sábado, 12 de enero de 2008



Sobre el poemario
Con el ancla en tierra,
de
Mayda Anias Martínez

Elogio
de la
grandeza



Por Frank Castell
Tomado de Tunarte


Encontrar un poemario en el que la sencillez permanezca y satisfaga es una tarea algo difícil. En la actualidad se escribe buena y mala poesía, pero por encima de todo se escribe casi en jeroglíficos.

No pretendo ser categórico. Sin embargo hay muchos “escribidores” que intentan pasar ante la crítica y los lectores pasivos como “revolucionarios” del verso, y créanme, algunos alcanzan su objetivo.

Mayda Anias Martínez (Amancio, 1965), propone en Con el ancla en tierra llegar a los atardeceres de meditación, a la filosofía exacta, a través del verso puro. Sabe moverse por caminos inhóspitos, a los que convierte en festín. Tiene en sí el oficio de años de lecturas: Machado, Miguel Hernández, César Vallejo y otros que la han dotado de un lenguaje rico en referencias.

Publicado por el sello editorial Sanlope, de Las Tunas, el libro revela a una mujer que le imprime nuevos aires a la décima, partiendo siempre del molde tradicional. Textos de hondos desgarramientos dejan entrever las preocupaciones y sueños de un sujeto lírico cada vez más convencido de los cambios existentes en el mundo contemporáneo:

Un Cristo roto, un Vallejo
se me anuda en la garganta,
un hermano muerto canta
cuando me asomo al espejo.
Un pan sobre el hombro viejo
cargo a diario hasta el hastío,
los jueves con lluvia o frío
cien heraldos me castigan
pero nunca me prodigan
un verso fiero, audaz, mío.

Notable resulta la coherencia estructural al dividir el libro en seis partes, con lo cual posibilita una lectura armónica y reposada. Mayda retrata lo que para ella es la soledad, ese vacío que le acecha.

Aún cuando es la décima un género en alza, gran parte de los textos publicados en Cuba carecen de seguimiento por parte de quienes deben escribir sobre ellos. La mayor parte de los especialistas prefiere guardar silencio porque encasillan a la espinela a los sinsontes, montes y horizontes. ¡Qué lejos están de la verdad!

Libros como Con el ancla en tierra dejan a flor de piel un caudal de sabiduría y honestidad de indudable valor:

Una lámpara en lo oscuro
es aceite por quemar,
no es silencio meditar,
el pecado fue algo puro
porque el corazón más duro
tuvo un antes y un después
como tiene cada vez

su porción de eternidad
y hasta lleva la verdad
su mentira en el envés.

No hay comentarios: