miércoles, 14 de junio de 2017

Quinto Festival de Toda luz, resumen


Un lustro de encuentros internacionales

Fue dedicado a los poetas espirituanos Olga Lidia Pérez (escritora) y Raúl Herrera (repentista), y al 50 aniversario del Museo de Arte Colonial. El máximo lauro del VI concurso Toda luz y toda mía lo mereció Luisa Oneida Landín

De izquierda a derecha, Alejandro González Bermúdez, en nombre del jurado, entrega el premio a Luisa Oneida Landín Ramos, quien es felicitada por Merari Mangly Carrillo, presidenta del Grupo Toda luz y toda mía.



Del 6 al 10 de junio la ciudad de Sancti Spíritus se convirtió en el escenario del V Festival Internacional Toda luz y toda mía, probablemente el único de su tipo en Cuba, puesto que en su programa equilibra actividades en torno al desempeño de los papeles de la décima en la oralidad y la décima en la escritura. En los encuentros teóricos se analizan, también, ambas formas de creación.

El Grupo Toda luz y toda mía es presidido —desde noviembre del 2011, fecha en que cristalizó el proyecto— por Merari Mangly Carrillo, escritora, diseñadora y editora. La agrupación realiza desde entonces una acción artístico-literaria cada mes, y a partir de mayo del 2013 organiza anualmente su festival, que incorpora el guateque campesino y la serenata nocturna como parte de la tradición espirituana, además de encuentros con talleres de repentismo infantil y otros espacios que defienden y cultivan la décima desde otras manifestaciones (literatura, artes plásticas, música), con el apoyo del Centro Provincial del Libro, la sede provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Universidad José Martí Pérez, de Sancti Spíritus, y el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado.

 Museo de Arte Colonial de Sancti Spíritus.

En esta ocasión el festival se dedicó al 50 aniversario del Museo de Arte Colonial de Sancti Spíritus, a las canciones y rondas tradicionales infantiles, a la escritora Olga Lidia Pérez y al poeta improvisador Raúl Herrera. Hasta el patio de la fuente en ese museo de la ciudad del Yayabo, se fueron en la noche inaugural los amantes de la estrofa de diez versos para tributarles honores. Poetas integrantes de la anfitriona Toda luz y toda mía unieron sus voces a otros del grupo nacional Ala Décima y de varios territorios —participaron creadores de seis provincias cubanas, así como la significativa poeta e investigadora argentina Teresita Mabel Saint Esteben—, tanto en la velada inicial como a lo largo del programa, y desde la escritura o desde la oralidad rindieron culto a la poesía decimística.

 Alrededor de la fuente del Museo de Arte Colonial fue la inauguración.

En particular brilló la actuación de los improvisadores Nelson Lima, Héctor Peláez, Luis Paz (Papillo), Raúl Herrera, Abel Amador y Maikeidly Díaz Coca, junto a los músicos de la Parranda Típica espirituana, el coro Flor y sus Maravillas, de la cátedra del adulto mayor provincial, la agrupación musical Sincopasón y el Dúo D´Gómez, que en este año festeja su medio siglo. Todo este elenco acompañó al V Festival Internacional Toda luz y toda mía en sus cuatro días de agenda. Entre las tantas décimas que se improvisaron a los homenajeados en la cita de apertura, estuvo esta del repentista camagüeyano Héctor Peláez:

Hablar de Olga Lidia Pérez
y hablar de Raúl Herrera
es ponerle otra bandera
al mástil de los deberes.
Es atar con alfileres
la guayabera del viento
y es, con el solo instrumento
del dúo tradicional,
levantar un pedestal
a la gracia y al talento.


EL ESPACIO TEÓRICO

La habitual sesión de intercambio de experiencias y reflexiones, como siempre conducida por el poeta y ensayista espirituano Antonio Rodríguez Salvador (Chichito), en la sede provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, abrió con las palabras de Martha Cuéllar, directora del Museo de Arte Colonial de Sancti Spíritus, quien hizo la novelesca pero real historia del árbol genealógico de la familia Valle Iznaga, propietaria de la mansión donde hoy radica el museo, relevante por su majestuosidad arquitectónica del siglo XIX.

La significativa poeta e investigadora argentina Teresita Mabel Saint Esteben nos regaló su amor por José Martí y su obra Ismaelillo.

 Conmovedores momentos fueron la ponencia de Teresita Mabel Saint Esteben, que nos regaló una valoración hermosa de José Martí y su obra Ismaelillo, así como el aporte de la investigadora Saylí Alba, quien radiografió la vida y la obra del repentista Raúl Herrera, por cuya impronta ha merecido el respeto y la admiración de todo el pueblo espirituano.

De indudable interés fue la propuesta del escritor Karel Leyva, con un acercamiento a la música infantil como proceso social formativo de la identidad cubana. La multiplicidad de herencias que llegan a través de los corros, cantos de cuna, juegos para bebitos, rondas y juegos musicales, denominados en su conjunto como música infantil, examinó el ponente en su situación actual, ante el empuje de la industria cultural y las trasformaciones de la era moderna.


GUATEQUE POR DÍA DEL CAMPESINO

Un verdadero jolgorio para los habitantes de la comunidad campesina de la cooperativa de créditos y servicios Ventura Guerra fue la tarde y noche de intercambio con el elenco presente en el V Festival Internacional Toda luz y toda mía. La cooperativa está enclavada en Arroyo Blanco, donde la historia de la guerra del 95 tiene relevantes momentos que deben permanentemente ser revisitados, y donde nació también el punto parrandero Mambí, el más antiguo de la isla. Una cátedra centenaria como es la Parranda Típica de Arroyo Blanco (Los Sánchez), devino curso por donde discurrieron las creaciones improvisadas de una decena de poetas entre ellos Nelson Lima, Héctor Peláez, Luis Paz (Papillo), Raúl Herrera, Abel Amador y Maikeidly Díaz Coca.

 El guateque en la cooperativa de créditos y servicios Ventura Guerra, de la localidad de Arroyo Blanco, de hondas tradiciones patrióticas.

Los miembros de la cooperativa Ventura Guerra recibieron a estos creadores y en diálogo informal nos acercaron a los hechos que se sucedieron en la etapa final de la gesta organizada por Martí y que en los últimos días del año 1898 escenificó en estos valles encarnizados combates que definieron la futura posición de los criollos ante la nueva invasión que se comenzaba a experimentar y la definitiva independencia de la metrópoli española. El pequeño aporte de este festival sirvió para celebrar la aplazada fiesta del día del campesino coincidiendo felizmente con la jornada nacional por el día del bibliotecario, en honor a Antonio Bachiller y Morales.

La Colección Sur Editores acercó hasta el lugar su título La ingrávida estructura, otra de las contribuciones al evento, que abrazó la poesía oral y escrita en la estructura espineliana para transmitir, analizar y defender nuestro legado cultural.


TRIBUTO AL GUERRILLERO HEROICO

Momentos especiales fueron los dedicados a honrar las cinco décadas del asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara, con la presentación del volumen Cien poemas al Che, preparado por la Colección Sur Editores, así como el audiovisual El Che declama a Vallejo, y la charla El Che y la literatura, impertida por El Chino Yeras, en los salones de la sede provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Allí mismo, en otro momento del programa, fue inaugurada por el escritor Hermes Entenza la muestra Alianzas, de cuadros decimados, con obras de artes visuales de Carlos Serra y Alain Delgado en los cuales se inspiraron para escribir sus décimas varios autores de diversas latitudes.

Presentaciones de libros hubo además en el contexto de una visita dirigida al Museo de Arte Colonial de Sancti Spíritus, con poemarios como Autorretrato con soneto, de Marco Antonio Calderón, presentado por el poeta y trovador Pável Esquerra; Todo sin límites, de Sonia Hernández (por Rosa María García); y Desde la gleba y el libro, del poeta popular Ildefonso Díaz (Tico), por el poeta y periodista Jesús Arencibia.

INFORMACIÓN RELACIONADA: Tico y Toda Luz, por Jesús Arencibia, en La tecla del Duende, del periódico Juventud Rebelde.


LA CLAUSURA EN SERENATA

Otros muchos momentos enriquecieron este V Festival Internacional Toda luz y toda mía, entre los cuales no faltó el humor mediante la escenificación del dúo Los cariduros y las conducciones de Noelio Ramos, también director de la local Editorial Luminaria.

 La clausura consistió en la tradicional serenata, en esta ocasión al maestro de cuerdas Marcelo Lamas.

El cierre de la extensa y polícroma agenda fue, como ya es habitual en estos eventos, el rescate de la tradición espirituana de la serenata, que en esta ocasión tocó en la medianoche final a las puertas del hogar del relevante músico Marcelo Lamas, maestro de generaciones en los instrumentos de cuerdas.


LA PREMIACIÓN DEL CONCURSO

La sede de la UNEAC acogió también un momento trascendente de estos festivales: la ceremonia de premiación del concurso de décima escrita Toda luz y toda mía, cuyo lauro principal en esta sexta edición correspondió a la autora Luisa Oneida Landín Ramos, de La Habana, por su conjunto Pan nuestro de lo inasible, el cual, según el acta del jurado, se afilia “a la vertiente de la poesía de evocación familiar, mediante un corpus de transcurrir sosegado en el cual el luto filial termina por convertir al sujeto lírico en una dicotomía SER/CASA, de modo que lo lacerante y el ente lacerado se transforman en uno solo e indivisible, origen y final al mismo tiempo, con lo que la obra rebasa la elemental rememoración para avanzar a planos más gananciosos en el orden existencial”.


El jurado, integrado por los poetas Antonio Rodríguez Salvador (Chichito), Alejandro González Bermúdez y Pedro Péglez González, entregó además primera mención a la obra Asilo de alienados, del reconocido autor holguinero Ronel González Sánchez, mención a Miguel Ángel González, de Sancti Spíritus, y una mención honoraria a la autora nonagenaria Brígida Lorenzo Guillén, también espirituana. Asimismo otorgó los siguientes premios colaterales:

Premio de tema martiano, por la Universidad José Martí, al cuaderno Cuarteadura, de Mayelín Barrera, de Las Tunas; Premio del grupo de mujeres Décima al filo, al texto Pan nuestro de lo inasible, de Luisa Oneida Landín; Premio Solidaridad, para autor no residente en Cuba, a la obra Soliloquios de Robinson Crusoe, de Arístides Valdés Guillermo; Premio del Grupo Ala Décima, para autor joven, a El mar en el espejo, de Rolando Ávalos Díaz, de La Habana; y Premio de tema rural, del Grupo Nacional de Escritores Rurales, a Con la angustia a sotavento, de Celestina García Palmero, de Sancti Spíritus.


LA GALARDONADA Y SU OBRA

Luisa Oneida Landín Ramos (Jibacoa, La Habana, 1951) trabajó durante muchos años como especialista en la sede central del Ministerio del Azúcar y se jubiló con la intención expresa de poder dedicar más tiempo a su carrera literaria y de promotora cultural. Es Licenciada en Estudios Socioculturales, poetisa, guionista de programas radiales y una incansable activista cultural, miembro fundadora del Grupo de creación poética de la Fundación Nicolás Guillén (1997). En mayo del 2002 fundó junto a Julio Alberto Cumberbatch la tertulia Lira y verso (La Habana Vieja), y junto a él la condujo hasta 2010, cuando consideró necesario concentrarse en la tertulia La letra en rosa (La Habana del Este), que ella había fundado en mayo del 2008 y desde entonces la programa y conduce. Es graduada de la primera promoción del Curso-Taller Historia y Práctica de la Creación Poética (2003-2004), conducido por los poetas Jesús David Curbelo y Roberto Manzano, y ha sido incluida en varias antologías, entre ellas la que agrupa a los egresados de ese curso: Bienaventurado el árbol que camina, publicada por Ediciones Extramuros. Tiene publicados los poemarios La Habana tiene más de un jueves, que apareció también por Extramuros en el 2005; Marcas de Agua, por la Editorial El Mar y la Montaña, de Guantánamo, en el 2006; y Muchacha que baila sobre mis papeles, por Amarillo Editores, México, en el 2007. Muestra de su obra poética puede verse en la antología on line Arte poética, del poeta salvadoreño André Cruchaga.

En el 2002 comenzó a colaborar destacadamente, en funciones específicas, con el Grupo Ala Décima, y en el 2003 inició sus participaciones en el concurso nacional Ala Décima; en ese año obtuvo primera mención compartida, y en las siguientes ediciones hasta el 2006 obtuvo sucesivos premios colaterales. En el 2007 alcanzó el Premio Ala Décima con su cuaderno Muchacha que baila sobre mis papeles II. Con posterioridad, solicitó su ingreso al Grupo Ala Décima y en el 2012 fue electa vicepresidenta de la agrupación.

En el 2011, recibió la distinción Gitana tropical que confieren las autoridades culturales cubanas, y en el 2016 su poemario inédito Y yo tan lejos del cielo mereció la beca de creación literaria La enorme hoguera que otorga el sistema de Casas de Cultura.

En el acto de premiación, Luisa Oneida Landín recibió con emoción el plegable con su obra premiada, Pan nuestro de lo inasible, gracias al esfuerzo de la local Ediciones Luminaria, y que le entregó el poeta ganador de la edición anterior del concurso, el joven tunero Alexander Jiménez del Toro.


PAN NUESTRO DE LO INASIBLE

El hogar está dentro de uno…
Excilia Saldaña


Cerca de todo    aún lejos de mi hogar    aquella casa
fue difícil argamasa    nido de amargos reflejos.
Puse en piedra catalejos sobre los pies a mi altura.
Dócil    pequeña censura de combinar lo imposible.
Pan nuestro de lo inasible    cocina de la ternura.

En dónde cuece el afecto    palabras    vida    certeza
techo de amor y promesa. Oh mi reino sin defecto.
Qué difícil intelecto da fijeza a la cornisa
saliente bajo la brisa del ventanal de mis años
trazos sobre los peldaños    tempestad que se desliza.

Yo puedo ser el alpiste donde se fragua el futuro
mi fortaleza es el muro que a los vaivenes resiste.
De adioses el tiempo viste la soledad de los días
Marasmos    alegorías que en el temblor de la boca
desde el silencio convoca las sonoras sinfonías.

Hogar dentro inacabado    hogar de extraña moldura
qué parte de mi procura volver del café probado.
Aroma del sitio amado    tibio rincón de familia
donde lo bueno se afilia en el hacer compartido.
En los rostros que se han ido    qué parte de mí se exilia.

Madre vienes tan de prisa con tu respuesta callada
te devuelvo en la mirada la foto de tu sonrisa.
Mi padre en blanca camisa me abraza desde la infancia
aquel hogar    su fragancia de llovizna y limonero
trae un enjambre viajero que regresa en la distancia.

Pan nuestro de lo inasible que estás en todo lo bueno
no faltes en el ameno cabalgar por lo posible.
Deja tu miga visible en los trechos de mi casa
cúbreme con fina masa el sabor de mis paredes.
Desde el desdén    aún no cedes ante la inercia que arrasa.

Saberte cuando camino por difíciles rompientes
si mis pasos diferentes se pierden en el espino.
Mi casa es patria    destino    de soñada levadura.
Reflejo de la blancura donde guardo mi regazo
mi casa es hogar escaso para tan grande sutura.

Escribo cicatriz    puerta    silencio sobre su encina
latidos tras la cortina batiéndose en luz incierta.
Ah    luz fragmentada    alerta contra los días convulsos
la ingratitud    los impulsos hacia el volcán y la calma
luego un canto desde el alma temible de  los insultos.

Cuando se me va el recuerdo la casa queda vacía
cuando vuelve la alegría parece que todo es cuerdo.
De lo que fue nada pierdo    señales vibran aquí
soy todo lo que viví. Hay marcas que son eternas
más allá de las cavernas: Todo está dentro de mí.


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