra Covid

El reconocido poeta villaclareño, integrante del Proyecto #poesíacontracoronavirus, invitado a la tertulia La décima es un árbol, ahora en formato on line, dirigida como siempre por la poetisa Mariana Enriqueta Pérez

Lo recordamos en mayo, cuando formó parte de la representación de Villa Clara en CubaPoesía Itinerante, fase inicial del 27 Festival Internacional de Poesía de La Habana, evento que transcurre en estos momentos en las redes sociales, en su formato de Mitin Poético Virtual. Entonces, el escritor Jorge Luis Mederos Betancor, Veleta (1963, Santa Clara), intervino con su vibrante y esperanzador videopoema Mañana, antes compartido por el perfil de la UNEAC Villa Clara desde el Proyecto #poesíacontracoronavirus:

https://www.facebook.com/UneacVC/videos/3609869652391391

De allí copiamos (perdón si hay imprecisiones) el poema completo para ofrecerlo aquí:


MAÑANA

Mañana, cuando tu risa
sea una fiesta en la mirada
y tu boca de la nada
regrese a besar la brisa,
cuando la misma sonrisa
cuelgue como luz del techo
y tu cuerpo sobre el lecho
que te descubre o te inventa,
mujer nacida tormenta
que un día encalló en mi pecho,
guárdame, como el recuerdo
más breve de la ventisca,
guárdame en la levantisca
pluma de tu seno izquierdo,
guárdame si un día me pierdo
o si vuelvo y te presagio,
mujer vendaval y adagio
de tormentas que atesoro,
cuánta plata y cuánto oro
salvaremos del naufragio.
Desde tu boca inasible,
paloma de luz oculta,
tal parece que me insulta
todo el verano posible
anclada en el invisible
susto de ser desatenta
mi sangre es quien te reinventa
como una ola perdida
que me regala otra vida
cuando pase la tormenta.



Con ese videopoema se anunció la presencia del poeta, como invitado, en la tertulia La décima es un árbol, ahora en formato on line, dirigida como siempre por la poetisa Mariana Enriqueta Pérez Pérez —también representante del Grupo Ala Décima en la provincia de Villa Clara—, quien además colocó la convocatoria en su perfil de Facebook con el siguiente análisis de la obra del autor convidado:


RENOVACIÓN Y TRANSGRESIÓN EN LA DÉCIMA
DE JORGE LUIS MEDEROS BETANCOR

(Fragmento de la monografía «La décima es un árbol: el movimiento ascendente de la décima escrita en Villa Clara, a partir de 1959», Santa Clara, 2003, escrita por Mariana Enriqueta Pérez Pérez)

Otro nombre del mar es un decimario que incluye treinta y tres décimas/estrofas en trece poemas (1). En el primero de ellos es «El marino borracho», que analizaré en detalle por cuanto en él se produce un fenómeno interesante de arborización de las imágenes en una estructura circular:

En la primera décima se producen complejos puntos de contacto entre los planos imaginativos «ojo» y «copa», los cuales emiten nuevas imágenes, que se superponen en forma de árbol, pero que finalmente cierran el círculo porque:

1. El «ojo» amanece detrás de la «copa», pero la «copa» crece por el «ojo».

2. El sujeto lírico «yo» —omitido— escapa por el «galope», y la «copa» crece, a través del «ojo», hasta un «lejano galope», que bien puede ser el mismo del inicio.

La segunda décima contiene una nueva superposición de imágenes con la «copa» como plano principal, esta va dando vueltas en su perspectiva y, a la vez, indica el paso del tiempo, que se inició con el amanecer y llegó a la tarde. Finalmente (tercera décima), en el ocaso, el sujeto lírico se dirige a una mujer –que hasta ese momento no se nombra– la cual se ha transfigurado, no ya en (la) «copa», sino en (muchas) «copas».

Esta poesía, y todo el libro, en el momento de su publicación, aportó elementos renovadores, pues, como se ha podido ver, la arborización de imágenes en estructura circular deja en el lector una imagen final, totalizadora, de la embriaguez: todo da vueltas, la copa va fragmentándose o creciendo ante la mirada, para concluir con la pérdida total, la muchacha se pierde, y el marino (sujeto lírico) no sabe siquiera si se pierde. Este fenómeno también se aprecia levemente en alguna que otra décima del libro, aunque en todas sí es evidente la ruptura de la cadena de significantes (2), la proliferación de significados y la arborización de las imágenes.

En «Muchacha la buena» se produce una proliferación de significados alrededor del significante principal, «muchacha», y, al igual que otros poetas de su promoción, utiliza algunas ideas con la doble condición de metáfora ( la noche se inclina / sobre el agua ) y de símil —este es también una variante metafórica— (como la noche / que sobre el agua se inclina) —aquí también usa el hipérbaton—; la muchacha canta desnuda cuando la noche se inclina sobre el agua y, en el acto de adivinar la noche con su mirada, se transfigura hasta ser ella misma «como la noche» (3).

En «Géminis: un tatuaje en el brazo» (4), cuya idea esencial radica en la dualidad del individuo frente al amor, hay un juego con el concepto de la muerte y las diferentes connotaciones que adquiere la palabra mediante el cambio de contexto; así, se aprecia cómo esta expresión aparece ocho veces, además del pretérito de morir. Sólo hay tres rimas y la principal de ellas es «muerte».

En diferentes poemas se reitera el sentimiento de pérdida y de lejanía. Ej.: Perdida tú en lontananza («El marino borracho»); A lo lejos («Ciudad de nadie»); Luego no estás. La mirada / se va, se va… se deshace («Diálogo sostenido con los ojos de una mujer que pasa»).

Aunque el tema general del libro es el mar, también está presente la ciudad, con lo que se cumple una particularidad de la poesía finisecular y de los inicios del nuevo siglo, su carácter de citadina. Ej.: Duerme la ciudad. […] Afuera rompen las olas. El tema de la familia aparece aquí en un sentido poema elegíaco dedicado a la abuela.

La intertextualidad —al igual que en otros decimistas— no se produce mediante la glosa tradicional, sino que —como ha revelado Carmen Sotolongo (5)— se emplea en forma ecléctica y «complejiza el tejido discursivo». Con la excepción de «Diálogo sostenido con los ojos de una mujer que pasa», en ningún caso se ofrece crédito a los originales citados, que pueden aparecer al inicio, a la mitad o al final de una décima. En «Diálogo sostenido…» lo primero que resalta es la intertextualidad con una cita de Julio Cortázar en la sección 7 de Rayuela: «Nos miramos cada vez más cerca. Y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen…»; en esta serie de tres décimas es evidente el propósito renovador que transgrede las reglas de la décima tradicional, al utilizar efectos como: asonancias, rimas iguales (luz), proliferación y composición para formar vocablos (des-navegar) (6). Sin embargo, esta transgresión resulta coherente y no se pierde la esencia de la tradición. En este texto vuelve a encontrarse la palabra «pez». El final del poema logra la idea del alejamiento, en una suerte de armonía imitativa, mediante recursos tradicionales como la anáfora y la reduplicación: «Luego se va. Luego yace, / la sombra y el barco es nada. Luego te vas, la mirada / se va, se va, se deshace.»

Entre los recursos tradicionales, el más empleado es la anáfora, pero también aparece el hipérbaton, la interrogación, la enumeración y el símil; este último recurso, como en otros poetas, se revitaliza mediante su inserción en imágenes visionarias o visiones de compleja organización. La estructura de la estrofa es, generalmente, atípica; a veces aparece la espinela, aunque «remozada».

El encabalgamiento resulta para esta promoción de decimistas (surgida en la década de 1980) un fenómeno natural, inherente a la estrofa, que llega a romper levemente la estructura gráfico-sintáctico-sonora de la décima (7), como ocurre en «Epitafio del marinero».

En algunos textos —«Cualquier mañana» y «Aguas»— está presente la negación imaginativa: «Cualquier mañana no salgo / a matar ni a que me maten; / por cada noche que me aten / las máscaras, nada valgo»; «Aguas que no soy ni busco».

Entre las palabras (símbolos) más usados, en plena coincidencia epocal, se encuentran: «espejo» (tres veces), «ciervo» (tres veces), «pez» (siete veces), «muerto» - «muerte» y «agua».

La décima de Jorge Luis Mederos también evidencia su filiación generacional en los «descuidos formales» —transgresiones no conscientes— en que incurren para salvar, a toda costa, el contenido visionario e innovador de las décimas. Estos «descuidos» son: Asonancias internas y descendidas («Ciudad de nadie», 1ª. Décima, y «Las amistades del muerto. El homosexual»); las rimas de infinitivo más pronombre enclítico («Las amistades del muerto. El cobarde»); la cacofonía (…que lenta tatagua, en «Abuela, quién nos diría»). Y en otra vertiente —las transgresiones a propósito— estarán las rimas idénticas, consideradas como error por la preceptiva tradicional, pero que, por el uso que este poeta le da, constituyen una atipicidad intencional («Diálogo sostenido…», «Otro nombre del mar», «Las amistades del muerto» y «Géminis…».

Por último, hay que inscribir a Otro nombre del mar entre las muestras de excelencia en la décima escrita por la generación, o promoción, de los 80, aunque por razones coyunturales fue publicada en libros a partir de 1990. De manera que se hará justicia si reconocemos en Jorge Luis Mederos Betancor a una de las voces más importantes dentro de la corriente renovadora de la décima cubana, desde la década de 1980 hasta la fecha.

NOTAS Y REFERENCIAS

Este poeta, por lo general, trabaja cada poema en tres décimas, a diferencia de los poetas tradicionales, que casi siempre resuelven la idea en cuatro estrofas.

Carmen Sotolongo advierte, como rasgo recurrente en su libro El tonto de la chaqueta negra, la ruptura de la cadena de significantes y el mantenimiento de la unidad por isotopía. Cf. «El tonto de la chaqueta negra: discurso de la sinceridad », en Huella 1:6-7, en.-feb. 1994, Santa Clara.

Sin embargo, aquí no se produce todavía la permutación de planos o transustanciación.

4. En El tonto de la chaqueta negra aparece como «Géminis».

Sotolongo Valiño, Carmen. Op. Cit.

El término «desnavegar » es utilizado también por otros decimistas.

7. Este fenómeno finisecular, que también se da en muchos otros poetas, es un avance de lo que sucedería con la décima en el actual siglo xxi.

MÍNIMA BIBLIOGRAFÍA

1987

«Amistades del muerto», en Contacto 5:27, jul.-dic., Santa Clara.

«Diálogo sostenido con los ojos de una mujer que pasa», en: López Rodríguez, Karlowa, comp.: Así es la décima, Sectorial Municipal de Cultura, Santa Clara. Contiene también: «Otro nombre del mar».

1989

«Nuestros cantares no pueden ser, sin pecado, un adorno», en Huella sep.:3, Santa Clara. Acerca de la poesía de los 80.

1993

El tonto de la chaqueta negra, 77 pp., Ediciones Capiro, Santa Clara, (Zarapico).

Otro nombre del mar, 28 pp., Ediciones Capiro, Santa Clara, (Premio). Premio I Bienal de la Décima «Villa Clara 1992».

1994

«Labio feroz», pp. 148, en: Aguilera Díaz, Gaspar, comp.: Un grupo avanza silencioso, Un libro para Cuba, México. Contiene también: «La noche en sí misma ardía», (pp. 149); «Dos hombres soy», pp. 150.

Sotolongo Valiño Carmen, «El tonto de la chaqueta negra», en Huella 1:6, en.-feb., Santa Clara.

1996

Sotolongo Valiño Carmen, «El difícil camino hacia la perfección (II)», en Huella 2:6-7, mar.-abr., Santa Clara. Crítica de Otro nombre del mar.

 

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MÁS SOBRE LA DÉCIMA EN ESTA PROVINCIA:
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