Enamorada del amor
Así
se autodenomina la escritora Celestina García Palmero, miembro del Grupo
Toda luz y toda mía y ganadora
del Concurso de Décimas del periódico Escambray, de la provincia de Sancti
Spíritus
Foto
tomada de Escambray
Tomado de Escambray
Acunada por la poesía desde
que abrió los ojos al mundo, Celestina García Palmero nace de nuevo en cada
verso que escribe. Natural de Florida, Camagüey, pero aplatanada en la villa
del Yayabo, sus primeros dos libros Brújula contra los inviernos y Haz
que no percibo recalan en lo que considera el tema principal de su obra.
Más de seis décadas de
existencia la sorprenden con un discurso lleno de erotismo y sensibilidad del
cual se declara satisfecha, aunque le ha merecido cuestionamientos. “Cuando en
el período especial la gente escribía de croquetas y problemas del transporte,
yo seguí escribiendo del amor”, confiesa animada a este órgano de prensa,
mientras escurre todavía la sorpresa ante el anuncio de su victoria.
En el tercer grado la
maestra pidió una composición sobre Maceo y ella escribió un poema. Sin
imaginarlo, recorrió varias manos y llegó hasta algunos oídos. Hacía tiempo que
su madre y su hermana reían y la llamaban loca, pues “caminaba por la casa
recitando versos, como poseída, y sin conciencia para llevarlos al papel”.
De niña también vivió el
recibimiento a los milicianos que habían combatido en Playa Girón. “Preguntaba
sus nombres, les escribía décimas y se las regalaba. Ya en la Secundaria reuní
varias y conformé un libro, artesanal y manuscrito. En una exposición que hizo
la bibliotecaria el texto se perdió y nunca más lo volví a ver”.
El pináculo para desarrollar
sus aptitudes lo encontró en los talleres literarios, a los cuales se vinculó
por primera vez en la década del 80. “No comencé con décimas, lo que escribía
era verso libre y las críticas me parecieron duras, pero cuando me adentré más
en el mundo literario me di cuenta de que eran totalmente necesarias. Si algo
de valor tiene mi poesía es gracias a que fui receptiva”.
Ante la creación, ¿podría
decirse que asume el riesgo de rebelarse, de cuestionar el mundo?
No soy feminista, pero me ha
molestado la forma en que la mujer se deja domesticar y se entrega no solo al
marido, muchas veces hasta a los hijos. Dicen que mi poesía es intimista, con
temáticas familiares, doméstica, y pueden crear confusión todos estos términos.
Un día me di cuenta que ya había estudiado a mi mamá y su relación con mi papá,
mis hermanas, mis amigas. Me había detenido en los conflictos que a veces nos
contábamos.
Contrario a estéticas actuales,
¿evade las palabras obscenas?
Podemos decir todo sobre una
relación sexual sin necesidad de recurrir a ellas. Soy una mujer enamorada del
amor, de la desnudez física, psíquica y mental, que necesitamos mostrar tal
cual es. No me da vergüenza reflejar mi intimidad. Me gusta el reto de asumir
el erotismo de la mujer; ahora, tampoco tiene que ser necesariamente mi
experiencia personal.
Ante un tema tan recurrente,
¿qué hace para buscar la originalidad?
Huyo de los lugares comunes.
Me aferro a mis conceptos y no me dejo arrastrar por corrientes contemporáneas
de la poesía. No soporto el discurso que se escribe como si fuera un juego de
ajedrez. El oficio está en descubrir la esencia de las palabras, de cada símil,
metáfora, para lograr un verso delicado, que no lastime.
Recientemente mereció el
Premio de la Ciudad de Poesía 2014, con el poemario El libro de Celestina,
¿qué propone ese texto?
Sin pretenderlo se convirtió
en un estudio de la mujer. De la fémina fracasada, dubitativa y de la mujer
explosiva. Hoy sigo teniendo necesidad de buscar mi mundo, quiero vivir y
conocerme a mí misma. El libro defiende el rompimiento de cadenas, ataduras y
la búsqueda a toda costa de la felicidad.
¿Manías creativas?
Escribo vehementemente y
luego me pregunto de dónde salió. Si no sirve, estrujo el papel. De Manuel
González Busto aprendí que siempre algún verso se puede salvar. Botaba poemas
que creía menores y me dijo que no lo hiciera, pues con ellos podía despertar
nuevamente la creación. Hay textos que le dejan a uno deseos de seguir
diciendo. Con este quedé muy complacida. Es una décima muy fresca; quizás con
el tiempo le encuentre desmotivaciones, pero para mí resultó como el placer que
se siente luego de una excelente relación amatoria.
Cuando desaté, desnuda,
la impaciencia de tus manos.
la impaciencia de tus manos.
C. G. P
Tuve en mi brocal paisajes
precipitados, sin juicio;
acuné fragancias, vicio
de sonámbulos ramajes.
Gozo de brisas. Anclajes
en mi vientre todo fuego.
Quietud de espumas y, luego,
estremeciendo las horas,
en vaivenes, en auroras
tu impaciencia como un ruego.
precipitados, sin juicio;
acuné fragancias, vicio
de sonámbulos ramajes.
Gozo de brisas. Anclajes
en mi vientre todo fuego.
Quietud de espumas y, luego,
estremeciendo las horas,
en vaivenes, en auroras
tu impaciencia como un ruego.
Tu delirio fue alborada
entre líneas y recodos.
¡Cuántos hallazgos!, ¡mil modos
de descubrirme! Fui anclada
en tus senderos. Flechada
por la esperma y la moldura,
por la ropa que inaugura
vibraciones en la fuente,
me supe mar y simiente
de tu ansiedad. De tu hondura.
entre líneas y recodos.
¡Cuántos hallazgos!, ¡mil modos
de descubrirme! Fui anclada
en tus senderos. Flechada
por la esperma y la moldura,
por la ropa que inaugura
vibraciones en la fuente,
me supe mar y simiente
de tu ansiedad. De tu hondura.
También mis manos hallaron
perfumes imperceptibles.
Se fueron a inaccesibles
profundidades. Volaron
hechas palomas. Clamaron
tu desnudez. En el rito
pleno, bebí lo infinito
del torrente y, sumergida,
también fui luz. Estampida
del remanso donde habito.
perfumes imperceptibles.
Se fueron a inaccesibles
profundidades. Volaron
hechas palomas. Clamaron
tu desnudez. En el rito
pleno, bebí lo infinito
del torrente y, sumergida,
también fui luz. Estampida
del remanso donde habito.
Versión original en el sitio
web de Escambray: Enamorada del amor
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