domingo, 21 de junio de 2020

De la métrica clásica al Poema documental

Provocaciones al poeta Ronel González

Tomado de la revista Wadena letters
Enviado a Cuba Ala Décima por el entrevistado


Al poeta cubano, autor de más de 50 libros y ganador de numerosos premios en su país, no le agradan las entrevistas. Dice haber concedido algunas a regañadientes o por los fuertes lazos de amistad que lo unen con sus interlocutores. Lo conocimos a partir de la publicación de once poemas suyos en el número 17 de la revista cubana La Noria (pp. 49-57) de 2019. En esta oportunidad se sintió tan provocado por el escritor canadiense Aaron Schneider, que no le quedó más remedio que sostener este breve diálogo vía wasap, desde su habitación atiborrada de libros de poesía, ensayo e historia para la revista Wadena letters, que ya dio a conocer una amplia selección bilingüe de textos de quien nació el 4 abril de 1971 en la ciudad de Holguín.

¿En qué contexto ubica lo que denomina Poema documental?

La sociedad humana ocurre y funciona en convulsión/ replanteo permanentes. Cuestionarlo todo no es un tributo estrictamente cartesiano sino consustancial al origen y la conducta del individuo. Después de ese nodo temporal de esencias tan debatibles como es la postmodernidad (con y sin t) en que saberes, valores e ideales fueron puestos en crisis debido a la excesiva presentificación de la existencia, la ansiedad prácticamente única y unánime por la acrimonia personificada en la inmediatez, con la consiguiente despersonalización que privilegia lo espectacular, lo lúdico, lo sicodélico y la moda; la predilección ecuménica por el regusto de subversión que entrañan lo alternativo, lo underground, lo efímero; el culto mundial a lo tecnológico, más como tautología que como avidez cognoscitiva- modificadora, y un gran etcétera de perspectivas para la reactualización de discursos y arrimos al suceder omniabacador, acarrearon el desinterés por el pensamiento clásico, traducido en no pensar, en el desprecio de la erudición y en cierta pereza universal (con decorosas excepciones, por supuesto) ante las estructuras subterráneas, metódicas y metodológicas, de lo intelectivo.

Una nueva era descongestionó lo enquistado y entendido en mínimas parcelas y, a la vez, internetrucidó el comportamiento de las personas, con sinapsis de tal envergadura que cambió para siempre la percepción individual del par orden/caos, implosión que removió nexos con los intersticios del espectro cultural, de ahí que hablar de ramas autónomas de la ciencia, especificidades del arte o géneros literarios concretos hace unas cuantas décadas se considera trasnochado e ilógico.

De modo relativamente parecido al que emplea un equipo de científicos sumergido en una investigación transdisciplinar para dar con una vacuna, los creadores artísticos se valen de herramientas múltiples, originadas por otras expresiones y otros campos, para erigir sus dispositivos significantes, de ahí que cuando alguien hoy vierte palabras en un archivo con la intención de dar forma a un poema, más allá de las resonancias, cámaras de ecos, angustia de influencias, intertextualidades, etc. que se activan, la obra se conecta o busca conectarse con la artefactería de la realidad y el abanico referencial creativo, en medio del que comienza a emitir sístoles y diástoles con la intención de existir.

Historia y poesía, vórtices que examino en estos párrafos, aunque ambos rutas poseen su infra y su supra relato de progresiva metamorfosis, ya no son los caldos de cultivo de hace cuarenta años. La perturbación cinético-espiritual que vive la humanidad hace más de un siglo transfiguró en norma la acompasada contaminación. La visión aproximada que tenemos de las cosas es la de un cóctel descomunal donde nada puede distinguirse. El vocablo pureza es ridículo y, por consiguiente, reprobable.

¿Cómo define el Poema documental?

En la teraempresa enrarecida de esta época, especializada en órdenes fragmentarios y en la incesante producción de aleaciones, la poesía necesita un entramado infinito de soportes que la alejan de la manida relación del poeta con la cuartilla en blanco.

En esta segunda década del siglo XXI, lo concebido con fines artísticos y su recepción constituyen una emulsión de ingredientes donde el lenguaje como elemento primario es solo la apertura hacia la ulterior fusión que completa la obra, de ahí que el caso específico del poema documental o docupoema, como también le llamo, es la mixtura del texto escrito con las posibilidades representacionales y concretas del mismo (cine, video, música, teatro, radio, artes visuales en general) porque en tiempos que avanzan con tanta velocidad, atiborrados de redes sociales y deslumbrantes cacharros para la comunicación, donde ya son muy pocos los que apelan al libro en formato impreso, va dejando de existir el poema como organismo emancipado que leíamos con fruición renacentista en la soledad de nuestras bibliotecas.

 ¿En la construcción del dispositivo que usted llama Poema documental es posible seguir hablando de emoción o su génesis consiste en un ingenioso trabajo de remezcla?

La poesía como perturbación (emocional, simbólica, cultural…) entendida como la relación existente entre el espectro sensorial que participa en la creación, la que produce y se completa con su recepción, y el conjunto de elementos culturales con los que interactúa en sus manifestaciones oral y escrita, durante un proceso evolutivo de más de veinte siglos, admite y creo que siempre admitirá cualquier nexo, por conflictivo que resulte, con el plano emotivo.

Si bien la mayoría de los poetas de algún modo aspiramos, como asegura el nicaragüense Oscar Borge, a “Derrumbar el protocolo de lo posible”, a la pulverización de comarcas, pacíficas y amotinadas, en la nada novedosa tendencia universal de asesinato del Poema; a eyectar desde zonas conservadoras que incluyen la edificación poemática entre formas, ritmos, rimas, lenguajes figurados o no, módulos de la retórica más rancia hasta prácticamente su anulación, no pienso que la norma o el único sendero a seguir sea el despojo de todos los atributos del texto con aspiraciones artísticas para lograr la comunicación con el otro.

A esta altura de humanidad y de lecturas creo que en poesía todo es posible, permisible, funcioanl, y que no hay porqué devaluar ninguna de sus variantes expresivas, ya sean apegadas a los haberes clásicos o digamos experimentales, siempre y cuando “el producto resultante” sea de valía.

¿A qué aspira el Poema documental? ¿Hacia dónde “se dirige”

No se trata de comprender o juzgar a protagonistas históricos, conductas, actitudes, desempeños, gestualidades, representaciones, fenómenos, tendencias, períodos, documentos primarios y secundarios, etc., tampoco se pretende tergiversar o falsear burdamente la sustancia de lo definido como historia o lo histórico, y mucho menos de aplicar o superponer la hermenéutica a la idea multiforme, soporífera y controvertible del poema (o viceversa), el docupoema se vale de la historia, pero no la entraña, no quiere acumular información ni contar nada a la usanza de las cronologías y los cuadros sinópticos, no averigua ni esclarece gestas y procesos, no dilucida atendiendo a la objetividad, incluso puede llegar a ser antiobjetiva porque apela a la ficción, al “reino de la invención”, los mundos paralelos, la alternatividad de las congruencias, el plagio, el pastiche, la sacudida de un esfuerzo apócrifo, las ucronías y distopías… el poema documental aspira a disolver lo anecdótico en lo documental, permite la exploración de lo más reciente mediante la irrupción y disección a veces violenta de tópicos extraídos de otros momentos del devenir humano, y para ello se sirve de las tecnologías para funcionar en las urdimbres pedagógicas, como apoyatura de la enseñanza de la historia y de la literatura, para hacer más atractiva lo que debería ser la intervención performática del profesor, ojo, pero no es ese su superobjetivo: quiere readecuar, reactualizar el discurso de la historia sin soslayar el impulso, el pálpito, la corazonada del artista, las sacudidas y mascaradas del sujeto lírico, con el propósito de desocultar ámbitos e  instaurar, como todo poema, demarcaciones de auténtica libertad.  

¿Los poemas documentales se escriben contra algo, alguien, algún estado de cosas?

Por supuesto –y es tautología suprema de mi parte- que no puede haber arte, ni nada nuevo, sin una actitud de enfrentamiento a algo, una cuota elevada de interés por subvertir órdenes, por cambiar lo que simula, escoge o decide morir.

Estos poemas se escriben contra la abulia colectiva, la invasiva enajenación dictada por la supervivencia y el mercado, los olvidadores “por cuenta propia” y los resentidos contra los fueros y herencias epocales. Se programan y visualizan versus cierta propuesta institucional de marginar y, de ser posible, omitir el pasado y despreocuparnos ante los supuestos cimientos a la deriva del futuro, de afincarnos en el minuto que vivimos sin otras preocupaciones que no sean el aquí y el ahora.

La pérdida de referentes, la cacareada muerte de la historia no pertenecen al universo proyectivo del poema documental en el que los riesgos inherentes al lenguaje, el moldeado de la obra y su interacción con los aportes de las demás manifestaciones artísticas son consustanciales para fijar o no una circunstancia, cifrar o no uno o múltiples significados.

Sin temor a equivocarme creo que la documentapoetización no solo ofrece asistencia para convocar y dialogar con estados, procederes y razones primigenias del ser sino que es una manera de participar en la reivindicación de la historia, la poesía y del arte en general como atajos hacia la permanente ramificación y demanda del espíritu.

¿Tendría usted la bondad de compartir usted uno de sus poemas documentales  con nuestro ávido público lector que nos sigue, además, a través de la web?


El héroe y la pelota


José Martí odiaba el béisbol 
                                                   Cansado de ver jugar en neoyorquinas universidades/ solares y terrenos/ decía que era juego desgraciado y monótono que perturba el juicio/ quizá por las apuestas que sabía en torno al espectáculo/ su escasa comprensión de este deporte o su carencia de aptitudes para desempeñarse como player.
                                                                                            Otros asuntos eran su intelectual servicio y su obsesión ineludible con la guerra. Precisamente del conflicto cubano y sus fulgurantes narraciones se desliza una anécdota/ que los expertos no han verificado por la inexistencia de fuentes fidedignas/ de que en la trayectoria entre Playita de Cajobabo y Boca de Dos Ríos/ algún día de ocio se involucró el Apóstol en juego “de manigua” donde/ penosamente/ no pudo lucir bien. 
                                                                                                             Casi no lo imagino con un leño en la mano o siguiendo un batazo entre palmas y ceibos/ Apenas lo diviso dando instrucciones al lanzador Soler/ adolescente de poco más de quince/ haciendo desesperadas señas a Graciano para que se corriera a la derecha en el jardín izquierdo o conferenciando con Ezequiel Morales/ el fornido joven de 18 años/ para sorprender con un toque de bola.
                                                    No tengo la más mínima idea de cómo asumiría la derrota frente al Generalísimo. Supongo que el desenlace fue muy embarazoso o lo hizo sentir disminuido porque no dejó notas en su diario/ Tampoco Gómez dijo nada al respecto.
                                                                                 Evidentemente Martí odiaba el béisbol.
                             Yo/ que en mi niñez quise ser pelotero/ aun sabiendo con anticipación que lo derrotarían/ hubiera sido de su equipo
                                                                                                   siempre.


Muchas gracias y nuevos éxitos a Ronel González Sánchez.

Wadena-Holguín, 14 de abril de 2020.


De Ronel González Sánchez, una estrofa de su poema Vindicación del padrazo:

Cada vez que la rotunda
noche engaña al centinela
hay una campana en vela
y un jagüey que la secunda.
No habrá hondonada profunda
que le restaure la piel,
pero si con voz infiel
murmura turbado el viento,
desde el plácido aposento
va al monte Carlos Manuel.

 Céspedes. Obra de Amaury de Jesús Palacio Puebla.

El poema completo, en Decimacontexto:
DE RONEL GONZÁLEZ, VINDICACIÓN DEL PADRAZO. Un poema al Padre de la Patria.


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