jueves, 28 de noviembre de 2019

Indira Lisy le pregunta a Dios


Primer libro de una joven autora



La novel escritora Indyra Lisy Pérez Peña (1989, Camagüey), que en abril pasado, durante el XIV Encuentro Décima al filo, mereció el Gran Premio del XII concurso Décima al filo con su conjunto Libre albedrío, acaba de ver publicado su primer libro de poemas, titulado Pregúntale a Dios, y dado a la luz por la Editorial Poesía eres tú, en España. Gracias a la colaboración de Indira y a la de su editor, nuestro hermano poeta camagüeyano Alejandro González Bermúdez, ofrecemos una muestra del volumen recién aparecido, con nuestras felicitaciones a la autora.




CAUTIVOS DE LA SOBERBIA

Oscurece. Mi cautivo
me pregunta: ¿cuándo vas
a liberarnos? Quizás
es muy tarde… No percibo
la luz de afuera. Estoy vivo
porque te sobra esperanza
o porque el desdén avanza
al límite en mi reflejo.
—La soberbia es humo, viejo,
y nos envuelve en su danza—
¿Dónde erigir la cabeza?
Nos lamerán tantas fustas
las sienes y las injustas
rodillas con su torpeza.
Oscuridad. Fortaleza…
Aunque me escuchen la voz
nunca escucharán mi tos.
Aunque en lo oscuro amanece
nada lo indica. Aunque rece
a mis pies no vendrá Dios.
La libertad, da lo mismo.
No voy a esperar en otros.
¿Quién responde por nosotros
cuando se eleva el cinismo,
el temor al cataclismo,
la duda, el recuento impar?
Se desencadena el mar
a distancia, en lo salobre
de mi espalda. Lo que sobre,
será algún hueso al azar.


DEIDAD

Tu ignorancia es mi castigo.
Sorbo por agua vinagre.
¿Serás tú quien se consagre?
Hombre, serás mi testigo.
La advertencia en el postigo
está escrita. Es prematura.
Hombre, la copa es segura
si el fondo no tiene grietas.
No confíes en las metas
que no alcancen tu estatura.
Eres, Hombre, la deidad
definitiva. Cualquier
Hombre de piedra es un ser
definitivo. Es la edad
quien devora tu verdad
de rugosidades, dime,
¿qué otro nudo tanto oprime
en tu cabeza…? ¿el sustento
de la vida, el pavimento
del hambre? ¿Qué hay más sublime?
Reconoces el dolor
y me culpas reposado.
Te descuidas del sembrado
que te surte lo mejor.
Soy cascada, viento y flor.
Tu porfía me hace fuerte.
Cuando esperas en la suerte,
yo soy lo mismo que tú.
Ni el tiempo ni Belcebú
te esconderán de la muerte.
Serás mi testigo. Es justo
que te ofrezcas en rescate
de mi voz. Hombre y orate.
Hombre sin miedo. Vetusto
signo de fe. Yo me ajusto
alma y fiel consagración.
Ajústate salvación
por la vanidad que inverna
en ti. Válgate mi eterna
subsistencia de perdón.







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