Un libro con sus décimas,
tras una
acuciosa búsqueda
El próximo 5
de junio se cumplirán 110 años del nacimiento del poeta Gilberto E.
Rodríguez, considerado el
escritor más significativo del siglo XX en Las Tunas. Con este motivo el
también bardo e investigador tunero Antonio
Gutiérrez Rodríguez (1950) ha preparado un volumen con los poemas en
décimas de Gilberto, para el cual ha desplegado una meritoria pesquisa. De esa
compilación nos ha hecho llegar Tony, en gesto fraterno que mucho agradecemos,
el prólogo por él escrito y una selección de las estrofas de diez versos del
Maestro Gilberto.
La obra
poética de Gilberto E. Rodríguez, Montaraz, (Las Tunas, 1908-1989) amplia y
profusa, se va a la génesis de la permanencia porque desde la luz y hacia la
luz viaja su impronta en la que se eterniza, no hay sombra que la detenga. Su
poética es fiel y consustancial con los ideales estéticos que la sustentan
basados en la autenticidad. Vivencias y augurios tejen vibraciones que resuenan
a lo largo de su copioso verso libre o del formidable sonetario, pues era un
maestro en la creación endecasílaba lo que le ha valido un amplio
reconocimiento como sonetista. Sin embargo nacido en la tierra que dio lugar a
la obra cucalambeana, existen confusiones entre investigadores y críticos con
relación a su obra decimística, llegando algunos a afirmar que solo escribió
unas pocas décimas. Siempre me resultó ingenuo y producto de la desinformación
que se afirmara tal cosa de una poética que respira cubanía por sus cinco
puntas; pero, para demostrar lo contrario se imponía investigar en una
retrospectiva de unos ochenta años y universo tan amplio como el de la Isla,
considerando lo publicado y lo inédito, labor que solo con calma y esfuerzos se
podía realizar y es así que transcurrida una década se pudieron compilar más de
cien décimas que ahora damos a la luz presente con apuntes necesarios para
destacar valores reales y genuinos inmanentes a la espinela gilbertiana.
Para el orden
cronológico nos guiamos fundamentalmente por los apuntes a pie de página y dedicatorias,
indicios y evidencias bibliográficas que han permitido organizar los textos
atendiendo a su temporalidad. Se respeta el orden histórico de la creación
antes que violentarlo para colocar los poemas por temáticas, así el lector
tendrá una visión más justa y abarcadora en el curso evolutivo a través del
tiempo que va enriqueciendo el diapasón poético espineliano del Poeta Mayor de
Las Tunas en el siglo XX. Las décimas que no llevan notas al pie remitiendo a
la fuente es porque se hallan en el archivo del autor al cuidado de su hijo
Rafael Rodríguez Medina. Los versos citados se encuentran en el cuerpo de este
libro, siempre se remite al título del poema. Conozco compiladores que omiten
composiciones por considerarlas de poca calidad, en el caso que nos ocupa se
han incluido todas las localizadas durante el rastreo porque presentan muy
buena factura así como destacables valores estéticos; el lector, ese juez
imparcial, podrá comprobar lo que se afirma.
Un poeta tan
apegado al terruño era lógico que escribiera décimas propias de su identidad,
disfrútese este amanecer cubanísimo a ritmo octosilábico en su «Paseo matinal»:
«El fino clarín de un gallo / rompe el silencio, la aurora / con su lámpara
guiadora / nos da sonoro, ¡buen día! / mientras suelta su armonía / la palma
susurradora.» Nos muestra el campo y su euforia al amanecer pero sin lenguaje
acampesinado ni tradicionalismo a ultranza como le ocurría a algunos poetas de
su época, sino muestra la contemporaneidad que caracteriza su obra con rasgos
elegantes postrománticos, a la vez, distintivo en sus herencias del modernismo
rubendariano. También incluye el color local y el canto homenaje a su
coterráneo, al más grande cultor de la décima
popular escrita en Hispanoamérica en el siglo XIX Juan Cristóbal Nápoles
Fajardo, El Cucalambé, (Las Tunas 1829-Santiago de Cuba 1861), cuando «y bajo el dagame en pie» glosa los versos del
bardo: «A la orilla de un palmar / Que baña el fértil Cornito» en su poema
«Canción de acento montuno borracho de clave y son»: ahí Gilberto evoca y
describe: «Sobre el césped infinito / y en el paisaje bendito / donde el sol su
luz desgrana, / es un cristal la sabana / que baña el fértil Cornito.». A la
vez reconoce los valores de «la bucólica espinela / que canta El Cucalambé».
Su cubanísima
décima es también espada para asumirla en el combate lingüistico como
estandarte y defensa de la Isla liberada, así afirma, mediante un admirable
símil, que «Desde entonces la nación / ¡es linda como una flor / vestida de
guayabera!» Hay zonas de su lirismo propio de la mejor poesía fluyente y
cubana: «Busquemos en el cantar / místico del tocororo, / el campesino tesoro,
/ del Cornito y de Virama», y apúntese que ese color local ha transcendido
fronteras por lo auténtico en la raíz de su verso. Ya había anunciado esta
cualidad de su discurso decimístico, cuando afirma, convencido: «mi verso tiene
el color / sensitivo de una mano» subjetivismo que suda desde el alma.
Su admiración
no solo es por El Cucalambé; aparece a menudo la referencia a los grandes
héroes de las guerras patrias, entre otras, escribe ocho décimas al Apóstol
«Como a la sombra de un ala» en las cuales la poesía sube buscando las alturas
de para quien «quiso morir…mejor era / que esclavo de España ser.» Sabe que la
muerte en combate enaltece al héroe que andaba por el mundo regando luz: «Fue
en Dos Ríos. La mañana / oyó su grito, aquel grito / que fue gajo de infinito /
sobre la tierra cubana.» La invocación al mártir lleva implícita la palabra
evocadora, altruista resulta esta décima que continúa: «En sus ojos la mañana /
se fue llenando de luz. / Él era un nuevo Jesús / predicando redención /
llevando en el corazón / el madero de la cruz.» Escribió cuatro espinelas
tituladas «Maceo, el Titán», destacables en la poesía cubana dedicadas a este
prócer, en las cuales lo lírico cede espacio a lo épico por la extraordinaria
fuerza que sustenta el discurso, solo citaremos la primera, seguro que el
lector buscará en el libro las restantes: «Nadie lo vio más divino, / más
gallardo ni más bravo, /que no creció para esclavo / quien nació junto al
Turquino. / Cuba en su voz fue camino / para la acción libertaria… / y en vez
de inútil plegaria / peleó como un poseído / para ganar el sentido / de la
Estrella solitaria.» Se reiteran en sus octosílabos los cantos homenaje a El
Cucalambé, José Martí, Antonio Maceo y la bandera cubana a la cual también
dedica poemas completos como «Patria y bandera».
Sus décimas
de contenido social muestran una robusta simpatía por la nueva vida que
comienza a partir de 1959, así en su composición octosilábica «Canto decimal»
existen versos donde explicita sus ideas desde la dedicatoria «A la Estrella
proletaria 1964 de los Carnavales Tuneros» y agrega en el lema: «Es Ana la
Socialista / Estrella con sus luceros». Destaca su reconocimiento a lo
proletario y a la patria socialista de la deslumbrante mujer Estrella del
Carnaval 1964. Versos más adelante, especifica, confirmando: «¡Es Ana, que nos
alista / en su luz para que vibre / el grito de Cuba es libre / del dogal
imperialista!» Y acto seguido reitera: «Es Ana, la Socialista.»
Es
disfrutable la correspondencia octosilábica que mantuvo con Fidel Portela (como
el asunto es la décima gilbertiana, no se incluyen los textos de su amigo).
Estas estrofas no las escribió con la intención de publicarlas, sino en una
especie de juego comunicacional, por ello el gran desenfado que las
caracteriza, produciendo, por momentos décimas irregulares, undécimas, y con
estrambotes. Me refiero a las estrofas epistolares que aquí se recogen, tales
como: «Mi querido Fidel», «Una excusa sin perdón / porque no existe razón», «En
la rosa y en la espina». Usando el lenguaje propio de las cartas a Gilberto se
le escapan versos como si soltara palomas con el plumaje de la poesía y el gorjeo
lírico más auténtico, así dirá: «¡La pobre sombra que soy / en los valles de la
vida», «Te buscaba por la vía / de la luz y del paisaje», «el silencio que te
escuda / en metafísica muda…».
En El libro
de las cien décimas (proyecto que la muerte no le permitió terminar), adiós
octosilábico a la vida, vuelve a darnos su criterio dentro de la poesía social
cuando asevera en 1988: «porque la voz del guajiro / dejó de ser el suspiro /
del hombre sin porvenir.» Ya con los visos de la parca emboscándole, la poesía
no lo abandona, persiste. Es destacable la calidad lírica de esta, una de las
últimas décimas que escribió durante sus avatares poéticos, puede faltarle el
aliento pero la poesía continúa, lo busca y encuentra: «Siempre me busca.
Persiste / en seguirme por doquiera, / su caserna guerrillera / de amorosa paz
se viste. / Cuando lo presiento triste / le doy a beber el vino / de un
pensamiento divino, / para que mi verso sea / como el agua que gotea / de un
manantial cristalino.» Así, este hombre sencillo y de pueblo, permanece en la
eternidad abrazado por la luz de la poiesis.
Con esta
publicación queda demostrado que Gilberto E. Rodríguez, Montaraz, escribió más
de cien décimas y elevada calidad, con disímiles temas: el amor, la mujer, la
madre, los héroes de la independencia, el humanismo y los compromisos sociales.
Callen los ingenuos y desinformados. Lean.
PATRIA Y
BANDERA
En pleno
bosque nací,
de raíz
criollísima antigua:
fue mi vida
de manigua
y fue mi
padre un mambí.
En la Loma
del Rubí
entre guateque
y contento
se halagó mi
sentimiento
a luz de sol
y de luna,
y fue una
hamaca mi cuna
y mi hogar el
campamento.
Bandera,
bandera hermosa,
sueño bravo
de Maceo:
eres reliquia
y trofeo
de mi tierra
venturosa!
Esplendente y
milagrosa,
te da el sol
su camafeo
en el
glorioso apogeo
de su gracia
luminosa!
Bandera,
bandera mía,
la sonora
epifanía
del viento
te tornasola!
En El Federado Escolar, julio-agosto, 1950. Año
VIII.
La Habana. P.
42. Dentro del poema «Patria y
bandera» existe esta décima junto a la
undécima.
MACEO, EL
TITÁN
más gallardo
ni más bravo;
que no creció para esclavo
quien nació
junto al Turquino.
Cuba en su
voz fue camino
para la
acción libertaria…
y en vez de
inútil plegaria
peleó como un
poseído
para ganar el
sentido
de la
Estrella solitaria.
No vio el sol
un jubileo
más hermoso
bajo el cielo:
el machete
fue un pañuelo
en el puño de
Maceo.
Inspirado en
el deseo
de la Patria
Soberana,
fue bronce en
épica diana,
y en su
término prolijo
demostró que
él era el hijo
universal de
Mariana.
Y fue
rompiendo dogales
por la
manigua irredenta
con un vigor de tormenta
y un florecer
de puñales.
Una siembra
de ideales
fue haciendo
en cada mambí…
y firme en el
frenesí
de su empeño
general
hizo de Cuba
un nidal
para el sueño
de Martí.
General: tu
nombre sea
de
permanencia en la historia,
de igual modo
que en la gloria
eres luminosa
idea.
Que si ayer
en la pelea
fuiste como
hirviente lava
sobre la
llanura esclava,
hoy eres
igual que entonces
un
repiquetear de bronces
floreciendo
en Punta Brava.
En Letras.
Año XVIII. Num. 167. Nov-dic, 1960.
La Habana.
Cuba. P. 17.
EN NUESROS
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