sábado, 14 de agosto de 2021

De Odalys Leyva, Leve signo

Un poema de su libro
Fantasmas insulares


Una vez más damos la bienvenida a nuestra hermana poetisa Odalys Leyva Rosabal, merecedora, entre otros muchos reconocimientos, del Premio Iberoamericano Cucalambé 2008, por su poemario Los Césares perdidos.

El poema que hoy presentamos, Leve signo, pertenece a su poemario Fantasmas insulares (Editorial Sanlope, 2015). La Máster en Cultura Comunitaria Odalys Leyva Rosabal (Jobabo, Las Tunas, 1969) es además narradora e investigadora, presidenta de la filial de escritores en el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Las Tunas, presidenta del Grupo Décima al filo, con sede en Guáimaro, Camagüey, y del Comité Organizador de sus Encuentros y su concurso; miembro del Grupo Ala Décima. Entre sus lauros, cuenta con el Premio Ala Décima 2004. En sus volúmenes publicados figura El profeta de la aurora (Editorial Sanlope, 2017), dedicado al Líder Histórico de la Revolución Fidel Castro Ruz y escrito en coautoría con Antonio López Herrera, historiador del poblado de Birán. El video de esta autora en la acción CubaPoesía Itinerante, introductoria al Festival Internacional de Poesía de La Habana 2021, a su paso por la provincia de Las Tunas, puede verlo con el siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=SA97MD2bnx4


LEVE SIGNO

El mar brinda dolores, nos sacude,
el ángel tormentoso nos reclama
que el hombre sufre arpegios en la cama
y al no dormir, a Dios urgente acude.
Le pide al Padre que su luz le mude
a otros sitios de tapias y sin muros
donde duerman sin llanto los apuros
y la existencia aparte las traiciones.
No pretende su flor las migraciones
sí, el libre transitar de sus conjuros.

Patria de fuego, corazón humano,
noble madre de llanto que despierta,
serás el leve sigo de la puerta,
un tatuaje de palma en cada mano.
¿A dónde va con duelos el hermano?
¿En qué lugar del mundo se reside?
Más yo seré esta isla, que despide
de su tierra el amor, florecimiento.
No me queda lugar para el tormento.
¡La playa es el crisol que lunas pide!

El mar tiene su luz adolorida,
animales que matan lo vivido.
No nos sobra placer para el descuido,
sólo un poco de sal en cada herida.
Remar es una forma que convida
al hombre que no juzga del consuelo.
El ave riega amor en cada vuelo
la migaja de pan que lo entristece;
tiene un siglo el latir que todo ofrece,
un árbol que echa frutos sobre el suelo.

Los frutos son lo verde, la existencia,
el mito, lo insular, cada congoja,
una lágrima azul en cada hoja,
y Dios que nos prodiga la sentencia.
El hombre ha proclamado cada herencia:
el vértigo incesante de lo inerte.
¡No nos falta lugar para la suerte!
¡No nos sobra dolor para un flechazo!
Vivimos el enigma en cada trazo
Y somos vino y pan donde la muerte.

El Mundo es tierra y agua, carne y fuego,
demonio visceral que nos destrona,
la aguja con la herrumbre que se encona
hasta saciar del hombre cada ruego.

En la isla la mar tiene su juego,
un empuje de piedras con arena.

¡Salvemos el designio de la pena
y el agua beberá del arrecife!

¡No escondamos al ángel cada esquife,
ni burlemos del hombre la condena!

ANTERIORES DE ESTA AUTORA:
Odalys Leyva y su poema Jerigonza. Con nuestro abrazo a Décima al filo en su aniversario + amplia información sobre su obra literaria.

EN DECIMACONTEXTO:
Vio la luz en 2017 El profeta de la aurora, libro de Odalys Leyva y Antonio López Herrera dedicado a Fidel

 

 

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