jueves, 5 de noviembre de 2020

Giselle Lucía: páginas e hilos


Verso desde la palabra y la tela

Una muy interesante entrevista concedida por la destacada poetisa y diseñadora Giselle Lucía Navarro Delgado (La Habana, 1995) para el sitio mexicano ululayu.com, y tomado de la página de Facebook de la entrevistada

 
Giselle Lucía. Foto: Luis Joa


Por Miguel Asa

yo soy la tierra
y el río enloquecido
sin oírte.

Minerva Margarita Villareal


Cuando supe de ella, recordé mis viejas formas: escribir con la máquina de coser sobre la bicicleta. Así conocí a Giselle Lucía, poeta y diseñadora de modas caribeña que me pareció genuina en su carácter y en su estela. La conocí en La Habana, Cuba, en 2019, cuando el cuerpo de mi maleta fue un grupo de botes de pintura, brochas y algunos versos de niños wixarikas que traía conmigo.

Hablamos algo, nos debemos un café, en eso hemos quedado desde aquella vez. Sin embargo, han existido noches a distancia y la palabra viene aquí y allá. Ella habla de la poesía como del corte que entrega. Así baila una foto con el río a la vez que cabalga sobre el horizonte, escribe y confecciona. Sus poemas se han movido y persiste. Yo quería escribir sobre ella, pero ella quiso hacerlo. Un día andaremos en bicicleta: apenas está en el equilibrio, por ahora juega a ser tierra. Aquí las respuestas que de ella nacen en estos tiempos, en los que las páginas y los hilos la sostienen como tenaz libélula entre cada páramo de luz. Aquí Giselle. Usted pase a conocerla.


Escribir y diseñar desde Cuba. Foto: Luis Joa


-Miguel Asa: ¿Por qué la poesía y el diseño?

-Giselle Lucía: Uno no escoge las cosas que ama. La poesía fue quien me escogió. La miré a los ojos un día de mi infancia y me devoró el corazón, ahora le pertenezco. Cuando vuelo, cuando mi pecho se quiebra, al partir, al volver, al reír, al llorar, ella siempre está ahí. Para mí la poesía es el acto de nacer y resucitar muchas veces. Mi modo de sentir las pulsaciones del mundo. No puedo vivir sin respirarla, es mi instinto, esa vibración que siembra cosquilleos en mi interior, mi silencio, mi soledad, mi luz y mi oscuridad, mi misión en esta vida, eso que arde al centro de mi sangre.

El diseño es una sensación diferente, pudiera decir que es la forma de visualizar esas emociones, la parte más tangible. No sabía leer e inundaba con trazos las paredes y el piso de mi casa, dibujaba muñecas con vestidos en las libretas con los creyones de mi madre y creaba historia con ellas. Siempre despertó mi curiosidad el color y las múltiples texturas. Quizás porque crecí en un hogar humilde pero habitado por seres muy creativos. Mi tío es artista visual y yo adoraba pasar tiempo en su taller, se me iban las horas observando cómo terminaba un cuadro o una escultura en barro. Mi bisabuela materna era modista, una mujer fuerte y carismática, daba clases de costura en Alquízar (un pueblo agrícola de Artemisa, al sur de La Habana, donde nací) de forma gratuita, para que las amas de casa que no tenían estudios pudieran tener un oficio y se ganaran la vida. Mi abuela y mi madre también cosen, hacen labores manuales, así que el diseño es un instinto familiar. Aunque no fue hasta que mi bisabuela falleció cuando me convencí de que quería dedicarme a la rama textil. Estaba en tercer año y tuve la suerte de encontrarme con personas maravillosas, profesores que siempre llevaré en mi corazón. Confieso que me escapaba de los talleres de diseño industrial para refugiarme en el taller de vestuario, allí, entre los maniquíes, las máquinas y las telas, las ideas crecían mejor.

-¿Qué sientes cuando escribes un poema o haces un vestido?

-Renazco. Despierto sensaciones ocultas. El poema fluye como mi voz. Los vestidos confeccionados a mano tienen alma, energía, una historia, surgen de una idea, de algo que quiero que la persona que los luzca entienda y encarne. Así que el maniquí se convierte en una estructura viva y el vestuario traduce esa segunda piel.

-¿Cómo es tu proceso creativo?

-El proceso creativo para mí es algo sagrado, íntimo, pero puedo decirte que su punto de equilibrio es el movimiento. La creación no puede ser esquemática, por tanto los procesos creativos tampoco. Ninguna obra ha nacido de igual forma ni en la misma circunstancia. No soy de esas personas que se sientan delante del ordenador y escriben, en un horario, en silencio, con una taza de té. No necesito nada y lo necesito todo para crear. Amo las páginas en blanco. Una página en blanco te grita que la vistas con algunos versos, una historia, un dibujo o un diseño. La página en blanco es el boleto para crear nuevos universos. Cuando pienso en el proceso creativo recuerdo siempre a Dalí: Mi locura es sagrada, no la toquen.

-¿Flora o fauna? ¿Cuál ser imaginas eres tú?

-Flora, fauna, mar, tierra, viento y fuego, todos juntos. Me apasionan todos los animales, en especial los caballos, los perros y las aves. De los caballos su energía, su naturaleza salvaje y su fuerza, de los perros su lealtad y dulzura, de las aves la libertad del movimiento y su canto. Podría vivir en el cuerpo de cualquier animal libre e indócil. Aunque me encantan las flores, si fuera una planta sería un árbol, un árbol grande que tarde cientos de años en crecer y que sobre su cuerpo tengan casa muchas criaturas. Amo a la naturaleza, en ella encuentro mi equilibrio. Creo que si los humanos fuéramos más conscientes de que no somos los únicos habitantes del planeta conservaríamos por más tiempo la sensibilidad y viviéramos más felices.

 
La palabra y el diseño como creatividad. Foto: Luis Joa.


-¿Cuál es tu momento mágico en la Tierra?

-Mi momento mágico en la Tierra es el presente. Vivir agujereados por los dolores del pasado agota nuestra energía vital, y vivir sosteniendo el futuro, nos impide sentir y apreciar las cosas verdaderas, de esa forma podemos convertimos en edificios apuntalados, llenos de temores y durezas. Creo que el futuro se construye en el mismo sentido que encuentras la plenitud de tu corazón. Muchas personas trabajan para obtener beneficios individuales, y al final lo que sí obtienen es una gran insatisfacción, es decir, una sed infinita que tampoco los hace felices. Me siento plena cuando sirvo a los demás, cuando aprecio la utilidad de lo que hago, cuando expreso mis sentimientos, cuando traduzco mis esperanzas y sueños de querer ayudar a cultivar un mundo mejor. Todos podemos ser exitosos y felices. El verdadero éxito es vivir. Estoy respirando, mi corazón late, tengo un cerebro que puede imaginar y construir universos y en él las ideas no tienen límites, puedo recomenzar mi vida y cambiarla cuantas veces lo desee. Tengo un corazón con la capacidad de amar. Miro a mi alrededor y observo cómo todo es la expresión del movimiento. Mi momento mágico es este, tener la sensibilidad para apreciar el milagro que es la vida.

-¿En qué momentos te encuentras con la poesía?

-Vivo con ella, es mi forma de adaptarme a este mundo ilegible. Es mi oxígeno. Habré muerto en el instante que deje de sentirla en mi corazón.

-¿Qué hay de la música? ¿Qué discos te hacen volar? ¿Por qué?

-La música siempre me hace volar. Si la poesía es mi oxígeno, la música es mi sistema respiratorio. Para mí es un estado de meditación, una especie de conexión energética muy intensa, algo que sobrepasa mi estrecho cuerpo humano, como si nos conociéramos desde hace siglos. No podría hablarte de discos, pero sí de reencuentros, de pulsación, de energía. Amo el flamenco en todas sus dimensiones, quizás porque crecí con él y mis pies conservan las marcas de los zapatos mientras bailaba, u otras razones que guardo. Uno de los recuerdos más hermosos de mi infancia es la clase en la que comenzamos a practicar en palmadas los diferentes palos, pura magia. Incluso, mientras estudiaba en la universidad (ahora puedo confesarlo), me escapaba de clases para ir a los festivales y conferencias de Casa de las Américas, y los conciertos del festival de Leo Brouwer (Las Voces Humanas), al que venían músicos de todo el mundo. Disfruto mucho las piezas clásicas, el jazz, el tango, la ópera y, por supuesto, la clave cubana. El diálogo y la textura que se genera entre la voz humana y los instrumentos. El piano, el sitar, el cajón, la guitarra, el bansuri y el violín me hacen vibrar, y no tengo explicación para eso. Es algo tan fuerte que trasciende a la palabra, algo que me persigue quizás desde vidas pasadas. 

-¿Cuál es tu momento favorito del día?

-Es difícil. Me pides que elija entre el Sol y la Luna. Vivo literalmente con la cabeza en las nubes. Observo el amanecer y el atardecer como una religión. Mi momento favorito es ver cómo el día cambia constantemente. En la mañana, escuchar los pájaros partir y las olas del mar desde mi ventana mientras el sol lo inunda todo: es la sensación de recomenzar una y otra vez. Al mediodía, ver a las personas en sus rutinas, aprender de sus vidas. En la tarde, salir a correr, respirar aire puro, ver a los niños jugando fútbol en el parqueo frente a casa, cocinar, o hacer sonreír a alguien. De la noche amo el silencio, el más creativo, silvestre y poético de todos los instantes.


Día de confección. Foto: Pavel del Valle


-¿Cuáles son tus referencias creativas? ¿Autores, proyectos, acciones?

-Las referencias creativas son brújulas, cambian según la marea, el proyecto, las emociones. Me acompañan los poetas y artistas de siempre, esos con los que crecí y aprendí a distinguir luces, esos rostros íntimos que me dialogan y prefiero reservarme. En los últimos tiempos he estado leyendo y releyendo a diversos autores, entre los que podría mencionarte a Saint-John Perse, Baudelaire, Kierkegaard, Cortázar, Dostoyevski, Canetti, Emily Dickinson, Fayad Jamís, Eliseo Diego, Yussef Al Khal, Stefaan van den Bremt, Jaime Sabines, poetas prerrafaelistas, voces femeninas desconocidas, entre otros. Aunque mis mayores referencias creativas provienen de otras áreas. La sabiduría se traduce en los libros, pero se palpa en la vida, y esa es mi fuente cardinal.

-Háblame de tus libros.

-Con respecto a los libros publicados, a principios de año salió Contrapeso, una pequeña selección poética editada por Colección Sur (de la UNEAC). También está el poemario para niños El circo de los asombros y la novela infantil ¿Qué nombre tiene tu casa?, ambas por la editorial Gente Nueva. Otros libros vienen en camino, hijos con los que espero reencontrarme en breve, tal es el caso de los poemarios Criogenia, La Habana me pide una misa, el poemario infantil Sinfonía en azul y mi segunda novela para niños. Los otros libros disfrutan del calor de mi gaveta, quizás sean más antiguos, ya llegará su turno. El azar editorial es así, los libros se publican a conveniencia del destino y no por orden de nacimiento ni mayoría de edad.

Vestido de Giselle Lucía. Foto: Ariel Navarro


-¿Qué es para ti crear entre disciplinas?

-La creación es el instinto, el impulso de hacer algo nuevo, de darles vida a esas emociones que nos atraviesan. Los niños con frecuencia tienen esos impulsos, pero no todos los desarrollan. Desde pequeña me dejé llevar por ellos, hice de ellos mi escudo para enfrentar otros rostros duros que te enseña la vida. Me adapté a crear de esa forma, acostumbrada a la sensación de mover los límites. Eso es algo que le agradezco a mi abuela materna, que me apoyó en todas y cada una de mis locuras, y me ayudó a administrar mejor el tiempo para hacer cada cosa. Ahora esa costumbre se convierte en necesidad. No me interesa la etiqueta de una profesión u otra, solo hago lo que siento y en el momento que considero debo hacerlo, ya sea un poema, un cuento, un vestido, un cartel, un videoarte, un performance, modelar, dibujar, bailar, aprender una partitura o simplemente desaparecer.

Lo que sí he comprobado es que esta forma de crear “entre disciplinas”, como dices, me mantiene viva y con ganar de construir todo el tiempo. Muchas personas viven acostumbradas a elegir, a enfocarse en una sola cosa, pero así como no puedo elegir entre el amor de mi vida, el amor de mi madre y mis abuelos, porque son sentimientos diferentes, tampoco puedo elegir entre mis pasiones. Cada una arma un pedazo de mi ser y afecta mi visión sobre las cosas. Disfruto el camino y abono la semilla que me dejan los errores cometidos. El cerebro humano tiene inteligencias múltiples. Crear entre disciplinas es eso: explorar, conectar y, antes que nada, sentir.

Detalle de vestido. Foto: Ariel Navarro


-¿Cómo ha sido tu experiencia en la gestión cultural?

-Vivimos acostumbrados a hablar y mostrar solo la cara hermosa de las cosas, pero en realidad los gestores regalan una parte preciosa de su tiempo, sus ideas, su energía, su descanso y sacrifican muchas cosas para el bien colectivo y, cuando compartes la dualidad artista-promotor, muchas veces corres el riesgo de que el éxito de tu obra caiga en tela de juicio. El arte requiere sacrificio, requiere amor y sangre, movimiento, pero ante todo, requiere humildad. Hoy estoy aquí, mañana estaré en otro rincón del país o del mundo, lo que es seguro es que dondequiera que me encuentre siempre cultivaré la poesía y el arte, porque no he aprendido a vivir de otra forma. Cuando amas lo que haces tu única verdad es el instinto de crear.

Taller con el Grupo Silvestre de Balboa, Asociación Canaria de Cuba.


-Háblame de tu trabajo con los niños y los talleres en las comunidades.

-Amo a los niños, quizás porque en algún rincón de mi corazón sigo siendo una niña y no he superado la edad de las preguntas, o porque me niego a aceptar ciertas cosas. Algún día seré madre, pero quisiera seguir siendo inocente en mi corazón. Cuando trabajo con ellos siento que mi inteligencia se pone a prueba, evacuo temores y solo permanece lo puro. Cuando escribo para ellos me siento llena de energía, es como ver el mundo desde otras dimensiones y seguir encontrándole sentido. Eso me divierte, y se parece a la paz. Con respecto a los talleres en la comunidad, recuerdo que acababa de cumplir los 18 años cuando me propusieron dar clases. Fue una de las mejores decisiones de mi vida. A lo largo de estos siete años tuve experiencias increíbles, trabajé con niños autistas, sin amparo filial, adolescentes con problemas de conducta, adultos mayores con Alzheimer, con cáncer, con problemas depresivos… En el 2019 dimos un taller en el Centro de Salud Mental de Playa. En medio de las realidades individuales de cada uno, la posibilidad de crear, de escribir, de encontrarse con la literatura, cambió la vida de muchos, y a veces con un día de trabajo. Puedes imaginarte cuantas cosas se lograrían si dejáramos a un lado los esquemas y abriéramos con más frecuencia el corazón. La poesía tiene algo mágico, sanador, capaz de cambiar cualquier cosa. Es importante que la palabra sirva para sembrar esperanza. La poesía no puede ser una flor empolvada entre los libros, debe ser una forma de vivir, una experiencia social.

-¿Qué representa para ti la relación México-Cuba?

-Los lazos entre Cuba y México son históricos, y no solo en el plano cultural. Podría citar muchos ejemplos, pero para eso están los libros de Historia. Ahora lo que se necesita es fortalecer más ese abrazo, hacer que la poesía crezca sobre nuestros paisajes todavía con más fuerza.

En mi caso, las primeras publicaciones en revistas y compilaciones fuera de Cuba, mis primeras colaboraciones con artistas y proyectos foráneos, fueron en México. Me he mantenido vinculada por medio de diversas iniciativas creativas, que incluyen también el diseño. En los últimos meses comencé a colaborar con la revista literaria Cardenal, donde llevo la columna de poesía Silabearte, y en el futuro cercano otros proyectos darán frutos. Existe una parte espiritual que me atrae de México, de América toda. Nuestro continente en un terreno enorme de sabiduría y belleza silvestre, aún desconocido. Hay tanto por explorar, por descubrir. La relación entre nuestros pueblos supone ese paso de avance. Siempre recuerdo a Martí cuando dice que “los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan como la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase para esta generación”.

 

 

VISCERAL

 

Odio al artista

que cree que el arte viene desde el asco

y trepana su cerebro para extraer cada palabra dulce,

cada trozo de suavidad,

esas palabras que él llama defectuosas,

y se arranca la sensibilidad

en busca de la perfecta belleza de su obra.

 

Odio lo perfecto

como todos los esquemas artificiales,

como el hombre perfeccionista

que subsiste gracias a su oportunismo,

un hombre que me odiaría si leyera estas palabras

y me llamaría cursi

y dijera que aún soy transparente

y mi palabra no crece.

 

Un hombre que no se permite la dulzura

es un cuerpo que se quema de espaldas al sol.

 

 

CONTRAPESO

 

Congelar el cuerpo de un hombre es una tarea difícil.

Congelar el cuerpo de una mujer una tarea imposible.

Congelar el cuerpo de un país es tener miedo a todo lo que crece.


De Criogenia. (Premio David de Poesía, 2019)

 

 

FRIDA KHALO PREPARA LOS CLAVOS

 

Agonizo en la fractura permanente de mi ser.

No hay herida ni quehacer

que se escape en la fisura del silencio.

Es mi ruptura lo único que poseo.

La piel es el camafeo de mi arte y su existencia,

si el color es la demencia que presagia otro deseo.

Tengo la columna rota:

su metal me autorretrata.

Soy una mujer que acata su verdad como una idiota.

La esperanza siempre brota del ojo que no me mira,

mientras el pincel conspira los paisajes de mi alma.

Aunque muera no habrá calma

para inventar la mentira.


De Las máscaras del demente. (Libro inédito, 2015)

 

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Miguel Asa

(Guadalajara, 1984). Amante de la poesía. Escritor y fotógrafo de silencios. Disfruta viajar por carretera en todo momento y bajo distinto formato. Apasionado por la gestión cultural como motivo de cambio social. Le gusta gritar, cantar y silbar cuando pedalea. Ama a su bicicleta como a las frutas. Se considera un ser excéntrico. Le conmueven las hojas secas. El viento es su reflejo. Multifacético y multidisciplinario en constante movimiento.

 

Original en ululayu.com, que incluye dos videos con declamaciones de la entrevistada.

 

MÁS SOBRE LA ENTREVISTADA:


Giselle Lucía Navarro Delgado (La Habana, 1995) es poetisa, narradora, guionista e investigadora, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, graduada del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y egresada del Instituto Superior de Diseño. Funge como Asesora Literaria y Profesora en la Academia de Etnografía y Tradiciones de la Asociación Canaria de Cuba, y dirige allí el Grupo Literario Silvestre de Balboa.

En su página en Facebook comparte con nosotros el video de una entrevista a ella, aparecida en www.claustrofobias.com. Véala mediante este link:

https://www.facebook.com/giselle.lucianavarro.9/videos/603324300138953/

En el sitio de la Asociación Hermanos Saíz, una entrevista que la también novel poetisa Elaine Vilar Madruga le realizó: No puedes apretar el gatillo si no tienes vocación.

MÁS EN NUESTROS ARCHIVOS:

Giselle, desde la adolescencia, asidua a la tertulia La letra en rosa.
Giselle Lucía Navarro Delgado, Tercer Premio del XVII concurso nacional Ala Décima 2017 y amplia información sobre su trayectoria y obra literarias.
Giselle comparte una décima y un video, relacionados con su poemario Silbos insulares, premiado en el Festival Cubano-Canario.
Mención en el XVIII concurso nacional de poesía Regino Pedroso.
Giselle como invitada principal de la Peña La pipa de la paz, del trovador y poeta Diego Ulloa.
En el XIX concurso nacional Ala Décima (premiado en enero del 2019), Giselle Lucía recibió el Premio Guillermo Cabrera Álvarez, para autor joven, que entrega Juventud Rebelde.
Giselle mereció, también en este año, con su obra El circo de los asombros, el Premio La Edad de Oro en Poesía, el cual se dio a conocer en febrero, durante la Feria Internacional del Libro Cuba 2019.
Su cuaderno Mujer ante el espejo conquistó el Premio Toda luz y toda mía en el XII concurso Décima al filo, dado a conocer en Guáimaro, durante el XIV Encuentro Décima al filo.
En abril del 2019, Premio Pinos Nuevos en Literatura Infantil, con una obra de narrativa: ¿Qué nombre tiene tu casa?
Sobre su desempeño desde mayo del 2019 como conductora de la tertulia Da igual, en el Centro Dulce María Loynaz, así como otras acciones suyas desde la cultura para la comunidad.
Anuncio de la Tertulia del Sur, con Giselle Lucía Navarro y Edel Morales como poetas invitados.
Giselle Lucía Navarro, Premio David 2019 en Poesía, con su poemario Criogenia.
—En el XX concurso nacional Ala Décima 2020, conquistó el  Premio Guillermo Cabrera Álvarez, para autor joven, con su cuaderno Ruptura.

De esta última obra, es la siguiente estrofa:

Un hombre de lejos fluye
entre promesas y vientos,
se inventa los movimientos del azar
y me construye un mar,
porque se destruye la pared de nuestra casa.

Un hombre así
a veces caza mi inocencia con su anzuelo,
pero no me quito el velo,
su deseo no me abraza.

 

 

 

 

 

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