viernes, 27 de marzo de 2015

La décima es un árbol de marzo


Conversando en el museo
con el poeta Otilio Carvajal
 
Nos reporta desde Santa Clara la poetisa e investigadora Mariana Pérez Pérez, fundadora y conductora de la tertulia La décima es un árbol y representante del Grupo Ala Décima en su provincia

Foto enviada por Mariana.



 
CONVERSACIÓN
EN LA SALA
DEL MUSEO


Un grupo reducido de personas logra que el ambiente sea íntimo y, por tanto, sugestivo. Así ocurrió este viernes 20 de marzo, víspera del Día Mundial de la Poesía, en «La décima es un árbol».

La lectura de mis décimas «A Caracas», concebida como acción solidaria con nuestros hermanos de Venezuela, dio pie a una conversación extensa, en la que todos aportamos algo, acerca del «país profundo» con sus costumbres y sucesos; dicha conversación contó con la voz, acreditada por vivencias personales, de Otilio Carvajal Marrero, quien vivió allí durante una misión cultural.

La sección «El poeta invitado» se inició con la lectura del texto «Después de quince años: Otilio Carvajal», donde se habla de las décimas que aparecen en su libro Sobredosis (Editorial Capiro, 2012); después todos tuvimos oportunidad de  hacerle preguntas, y finalmente él leyó y comentó sus textos.

También se presentó el Catálogo rimado Nº 89 y, al final, «La pieza del mes», una hermosa escultura en bronce titulada «La Naturaleza se devela a la Ciencia».

Como se dijo al principio, la tertulia fue un espacio de espontaneidad, en el que un sencillo brindis con vino aderezó el diálogo. A veces, una sala llena no es sinónimo de eficacia.


Santa Clara, 23 de marzo de 2015



DESPUÉS DE QUINCE AÑOS:
OTILIO CARVAJAL


Por casualidad han pasado cinco años (y un día) justos desde que, el 19 de marzo de 2010, tuve como invitado en la tertulia a Otilio Carvajal Marrero. Esa vez dije:

«En el próximo mes de julio se cumplirán exactamente diez años de aquel día en que cumplí, con entera responsabilidad, escasos conocimientos y mucho temor, la tarea de presentar el libro de alguien a quien jamás había visto. Ese libro había obtenido el año anterior el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara; su autor era un joven avileño nombrado Otilio Carvajal Marrero. El poemario se titulaba El libro del profanador». (1)

El tiempo —una década más un lustro— me ofrece nuevamente el placer de comentar los libros de este poeta, cuya obra no se circunscribe al verso, sino que se extiende a la narrativa y la dramaturgia. Ahora Otilio Carvajal Marrero (Chambas, Ciego de Ávila, 1968) vive en Santa Clara y cuenta en su bibliografía activa con cinco poemarios, dos libros de teatro y cinco novelas; ha obtenido importantes premios; ha sido antologado en más de cincuenta muestras de poesía y narrativa, así como en revistas cubanas y extranjeras. Además: es profesor del taller de formación literaria El Viajero; pertenece a la Uneac y cumplió misión cultural en Venezuela.

Hoy tengo a Otilio a mi lado para hablar de su libro Sobredosis (2), que contiene décimas, a la par que sonetos y poemas en verso libre, lo que demuestra, una vez más, que mi invitado respeta a «la estrofa nacional», y la escribe con el mismo nivel de calidad que el resto de las formas poéticas.

Sobredosis cuenta con siete poemas en décima, que representan un total de veintinueve estrofas. ¿Se supone que estaría obligada a «interpretar» las imágenes de doscientos noventa versos? Parecería muy difícil, si se piensa en la complejidad poética que caracteriza a la obra de Carvajal; sin embargo, no es tan ardua la tarea, la naturaleza de esas décimas puede aprehenderse mediante la lectura atenta, pues su atmósfera poética contribuye a la revelación de los múltiples significados.

Las primeras décimas en Sobredosis aparecen a partir de la página treinta y tres: «Cantárida por la muerte de mi hermana» (3), extensa elegía en dieciocho estrofas, la cual describe con imágenes conmovedoras la vida familiar, la pobreza y la muerte de Dominga: muerta, sin poder mirarle / las dos ciudades labradas / en sus ojos, las cerradas / mejillas donde besarle. / Muerto yo sin confesarle / que de nosotros, amor / eras tú, viña, temblor / viajera frágil, destino / árbol, nuez, todo el camino / el fuego, el aire, el dolor. La elegía concluye con la expresión del dolor personal y describe cómo ha quedado la casa después de la pérdida. Considero que el autor emplea el término «cantárida» con entera propiedad, por las llagas que deja la muerte de un familiar querido.

Las restantes décimas, todas de una sola estrofa, excepto la última con seis, se titulan: «Interfase o interfase palomitas de maíz», «La mordedura del miedo», «Agazapados», «Testamento del veterano de guerra», «Conversación en la catedral» y «Reguetón por la tercera guerra municipal».

Otilio Carvajal no emplea un sistema tropológico y estructural complejo —como estilan otros actualmente— sino que sustenta sus tesis en la sencillez (aparente) de la espinela, con algunos encabalgamientos. Tampoco emplea mucho la diversidad de recursos poéticos formales que posee nuestra lengua, solamente la anáfora es recurrente; en ocasiones usa la enumeración. Ahora bien, en los contenidos, en el aspecto ideo-temático, es donde el poeta tiende la emboscada y despliega su visión del mundo con gran talento y fluidez, para mostrarnos un universo angustioso, que desacraliza verdades consabidas, pero que —finalmente— deja en el lector la certeza de que ese universo «otro» también es real. De manera que el poeta, a través de la palabra del sujeto lírico, del simbolismo que emplea —a veces peculiar y a veces conocido— y de la intertextualidad («Conversación en la catedral», con Vargas Llosa), muestra un estado de cosas y opiniones que solamente la poesía es capaz de revelar. Sin embargo, que nadie se confunda, detrás de la crítica, a veces lacerante, deja ver su identidad y su amor a la Patria.

Haciendo inventario de los temas principales, se aprecia que sus décimas tratan de: el miedo, el temor a expresarse libremente; la guerra, lo que se pierde, lo que queda; el dolor, el vacío, la sombra, la muerte, así como los problemas cotidianos, que se enumeran y superponen (en una amalgama que sugiere rumor), dentro de «Reguetón por la tercera guerra municipal».

En Sobredosis, Otilio Carvajal ha insertado pocas décimas, pero todas son de óptima calidad literaria, y no empequeñecen a los demás textos. Es curioso que este libro, donde no existen particiones formales, presenta, de trecho en trecho, páginas divisorias donde siempre se lee la misma frase: «es malo saber a dónde se dirigen las hormigas». Confieso que aún no he logrado desentrañar el significado último de esas palabras, solo puedo parafrasearlas: «es bueno saber a dónde se dirigen los buenos poetas, aunque nunca podamos seguirle el rastro a las hormigas».

Santa Clara, 17 de marzo de 2015



MONÓLOGO DEL SUICIDA Y EL AS

Soy un ave en el asilo,
sin tiempo, sin pan, sin lecho.
Se dobla el arma en mi pecho.
La vida es un as que afilo.

Otilio Carvajal


Le pongo pautas al humo
y la muerte vocifera,
humo que sube a la esfera
o enuncia rabias. Yo asumo
agujeros, dados; fumo
un opio abstracto; deshilo
miga y pan; yo clavo el filo
de un machete en la borrasca…
como bestia que se atasca,
soy un ave en el asilo.

En mi garganta combate
la soga; corto ese nudo:
pírrico botín, escudo
que brilla en falso quilate.
No es victoria un jaque mate
al rey fantasma del techo;
ato mi soga en su pecho
y él mira con ojo adusto
cómo caigo de un arbusto
sin tiempo, sin pan, sin lecho.

Un arma hinca su luz
en mi frente, como agujas
del río hambriento, burbujas
para el brazo de la cruz,
donde invocan a Jesús
con un párrafo maltrecho.
El dolor pone en acecho
el arma del regicidio,
mas, cuando ensayo el suicidio,
se dobla el arma en mi pecho.

El arma, la vida, el orto
de un planeta imaginario…
Quienes asaltan mi erario
hacen al tiempo más corto.
Mi vida quiebra —el aborto
de la cordura en su hilo
siento amargo— yo destilo
toda su sangre aburrida,
pero no roben mi vida:
la vida es un as que afilo.





NOTAS:

1.- CARVAJAL [MARRERO], OTILIO, El libro del profanador , 80 pp., Colección Faz; Ediciones Capiro, 2000, Santa Clara.
2.- ________, Sobredosis, 103 pp., Colección Faz; Editorial Capiro, 2012, Santa Clara.
3.- En el libro Sobredosis, Carvajal utiliza la palabra «cantárida» y no «cantálida», como aparece en El libro del profanador. Según el DRAE, 2009: cantárida. (Del lat. canthăris, -ĭdis, y este del gr. κανθαρς). f. Insecto coleóptero, que alcanza de 15 a 20 mm de largo y de color verde oscuro brillante, que vive en las ramas de los tilos y, sobre todo, de los fresnos. Se empleaba en medicina. || 2. Ampolla o llaga que producen las cantáridas sobre la piel.



DE LA AUTORA DEL REPORTAJE:
Muestras de la obra poética de Mariana Enriqueta Pérez Pérez, pueden verse mediante los siguientes enlaces con el blog Odiseo en el Erebo y la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Varios estudios realizados por ella aparecen en nuestra sección Decimacontexto: Polizón en la aljaba de Eros, sobre la décima de amor escrita en Villa Clara. Las albas rumorosas, acerca del libro Jiras guajiras, de Samuel Feijóo. La décima cubana durante las guerras de independencia: los poetas de la guerra, interesante aporte sobre ese período. La décima escrita en Villa Clara, sobre la poesía concebida en estrofas de diez versos en esa provincia. Entre los reconocimientos merecidos por su obra en versos, está en el 2013 la mención que recibió en el concurso Oscar Hurtado. En septiembre del 2014, mereció el Premio del VI concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí por su conjunto Embriaguez (rosa, espada, luz). Recientemente publicado en nuestro sitio, su poema A Caracas, en solidaridad con Venezuela.


Visite el sitio web de esta tertulia
en su nueva dirección:


MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA DÉCIMA EN ESTA PROVINCIA HACIENDO CLIC AQUÍ:
VILLA CLARA










No hay comentarios: