Le dedica Las Tunas la Feria del Libro
Por Yami Montoya
Tomado de CubaLiteraria
Tomado de CubaLiteraria
Para quienes hoy buscan las
voces de la literatura cubana, no pueden escapar de la obra de Carlos
Esquivel Guerra, uno de los escritores que devuelve el alma a los adictos
de las letras, cuya obra es reconocida en Cuba, España y Latinoamérica,
principalmente.
Por estos días vuelve a ser
noticia la figura del autor de Perros ladrándole a Dios, pues la ya
cercana Feria del Libro en
Las Tunas, que se desarrollará
del primero al cinco de abril próximo, dedicará su edición al legado de este
esencialmente poeta que nació en el sureño municipio de Colombia
y que entre sus lauros más recientes ostenta el Premio
Nacional de Poesía José María Heredia 2014, por su obra La autopista
cero.
“Todos los homenajes son el
reflejo de una relación con José Martí de Honrar, honra. Me siento culpable por
las buenas y las malas cosas que he hecho en la vida, y si se atreven me ponen
en una prueba de fe mucho más complicada que toda lo que he tenido
anteriormente, pues compartir la literatura es un espacio de provocación, un
espacio de encuentro”, refiere este hombre sencillo, discreto pero muy
observador, cual descubridor del mínimo detalle de su naturaleza, para luego
revelar poco a poco sus impresiones, sueños, pasiones por la literatura que le
entrega el don de ser libre en su pensamiento creador.
Llega rápido, preciso con su
andar, vuelve hoy con un discurso que emana desde lo más singular de la palabra
e hilvana cada oración para desvestir su piel de la poesía. Así lo conocen
quienes siguen su obra creativa que resaltó en el 2014 por resultar además finalista
en los importantes concursos de España, Herralde de Novela, convocado por
la editorial Anagrama.
“Soy un hombre marcado por
obsesiones, itinerarios, por paisajes a veces convulsos y a veces trágicos, por
la búsqueda de una verdad al precio incluso de invertir en esa verdad todas las
mentiras que caben en un escritor”, dice y se adentra en su interior y entrega
su vida desde la obra misma.
Con una veintena de textos
ya publicados, 17 de ellos del género poesía, ratifica así su interés. “Soy un
poeta de esos que llaman de capa y espada las 24 horas del día, y aun
escribiendo narrativa, género en el cual ahora estoy más hundido, me llamaría
poeta, tanto que la poesía es mi oxígeno, mi estado civil, mi marca de
permanencia en la vida.
“Es imposible e improbable
dar una respuesta justa para seleccionar una de mis obras como predilecta,
porque responder por un libro discriminaría a los otros, sería un acto cruel
con esos títulos que me costaron el mismo sacrificio, la misma entrega obsesiva
en la búsqueda de mi espacio como ser escritural y ser poético. Otro escritor
diría el próximo libro o el primero, yo tengo una serie de obras entre las que
estaría El bulevar de los capuchinos, Los hijos del kamikaze, Once,
que nos marcan en nuestras obsesiones y encrucijadas antológicas y las pasiones
de un hombre que piensa y vive como escribe.
Al referirse a la poesía cubana
actual y las confluencias generacionales de poetas, Esquivel precisa: “creo que
hay un buen momento de la poesía cubana a partir de que ese gran grupo coral,
pues tiene distinciones muy particulares, o sea, generaciones fundidas y
fusionadas por un interés de expresiones muy trascendentales: dar, opinar y
mover un poco lo que estaba implantado con una hegemonía. Hay muchas voces que
puedes encontrar en cualquier parte del país desde distintas posturas poéticas
desde el verso libre, los versos rimados, desde zonas más conversacionales, más
líricas. Hoy hay una amalgama más especial de tendencias y estilos que hacen de
la poesía cubana el género más importante de la literatura cubana actual”.
Para escribir su poesía debe
vivirla, tocarla y hasta sufrirla, y ello es tan esencial como el mismo proceso
creativo. “Por supuesto, el poeta es un hombre o una mujer, un ser social que
debe identificarse con las problemáticas que padece como ser humano y con las
que padecen sus semejantes; es un fotógrafo interior que debe buscar esas
imágenes que están golpeando en su interior y luego sacarlas, y ahí ese paisaje
cambia con matices que solo él sabe enhebrar”.
Al acercarse a sus temas
para su desarrollo espiritual como escritor los retoma, los palpa, vuelve
buscando una mirada diferente; los temas son tan viejos como la necesidad de
seguir insistiendo con ellos. “En mi literatura está la guerra, el amor, la
familia, la pareja, lo erótico, hay una consecuencia de temas pero siguen
siendo mis frutas, mis caminos para encontrar el mismo lector”.
Este año deben salir
publicados varios de sus libros como la reedición de Los epigramas malditos
y la edición de dos libros de poesía por editoriales cubanas: La autopista
cero, por Caserón y bajo el sello de Letras cubanas, El café Lumier,
mientras que en España saldrán tres libros de narrativa (dos novelas y uno de
cuentos).
“Actualmente me inquietan en
mi labor varios libros. Estoy escribiendo una novela que tiene por tema las
raíces que resaltan la identidad musical como personaje, y otro volumen con el
tema del erotismo como una especie de naufragio hacia una zona conflictiva de
la expresión del cuerpo y la poesía de la que no puedo desprenderme”.
De la vida espera mucho, que
le imponga un duelo, un desafío, una meta, “que a cambio me dé sueños, un
sentido y una expresión de esa libertad, sobre todo una marca de identidad que
me lleve más allá de mí mismo, de mis contemporáneos, que me mantenga y me
salve junto a ellos”, confiesa seguro, esperanzador ante sus intensas metas.
Tomado de Tiempo 21
Versión original en
CubaLiteraria: Carlos
Esquivel, un poeta desde la vida.
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