A 118 años de su nacimiento
Por Jorge
Rivas Rodríguez, jefe de la redacción cultural de Trabajadores; coordinador del concurso
nacional de poesía Regino Pedroso; miembro
del Grupo Ala Décima
Reconocidos vocalistas, conjuntos y grupos musicales de Cuba, del Caribe
y Latinoamérica, popularizaron numerosos poemas de corte popular y folklórico
creados por el Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén Batista (Camagüey, 10 de
julio de 1902 – La Habana, 17 de julio de 1989), quien, más que “negra”,
calificó a su poesía como “mulata”, para de tal modo conferirle un carácter más
general e ilimitado al mestizaje.
Guillén, de quien por estos días se conmemoran los aniversarios 118 y 31,
respectivamente, de su nacimiento y partida hacia la gloria, se nutrió de la
vida popular, de los bembés y cultos a los santos que se realizaban en los
solares y barrios pobres de su natal Camagüey, con tambores, cajones, claves y
timbales, proceso de formación de una intelectualidad que también se alimentó
de la conga, la rumba y el guaguancó; además de las manifestaciones religiosas orales-musicales que, expresadas
por los negros esclavos, fueron heredadas por las siguientes generaciones de
afrodescendientes.
Esas experiencias enriquecieron su
interés por el vibrante ritmo del son, también con raíces ancladas en lo
popular, donde se entretejen la melodía, los metros y los instrumentos
musicales con la tradición del canto y el ritmo
africano:
“Yoruba soy, lloro en yoruba/
lucumí./ Como soy un yoruba de Cuba, / quiero que hasta Cuba suba mi llanto
yoruba,/ que suba el alegre llanto yoruba/ que sale de mí./…Yoruba soy,/ cantando voy, / llorando estoy,/ y cuando no
soy yoruba, soy congo, mandinga, carabalí./ Atiendan, amigos, mi son, que
empieza así:/ (…)”, expresa su Son número 6, del libro El son entero (1947).
La herencia Yoruba
Los versos de Guillén emanan, de forma fluida y candente, desde las más
auténticas raíces afrocubanas. Buena parte de su obra posee un ritmo, cadencia
y movimiento mayoritariamente proveniente de las culturas traídas a la Mayor de
las Antillas por unos 275 mil negros
nigerianos, apresados y convertidos en esclavos, quienes entre los años 1820 y
1860 arribaron a las costas cubanas, trayendo consigo su creencia Yoruba;
proceso sincrético mediante el cual se fusionaron aquellos dogmas africanos con
el catolicismo traído a la Isla por los colonizadores españoles.
VIDEO: PROGRAMA LA PUPILA ASOMBRADA SOBRE NICOLÁS GUILLÉN Y SU OBRA
MUSICALIZADA POR ANA BELÉN Y VÍCTOR MANUEL:
En su poesía encontramos esas coloridas referencias resultantes de la
mezcla de tradiciones y costumbres arraigadas en una importante zona del
Continente Negro —en menor cuantía también llegaron esclavos procedentes de la
costa occidental del África sub-sahárica, desde el norte de Senegal hasta el
sur de Angola—, así como de la típica musicalidad existente en buena parte de
la obra de los bardos cubanos de los siglos XVIII y XIX.
En la creación literaria de Guillén sobresale un estilo único e
irrepetible, sustancialmente marcado por un talante expresivo afrocubano, el
cual se evidencia desde sus primeros libros Motivos
del Son (1930) y Sóngoro Cosongo (1942),
de este último muchos de sus poemas son recurrentemente llevados a disimiles
espectáculos musicales, escenificaciones teatrales y producciones
cinematográficas.
Una armonía muy singular
El reconocido poeta y ensayista guantanamero Regino Eladio Boti
(1878-1958) señaló de forma escueta la manera en que Guillén caracterizaba sus
poemas con una armonía muy singular, adjudicándoles una particular
identificación con el son: “Primero hay una pregunta a la que corresponde una
respuesta o comentario por el coro, y en la segunda, una pregunta a la que le
corresponde un comentario que se repite más de una vez”.
Por su parte, el prestigioso poeta, ensayista y novelista haitiano René
Depestre (Jacmel, Haití, 1926) precisó que en la poesía del maestro “el afán de
belleza del verso, su musicalidad, su fuerza de combustión lírica, y la
voluntad de eficacia social de su palabra, con la ayuda de una técnica
consumada, no son sino una sola llama en la noche del mundo”.
En reiteradas ocasiones, Guillén confesó que también engrandeció su
universo cognoscitivo a través de sus estrechos vínculos con la Trova Cubana y
consideraba como una de las influencias más significativas ejercidas en él las
que recibió del Sexteto Habanero y del Trío Matamoros. Amadeo Roldán, Alejandro
García Caturla y los hermanos Grenet , glorias del pentagrama insular,
elogiaron —incluso, algunos de ellos los incluyeron en sus repertorios— los
“sones” de Guillén.
El extraordinario poeta chileno Pablo Neruda expresó: “las palmeras y las caderas, los
vientos y los cuentos tienen el perfume ácido, salado y azul de la espuma
antillana, y propagan un sonido de plata fina y cascabel silvestre; son sonidos
que Nicolás Guillén recibió como herencia en la sangre o donación que él hizo
de su activo corazón haciéndolo patrimonio sonoro de su pueblo”.
El son en sus motivos
Entre los poemas de Guillén musicalizados
por unas 130 reconocidas figuras
y agrupaciones musicales de diferentes lugares del orbe se encuentran la
memorable versión del poema Songoro
cosongo realizada por el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro, en tanto la
célebre cantante argentina Mercedes Sosa popularizó, en la década de los 60 de
la pasada centuria, la obra titulada Canción
para dormir a un negrito; y el grupo chileno Inti Illimani incorporó a su repertorio Mulata, extraída del libro Motivos del son (1930) , además de Sensemayá (Canto para matar una culebra),
del poemario West Indies Ltd (1934).
Pablo Milanés, como solista, o a dúo con Ana Belén, inmortalizó la
canción conocida por el título de De qué
callada manera, una de las más
hermosas obras de Guillén: ”¡De qué callada manera/ se me adentra usted
sonriendo,/ como si fuera la primavera ! ¡Yo, muriendo!/ … Y de qué modo sutil/ me derramo en la camisa/
todas las flores de abril/…”
ANA BELÉN Y PABLO MILANÉS: DE QUÉ CALLADA MANERA
Asimismo, el conjunto argentino Los fronterizos popularizó, en las
décadas de los 60 y 70 del anterior siglo Canciones
para soldados y el grupo chileno Quilapayún interpretaba La Muralla, un texto integrado al libro La paloma del vuelo popular (1958), entre otros muchos que
abordaron la obra de Guillén a través de la música.
Trascendencia mundial de La Muralla
Este último poema es, sin dudas, el más conocido de Nicolás. Se trata de
un canto de firmeza y unidad en el que el autor convoca a la humanidad a construir y vivir en un
mundo mejor. Ha sido llevado a los respectivos estilos de decenas de
intérpretes, entre los que se destacan los españoles Ana Belén y Víctor
Manuel, cuyo record de popularidad con
este tema no ha sido superado aún.
“(…) Alcemos una muralla/
juntando todas las manos;/ los negros, sus manos negras,/ los blancos, sus
blancas manos./ Una muralla que vaya/ desde la playa hasta el monte,/ desde el
monte hasta la playa, bien,/ allá sobre el horizonte…”.
Con esta emblemática creación, el poeta mayor exaltó la necesaria unión
de todos los hombres de la tierra simbolizados por negros y blancos, para
enfrentar y vencer el mal, representado a través de símiles como el alacrán, el
ciempiés, el veneno, el puñal y el sable del coronel, que como la maldad, la violencia, la guerra, el odio y
la vileza no pueden entrar en “su muralla”, la cual solo se abre a elementos y
sentimientos alusivos al bien: el corazón del amigo, la flor, la paloma, el
laurel, el mirto, la hierbabuena, la amistad, la poesía, y la paz.
ANA BELÉN Y VICTOR MANUEL: LA MURALLA
“Mis poemas-sones me sirven además para reivindicar lo único que nos va
quedando que sea verdaderamente nuestro, sacándolo a la luz, y utilizándolo
como elemento poético de fuerza”, dijo el poeta.
Los mismos elementos afectivos, rítmicos y armónicos que caracterizan a
esta pieza, ya estaban presentes en la creación lírica de Guillén en la
adolescencia, evidentes en textos como el titulado Mariposa, escrito en esa etapa de la vida y publicado muchos años después, en 1965, en la
reedición de su biografía, a cargo del acreditado poeta, ensayista, crítico
literario y periodista Ángel Augier
(Rafael Freyre, 1910-2010) en el libro Nicolás
Guillén; notas para un estudio biográfico-crítico.
Cadencia rítmica
El Poeta Nacional de Cuba —título que se le confirió en el año 1982 por
el conjunto de toda su obra inspirada en la cubanía y en las raíces africanas—
traspaló el son a su lírica, a través de
un fenómeno sin precedentes en la poesía antillana, en el que las estrofas las
concibe en versos de arte menor (fundamentalmente octosílabos) desarrollando una idea que concluye con una
progresión de estribillos que resaltan la cadencia rítmica.
Según la Doctora Mirta Aguirre Carreras (La Habana, 1912 -1980), poetisa,
crítica literaria y ensayista, en la exposición y el desarrollo de sus poemas,
Guillén utiliza “combinaciones de cuatro versos de rima asonante o consonante,
que pueden mezclar ambas o dejar en versos libres. A veces,… la exposición trae
implícita la idea central y puede contener el estribillo. Y hay sones que al
final exponen, de nuevo en cuatro versos, una conclusión o clausura temática”,
intención que puede apreciarse, entre otras, en su obra titulada Mi patria es dulce por fuera, del libro El son entero (1947).
Muchos otros aspectos sobre la musicalidad implícita en las creaciones
literarias del Poeta Nacional a través
de símbolos, metáforas y vocablos africanos, faltan por estudiar y promover
mejor entre las nuevas generaciones, a las cuales corresponde mantener vivo el
legado de uno de los intelectuales más prolíferos y reconocidos del siglo XX
hispanoamericano, en cuyas creaciones,
eminentemente costumbristas y populares, encontrarán esencias de
cubanidad —cultura, historia, sociedad, política…—, junto con la más auténtica gracia y picardía
que caracteriza la idiosincrasia de cubanos.
Versión
original en Trabajadores:
DEL AUTOR, EN
NUESTROS ARCHIVOS:
A
continuación, una
de las décimas más conocidas de Nicolás
Guillén —Premio Nacional de Literatura 1983, considerado el Poeta Nacional
de Cuba—, de su mano a mano poético con el poeta español Rafael Alberti, en La
Habana, en 1960.
tu Cádiz mora
y gitana,
te brinda en cambio
La Habana
ríos de
cercana miel.
Yo sé que
vivir es cruel
fuera de los
patrios lares,
pero tal vez
tus pesares
alcancen
algún consuelo
con el azul
de mi cielo
y el verde de
mis palmares.
NICOLÁS
GUILLÉN
EN NUESTROS ARCHIVOS:
—Otros poemas suyos en estrofas de diez versos
mediante los siguientes enlaces:
—Caña
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