miércoles, 10 de enero de 2018

Gilberto Rodríguez por Antonio Gutiérrez


Un libro con sus décimas,
tras una acuciosa búsqueda
 
El próximo 5 de junio se cumplirán 110 años del nacimiento del poeta Gilberto E. Rodríguez, considerado el escritor más significativo del siglo XX en Las Tunas. Con este motivo el también bardo e investigador tunero Antonio Gutiérrez Rodríguez (1950) ha preparado un volumen con los poemas en décimas de Gilberto, para el cual ha desplegado una meritoria pesquisa. De esa compilación nos ha hecho llegar Tony, en gesto fraterno que mucho agradecemos, el prólogo por él escrito y una selección de las estrofas de diez versos del Maestro Gilberto.


MÁS DE CIEN DÉCIMAS


La obra poética de Gilberto E. Rodríguez, Montaraz, (Las Tunas, 1908-1989) amplia y profusa, se va a la génesis de la permanencia porque desde la luz y hacia la luz viaja su impronta en la que se eterniza, no hay sombra que la detenga. Su poética es fiel y consustancial con los ideales estéticos que la sustentan basados en la autenticidad. Vivencias y augurios tejen vibraciones que resuenan a lo largo de su copioso verso libre o del formidable sonetario, pues era un maestro en la creación endecasílaba lo que le ha valido un amplio reconocimiento como sonetista. Sin embargo nacido en la tierra que dio lugar a la obra cucalambeana, existen confusiones entre investigadores y críticos con relación a su obra decimística, llegando algunos a afirmar que solo escribió unas pocas décimas. Siempre me resultó ingenuo y producto de la desinformación que se afirmara tal cosa de una poética que respira cubanía por sus cinco puntas; pero, para demostrar lo contrario se imponía investigar en una retrospectiva de unos ochenta años y universo tan amplio como el de la Isla, considerando lo publicado y lo inédito, labor que solo con calma y esfuerzos se podía realizar y es así que transcurrida una década se pudieron compilar más de cien décimas que ahora damos a la luz presente con apuntes necesarios para destacar valores reales y genuinos inmanentes a la espinela gilbertiana.

Para el orden cronológico nos guiamos fundamentalmente por los apuntes a pie de página y dedicatorias, indicios y evidencias bibliográficas que han permitido organizar los textos atendiendo a su temporalidad. Se respeta el orden histórico de la creación antes que violentarlo para colocar los poemas por temáticas, así el lector tendrá una visión más justa y abarcadora en el curso evolutivo a través del tiempo que va enriqueciendo el diapasón poético espineliano del Poeta Mayor de Las Tunas en el siglo XX. Las décimas que no llevan notas al pie remitiendo a la fuente es porque se hallan en el archivo del autor al cuidado de su hijo Rafael Rodríguez Medina. Los versos citados se encuentran en el cuerpo de este libro, siempre se remite al título del poema. Conozco compiladores que omiten composiciones por considerarlas de poca calidad, en el caso que nos ocupa se han incluido todas las localizadas durante el rastreo porque presentan muy buena factura así como destacables valores estéticos; el lector, ese juez imparcial, podrá comprobar lo que se afirma.

Un poeta tan apegado al terruño era lógico que escribiera décimas propias de su identidad, disfrútese este amanecer cubanísimo a ritmo octosilábico en su «Paseo matinal»: «El fino clarín de un gallo / rompe el silencio, la aurora / con su lámpara guiadora / nos da sonoro, ¡buen día! / mientras suelta su armonía / la palma susurradora.» Nos muestra el campo y su euforia al amanecer pero sin lenguaje acampesinado ni tradicionalismo a ultranza como le ocurría a algunos poetas de su época, sino muestra la contemporaneidad que caracteriza su obra con rasgos elegantes postrománticos, a la vez, distintivo en sus herencias del modernismo rubendariano. También incluye el color local y el canto homenaje a su coterráneo, al más grande cultor de la décima  popular escrita en Hispanoamérica en el siglo XIX Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, (Las Tunas 1829-Santiago de Cuba 1861), cuando «y  bajo el dagame en pie» glosa los versos del bardo: «A la orilla de un palmar / Que baña el fértil Cornito» en su poema «Canción de acento montuno borracho de clave y son»: ahí Gilberto evoca y describe: «Sobre el césped infinito / y en el paisaje bendito / donde el sol su luz desgrana, / es un cristal la sabana / que baña el fértil Cornito.». A la vez reconoce los valores de «la bucólica espinela / que canta El Cucalambé».

Su cubanísima décima es también espada para asumirla en el combate lingüistico como estandarte y defensa de la Isla liberada, así afirma, mediante un admirable símil, que «Desde entonces la nación / ¡es linda como una flor / vestida de guayabera!» Hay zonas de su lirismo propio de la mejor poesía fluyente y cubana: «Busquemos en el cantar / místico del tocororo, / el campesino tesoro, / del Cornito y de Virama», y apúntese que ese color local ha transcendido fronteras por lo auténtico en la raíz de su verso. Ya había anunciado esta cualidad de su discurso decimístico, cuando afirma, convencido: «mi verso tiene el color / sensitivo de una mano» subjetivismo que suda desde el alma.

Su admiración no solo es por El Cucalambé; aparece a menudo la referencia a los grandes héroes de las guerras patrias, entre otras, escribe ocho décimas al Apóstol «Como a la sombra de un ala» en las cuales la poesía sube buscando las alturas de para quien «quiso morir…mejor era / que esclavo de España ser.» Sabe que la muerte en combate enaltece al héroe que andaba por el mundo regando luz: «Fue en Dos Ríos. La mañana / oyó su grito, aquel grito / que fue gajo de infinito / sobre la tierra cubana.» La invocación al mártir lleva implícita la palabra evocadora, altruista resulta esta décima que continúa: «En sus ojos la mañana / se fue llenando de luz. / Él era un nuevo Jesús / predicando redención / llevando en el corazón / el madero de la cruz.» Escribió cuatro espinelas tituladas «Maceo, el Titán», destacables en la poesía cubana dedicadas a este prócer, en las cuales lo lírico cede espacio a lo épico por la extraordinaria fuerza que sustenta el discurso, solo citaremos la primera, seguro que el lector buscará en el libro las restantes: «Nadie lo vio más divino, / más gallardo ni más bravo, /que no creció para esclavo / quien nació junto al Turquino. / Cuba en su voz fue camino / para la acción libertaria… / y en vez de inútil plegaria / peleó como un poseído / para ganar el sentido / de la Estrella solitaria.» Se reiteran en sus octosílabos los cantos homenaje a El Cucalambé, José Martí, Antonio Maceo y la bandera cubana a la cual también dedica poemas completos como «Patria y bandera».

Sus décimas de contenido social muestran una robusta simpatía por la nueva vida que comienza a partir de 1959, así en su composición octosilábica «Canto decimal» existen versos donde explicita sus ideas desde la dedicatoria «A la Estrella proletaria 1964 de los Carnavales Tuneros» y agrega en el lema: «Es Ana la Socialista / Estrella con sus luceros». Destaca su reconocimiento a lo proletario y a la patria socialista de la deslumbrante mujer Estrella del Carnaval 1964. Versos más adelante, especifica, confirmando: «¡Es Ana, que nos alista / en su luz para que vibre / el grito de Cuba es libre / del dogal imperialista!» Y acto seguido reitera: «Es Ana, la Socialista.»

Es disfrutable la correspondencia octosilábica que mantuvo con Fidel Portela (como el asunto es la décima gilbertiana, no se incluyen los textos de su amigo). Estas estrofas no las escribió con la intención de publicarlas, sino en una especie de juego comunicacional, por ello el gran desenfado que las caracteriza, produciendo, por momentos décimas irregulares, undécimas, y con estrambotes. Me refiero a las estrofas epistolares que aquí se recogen, tales como: «Mi querido Fidel», «Una excusa sin perdón / porque no existe razón», «En la rosa y en la espina». Usando el lenguaje propio de las cartas a Gilberto se le escapan versos como si soltara palomas con el plumaje de la poesía y el gorjeo lírico más auténtico, así dirá: «¡La pobre sombra que soy / en los valles de la vida», «Te buscaba por la vía / de la luz y del paisaje», «el silencio que te escuda / en metafísica muda…».

En El libro de las cien décimas (proyecto que la muerte no le permitió terminar), adiós octosilábico a la vida, vuelve a darnos su criterio dentro de la poesía social cuando asevera en 1988: «porque la voz del guajiro / dejó de ser el suspiro / del hombre sin porvenir.» Ya con los visos de la parca emboscándole, la poesía no lo abandona, persiste. Es destacable la calidad lírica de esta, una de las últimas décimas que escribió durante sus avatares poéticos, puede faltarle el aliento pero la poesía continúa, lo busca y encuentra: «Siempre me busca. Persiste / en seguirme por doquiera, / su caserna guerrillera / de amorosa paz se viste. / Cuando lo presiento triste / le doy a beber el vino / de un pensamiento divino, / para que mi verso sea / como el agua que gotea / de un manantial cristalino.» Así, este hombre sencillo y de pueblo, permanece en la eternidad abrazado por la luz de la poiesis.

Con esta publicación queda demostrado que Gilberto E. Rodríguez, Montaraz, escribió más de cien décimas y elevada calidad, con disímiles temas: el amor, la mujer, la madre, los héroes de la independencia, el humanismo y los compromisos sociales. Callen los ingenuos y desinformados. Lean.


PATRIA Y BANDERA

En pleno bosque nací,
de raíz criollísima antigua:
fue mi vida de manigua
y fue mi padre un mambí.
En la Loma del Rubí
entre guateque y contento
se halagó mi sentimiento
a luz de sol y de luna,
y fue una hamaca mi cuna
y mi hogar el campamento.

Bandera, bandera hermosa,
sueño bravo de Maceo:
eres reliquia y trofeo
de mi tierra venturosa!
Esplendente y milagrosa,
te da el sol su camafeo
en el glorioso apogeo
de su gracia luminosa!
Bandera, bandera mía,
la sonora epifanía
del viento te  tornasola!

En  El Federado Escolar, julio-agosto, 1950. Año VIII.
La Habana. P. 42. Dentro del  poema «Patria y bandera»  existe esta décima junto a la undécima.


MACEO, EL TITÁN

Nadie lo vio más divino,
más gallardo ni más bravo;
que  no creció para esclavo
quien nació junto al Turquino.
Cuba en su voz fue camino
para la acción libertaria…
y en vez de inútil plegaria
peleó como un poseído
para ganar el sentido
de la Estrella solitaria.

No vio el sol un jubileo
más hermoso bajo el cielo:
el machete fue un pañuelo
en el puño de Maceo.
Inspirado en el deseo
de la Patria Soberana,
fue bronce en épica diana,
y en su término prolijo
demostró que él era el hijo
universal de Mariana.

Y fue rompiendo dogales
por la manigua irredenta
con un  vigor de tormenta
y un florecer de puñales.
Una siembra de ideales
fue haciendo en cada mambí…
y firme en el frenesí
de su empeño general
hizo de Cuba un nidal
para el sueño de Martí.

General: tu nombre sea
de permanencia en la historia,
de igual modo que en la gloria
eres luminosa idea.
Que si ayer en la pelea
fuiste como hirviente lava
sobre la llanura esclava,
hoy eres igual que entonces
un repiquetear de bronces
floreciendo en Punta Brava.

En Letras. Año XVIII. Num. 167. Nov-dic, 1960.
La Habana. Cuba. P. 17.


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