Dos poemas a sus hermanas
Foto: Cortesía de la autora
Mirar a Anisley
Miraz Lladosa (Cienfuegos, 1981) no es solamente mirar a una muchacha bella. Es
también mirar a una creadora de una integralidad y agudeza sorprendentes, y una
entusiasta participante en encuentros de los escritores y artistas con la
comunidad. Con ella, miembro del espirituano Grupo
Toda luz y toda mía, coincidí el
pasado año en la Cruzada
literaria que organiza cada año la AHS de Camagüey, y en este 2018, en el VI
Festival Toda luz y toda mía, y accedió fraternalmente a mi vieja solicitud
de enviarnos sus décimas para darlas a conocer en nuestro sitio.
Además
de poetisa, Anisley es artista de la plástica y narradora, egresada del XVI
curso de Técnicas Narrativas del Centro de
Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Es además graduada de Diseño
Gráfico en la Academia de Artes Plásticas Oscar Fernández Morera, miembro de la
Asociación de Hermanos Saíz, promotora cultural, cofundadora del Proyecto
Artístico Ilustrativo A cielo limpio. Colaboradora del proyecto Mi
calle (Bulgaria). Tuvo a su cargo la antología de historias cubanas Tras
las puertas. Entre otros lauros, ha obtenido el Premio de la Asociación de
Hermanos Saíz (2000), el Premio Fundación de la Ciudad Fernandina de Jagua (2003,
poesía para niños) y el Premio Vitral 2003 y 2004 (Poesía). Tiene varios libros
publicados, en verso y narrativa.
De
los poemas en estrofas de diez versos que nos hizo llegar, escogimos este
curioso par de poemas en décimas endecasílabas, dedicados a sus hermanas:
por mi
hermana materna,
que restaura
grafitis de amor…
Te vi crecer y hacerte una princesa
en la torre más alta del palacio.
Te vi nadar desnuda, andar despacio,
orinarte en el borde de la mesa.
Te vi llorar de gozo, atar sorpresas
a las ramas del mango, y con cuchara
te vi vaciar el lago que inventaras
en tu juego sin fin. Te vi sembrar
recuerdos en el huerto, te vi armar
una simple ilusión con piedras caras.
Te veo recorrer las alacenas
cantando la canción de las cebollas.
Y cambiar por pinceles nuestras ollas
mientras que de otros reinos tu alma llenas.
Te veo inaugurar la hierbabuena
y alimentar dragones en las brasas.
Al gato que no escapa de la casa,
convertiste en rocín. No hay humildad
cuando transitas toda la ciudad
en tu carroza azul de calabaza.
POEMA PARA LIS
por mi
hermana paterna,
que siempre
jugó a arreglar los dientes
Cuando la tarde aquella yo te vi
entre niñas jugando, ¡tan ansiada!
mi padre tuvo un brillo de alboradas
y de pronto en mi pecho para ti
retoñaron calor y regaliz
para atar papalotes a los vientos.
De pequeñas, tu mano y mis inventos
allá en el malecón, eran motivo
para reír y a lomos de un tiovivo
cambiarles los finales a los cuentos.
Flor de lis,
en la suerte de
esta hora,
tu belleza conquista mis pesares,
el framboyán de ayer y mis cantares,
las puertas de la casa, la gran bola
de piedra de la entrada, las farolas,
las raíces creciendo, los pasillos,
la avenida y el sol tan amarillo,
la bahía y el mar con sus sorpresas,
los trenes que se van y que regresan
los parques y la calle del Castillo...
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