miércoles, 17 de enero de 2018

Gilberto Rodríguez por Argel Fernández


Inquieto oficio, una selección
de sus poemas inéditos
 
El Grupo Ala Décima, adscrito al Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, del Ministerio de Cultura, prosigue su afán de sumarse al tributo que muchos poetas, sobre todo de Las Tunas, rinden al bardo Gilberto E. Rodríguez, considerado el más significativo escritor de esa provincia en el siglo XX —a pesar de lo cual es casi desconocido en el panorama literario nacional—, en ocasión de cumplirse, el próximo 5 de junio, los 110 años de su nacimiento. A su legado se rendirá homenaje al inicio del XVIII Encuentro Nacional Ala Décima, previsto para celebrarse en Alamar, La Habana, el 5 de febrero.

Ahora, gracias a la generosa y fraterna colaboración del hermano poeta Argel Fernández Granado, ofrecemos un adelanto de la amplia selección por él preparada, y aún no publicada, de poemas inéditos del Maestro Gilberto. La primicia consiste en el prólogo escrito por Argel y un botón de muestra de los textos seleccionados. El antologador es miembro del Grupo Ala Décima desde el 2006 y desde agosto del 2010 preside la filial provincial de nuestra agrupación en Las Tunas. En diciembre pasado presidió el Jurado del XVIII concurso Ala Décima, que contempla un premio especial (segundo lugar del certamen) con el nombre de Gilberto E. Rodríguez.


Inquieto oficio

Con transparencia sonora
vuelve Gilberto E. Rodríguez


Estas palabras son lo que pretenden: solo una presentación. No puede ser de otro modo, pues si en alarde de teórica pedantería convirtiese un simple prólogo en ensayo, seguramente no tendría la aprobación de Gilberto, el escritor tunero del siglo XX. Con esta advertencia quiero llegar a ti, lector que te has atrevido a penetrar, quizás por vez primera, en el multiverso poético de un hombre que, tras haber publicado muy poco, según algunos conocedores, dejó una veintena de poemarios inéditos.

Gilberto E. Rodríguez, Montaraz (Victoria de Las Tunas, 1908-1989), es un poeta ignorado por la historia: no aparece en el Diccionario de la literatura cubana (Instituto de Literatura y Lingüística), ni en el Diccionario biográfico cubano, de Fermín Peraza Sarausa, como bien dice Carlos Tamayo Rodríguez en sus palabras prologales a la primera edición de Migajas de luz (1988).

A pesar de los esfuerzos de amigos, colegas e instituciones por mantener viva su memoria, que con este ánimo publicaron (en vida y post mortem) algunos de sus libros y hasta realizan cada año una jornada poética en su honor (alrededor del 5 de junio, fecha de su natalicio). Esta jornada es un justo homenaje y un hecho de justicia literaria, según publicó en un artículo digital el poeta Samuel Perdomo Fuentez; sin embargo, Gilberto sigue siendo un desconocido. Los jóvenes de hoy no lo conocen.

Loable es el intento de su ferviente discípulo Antonio Gutiérrez Rodríguez, quien en su libro Un poeta cerca del olvido (2009), trató de hacer justicia a la escasa divulgación de su obra que perduró durante muchos años. Aún así, vive la esperanza, porque Montaraz es capaz de estremecer a los seres sensibles como el poeta y trovador Freddy Laffita López, quien escribió el día 5 de junio del año 2010: Yo no conocí a Gilberto./ Quiero decir: yo no he sido/ tan colosal, o engreído/ como para dar por cierto/ que se conoce al que ha muerto/ de pura luz. Caminante:/ Gilberto es como un instante/ colgado del porvenir./ Su soneto es como herir/ la sombra con lo brillante.

Todo lo hecho es poco.

Por esta razón dediqué muchas horas a buscar textos que aún no habían visto la luz pública, para seleccionar algunos y conformar una propuesta literaria novedosa por desconocida, necesaria por imprescindible, gracias al espaldarazo de Carlos Tamayo y a la paciencia sin límites de Rafael Rodríguez, uno de los herederos del poeta, quien me facilitó una gran cantidad de manuscritos originales. El resultado de esa selección es este libro, donde hallarás amor, entrega filial, filosofía, patriotismo y apego fraternal; muestra de diferentes etapas en la obra creadora de G.E.R., poeta al que resulta imposible encasillar en ismos (en esto coinciden todos los escritores, críticos y especialistas que han abordado su obra de una u otra manera), porque escribió como quiso y cuanto quiso, preocupado solo por decir lo sentido, lo vivido, por darse completo, iluminado por el ritmo y la metáfora.

Gilberto se nos revela como un conocedor profundo de las formas estróficas de la lírica en lengua hispana, recorre con su pluma desde nuestra tradicional espinela, con su molde extremadamente rígido de métrica y de rima, la décima vanguardista, con su lenguaje al día, sus encabalgamientos; el romance, con su asonancias y su ritmo perfecto; el soneto en todas las variantes conocidas (algunos dicen que esta fue su estrofa predilecta, y es probable), clásicos, modernos, posmodernos, insólitos, atrevidos; el verso libre y blanco, libre en la más libérrima interpretación de la palabra LIBERTAD, blanco  por el color de su ALMA, espíritu de bien que alumbró su piel oscura. Supo experimentar y atreverse, como verás, lector, en el poema Trisagio y lamentaciones y en muchos otros que conforman este libro, demostración clarísima de lo dicho por tantos (Carlos Escalante, Ramiro de Armas, Carlos Tamayo, Ramiro Duarte, Renael González, Ernesto Carralero, Antonio Gutiérrez, y otros).

Te dejo, amigo lector, con estos poemas hasta ahora inéditos, asómbrate y vive con ellos el inquieto oficio y la transparencia sonora de Gilberto E. Rodríguez. También te dejo con esta advertencia del propio poeta, publicada al inicio de Sementera (1949), que bien puede aplicarse al presente poemario:

“Los poemas de que está compuesto este libro son míos. No salen a la luz pública con el engolfamiento de la pedantería literaria al uso, sino, por el placer de ver el sol. Sus defectos son humanos. Exactamente igual que los de la vida. Tratar de corregirlos, es obligarlos a la muerte, y ellos nacieron con el inocente júbilo de correr sobre las rosas sin temor a las espinas; para andar como la luz por todos los rincones de la sombra en busca de un columpio para pintar paisajes y sonreír a la belleza; para, como el cielo, mirarse los ojos en las aguas del tiempo y beberse de un trago toda la fantasía del mundo. Para eso nacieron a la luz estos poemas, si no logran su objetivo, que la crítica no los persiga con la mediocridad de su estilo, porque, quien sale a la calle, limpio de orgullo, y de vanidad, con el deseo de asomarse a la ventana del asombro para sonreír en la alegría de los demás, no es tiesto para sembrar envidias, misión de los que, inútiles para lo primero, se gozan en quemar los sueños que cultiva el espíritu en los jardines del sol”.


Como botón de muestra de la selección preparada por Argel, este poema en décimas del Maestro Gilberto:


POEMA POR TU DESDÉN



Puede que la luz no sea
luz en la sombra encendida,
que la razón de la vida
carezca de panacea.

Puede que el aire que crea
y da oxígeno a la flor
no tenga voz ni color…
pero la paz que persigo
en mis ensueños contigo
tiene raíces de amor.


Puede que nunca me quieras
ni que escuches mi querella,
que no me brindes la huella
de tus 20 primaveras.

Puede que nunca a mis eras
te acerques para sentir
mi sentimiento latir…
pero la ilusión suprema
de la pasión que me quema
es quererte hasta morir.


Puede que rías leyendo
el poema que te escribo,
que no creas que recibo
tu displicencia sufriendo.

Puede que sigas viviendo
sin darme tu pensamiento,
que la verdad que presiento
crucifique mi fervor
como al sueño el surtidor
aciclonado del viento.


Puede ser que nada, nada,
tenga yo en tu corazón,
que hasta mi pobre canción
se quede sin tu mirada.

Puede que sigas callada
sin oír lo que te pido
amoroso y conmovido,
pero en mi pecho cautiva
te llevaré mientras viva
como un tesoro escondido.


Pero si perdido estoy
“en callejón sin salida”,
porque tú casi ofendida
desprecias lo que te doy,

olvidando lo que soy
frente a tu cruel albedrío,
exclamo como un impío
sin esperar que me quieras:
¡tengo ganas de que mueras
para volver a ser mío!


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