En el centenario del poeta
Por Jorge
Rivas Rodríguez, jefe de la redacción cultural de Trabajadores; coordinador del concurso
nacional de poesía Regino Pedroso; miembro
del Grupo Ala Décima
Como «un rasguño en la piedra», calificó José Lezama Lima la creación en
el año 1944, del grupo y revista Orígenes, paradigma de la cultura
insular donde se reunieron varios intelectuales de su tiempo bajo los preceptos
de la amistad y el diálogo espiritual, para asumir la mejor concreción del
espíritu moderno. Entre sus fundadores estaba Eliseo
Diego, relevante figura de las letras insulares cuyo centenario celebramos
este 2 de julio.
El trascendental acontecimiento encabezado por Lezama, se produjo en la
Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes, en la ciudad de Bauta —situada a 29
kilómetros por la carretera antigua, al Oeste de la capital—, donde por aquella
época oficiaba el Padre Ángel Gaztelu, también integrante de la célebre
asociación de noveles creadores de la vanguardia insular.
ELISEO, LEYENDA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA
Orígenes, según el Diccionario de la Real Lengua Española es
una palabra que significa “Principio, nacimiento, manantial, raíz y causa de
algo”, además de “Patria, país donde alguien ha nacido o tuvo principio
la familia o de donde algo proviene”, premisas sobre las que Lezama Lima creó
este proyecto que arriba ya a sus 76 años y se considera uno de los sucesos más
singulares de la cultura cubana.
A través de este texto pretendo resaltar, principalmente, algunos
aspectos relacionados con la vinculación a Orígenes de Eliseo de Jesús
de Diego y Fernández-Cuervo, conocido en todo el mundo como Eliseo Diego, quien
nació el 2 de julio de 1920 en La Habana, y falleció en México, a la edad de 74
años, el 1 de marzo de 1994, víctima de un infarto del miocardio vinculado a un
edema pulmonar agudo; noticia sobre la que el Premio Nobel de Literatura en
1990 y premio Cervantes en 1981, Octavio Paz, poeta, ensayista, dramaturgo y
diplomático mexicano —uno de los más influyentes escritores del siglo XX y de
los grandes poetas hispanos de todos los tiempos—, comentó: “solo faltaba la
muerte a Eliseo Diego para convertirse en leyenda de la Literatura
Latinoamericana”, mientras que el emblemático escritor, guionista, editor y
periodista colombiano, Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura en 1982, lo consideró
uno de los grandes poetas de la lengua española.
Es significativo el hecho de que, tras llegar los restos de Eliseo a La
Habana, el 4 de marzo de 1994, fue enterrado en la necrópolis de Colón
en una bóveda muy cercana a la de su gran amigo José Lezama Lima, fallecido el
9 de agosto de 1976.
A través del grupo y la revista Orígenes, Eliseo se conectó
estrechamente con Lezama, en tanto consolidó sus relaciones con otros jóvenes
intelectuales de la época, muchos de los cuales se conocían por su activa
presencia en el prolífico ámbito intelectual de la cuarta década del pasado
siglo en la capital.
Aunque se consideraba, ante todo, un bardo: “Soy de oficio, poeta, es
decir, un pobre diablo a quien no le queda más remedio que escribir en versos”,
la labor intelectual de Eliseo se extendió asimismo al ensayo, las traducciones
y la prosa, géneros en los que su talento del mismo modo brilló.
DOS PAREJAS DE ENAMORADOS
Junto a Lezama y el Padre Gaztelu, de igual forma sostuvo reciprocidad
afectiva con tres de los jóvenes que posteriormente se integraron a Orígenes:
Cintio Vitier y las hermanas Fina y Bella García Marruz, luego emparentados a
través del amor hasta que la muerte los separó.
Eliseo Diego, Bella y Fina García Marruz, y Cintio Vitier.
Foto: Tomada de La Jiribilla
Otros poetas, músicos y pintores también se nuclearon en torno al
memorable proyecto y fundaron la revista homónima que hizo historia en las
letras cubanas: José Rodríguez Feo, Virgilio Piñera, Octavio Smith, Lorenzo
García Vega, Cleva Solís, Gastón Baquero, Julián Orbón, José Ardévol Gimbernat,
Mariano Rodríguez, René Portocarrero y Agustín Pí.
De izquierda a derecha: Fina García-Marruz, Eliseo Diego,
Bella García-Marruz, Collazo (linotipista), Cintio Vitier, el padre Ángel
Gaztelu, Lorenzo García Vega, Alfredo Lozano, José Lezama Lima, Julián Orbón,
Mariano Rodríguez y Octavio Smith.
Corría la primera mitad de los años 40 del pasado siglo, y el apego entre
Eliseo y Cintio se había fortificado grandemente. Asistían a tertulias,
presentaciones de libros y espectáculos escénicos. Ambos tenían entonces poco
más de 20 años de edad y desde entonces sellaron sus respectivas vidas con las
hermosas muchachas, igualmente movidas por la literatura: Bella y Fina, quienes
vivían en la calle Neptuno número 308, en Centro Habana, donde se realizaban
encuentros entre algunos escritores de la época, cita que fue bautizada por
Agustín Pi como El Turco Sentado.
Eliseo y Bella se conocieron en el año 1941 en la Universidad de La Habana,
donde no terminaron sus carreras para más tarde matricular Pedagogía; se
casaron en la Parroquia de Bauta el 17 de julio de 1948; mientras que en ese
mismo centro de altos estudios Fina y Cintio —quienes desde la adolescencia
profesaban admiración y respeto por José Martí y su obra—, entablaron una
amistad que devino en un profundo amor consumado el 26 de diciembre de 1946.
Ambos matrimonios fueron bendecidos por el padre Ángel Gaztelu.
Los cuatro impacientes intelectuales generalmente viajaban juntos a la
parroquia de la apacible ciudad de Bauta —hoy municipio de la provincia de
Artemisa, que hasta el año 2010 perteneció a la antigua provincia de La
Habana—. Allí Gaztelu ofreció su residencia —hoy Biblioteca municipal Antonio
Maceo— y la iglesia para propiciar el encuentro del grupo reunido por Orígenes.
BELLA CONOCE A LEZAMA
En un inicio, a José Lezama Lima solamente lo conocía Cintio. Eliseo,
Fina y, posteriormente Bella, se mantenían en activo con la revista a través de
sus colaboraciones, pues no habían tenido la posibilidad de relacionarse con el
notable poeta, novelista, cuentista, ensayista y pensador estético cubano que
trascendió al mundo con su novela publicada en 1966, Paradiso
—considerada por muchos críticos como una de las obras maestras de la narrativa
del siglo XX—. En varias entrevistas, Bella contaba la anécdota de cómo conoció
y habló con Lezama en la Librería Económica, ubicada en la calle O’Reilly,
número 466, casi esquina a Villegas, en La Habana Vieja. En un día del
mes de marzo de 1946, ella andaba de recorrido por esa zona en busca del libro La
mujer pobre, de León Bloy, para regalárselo a Eliseo. Lezama adquirió el
volumen y, para sorpresa de ella, se lo regaló. Antes de entregárselo escribió
una dedicatoria: “A las hermanas García Marruz, a su distinción y
temperamento”, con fecha marzo de 1946.
Antes del surgimiento de Orígenes, Eliseo publicó en el primer
número de la revista Clavileño —fundada en agosto de 1942 por Cintio y
Gastón Baquero— su prosa poética titulada Boabdil, un significativo
texto que conmovió a la crítica y que firmó bajo el nombre de Eliseo de Diego.
Algunos estudiosos afirman que las esencias origenistas se remontan al
año 1937 con la aparición del poema Muerte de Narciso, de José María
Andrés Fernando Lezama Lima, quien había sido inscripto con ese nombre en el Registro
Civil al venir al mundo el 19 de diciembre de 1910 en el campamento militar de
Columbia, en La Habana —hijo de un coronel de artillería—, simplemente conocido
como José Lezama Lima, asimismo devenido una de las más importantes figuras de
la Literatura Hispanoamericana, que aunque se dedicó sobre todo a la poesía y
al ensayo, se le recuerda fundamentalmente por su faceta de novelista.
ORÍGENES: «RAÍCES DE GRANDES PROFUNDIDADES SOCIALES»
Sobre este gran suceso cultural que marcó la carrera literaria de Eliseo,
vale rememorar algunos detalles:
El proyecto origenista era una organización verdadera, un ente que, por
tener raíces de grandes profundidades sociales, históricas y culturales, no
dependía de los arrastres de vendavales coyunturales, en una época
caracterizada por la banalidad republicana donde la consonancia de una política
regida por doctrinas impuestas por corruptos gobernantes, constreñía los
horizontes de cualquier tipo de valoración cultural que se revelara en la isla.
Aquel conjunto de intelectuales expresaba su desacuerdo ante la opresión
social. Mediante esa conducta contestataria, Orígenes devino propugnador
de un novel propósito empeñado en profundizar en los gérmenes de la cultura
nacional, partiendo de la impugnación abierta a todo aquello que epidermizara
la cultura. Para sus integrantes, la idea central de su acción emergía de una
visión teleológica y trascendental, en la que, ante todo, se enaltecía el
sentido de «lo cubano», apreciado desde los planos más profundos, es decir, los
más recónditos y esenciales de la realidad. Conceptos que sirvieron de
estandarte en la lucha por la emancipación plena del hombre, ahondando en su
ser individual y participativo, para llegar a las entraña y raíces de sus
formas de decir y actuar.
LA REALIDAD ASUMIDA EN SU CARNALIDAD
Según el filósofo y ensayista español, José Ortega y Gasset, exponente
principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital, Orígenes
constituyó la búsqueda de la esencialidad y del afianzamiento del hombre.
A Orígenes le antecedieron Verbum (1937), Espuela de Plata
(1939-1941), Clavileño (1941-1943), Nadie Parecía (1942-1944), Poeta
(1942-1943); para finalmente derivar, en 1944, en esta revista igualmente
alentada por el Padre Ángel Gaztelu, quien facilitó el recurrente encuentro de
aquellos intelectuales.
Bien se ha enfatizado que Orígenes, como revista co-dirigida por
el promotor cultural, traductor, periodista, editor y crítico literario José
Rodríguez Feo, materializó un espíritu poético que redimensionó la realidad
cubana. De este modo esa realidad no sólo es expresada, recreada y valorizada,
sino asumida en su carnalidad. No sólo fue un espacio para cultivar y publicar
de poesía, sino fue tribuna de ella, el cuerpo que expresó el espíritu devenido
forma expresa de una nacionalidad defendida a toda costa, visionada más allá de
su significante para ser el solo significado.
“FRAGUA DE LA NACIONALIDAD CUBANA”
Esos preceptos editoriales ya habían sido anunciados, en el segundo
número de Verbum, por el crítico de arte y diplomático Guy Pérez
Cisneros, quien en un artículo sobre varios pintores cubanos expresaba, en
cuatro significativos puntos, la acción cultural del grupo. El primero de esos
apartados proponía “derrocar todo intento artístico de tendencia política, pues
en este momento toda tendencia política que no sea estrictamente nacional, está
forzosamente equivocada y sólo nos puede conducir a una desaparición total”;
mientras que en el cuarto y último se afirmaba “alentar con celo todo lo que
sea capaz de crear la sensibilidad nacional y desarrollar una cultura”.
Más adelante Guy sostenía que “este deber, por minúsculos que sean
nuestros medios y nuestras fuerzas, trataremos de cumplirlo para que por fin,
estas paredes históricas que nos rodean y que quizás avergüencen mis palabras,
lleguen a ser: la fragua de la nacionalidad cubana…”.
Otro planteamiento concordante con los enunciados de Pérez Cisneros, los
expuso Lezama Lima, en 1937, en su célebre Coloquio con Juan Ramón Jiménez,
donde argumentaba el propósito de concretar el mito de la insularidad e
integrarlo como aporte a la personalidad social y cultural de la nación.
EMBLEMA REVOLUCIONARIO DE LA CULTURA INSULAR
Fue esa reunión de talentos, de espiritualidades tan grandes como
divergentes, la que ocasionó, con sus respectivas obras literarias (poesía,
narrativa, crítica literaria, artística, estética y filosófica) una gran
conmoción cultural. Por sus aportes y por la indiscutible calidad de sus
textos, así como por la concreción de un espíritu poético. Durante sus doce
años de existencia, la Revista Orígenes devino emblema revolucionario de la
cultura insular en aquellos años.
Eliseo, tal y como lo hicieron otros de sus colegas integrados al grupo,
editó varias de sus obras en Ediciones Orígenes, como su libro de prosa poética
Divertimentos, publicado el 12 de
marzo de 1946 en los Talleres Úcar, García, S.A., ubicado en Teniente Rey
No.15, en La Habana Vieja, imprenta en la que también vio la luz el 5 de enero
de 1949 su primer y célebre poemario En la calzada de Jesús del Monte, una de
las obras más intimistas de la literatura caribeña.
EL IDEARIO MARTIANO
En un artículo publicado por Enrique Saínz en el número 1 del año 2012 de
la Revista Espacio Laical, titulado De las entrañas de la isla, sobre el
grupo Orígenes señala: “Ahí estaba, sin dudas, la vanguardia, pero
llevada hasta límites insospechados por sus más fieles adeptos. Fina García
Marruz ha señalado que Lezama era más delirante que todos los vanguardistas,
aseveración que podemos corroborar leyendo sus páginas representativas. Y
además hallamos en Muerte de Narciso, como en su acercamiento a
Garcilaso, innumerables fuentes espirituales y una decisiva voluntad de
ruptura, también proclamada por los movimientos surrealista, cubista, dadaísta.
“Desde su propia época —agrega—, Lezama se remonta hacia el pasado e
integra múltiples elementos diversos para crear otra interpretación de la vida
y de la cultura, propuesta radicalmente distinta de todas las que animaban los
lineamientos ideoestéticos en aquellos años. El gran antecedente estaba en José
Martí, el hombre que aunó, con recia voluntad creadora, poesía e historia,
pasado y porvenir”.
Hay que apuntar que la mayoría de los integrantes de Orígenes tuvieron
en sus sólidas formaciones las enseñanzas de los grandes maestros del
cristianismo, sobre todo de muchos de sus poetas. Fina García Marruz alega en
su libro La familia de Orígenes (1997) que “Dante es un nombre más
esencial a nuestro modernismo que Verlaine”, de donde se infiere —según Enrique
Saínz—, que “también para Orígenes el gran poeta florentino fue más
importante porque para los poetas del grupo el gran autor católico había
alcanzado lo que ellos, como los modernistas, también buscaban: la catolicidad,
es decir, la universalidad que habría de integrar vida y muerte, cuerpo y alma,
Poesía e Historia.
“Esa religiosidad profunda de los origenistas —añade—, asumida desde
posiciones libres, sin desentenderse de los dogmas, pero sin vivirlos en
sentido estricto, dio al grupo una manera muy peculiar de asumir la cultura
precedente y coetánea, como se evidencia en la lectura que hicieron Lezama,
Vitier, García Marruz, Diego y Smith de los poetas que mayor significación
tuvieron para ellos. Ningún poeta cubano, exceptuado José Martí, se planteó
semejantes tesis ni alcanzó a realizar tan extraordinarias interpretaciones de
sus autores formativos como ellos”.
NUESTRA AMÉRICA EN ORÍGENES
Otro valioso aporte de los origenistas fue su cuidadoso escudriñamiento
en la variopinta arquitectura de la nacionalidad cubana, a través de disimiles
textos que de alguna manera contribuyeron a establecer una posición
estrechamente vinculada con el latinoamericanismo, en concordancia con el ideario
martiano en el que se insta a comprender a Nuestra América como un solo cosmos,
una Patria grande, desde el Río Bravo hasta La Patagonia, en tanto integrar a
la isla al vasto universo de la cultura mundial.
Tales empeños fueron posibles a través de sus producciones literarias, en
las que no establecieron diferencias entre una personalidad insular u otra
hispanoamericana, Europea, Asiática o de cualquier otra región del orbe.
Se ha comprobado que muchos de los volúmenes de poesía, teatro, narrativa
y ensayos hispanoamericanos publicados a mediados de la pasada centuria
establecen nexos indiscutibles con los trabajos aparecidos en Orígenes,
tanto a través de su revista como en los libros de sus integrantes, en todos
los cuales, de acuerdo con los criterios de muchos de los grandes maestros de
la literatura, y de prestigiosos críticos, emanó un fecundo taller fundado y
enriquecido sobre la diversidad, tomando como punto de partida las raíces más
hondas de nuestra ínsula, subyacentes en nuestros ancestros: el indio, el
negro, el español, el chino….
Como expresara el sabio Don Fernando Ortiz, en su artículo titulado Factores
humanos de la cubanidad, publicado en la Revista Bimestre Cubano
(Marzo-Abril de 1940): «Cuba es un ajiaco, ante todo, una cazuela abierta. Eso
es Cuba, la isla, la olla puesta al fuego de los trópicos… cazuela singular la
de nuestra tierra, que ha de ser de barro, muy abierta».
UN PROYECTO MONUMENTAL E INDESTRUCTIBLE
En tal sentido, la propia presentación de Orígenes afirmaba:
“Queremos situarnos cerca de aquellas fuerzas de creación, de todo fuerte
nacimiento, donde hay que ir a buscar la pureza o impureza, la cualidad o
descalificación de todo arte (…) nos interesan fundamentalmente aquellos
momentos de creación en los que el germen se convierte en criatura y lo
desconocido va siendo poseído en la medida en que esto es posible y en lo que
no engendra una desdichada arrogancia.”
Con la mirada en el pasado y sobre la base del necesario e ineludible
enriquecimiento de nuestra identidad, la obra del Grupo Orígenes se
erige en monumental e indestructible herencia de los cubanos, joya que, como
afirma Saínz, constituye un importante instrumento cultural a tener muy en
cuenta en “esta época de creciente pérdida de valores, de avances tecnológicos
que parecen juegos de la imaginación y que contribuyen, en su lado negativo, a
desustanciar la vida y a hacernos creer que los grandes problemas se van a
resolver con los avances científicos, las propuestas de estos poetas y
pensadores poseen un extraordinario significado en la medida en que nos inducen
a indagar más adentro en nosotros para ver nuestras insuficiencias y nuestra
pobreza.
“Creo que la cultura de nuestros días —enfatiza Saínz— tiene en este
grupo de escritores, pintores y músicos uno de sus grandes momentos no sólo por
las calidades intrínsecas de sus libros, sino además por habernos enseñado a
mirar y comprender, sentir y disfrutar la alegría de la vida y la esperanza de
un mundo mejor hasta el día de la eternidad”.
Bien es cierto que, durante su existencia, Orígenes no tuvo
un explícito carácter polémico; sin embargo son conocidos sus espinosos debates
en defensa de determinadas tesis y planteamientos de sus autores en algunos
escritos, sobre todo aquellos que enfrentaron valientemente la desvergüenza y
la corrupción de los mandatarios de la época y sus principales seguidores,
además de la mediocridad, a veces humillante, del ambiente cultural que era
alimentado por los poderosos oligarcas con el principal fin de entretener a la
rancia burguesía cubana.
FERNÁNDEZ RETAMAR: “ORÍGENES LLEGÓ A SU FIN DEBIDO A ABSURDAS
DISPUTAS”
En una magistral conferencia del poeta, ensayista y promotor cultural
Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa de las Américas, publicada en
la revista Thesaurus, del Instituto Caro y Cuervo, de Colombia (Tomo 49, Número
2 , correspondiente al año 1994), bajo el título de Orígenes como revista,
el destacado intelectual cubano puntualiza: “En cuanto a la circunstancia
nacional en que vivió Orígenes, el propio José Rodríguez Feo
—(1920-1993), crítico, traductor, ensayista, editor y uno de sus directores— la
caracterizaría años después señalando que en la Cuba de entonces ‘prevalecieron
la corrupción administrativa, la malversación de los dineros del pueblo, el enriquecimiento
de los politiqueros con los negocios más sucios, el pandillerismo, la división
del movimiento sindical y el sometimiento total del país a las imposiciones del
imperialismo yanqui’. Convertida además Cuba en feudo de la mafia».
Tras la publicación de 42 números, entre 1944 y 1956, con portadas en
cada una de sus ediciones que fueron ilustradas por grandes pintores cubanos,
además de los 23 libros que vieron la luz bajo su sello editorial, así como los
numerosas programas culturales que alentó y defendió dentro de una ferviente
unidad de trabajo, lamentablemente la revista Orígenes —que también tuvo
como editores iniciales a Mariano Rodríguez y Alfredo Lozano Peiruga— llegó a
su fin debido a absurdas disputas por viejos odios españoles entre sus dos
directores, Lezama Lima y Rodríguez Feo.
Sucumbía así aquella revista que en su número 16, correspondiente al
invierno de 1947 —se publicaba cada tres meses, en correspondencia con las
estaciones del año— afirmaba que “todo podrá tener acogida en nuestras páginas,
menos lo chusma, lo frío informe, lo apresurado, y el rezagado que quiere ahora
pasarse de listo, cuando todos sabemos que llegó tarde a la fiesta y no tiene
alegría ni expresión para hacer otras fiestas”.
Para muchos, el pleito entre Lezama y Rodríguez Feo fue superfluo, aunque
provocó doloridas repercusiones entre la intelectualidad cubana y de
Hispanoamérica. Tras la discordia entre ambos intelectuales se editaron dos
revistas con el mismo nombre, Orígenes, una de ellas dirigida por
Lezama, quien se valió para ello de un Consejo de colaboración integrado por
algunas de las figuras cubanas más notables de esa época, y la otra, creada por
Rodríguez Feo, con otro Comité de Colaboración integrado por escritores
extranjeros.
“Orígenes se había rajado, y empezaba a extinguirse. Una, la de
Lezama, quedó desguarnecida; otra, la de Rodríguez Feo, era un conjunto amorfo
de colaboraciones, aunque no pocas de ellas fueran en sí excelentes”, afirma
Retamar en la prestigiosa publicación Thesaurus dedicada esencialmente a los
campos de la lingüística y la literatura, tanto en lengua española como en
lenguas indígenas americanas.
Seguidamente enfatiza: “¿Qué habría ocurrido si, de no haberse publicado
los exabruptos que asesinaron a Orígenes, esta hubiera durado al menos
dos años y medio más, hasta el triunfo revolucionario de 1959, un triunfo que
sus dos exdirectores, a la sazón absurdamente separados, saludaron con
entusiasmo? No puedo dejar de pensar que en ese caso nos habríamos ahorrado
ciertas mediocridades y groserías. Aunque esta conjetura no puede desconocer
que el clima cada vez más espantoso del batistato muy probablemente hubiera
hecho imposible la sobrevivencia de Orígenes, como ocurrió con la nueva
revista de Rodríguez Feo, Ciclón, fundada en 1955 e interrumpida por él en
1957”.
En tan breve espacio no es imposible hablar con mayor profundidad sobre Orígenes,
cuyo subtítulo fue Revista de Arte y Literatura, fenómeno cultural en
torno al que hay mucho que estudiar y difundir aún, especialmente entre las
jóvenes generaciones que apenas conocen de la existencia de este maravilloso
esplendor de cubanía, en el que dejó su impronta uno de los más brillantes
intelectuales cubanos de todos los tiempos: Eliseo Diego, quien precisamente
desde la Biblioteca Nacional José Martí, donde trabajó en la década de
los años 60 del pasado siglo, promovió la literatura y la lectura para niños y
jóvenes. Sirvan estas líneas como homenaje a este gran escritor que asimismo
nos legó una extensa bibliografía, en la que además de la poesía, aparecen la
prosa y la traducción, para de tal modo ser acreedor del Premio Nacional de
Literatura, en 1986, y del Premio de Literatura Juan Rulfo, en México, 1993.
Versión original en Trabajadores:
INFORMACIONES RELACIONADAS:
—Programa
por el centenario del natalicio de Eliseo Diego (nota de prensa del Ministerio
de Cultura).
—En Granma, Centenario
de un gran poeta: Eliseo Diego.
Por el Doctor en Ciencias Filológicas Virgilio
López Lemus.
—En homenaje a Eliseo
Diego, cada año Ediciones Ávila y el Centro de Promoción Raúl Doblado del
Rosario, en Ciego de Ávila, convocan al Concurso
nacional de Literatura Eliseo Diego.
De este
emblemático poeta, Premio Nacional de Literatura 1986, es esta décima:
sostienes en
el olvido,
madre del
reloj dormido,
protectora de
las rosas;
en estas
noches tediosas
en que el
silencio nos duele,
déjame que te
consuele,
vieja de
piedad sencilla.
Si toco el
tiempo en tu orilla,
qué importa
que octubre vuele.
Tomado de
Decimacontexto:
— LA
DÉCIMA EN ELISEO DIEGO, por Carmen Sotolongo Valiño.
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