Poesía, ciencia y complejidad
El poeta Roberto
Manzano ofreció una charla a un auditorio que desafiando el sol de agosto
se llegó por estos días a la Casa de la Poesía en La Habana Vieja
Por Madeleine Sautié
Ampliado de Granma
Foto de la
autora
«En
cuestiones de comunicación cualquier cosa significa. Estar parado no es igual a
estar sentado, sobre todo si se va a hablar de poesía. Su poder de connotación
es tan grande que no podemos imaginar a José
Martí sentado diciendo: Yo soy un
hombre sincero / de donde crece la palma / y antes de morirme quiero / echar
mis versos del alma. Automáticamente lo situamos de pie. Como tampoco es
posible imaginarlo de pie cuando leemos: Puesto
a horcajadas / sobre mi pecho / bridas forjaba / con mis cabellos. Ni
siquiera cuando está hablando en pasado, contando lo que ya no es».
Así empezó la
singular charla que el poeta Roberto
Manzano ofreció a un auditorio que desafiando el sol de agosto se llegó por
estos días a la Casa de la Poesía, sita en su nueva sede del Liceo Artístico y Literario
de La Habana (calle Mercaderes, número 16, entre O’Reilly y Empedrado, La
Habana Vieja).
Válido es
señalarlo porque oyéndose hablar de un ciclo de conferencias sobre poesía, que
la institución viene celebrando desde el pasado febrero cada dos meses (en este
caso la cuarta, correspondiente a agosto), bien podría entenderse que el tema
poético será servido desde la obra misma de descollantes poetas que en el mundo
han sido, o desde sus poéticas (tratados para explicar o entender la poesía).
Sin embargo, no es así.
Aunque la
materia prima es la creación misma con la que ilustra el orador cada conjetura,
y los versos de los grandes vienen a coronar cada dilucidación, no es
precisamente el análisis de un poeta clásico, ni popular, ni los esbozos de los
principiantes ni sus versos en sí lo que da sustancia al encuentro.
Para estar
allí hay que disponerse a pensar. Los que han asistido a los anteriores
encuentros ya han intercambiado en torno a la relación de la poesía con la
persona y la sociedad, con el afecto y el conocimiento, con la ecología y la
espiritualidad. A esta jornada correspondió examinar los vínculos entre poesía,
ciencia y complejidad.
Convencidos
de que detallar los supuestos esgrimidos allí será un ejercicio fallido, pero
procurando acercar al lector a lo que sucede en este sitio regularmente,
transmitimos algunas de las ideas que por más de dos horas fueron debatidas
para beneplácito de sus participantes.
El lenguaje
cotidiano apunta hacia lo denotativo: la poesía tiene otras leyes. Y dice cosas
sin decirlas. Es un lenguaje especial que se lleva bien con la locura, con lo
irracional, el delirio. De todos los medios de comunicación es el más completo.
Trabaja con símbolos que desbordan cualquier equivalencia simple de
significados.
Usa los
símbolos objetivos y comunes, pero los carga de complejas significaciones
subjetivas.
Los artistas
trabajan con imágenes, y si no las trabajan no pueden serlo. En el caso del
poeta el asunto es más complejo. Los que tienen poder respetan a los escritores
y a los poetas porque trabajan con el signo que hizo al hombre, con el que
envuelve materialmente el pensamiento. La poesía es el arte de la verbalización
estética.
Tiene que
insertar una imagen en una palabra y eso es más difícil que pintarla, porque
implica una mediación compleja entre dos códigos que ya lo son complejos por sí
mismos: el pensamiento imaginal y la expresión lingüística.
Escribir
poesía es traducir. De todas las teorías es la traducción la que mejor puede
ayudar a entender ese proceso. Aunque no se puede definir la poesía, ayuda
mucho a operar con ella emplear la siguiente definición como una hipótesis de
trabajo: la poesía es un arte verbal, y esto implica inscribir las imágenes del
mundo interior en las cadenas lingüísticas sujetas a ritmo. La ciencia quiere
ser objetiva. Los trabajos investigativos no admiten el verbo en primera
persona, hay que expulsar al sujeto. La poesía no. No puede separar al sujeto.
Ella es la más alta personalización del mundo. Condensa las ideas y neutraliza
dicotomías.
La poesía
profetiza. La ciencia pronostica. La poesía emplea la intuición, la ciencia el
razonamiento. La poesía es imagen, y la ciencia concepto. La ciencia
experimenta, analiza, disecciona, extrae leyes, verifica procesos, mientras la
poesía es siempre singular, sintetiza, asocia anímicamente, sinergiza la
esencia humana. Mientras la ciencia busca la explicación y revela el
desconocimiento, la poesía acepta el misterio, no se avergüenza de no tener los
argumentos necesarios: «Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no sé!», podría
decir César Vallejo. La ignorancia como variable es apabullante para el
científico, no para el poeta.
La
complejidad está en nuestras vidas. El mundo que se simplifica se falsea.
Nuestra realidad de hoy no es aristotélica, sino heracliteana, por aquello que
sostuviera el también llamado Oscuro de Éfeso sobre la permanente mutación
humana. Ya ni en el verdadero arte, ni en la ciencia, se puede tocar la flauta
por casualidad. El desarrollo está en el estudio, en la interdisciplinariedad.
Sin un estudio concienzudo no se puede crear. Nutrir el espíritu es una responsabilidad.
Las vocaciones que no se cumplen retornan. Es preciso ser fieles a sí mismos.
La complejidad es un llamado a responder de un modo más productivo frente a la
incertidumbre.
Más o menos
de enfoques como estos tratan las conferencias. Los que se animen a las que
faltan —Poesía, poder e ideología (18 de octubre) y Poesía, patria y humanidad
(13 de diciembre)— tendrán la próxima palabra. Ojalá sean muchos los que
prioricen la cita, donde el corte transversal del espíritu nos deja como
nuevos.
Versión
original en Granma: Poesía,
ciencia y complejidad
ROBERTO
MANZANO DÍAZ (Ciego de Ávila,
1949), además de reconocido poeta, es investigador y profesor de Literatura.
Mereció el Premio
de Poesía Nicolás Guillén 2005 por su libro Synergos,
el cual sobresale en el conjunto de su bibliografía. Al
arribar en septiembre del 2009 a los sesenta años, fue homenajeado
en su natal Ciego de
Ávila, en virtud no sólo de su amplia obra en versos premiada y publicada
(su libro inaugural, Canto
a la sabana, es emblemático), sino también por su quehacer ensayístico
y por su intensa y extensa trayectoria como docente de la Literatura. Desde la
sección “Vertebraciones”, en el sitio digital del Instituto Cubano del Libro, Cubaliteraria, examinó diversos tópicos
fascinantes acerca de la actividad creadora del ser humano, como La
multitudinaria soledad del poeta, La
poesía
o la forja del escudo de Aquiles, y Apostillas
sobre cultura popular (I, II
y III). Muy interesante la
entrevista que le concediera al también investigador y poeta Carlos
Chacón, y que aborda el tema La
décima escrita: Proliferación del hacer y escualidez de la promoción. Su
poema en décimas Anclas en el horizonte, fechado en 1989 y hasta
ahora inédito, puede verse mediante el anterior enlace. Otras aproximaciones a
su obra en versos pueden consultarse en la antología on line Arte poética. Rostros y
versos, del poeta salvadoreño André
Cruchaga. Manzano prestigia desde el 2004 con su membresía
—por su propia solicitud como es costumbre— el Grupo
Ala Décima, cuyos integrantes lo consideramos nuestro profesor.
De su poema Anclas en el horizonte es esta estrofa:
de estudiante encanecido:
en las aulas del olvido
me olvido por un instante.
Y como marcho adelante
y con entera atención
oigo esta oscura canción:
Para llegar,
el que parte:
todo regreso
es el arte
de esculpir
el corazón.
DE ESTE
AUTOR:
Vea en nuestra sección Decimacontexto
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