martes, 11 de diciembre de 2018

Ronel y su homenaje a Calixto García


El poema Viacrucis mambí

Con motivo de cumplirse este 11 de diciembre el aniversario 120 del fallecimiento del Mayor General Calixto García Íñiguez, nos envía nuestro hermano poeta Ronel González Sánchez este poema, perteneciente a su libro La marcha de la bandera



VIACRUCIS MAMBÍ

[…] no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada; formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero a semejanza de los héroes de Saratoga y Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.

Calixto García: “Carta al general William R. Shafter, Jefe de las tropas norteamericanas en Santiago de Cuba”. 17 de julio de 1898


A un costado de la plaza
una criatura se inquieta
cuando suena una trompeta
y el simbolismo no pasa desapercibido:
traza, desde el vientre que se inclina,
una pasión clandestina por el subversivo coto,
y aunque el augurio es remoto
el alma se insubordina.

Mientras pugna la mazmorra detrás de cualquier embate,
la existencia se debate
entre aceptar la modorra de lo prescrito
que borra el entusiasmo
y la racha fúlgida que deshilacha racimos de humillación,
y emerge la maldición
del monte que encumbra y tacha.
La intempestiva advertencia.

El holocausto fortuito.

La represalia.

El delito. 

Las heces de la abstinencia.
Adjetivan la insolencia desde la descompostura,
y al asir la empuñadura marcial contra barda homónima,  
con hiperestesia epónima se amotina la amargura.

Después será el aire agónico sobre la ceiba cautiva
quien desoculte, en cursiva, su desafuero anacrónico
y reserve un protagónico discernimiento al patriarca.

Será la estirpe heresiarca, antes que el honor claudique,
quien en su frente publique la desobediente marca.

Vendrán los ralos serones.

La vianda obscena.

El delirio.

Sobrevivir al martirio del miedo y las delaciones.

Ambidiestras ambiciones de un ambiguo cabecilla. 

Desafiar la comidilla del campamento descalzo
que ante un pronóstico falso sin dudarlo se encasquilla.

Sobrevendrán cabalgatas por veredas sin rebordes.

Ensangrentados desbordes.
Aniquilaciones gratas
y hostilidades neonatas que, en confuso forcejeo,
propondrán el deletreo de un epítome capcioso
fundado en el oprobioso mohín del escamoteo.

Pero en la mística ignota,
donde la ucronía es dable,
relumbra y se crispa el sable obstinado del patriota.

Se escurre y cae una gota de sangre,
con majestad,
y en la intemporalidad
nadie prohíbe, grosero,
que entre su rostro severo,
vencedor,
a la ciudad.



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