Tres décadas de un libro
Tomado de Trabajadores
«Este libro
es como la hermosa crónica de momentos centelleantes de la vida de este poeta.
Lo que él evoca, o reconstruye, con admirables versos, es, fundamentalmente, la
etapa extraordinaria, deslumbrante, en la que puso su gran talento en el aula
de su escuela en el Central Narcisa».
Con tan
certeras palabras, presentaba
otro poeta, Félix Pita Rodríguez, la colección de versos que, con la firma de Raúl Ferrer, se publicaba,
hace ahora tres décadas, bajo el título El retorno del maestro (Editorial
Gente Nueva, Colección Biblioteca Escolar, La Habana, 1990, 170 pp).
La lectura de
esta selección de poemas resulta un acto revelador. Porque no se trata de un
título más en la exigua bibliografía de quien, por décadas, desarrolló una
activa y enriquecedora labor como maestro, tanto en zonas rurales como urbanas
de la isla.
En esta
entrega, que agrupa en tres secciones casi un centenar de poemas, fechados
entre los años 1938 y 1978, es posible comprobar esos vasos comunicantes que
entrelazan la vida y la obra, la acción y el pensamiento, de quien, con toda
justicia, ha sido calificado como el maestro-poeta.
Estas páginas
descubren cómo, a través de un cuidado discurso lírico, que maneja diversas formas
estróficas –como la décima y el soneto—, Raúl Ferrer logró –como afirmaba—
recoger el «testimonio diario, registrando acontecimientos e impresiones
mayores y menores, sociales y familiares».
«El aula»,
sección que abre El retorno del maestro, es, indudablemente, el conjunto
más logrado del volumen, en que se incluyen treinta y seis textos, casi en su
totalidad nacidos gracias al propio magisterio ejercido por el autor a lo largo
de varios años.
Aparecen en
esta sección inicial, poemas tan sugerentes como “Estudio del cocotero”, “Para
aprender el acento”, “Tiempos del verbo”, “La cuentas” y “La protesta de
Baraguá”, concebidos por el autor con el propósito de contribuir a enseñar a
sus alumnos ortografía, historia, geografía…
Se reúne,
igualmente, la décima “La clase”, escrita en 1978, en que se enaltece «la
vergüenza y el honor / del maestro verdadero»:
en la escuela
de cristal.
En el mar
sería la sal
y en la flor
sería el aroma.
Por la clase,
limpio asoma
de los niños
el lucero.
Darla bien es
lo primero,
que ella
resume el amor,
la vergüenza
y el honor
del maestro
verdadero!
Se reproduce
en esta sección, el conocido poema “Romance de la niña mala”, de 1941, todo un
canto a la justicia y la igualdad, a los más auténticos y puros valores
humanos, considerado como un texto referencial dentro del panorama de la lírica
insular del siglo XX.
Treinta y
tres poemas se agrupan en «Arco iris», segunda parte del libro. Se encuentran
aquí algunos de los textos de Viajero sin retorno, cuaderno que Raúl
Ferrer dedicó al lector adulto, en que vuelve sobre la escuela, la patria, los
héroes, la identidad, temas todos recurrentes en su obra.
Sobresalen
“Canto al maestro rural”, conmovedor testimonio dirigido, en 1940, «al maestro
de la ciudad»; “Guayabera”, sencillo y sentido homenaje, escrito en 1955, a
todo un símbolo de cubanía, y “Ronda del 28 de Enero”, fechado en 1939 para
recordar el nacimiento del Apóstol José Martí.
«El maestro
ha vuelto: la alfabetización, Nicaragua, el Internacionalismo, la Unión
Soviética. Aquí está con su voz alta y limpia, campesina y proletaria»,
escribe, al presentar la última sección del libro, la poeta y narradora Excilia
Saldaña quien, por cierto, tuvo a su cargo la edición y las notas de la obra.
Solo diecinueve
poemas aparecen en «El retorno», en que el maestro-poeta regresa,
ya desde la experiencia vivida y los sueños realizados, a comentar, indagar,
reflexionar, sobre esos temas que le preocuparon, y ocuparon, durante varios
lustros de fértil ejercicio lírico.
Se enriquece El
retorno del maestro con las ilustraciones de la artista Miriam Gonzalez
Giménez, quien, desde el talento, el oficio y la imaginación, logra recrear los
textos reunidos y así permitir al lector acercarse, desde una nueva
perspectiva, al universo del poeta.
No solo se
dedicó Raúl Ferrer (Yaguajay, 1915-La Habana, 1993), desde la razón y la
pasión, a impartir clases. Fue también, antes de enero de 1959, un combativo
defensor de los derechos de los maestros y, luego del triunfo revolucionario,
contribuyó activamente a edificar la nueva sociedad cubana.
No se
equivocaba el periodista y narrador Enrique Núñez Rodríguez, cuando, al
referirse a Raúl Ferrer, aseguraba que «de su escuelita del central Narcisa
salió hacia el aula inmensa de la patria». Comprobemos la certeza de tal
afirmación, a través de las páginas conmovedoras, estremecedoras, hermosas, de El
retorno del maestro.
Original en Trabajadores: El retorno de Raúl Ferrer
Puede leer
también, bajo la firma de Alina Mena Lotti:
EN NUESTROS
ARCHIVOS:
De Raúl
Ferrer (Yaguajay, Sancti Spíritus, 4 de mayo de
1915–La Habana, 12 de enero de 1993), quien fuera además coordinador de la Campaña Nacional de
Alfabetización en 1961 —y
a quien rindió tributo el XV concurso nacional Ala Décima 2015 por el centenario
de su natalicio—, hemos publicado antes los poemas Guayabera,
Décimas
del tiempo tiempo y Mi
querido Frankestén, así como el comentario
“Martí, pasión y verdad: la décima de Raúl Ferrer”, por Waldo González López
(2008); el tributo
del grupo decimista espirituano Toda luz
y toda mía en diciembre del 2011, por el Día del Educador; y los
homenajes que le rindieron la Tertulia del Sur y el Grupo Ala Décima en mayo
del 2012 y en mayo
del 2013. También su simpático poema
Guajira
fiel, dedicado a su hermano de
luchas y poesía, Jesús
Orta Ruiz, el Indio Naborí.
OTROS
HOMENAJES A RAÚL FERRER:
No hay comentarios:
Publicar un comentario