Desde Santa
Clara
La santaclareña
agrupación de poetas decimistas conocida como Club del Poste está integrada por
varios destacados autores. De ellos es este hermoso poema, cuyos versos
corresponden a Ricardo
Riverón Rojas, Yamil
Díaz Gómez, Jorge
Luis Mederos Betancor (Veleta) y Williams Calero Calero.
QUERERSE DE
LEJOS (AMOR VERSUS PANDEMIA)
“porque este
abrazo a distancia / me libra de todo mal”.
Este virus
criminal,
muchacha, te
hace lejana.
Cercanas, tú
y la mañana
me alivian de
cualquier mal.
Te vi, y te
quise frutal,
rumorosa y
decidida.
Pero acato
esta medida
de aislarme
de lo que vi,
pues me
separa de ti,
pero nos
salva la vida.
Tu pupila en
el pañuelo;
debajo de él:
tu boca;
mi beso, que
no te toca,
se detiene
ante ese velo.
En mi
desmayado anhelo
ya te beso
con mirarte.
Sé que
lograré abrazarte,
pues
venceremos al mal
y el
aislamiento social
no me va a
aislar de soñarte.
Entre las
cosas que espero,
espero por
ti, mujer,
ahora que
quiero tener
tu olor en mi
cuerpo entero.
Todo de ti
saber quiero:
de tu azúcar,
de tu sal,
de tu miel y
tu panal
para guardar
la fragancia,
porque este
abrazo a distancia
me libra de
todo mal.
“mi beso, que
no te toca, se detiene ante ese velo / tú bien sabes la razón”.
-II-
No por lejos
tu figura
se me hace
pequeña, hijo;
recuerda que
yo no fijo
límites a tu
estatura.
Me quedo con
la ternura
que estrecha
todos los lazos,
para unir los
dos pedazos
de nuestro
abrazo visual,
como si desde
el portal
te abrazaran
veinte brazos.
Te saludo con
el codo;
tú bien sabes
la razón:
es mi codo la
ilusión
de sentirte
de algún modo.
Cuando lo
salvemos todo,
sabré que
salvé tu ser.
Tendré el
corpóreo placer
de entregarte
día tras día,
los besos y
la alegría
que se
hicieron humo ayer.
Y entrarán en
nuestro abrazo
sin brazos,
tantas personas;
vendrán de todas
las zonas
sin titubear,
paso a paso.
En el alba de
este ocaso
crecerá
nuestra verdad.
Y cuando la
enfermedad
no nos
contagie a ninguno,
a ver si nos
damos uno
que abarque a
la Humanidad.
-III-
Hoy que la
fiebre se asoma
con un puñal
en los dientes,
y recorre
continentes
hablando su
cruel idioma.
Hoy que hasta
a la piel de Roma
llega luz
desde La Habana,
soñemos con
el mañana
más limpio
del universo.
Yo solo
entrego este verso,
y espero tras
mi ventana.
Te miro
pasar, doctor,
camino al
laboratorio,
como un ángel
promisorio
en la patria
del dolor.
Por eso
aplaudo tu honor,
tu bálsamo de
piedad
y esa firme
voluntad
de cruzar la
lejanía,
enfermo de
cubanía,
curando a la
Humanidad.
Como nos
devolverás
a la salud y
al abrazo,
la hora del
cañonazo
es la hora de
la paz.
Doctor, tú no
tienes más
fortuna que
una ovación:
por la férrea
vocación
de que
siempre haces derroche,
el pueblo,
noche tras noche,
te aplaude
desde el balcón.
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