Décimas de luz
El
espirituano Grupo
Toda luz y toda mía, en el camino
hacia su cuarto aniversario, celebró su Tercer Festival Internacional, el cual
comenzó con un encuentro teórico en torno al complejo artístico-literario de la
poesía en estrofas de diez versos
Foto:
Vicente Brito
DECIMAS
DE LUZ
Por Gisselle Morales
Periodista y subdirectora de Escambray
Tomado del sitio web de ese periódico
22 mayo, 2015
Periodista y subdirectora de Escambray
Tomado del sitio web de ese periódico
22 mayo, 2015
A la décima oral y escrita
habría que hacerle en Cuba un monumento: por más que se escandalicen sus
detractores, que la miran por sobre el hombro como a un género menor, esta
composición poética ha hecho aportes inestimables a la identidad nacional. La
décima como expresión, entre popular y lírica, de la cubanía.
Tal vez por ello no es del
todo relevante si fue el músico y poeta andaluz Vicente Espinel quien
firmó, allá en la península, el acta de paternidad de los 10 versos octosílabos
o si su libro Diversas rimas, publicado en 1591, se llevó el crédito.
Tantos siglos después y con el Atlántico de por medio, la espada de Damocles no
pende sobre el pasado sino sobre la continuidad de la décima.
A semejante conclusión había
arribado el folclorista villareño Samuel
Feijóo en la década de 1960, cuando, en el prólogo a su libro Los
trovadores del pueblo, advertía: “La dorada época de la décima criolla y su
trovador simpático y errante han decaído ya. Cumplido su apogeo, simplemente
subsiste”.
Y subsiste, en efecto,
contra viento, marea y la seudocultura urbana que ha relegado la raíz guajira a
la hora semanal de Palmas y cañas o a los espacios reservados para el
sector campesino en las parrillas de programación de las emisoras y telecentros
del país. Francamente insuficiente.
De ello dan fe quienes a lo
largo de la geografía nacional intentan, no ya regresar a los tiempos
románticos de guateques y bardos —asumámoslo sin angustias: las tradiciones
mutan—, sino tan solo mantener vivo el gusto por la espinela, ya sea cantada al
vuelo en la más enconada de las controversias o escrita a hurtadillas con
alguna que otra imprecisión.
No pocos de esos defensores
a ultranza se reúnen por estos días en Sancti
Spíritus en el III Festival
Internacional de la Décima Toda
luz y toda mía, un ejercicio que pudiera calificarse como teórico-práctico,
ya que las sesiones científicas y las canturías se amalgaman sin complejos.
Del 20 al 24 de mayo se
extiende el programa de un encuentro que no cae en paracaídas porque toca en el
calendario, con esa recurrencia cíclica que vuelve tan predecibles nuestros
eventos; sino que viene a rematar el cuarto año de trabajo sostenido por los
organizadores, un grupo tan constante como variopinto que ha apostado en grande
por la espinela.
Dedicado en esta ocasión al
centenario de Raúl
Ferrer —como casi todo en Sancti
Spíritus durante el 2015— y al poeta
fomentense Virgilio
López Lemus, quien es además un vehemente cultor de la décima, el
festival convoca a especialistas de España y varias provincias cubanas, así
como a músicos, repentistas e improvisadores espirituanos que han plantado
bandera en el Centro de Interpretación de la Ciudad.
“Pretendemos mostrar la
décima como lo que en realidad es: un complejo artístico-literario que irradia
hacia otras manifestaciones —declara a Escambray
la poetisa Merari
Mangly Carrillo, gestora del proyecto Toda
luz y toda mía—. Pese a estar considerado patrimonio de la nación, este
género merece aún más reconocimiento, y eso es precisamente lo que nos
proponemos: legitimar la décima y visibilizarla mejor en el contexto de las
costumbres culturales cubanas”.
Conferencias, exposiciones
de artes plásticas, obras de teatro, proyección de audiovisuales, lecturas de
poemas, talleres de repentismo infantil y la premiación del IV
concurso de décima escrita Toda luz y toda mía 2015 figuran entre
las principales actividades concebidas en el programa cuyo clímax será el
guateque gigante que la noche de este sábado ha prometido despabilar a La
Sierpe.
Particular interés suscitó
la presentación del libro recién terminado pero todavía inédito de Virgilio
López Lemus Décima fiel, un texto que compila investigaciones
desperdigadas durante décadas de estudio sobre esta estrofa y en el que, a su
vez, el propio autor reconoce haber rectificado errores de su obra anterior.
Por su parte, Pedro
Péglez, periodista y presidente del grupo
de poetas Ala Décima, ponderó las iniciativas regionales de fomento
de la espinela, tanto oral como escrita, y la realización de eventos como este,
que muestran además la vocación fraternal de los cultores de la décima.
Pero como una golondrina no
hace verano, ni un festival consigue por sí solo sacudir la modorra acumulada,
resultan impostergables nuevos ardides, engranajes mejor articulados entre los
decimistas de toda la vida, los jóvenes que recién descubren el gusto por las
rimas y los niños que habrán de cultivarla, única cadena evolutiva capaz de
hacer perdurar la tradición y de insertarla sin traumas ni imposiciones en la
más posmoderna cotidianeidad de la isla.
Versión original en sitio
web del periódico Escambray: Décimas de luz
Visite el blog de la autora:
Cuba profunda
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