Una lamentable pérdida
Nos lo comunica el poeta Juan
Carlos García Guridi, escritor, investigador e improvisador, miembro
del Grupo
Ala Décima y su representante en la provincia de Mayabeque
El pasado 3
de agosto murió en La Habana Julito Martínez, uno de los más grandes
repentistas cubanos de los últimos 40-50 años. Conocido como El Gigante de
Pipián, Julito sostuvo memorables controversias con improvisadores de la talla
de Francisco Pereira (Chanchito), Omar Mirabal, Ernesto Ramírez, Jesús (Tuto)
García, Gerardo Inda, Tomasita Quiala, José Enrique Paz (Papillo) y Juan
Antonio Díaz, por solo recordar algunos. Aclamado por su versatilidad, carisma
y su buen canto, el punto cubano pierde a uno de sus mejores exponentes. Al
morir contaba 71 años de edad. Compartimos dos de sus décimas:
muecas
tristes al espejo,
haciendo el
papel de un viejo
y el papel no
me salía.
Hoy que con
melancolía
envejezco
poco a poco,
le hago
muecas como un loco,
le manoteo y
le riño,
haciendo el
papel de un niño
que no me
sale tampoco.
Me gusta ver
al majá
desenvolver
su envoltorio
y subir al
dormitorio
donde la
gallina está.
Y si ella a
gritar se da
él le aplica
un torniquete,
hasta que de
un taburete
sale una mano
guajira
y en el
pescuezo le tira
la justicia
de un machete.
De Juan
Carlos García Guridi son estas décimas de tributo al desaparecido
hermano poeta decimista:
Curten su acerbo versal
cantando el punto cubano
bajo el tejado de guano
y del cielo de cristal.
Fredo
Murió Julito
Martínez,
canta otra
vez con Chanchito
y aplauden en
El Cornito,
Pipián,
Limonar y Güines.
Hay en todos
los confines
atención casi
total.
Al pie de una
palma real
después de
haber dicho adiós
entusiasmados
los dos
curten su
acerbo versal.
En derroche
de talento
en el campo
se les ve
como si el
Cucalambé
su voz
grabara en el viento.
No hay vacío
ni un asiento,
se siente el
olor a guano;
uno le dice
“mi hermano”
al otro, el
pueblo delira.
Quién los ve
y no los admira
cantando el
punto cubano.
Viven en la
eternidad
de la
memoria. Encendida
la décima les
da vida,
cuánta
generosidad.
Eso es la
inmortalidad
es improvisar
liviano.
Sí… del cielo
cayó un grano,
del grano
brotó una palma
y a los dos
les canta el alma
bajo el
tejado de guano.
Bendita sea
la ronquera:
En sagrada
comunión
Julito y
Chanchito son
roncos por
dentro y por fuera…
No hay
cemento ni madera
que admita
tanto caudal;
qué sigan de
igual a igual,
sin faltarle
a lo divino
de las
piedras del camino
y del cielo
de cristal.
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